Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

juguetes
La electrónica se divierte
La tendencia se inició hace un par de años; éste, no hay duda que la alegría infantil se alimentará, casi exclusivamente, de pilas y transistores. Por lo menos, las escasas novedades que embolsarán los Reyes gozarán de esa característica e iniciarán a los chicos en el culto de la electrónica. Hacia fines de semana, seis jugueterías céntricas y dos del barrio de Flores, en Buenos Aires, ubicaban a Foky entre los engendros que acaparaban la excitación de los papás y prometían el asombro de los nenes. Foky es un marciano metálico, descendiente del Cerebro Mágico, cuyas gracias están recomendadas para criaturas de entre 7 y 12 años: circuito electrónico mediante, es capaz de aprobar 440 respuestas de un libro que toca casi todos los temas de la enseñanza primaria. Cuándo el chico acciona correctamente cierta clavija, Foky ilumina sus ojos de rojo intenso. El muñeco y el libro cuestan 1.990 pesos.
Las nenas podrán disfrutar de una nueva edición de la blonda Pamela (algo más crecida, 49 centímetros), capaz de caminar sola sobre superficies llanas y de no astillarse si, de pronto, acierta un bache; hecha de plástico duro, comienza a andar cuando se oprime un botón de la espalda, disimulado bajo su primoroso vestido. Se vende a 9.900 pesos y sus pilas aseguran varios kilómetros de impecable carreteo. Pero ahora la tradicional Pamela tendrá una competidora, Nancy, en cuyo vientre se aloja una cinta magnética. Cuando su dueña se lo exija —tirando de una cuerdita que asoma tras la oreja izquierda—, la muñeca dirá: “Te quiero mucho, dame un beso, tengo frío, cámbiame el vestido, demos un paseo”. Hay dos modelos —el más grande (65 centímetros) a 10.990 pesos— que se ofrecen con seguro contra afonía.
Sin embargo, el más prodigioso alarde técnico proviene de Alemania, se llama Elektro Amphibio Schuco y consiste en una miniatura de 25 centímetros de eslora, que se desplaza indistintamente sobre tierra o agua. Más curioso resulta que, mientras anda, una cajita de música instalada bajo el capot emite, a través de pequeños megáfonos dorados, un pot-pourri de valses vieneses. Se vende a 4.900 pesos.
Desde el Juguetronic —una especie de “meccano” aparecido el año pasado—, la gama de chiches con comando eléctrico se alzó con las preferencias de la gente menuda y condenaron al segundo plano a los clásicos monopatines y a la serie de carromatos a pedal (desde 17 mil pesos). La nueva mentalidad infantil se inclina, en todo caso, por los más modestos equipos de Batman (1.200) o por los de caza submarina (arpón, brújula acuática, .máscara y cinturón con puñal; 1.990). Como decía un vendedor de una juguetería de la avenida Santa Fe, “no es cuestión de gastar mucha plata, sino de halagar la mentalidad escasamente ingenua de los niños de hoy”.
PRIMERA PLANA
Nº 210 - 3 de enero de 1967
precio de la revista: $120

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