Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

Roberto Perfumo
PERFUMO
El capitán del fútbol argentino

A los 17 años, el famoso “Gordo” Díaz lo echó de River con una frase consoladora e irónica: "Mirá, pibe, vos necesitás vitaminas. Casi, casi te conviene aprender un oficio. Te buscás un buen trabajo y listo”.
Roberto Alfredo Perfumo ya había emprendido, antes que se lo señalara Aníbal “Gordo” Díaz, el camino del trabajo. El padre, humilde jornalero italiano, no podía con el presupuesto de la familia y fue necesario aportar desde chico al esfuerzo para sostener el hogar. “¡Qué barbaridad era el viejo! —recuerda el zaguero internacional—. Trabajaba todo el día, jamás se cansaba. Era albañil, pero hacía changas de cualquier cosa. Yo rompía zapatillas que daba gusto en los potreros, pero nunca me dijo nada. El viejo es una barbaridad.”
Roberto había estudiado hasta tercer año industrial, y en un taller de Sarandí, su barrio, trabajaba como tornero mecánico. "El fútbol me gustaba de alma. Iba a ver jugar a Racing y volvía loco con Pedro Dellacha, con Ernesto Gutiérrez y con los cabezazos de Rubén Bravo. ¡Cómo metía ese tipo! Cuando iba arriba parecía que se despegaba el cuello del cuerpo y la ponía como con la mano. Claro que entonces los arqueros se quedaban en la línea hasta que el travesaño se les cayera encima.”
Remarca cada una de sus frases con un efusivo “¡Qué barbaridad!”, en su lenguaje, sin embargo, pulcro, calmo, cuidadoso. Esas palabras significan lo meritorio, lo incomparable. Tal vez es el único resto que le queda de las frases -más comunes dichas y escuchadas en largos años de potrero.
En 1961 debutó en la cuarta de Racing. Ernesto Duchini manejaba entonces las inferiores del club de Avellaneda y lo ubicó como volante. En diez partidos, Perfumo logró 9 goles. Dos años después fue titular de tercera y jugó un partido en reserva contra Boca, en el que debió marcar a Pizzuti, su actual director técnico.
De aquella tercera Perfumo guarda imborrables recuerdos. Una serle de 23 triunfos consecutivos y el comienzo de una sincera y valiosa amistad que le brindó el fútbol: la de Alfio Basile.

Profesional
Hizo su debut en primera frente al Flamengo de Brasil, durante un torneo pentagonal en Santiago de Chile. En esa oportunidad reemplazó a Federico Sacchi en los 45 minutos finales. Luego volvió a integrar la delegación de primera en un viaje al Paraguay. A su regreso firmó el primer contrato: 20 mil pesos por mes. “«Pipo» Rossi se portó muy bien —evoca—. Cuando se enteró de lo del contrato fue a discutir con los dirigentes y logró que me aumenten 5 mil pesos.”
Un sueldo de 25 mil pesos, que doblaban los jornales del taller de Sarandí, y la confianza del técnico Néstor “Pipo” Rossi lo obligaron a archivar el overol. El fútbol, su pasión, le abría un camino agradable e inesperado. “Yo nunca soñé con llegar a primera. Sin embargo, entonces sentí la posibilidad de una nueva profesión."
Aquella tornería de Sarandí cumplía con bastante regularidad los pagos quincenales de Roberto Perfumo. 5 ó 6 mil pesos que en algo ayudaban a las finanzas de casa. Racing no tenía la misma regularidad para el pago de los 25 mil. “Los tiempos no eran buenos. El club andaba de mal en peor y se cobraba salteado. Por entonces conocí a Mabel en un baile del club Cramer. No soy buen
bailarín, pero simpatizamos en seguida.”
Perfumo asigna un papel importante a su esposa, Mabel Pastor, en el éxito de su carrera. Como compañera, amiga, consejera, significó un elemento positivo para su realización deportiva y humana.
“Pizzuti se incorporó en 1965, cuando las cosas estaban peor que nunca. Trató de mejorar nuestra preparación física y de lograr la normalización de los sueldos. Un día me habló de la conveniencia de jugar como número 2, porque me faltaba velocidad para subir y bajar, y puso a Basile con el número 6. Debuté frente a Atlanta y fue cuando comenzamos aquella famosa serie. Al terminar el partido le dije: «Maestro, me parece que no pasa nada». Me respondió: «Cállese; usted va a ir a Londres como Nº 2»."
No se equivocó. Osvaldo Zubeldía y Antonio Faldutti incluyeron a Perfumo con vistas al mundial de Inglaterra. Posteriormente, Juan C. Lorenzo lo confirmó titular en el equipo argentino que nos representó en la Copa Jules Rimet.
“Para mí, jugar en la selección siempre fue un honor. Entonces, porque no era nadie y me sentía orgulloso de vestir la celeste y blanca. Ahora, porque entiendo que ésa debe ser la mayor ambición de un jugador. Me siento honrado de poder ser capitán de la selección. Yo no comprendo que haya jugadores que no quieran integrarla.”

Hombre
De aquel tímido muchachito que rompía zapatillas en los “picados" de Sarandí, era oficial tornero y cobraba quincenas que nunca superaban los 6 mil pesos, quedan la misma sonrisa franca, la misma vocación futbolística, la misma inquietud por progresar, la admiración por los versos de Homero Manzi y por la voz de Roberto Goyeneche. Pero además se han consolidado en él la imagen del mejor zaguero central argentino de todos los tiempos, la elegancia y el buen gusto que fueron incorporando las “rachas buenas", la inquietud de ser alguien —al margen del fútbol— que le ha trasmitido su esposa, Mabel.
A los 25 años piensa en su futuro lejos de las canchas. Por eso ha instalado un restaurante que lleva su nombre y que “anda una barbaridad", según nos dice. Tiene invertidos más de 3 millones de pesos en distintos negocios. Está construyendo una casa en Sarandí que estará lista a fin de año y ya cuesta 15 millones de pesos.
El fútbol le permite esos esplendores. Sin embargo, mantiene su vida austera, -prolija, sana: la que aprendió de su padre, el albañil jubilado. Así lo expresa su pequeño coche 600, que justifica con una pregunta que es una afirmación: “¿Para qué quiero uno más grande?”.
“Si yo no me hubiera casado es probable que ahora manejara un coche sport, que no tuviera un solo peso invertido. Sin duda, tampoco sería el jugador que soy. Mabel significó todo para mí. Es una compañera de verdad."
En esta frase, Roberto Perfumo resume su tránsito hacia la madurez. Es aún muy joven; pero su equilibrio, su responsabilidad, su seriedad hablan de las condiciones para una sólida madurez. “Muchas veces hablamos con los muchachos sobre nuestra profesión. Algunos se quejan diciendo que es sacrificada. Yo opino que no es así. Las concentraciones, los entrenamientos son responsabilidades lógicas, pero menos dolorosas que pasarse 8 ó 10 horas diarias en una fábrica o en una oficina. Yo tengo sensibilidad por los problemas populares. Pienso en los obreros que ganan 30 mil pesos y tienen dos o tres hijos, cuando una vivienda decorosa se alquila en 20 ó 25 mil pesos por mes.”
Perfumo no busca con estas palabras el sonido de frases que puedan hacerlo quedar bien. Ha probado ser sincero y carecer de sentido demagógico. Es tan auténtico que se convirtió en el crack de nuestro fútbol que más veces ha dicho “Somos un desastre” para resumir con amargura de jugador ganador las muchas veces que le tocó perder. “Yo soy rápido. Además nos entrenamos conscientemente. Sin embargo, cuando nos enfrentamos con los europeos no los alcanzamos nunca corriendo.” En sus palabras hay sinceridad, rehúye la excusa fácil, la justificación elegante.
“Cuando yo era pibe no teníamos otra actividad que jugar al fútbol. En el baile, en los cigarrillos se empezaba a pensar después de los 18 años. Pero los tiempos cambiaron. Ya no quedan potreros, los pibes empiezan a salir con chicas, a bailar, a tomar whisky a los 15 años. Antes sobraban potreros y no había televisión ni carreras de autos en miniatura...” Así, con cierto aire de resignación, resume la poca dedicación actual de los chicos por el fútbol.
“Tampoco los clubes hacen nada para despertar el entusiasmo de los pibes. Hay divisiones inferiores que no tienen ni equipos. Carecen de pantalones, zapatos, medias. Así, lógicamente, la juventud no se acerca al fútbol".
La herencia de “Pechito" Dellatorre, del “Ruso” González, de José Salomón, de Pedro Dellacha, dinastía de rendimiento seguro en el área de Racing, es recogida por Perfumo, el hombre más dotado que haya tenido el puesto en nuestro país. El crack más auténtico de nuestro fútbol actual.
Vestido con cuidadosa elegancia, el Perfumo de hoy no oculta su niñez humilde. Las "rachas buenas”, su manifiesta superación deportiva, la lógica superación económica, han adherido en él gustos refinados que le permiten la nueva vida, la fama y el dinero. Pero sigue manteniendo intacta la modestia del tornero de overol azul que soñaba en un taller de Sarandí mientras tarareaba las letras de los tangos de Homero Manzi.
Revista Panorama
15.10.1968

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