Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

María Aurelia Bisutti
María Aurelia Bisutti
YO MISMA HE TENIDO QUE DECIR ¡BASTA!
HAY razones ocultas que influyen en las determinaciones de una actriz? ¿En qué medida la vida privada señala, por sus prioridades, rumbos no previstos en. una labor que oscila entre el pleno trabajo, el vértigo incontrolado y la tranquilidad de una labor relativamente calma?
Preguntas semejantes nos las formulábamos mientras acompañábamos a María Aurelia Bisutti, sentados a su lado en un automóvil que ella maneja con gran soltura! Rodeados por las miradas —mezcla de envidia y disimulo de los varones y las ojeadas indefinibles y corrosivas— de las mujeres, nosotros también mirábamos a la actriz, con ánimo de dar forma verbal a unas cuantas preguntas claves que bullían en nuestra cabeza.
¿Por qué la actriz bajó su ritmo de trabajo? ¿Por qué su vida sentimental sigue en incógnita? ¿En qué medida su vida privada habría influido en el menor ritmo de trabajo?
Recordemos que es una de nuestras actrices de fama no sólo permanente, sino en aumento. De una formación académica y seria, formada en las tablas al lado de consagradas figuras que son hoy gloria de la escena nacional, y actriz que nos había acostumbrado a verla actuar en muchísimos sitios a la vez, con su presencia reiterada por los canales de TV, ha puesto, por motivos que trataremos de averiguar, un freno a su actividad.
—¿Qué pasa con María Aurelia Bisutti?
Sospechamos que por algún voluntario motivo, cuyas raíces ignoramos, la actriz ha buscado una pausa en su vida, en su agitada vida profesional. Es rubia. Es joven. Es bonita. Usa minifalda. Maneja (un pecado que muchos porteños no pueden perdonar) con bastante soltura. Y, tras un matrimonio, una parsimoniosa y desconocida vida sentimental.
Esos elementos sobran para alimentar una leyenda. Y María Aurelia no piensa por qué ser la excepción de la regla.
—¿Mi vida privada? ¿Pero de veras quiere usted que hablemos de mi vida privada?
—De eso, en primer lugar. Porque suponemos que usted, como todo el mundo, tendrá una vida privada...
—¿Y para qué esa curiosidad insistente en mi vida privada?
—Porque queremos saber, en realidad, los motivos que la impulsan a poner una voluntaria limitación a su ritmo de trabajo.
—Dice usted bien. Voluntaria limitación. Pero tengo mis motivos.
—Empecemos por partes. Primero, con su vida privada.
—Pues la verdad es muy simple: no tengo vida privada, si se refiere usted a conflictos sentimentales, noviazgos fulminantes, idilios de verano y cosas por el estilo. Tengo, sí, una vida muy activa, muy rica en afectos, gustos, amor.
—¿Amor?
—Amor con todas las letras. Y su destinataria en mi hija Paola, un maravilloso montón de ternura de seis años que me adora.
—Cuéntenos algo de su vida, de sus problemas actuales.
—¿Le parecería una ironía muy grande si le dijese que me siento no realizada?
—No le creeríamos. Usted es una actriz conocida. Ha triunfado en empresas difíciles. Logró cimentar una fama que permanece incólume en el afecto popular.
—Mire. Vayamos por partes. La vida de una artista de televisión presenta, cuando de veras estamos enamoradas del arte y, sobre todo, del teatro, facetas difíciles.
En primer lugar, la prisa. Los ensayos se realizan a una velocidad tal que no queda tiempo para nada. Y después viene ese dramático, terrible problema del público. Pese a que la teleplatea es inmensa, una añora, y yo personalmente, cada vez con mayor fuerza— la de teatro. Y añoro, además, el buen teatro que a uno le gustaría hacer ante espectadores de carne y hueso, con una comunicación más cálida, humana y vital.
—¿Es usted una enamorada de las tablas?
—Sí. Recuerde que a los quince años ya tomaba lecciones con Milagros de la Vega. El teatro es, para mí, una pasión indestructible.
—Usted, si mal no nos acordamos, estuvo en la compañía de Ana Lasalle.
—En efecto. En esa época yo hacía “La heredera”, en el mismo papel que protagonizara la inolvidable Olivia de Havilland.
—Pero díganos entonces por qué usted puso una voluntaria limitación a su labor por TV.
—Por las razones que le dije. Quiero tiempo para mí. No quiero enloquecer yendo de ensayo en ensayo, de grabación en grabación, de canal en canal. Quiero tiempo para gozar de mis cosas. De mi vida de hogar. De mi hija. De mis lecturas- De mis estudios. Que son compañías secretas en mi vida, porque nadie las imagina, pero existen- Por eso, porque no quiero la locura de la vorágine, yo misma tuve que decir: ¡Basta! Por un tiempo, claro. Mientras espero, además, que se realice mi sueño de hacer teatro. Teatro para mi pueblo, y como nos gusta a todos.

Revista Antena
02.08.1969
María Aurelia Bisutti
María Aurelia Bisutti

ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba