Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Ignacio Corsini
CORSINIS
De papá, la vera historia

No es común que un médico, de veras entregado a su profesión, pueda procurarse minutos para otros menesteres. Si ese médico, además del consultorio y el hospital, ejerce la cátedra universitaria, la probabilidad se limita al máximo. Pero las excepciones existen. A los 61 años el doctor Ignacio Corsini vive el placer de serlo. El canto y la música popular son sus obsesiones. “El recuerdo de mi padre me guía’’, confiesa.
De más está decirlo, su homónimo padre configura un capítulo apasionante del espectáculo argentino, un cantor arquetípico que contemporáneamente a Gardel desarrolló e impuso un estilo propio. Y no sólo que fue reconocido por el propio Zorzal sino que le disputó adeptos, en vivo o desde el disco. La disparidad forzó la oposición y el acercamiento: Carlos, morocho y barítono; Ignacio, rubio y tenor. El repertorio los encontró en varios títulos, e inclusive los familiarizó en el tango, con la diferencia de que Gardel se afincó en la cadencia arrabalera, en tanto Corsini centró preocupaciones en el vals y la canción campera, prolongando la herencia de los payadores, puente entre el campo y la ciudad. "No por casualidad —explica su único vástago— prolongó el culto de Betinotti, con versos de Manzi."

EL BIOGRAFO. Los discos y las composiciones de Ignacio Corsini reditúan derechos que su único sucesor cobra trimestralmente en SADAIC. Dedica esos pesos al culto del cantor, que murió en 1967, a los 72 años, difundiendo sus canciones, sus fotografías, sus películas, estimulando las peñas donde alienta su recuerdo. “Ahora —testimonia— he escrito su biografía, con estricta sujeción a datos, fechas, documentos y vivencias directas.” Esas páginas no tardarán en editarse, en libro independiente (“barata, al alcance de todos”, según el autor) o en folleto que se integraría a la caja de tres longplays que, acaso con el título de Historia de Ignacio Corsini, editará Odeón en meses más. La caja se sumará a la paciente revisión que se inició con tres longplays que el artista asesoró desde 1961 en su retiro (El caballero cantor, Mi caballo bayo, Los grandes éxitos de Ignacio Corsini) y a los seis póstumos (Botines viejos, en 1968); Corsini interpreta a Blomberg y Maciel, en 1969; Corsini en la década del 30, en 1970; Duelo criollo y El adiós, en 1971; Homenaje a dos ídolos: Gardel-Corsini, en 1972). Las revisiones actualizan la profusa discografía de Corsini estimada en 700 placas, de las cuales sólo 22 pertenecen a los discos Record (Víctor) en el período 1914-15. El resto, a partir de 1920, está en los acústicos Nacional, de Max Glücksmann, que seis años después, con el
registro eléctrico, serían los discos Odeón. En estas reediciones, al lado del hijo del cantor hay otro, hombre clave: Herminio Fossa, también médico, extraordinario coleccionista especializado en la carrera de Ignacio Corsini, "un gran amigo".
El doctor Corsini se refiere con humildad a las páginas que ha escrito. "Eso sí —clama—, reivindico la serie dad de la documentación, sin fantaseos de cualquier índole.” Recorre las cuartillas mientras afloran datos ignorados e insólitos: Corsini había nacido en Italia en 1891 y aunque fue inscripto en Sicilia, se lo presume oriundo del norte. Al de Ignacio se anteponía el nombre de Andrés. Vino a Buenos Aires a los 5 años. Se crió en campos de Carlos Tejedor —provincia de Buenos Aires— y fue peón rural. En la ciudad integró un conjunto filodramático y en 1909 (no en 1918, como dicen equivocados diccionarios) se integró al elenco de Pepe Podestá. Fue actor-cantor en dramas criollos, sobre el escenario o en el circo, y casóse con Victoria Pacheco, gimnasta y actriz, hija del cirquero José Pacheco. El estilo de La piedra del escándalo (de Martín Coronado y Pablo Podestá) significó su primer gran éxito antes del tango.
En plena gloria, cuando ya había dejado el cometido de actor para dedicarse exclusivamente al canto, Ignacio Corsini fue consagrado El caballero cantor. Quedaban atrás sus trajines faranduleros a la vera de Blanca Podestá, César Ratti, Luis Arata y José Arraigada, o con compañía propia, cuando su voz era el obligado matiz de un sainete ciudadano o de un cuadro campestre, pero ni él ni el público olvidaban aquél arranque fulgurante de Patotero sentimental (de Manuel Jovés y Manuel Romero) en 1922. Por razones de temperamento, y hasta de propensión estilística en lo canoro, Corsini bordeó el lunfardo y hasta cuando se allegó a lo arrabalero lo hizo con premisas literarias depuradas. El médico antólogo puntualiza: “De las 42 composiciones que incluirá la caja de Odeón, 14 pueden considerarse arrabaleras pero con cierta relatividad; valgan los títulos: La tardecita, Señor comisario, Atorrante, Milonguero viejo, por ejemplo”. Las demás composiciones refuerzan esa línea, a la modalidad de Clavel del aire, Caminito, Desde que te fuiste, Sombras, Caballito criollo.

DALE, TAÑO. Precisamente alrededor de Caminito se enhebra la relación Corsini-Gardel. Los unió una amistad de mutuo respeto y admiración. Carlos aplicaba a Ignacio, en tono cariñoso, el mote de Tano. Cuando le oyó cantar Caminito, de Filiberto y Coria Peñaloza, que él ya había grabado sin especial éxito, autorizó a Corsini a que también lo registrara.
Corsini junior gusta detenerse en el tema Gardel. Inclusive lo conoció. “Por supuesto, lo admiro”, certifica. Enuncia las analogías iniciales: “En los primeros discos acústicos cantaban igual, porque hasta Carlos era tenor; luego prefirió la cuerda de barítono y se hizo único, un sinónimo del tango, «voz de tango» en el decir de papá”. Empero, considerándolo una cúspide, no lo refuta excluyente, ya que “mi padre tendió hacia aspectos delicados y confidentes que Gardel no tocó”. En una última definición el hijo cree situar definitivamente a Ignacio Corsini: "Abarcó el tango pero fue un cantor popular abierto a todo el folklore nacional”. Con ese concepto lo reverencia y en el repertorio de Blomberg y Maciel, o fuera de él, considera justicia difundirlo y perpetuarlo. "No habla solamente el hijo”, dice.
Jorge Couselo
PANORAMA, ABRIL 12, 1973
 
 

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