Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

silo
Silo
el profeta que ríe
¿Por qué Mario Rodríguez Cobos se hace llamar Silo? ¿Quién es? ¿Qué quiere?
Durante dos semanas EXTRA investigó el caso Silo. Se conversó largamente con los seguidores de Silo. Fueron analizados sus medios de difusión escritos, sus formas de comunicación oral, lo ritual y lo esencial. Se libraron consultas a analistas pertenecientes a servicios de seguridad e información del Estado. También fue convocada la opinión de expertos de la Iglesia Católica. Por fin el propio Mario Rodríguez Cobos fue examinado en contrapunto con la imagen difundida sobre su persona por sus discípulos y con un severo cuestionario que intentaba obtener respuesta al enigma planteado por la aparición del personaje.

MARIO RODRÍGUEZ COBOS tal vez no tenga sentido del humor, porque tenerlo implica la posibilidad de reírse de uno mismo o sea de no tomarnos en serio a toda hora. Sin embargo es un hombre que ríe a menudo. Sorprende realmente su risa teatral que se desenvuelve desde un golpe seco, como una tos, y luego avanza estrepitosamente para terminar en algo así como un silbido tenue. Lisa y llanamente Mario Rodríguez Cobos suele reír a carcajadas. Pero es capaz de reintegrarse, tras la risa, a su tono profesoral de decir las cosas. Porque Rodríguez sorprende por la seguridad con que habla y la sequedad restallante con que emite su voz. Por cierto que Rodríguez no transmite ternuras con su risa ni con su voz.
EXTRA lo halló en Plaza San Martín un viernes de octubre. Hacia las seis de la tarde, con poco sol y viento frío, caminamos por la ciudad sinuosa desde la plaza con rumbo al bajo. Fueron casi tres horas de preguntas y respuestas con este hombre de apariencia común. Delgado, longilíneo, uno setenta y cuatro de estatura. Irreprochablemente vestido. Hermosa corbata, magníficos zapatos. Rostro afeitado, marcado de arrugas y levemente enjuto. Afilada nariz y boca firme. Ojos grandes y saltones de pupilas claras. Sobre su frente, amplia, un mechón castaño oscuro detenido por el spray.
Iniciada la reconstrucción biográfica de Rodríguez, quien prefiere ser llamado Silo, dió más bien los detalles exteriores de su infancia, pubertad y adolescencia. Fue difícil acercarse a las zonas donde realmente se construye, se va formando la persona humana. Las exterioridades tradujeron un recién nacido sin problemas, un infante sin problemas, un púber sin problemas, un adolescente sin problemas. Una enfermedad: el sarampión. Un recuerdo de las primeras letras: “El mono relojero”. Los doce años de escuela primaria y colegio secundario al parecer acumularon —como hecho creciente interior— preguntas sobre Dios y el hombre que los hermanos maristas no le contestaron satisfactoriamente. Excelente alumno y sobresaliente gimnasta, se autodefinió. Reservó tenazmente cualquier referencia a su despertar sexual y también el tema de sus elecciones, o no, heterosexuales. “No quiero hablar sobre ese aspecto”, dijo. De su vida en la Universidad de Córdoba, algo de Derecho y la mitad de Ciencias Políticas, Rodríguez no transmitió muchos contenidos. Subrayó, sí, que al no quedar conforme con estas disciplinas decidió buscar francamente los caminos de la “meditación trascendental”. La existencia o no existencia de Dios, la naturaleza de aquello que se llama habitualmente alma humana, el origen y fin del hombre, fueron entonces sus planos de intensivo análisis, sostuvo. En tanto esas inquietudes se abrían paso con mayor fuerza Rodríguez viajaba por algunos países de América latina y Europa. De la primera de esas experiencias dijo que “había observado pobreza”; de la segunda que “fue muy poco tiempo”.

¿NUEVO JESUCRISTO?
siloFue imprescindible en ese momento de las inquisiciones hacer una referencia a “Tahagata”. Porque según sus discípulos, en una escuela de meditación llamada “Tahagata”, —que Rodríguez visitó en Nápoles—, este mendocino recibió el sobrenombre de Silo. Y así el reportaje, la investigación, penetró decididamente en la confrontación de Rodríguez con cuanto dicen sus seguidores.
Ambiguamente, sin precisiones, y con una neta intencionalidad de mantener un halo misterioso en torno a esa escuela “Tahagata”, Rodríguez aseveró que hubo un contacto que le resultó positivo. Añadió que fue breve esa relación y no suministró nombres de los miembros de la entidad a la que definió como reunión de personas que meditaban con una técnica, “bajo la guía de alguien más viejo y antiguo en el camino”. “Lo demás es mitológico”, aclaró con una risotada. El sobrenombre de Silo lo recibió —reveló después— mientras realizaba su primer retiro espiritual como adepto de “Kronos” —una escuela de meditación— en la provincia de Jujuy, “en medio de la selva”. La nueva carcajada de Rodríguez sobrevino tumultuosamente al mencionársele que la campaña difusora asegura, sin hesitaciones, que “un mismo tipo de energía solar, crística, hizo posible el nacimiento de Jesús hace dos mil años y el de Silo el 6 de enero de 1938”. Una energía “que convirtió la llegada de Silo al mundo en otra epifanía maravillosa”.
—Quiero que me conteste exactamente: ¿Se considera a sí mismo un nuevo Jesucristo?
—Eso ya es exagerado... He escuchado esas teorías. Eso de los ciclos es muy discutible. Hay que probarlo científicamente. Esto de la energía solar, bueno, me imagino, que habrá técnicas para determinarlo. Mientras esas técnicas no existan, yo no puedo afirmar otra cosa. Lo que sí se puede determinar es la influencia de manchas solares.
—Pero, ¿usted de alguna manera se considera un Cristo redivivo, o seguidor de Cristo, o reactualizador... ?
—No. No hay ninguna vuelta que darle. Es tan simple que generalmente provoca escándalo a fuerza de su simpleza. Yo estoy en mi trabajo y en mi experiencia interior, pero si alguien considera valioso mi trabajo, o si necesita o pide que le hable, sencillamente le hablo y trato de transmitir mi experiencia. Y eso es todo. El mito que se genera alrededor, las contradicciones y confusiones, eso es otro tema. Sobre eso uno no tiene control...
—Entonces, ¿usted desvirtúa tener un afán proselitista...?
—¡Por supuesto! Tanto que he buscado los lugares más alejados, precisamente, para hablar con la gente que me interesaba. Se supone normalmente que quien busca publicitarse, busca los grandes conjuntos urbanos, las aglomeraciones, los lugares de ciudad, todo aquello. Pero cuando se me dice que vaya a hablar a una ciudad y yo digo vamos lejos donde no molestemos a nadie, yo creo que el proselitismo no funciona.
—Sin embargo, hay otros detalles. Aquí en Buenos Aires y Córdoba están apareciendo en todas partes leyendas que dicen Silo.
—Efectivamente los he leído.
—¿Por qué Silo y no Mario Rodríguez?
—Es un nombre que me dieron en Jujuy. Significaría algo así como granero de trigo. En los grupos de trabajo casi siempre se dan seudónimos, se dan nuevos nombres a las personas.

DEL PROSELITISMO
—¿Toda esa temática de grupos fue creada por usted?
—Hum, por el conjunto de gente que fue a Jujuy a hacer su trabajo. Todos nosotros trabajamos en eso. Todos nosotros hicimos nuestras experiencias. Luego nos separamos y cada uno fue a hacer su parte...
—¿Cuál es su parte?
—La parte mía es sencillamente profundizar con la meditación. No sé si lo lograré o no.
—¿No tiene el deber de transmitir nada?
—Sí con la gente que me lo pide, pero yo no debo forzar las cosas...
—¿Qué transmite? He visto un folleto que dice “La enseñanza de Silo”. Lleva en su cubierta un triángulo anaranjado. ..
—Eso es cosa de los grupos... No es la forma adecuada de hacer las cosas. Yo no controlo, ni autorizo, ni mando hacer esas cosas. De ninguna manera. Yo creo que la gente se interesa por sí sola para ir a escuchar. Pero hacer proselitismo no me parece adecuado. Creo que los grupos deben existir únicamente en el trabajo científico y técnico de escuela, pero no grupos de superficie o cosa semejante porque pueden muy bien ser confundidos con movimientos políticos sociales.
—Se dice que usted ha creado un movimiento pacifista.
—He leído las declaraciones. Pero no. señor, no sostengo eso. Y seguramente van a aparecer otros grupos y todos dirán que yo...
—Entonces, ¿no está de acuerdo...?
—Digo que no es mi prédica, ni es mi trabajo. Pero no estoy en oposición a ese movimiento pacifista. Exactamente estoy en otra cosa.
—¿Podría decirme en qué está?
—Bueno, yo estimo que hay cosas fundamentales que son éstas: no mentir lo primero. No matar. No robar. Ser fiel, no sólo a la mujer sino a las ideas aunque nos cueste la vida. Y llevar la paz en sí mismo y llevarla a los demás. Sostengo que es importante la no violencia. Sostengo que es importante no sólo poner la otra mejilla, sino buscarle y mostrarle la parte buena que todo hombre tiene. Sostengo que el hombre debe pensar, sentir y actuar en una misma dirección. Cosa que hoy no sucede. Porque a veces el hombre se contradice y piensa en la revolución, siente las faldas de su vecina, y actúa finalmente enclaustrándose para toda la vida en una oficina. Entonces, yo digo si usted piensa la revolución, siente la revolución y hace la revolución, equivocado o no. es un hombre armonizado. El “Ché” Guevara fue un hombre armonizado porque pensaba, quería e hizo la revolución, por lo que es un ejemplo de ese hombre armonizado del que hablo, aunque yo no esté de acuerdo con sus métodos por haber sido violentos.
Las palabras de Rodríguez elevaron después a Ghandi como testimonio de que puede modificarse el mundo sin violencia, pero su ejemplificación añadió el 17 de octubre de 1945 y lo hecho hasta ahora por la Junta Peruana de Gobierno, como muestras de no violencia modificatoria. No aclaró si consideraba la expulsión del presidente constitucional de Perú, Belaúnde Terry, como acto no violento. Uno de los caminos elegidos por Rodríguez para lograr el cambio social es la denuncia pública de la injusticia y la creación del vacío político y religioso para que “los sistemas opresivos caigan para siempre”. En este orden “el vacío a los explotadores” sería para Rodríguez un medio utilísimo. Ni más ni menos que un desganamiento universal para obtener mejores condiciones de vida para todos. Rodríguez enfatizó en que las rebeliones sociales producidas recientemente en la Argentina —Córdoba y Rosario— no son verdaderamente útiles.
—Aunque usted ha dicho que su plantee es religioso, está haciendo planteos políticos.
—De ninguna manera, yo contesto a sus preguntas. Pero no es esto lo que hablo normalmente. Pienso que mi planteo es fundamentalmente político, perdón, religioso.
—¿Puede definirme su religión?
—El planteo es religioso, pero no tengo religión. Creo en una religazón con la trascendencia, pero no creo en la religión. Aún más, pienso que el hombre ya está maduro para estar solo, sin necesidad de guardianes, sin necesidad de intermediarios, sin necesidad de templos...
—¿Usted no es un intermediario?
—De ninguna manera. Yo creo que estoy en el camino y puedo servirles a mis compañeros. No creo en la necesidad de intermediarios. Todo lo contrario. No templos, no altares, no sacerdotes, ni especuladores, ni farsantes, bah...

INMORTALIDAD
Cuando Rodríguez quiso mostrar algo más, los resultados de su meditación, habló de lo que para él es la naturaleza del alma humana.
—¿Qué idea tiene acerca del hombre después de la muerte?
—Yo creo que el hombre puede sobrevivir más allá de su muerte física. Creo que la vida no acaba en los pocos años que uno está aquí sobre la tierra. No.
—¿Hay cielo e infierno?
—No. ¿Quién se va a tomar el trabajo de crear un infierno para castigar al hombre por sus errores?
El hombre no es ni bueno ni malo. A veces comete errores. Tampoco creo entonces en el cielo. Estimo que hay una acumulación de energía que se le ha llamado clásicamente alma y que esta energía puede seguir desplegándose más allá de la muerte.
—Su concepto de Dios no ha quedado claro hasta ahora.
—Es una fuerza, una energía, una ley... No es antropomorfo, es un régimen universal de leyes. No lo personalizo. Es un plan, una inteligencia universal.
—¿El hombre puede salvarse por si mismo o con la ayuda de ese Dios?
—Creo que la única posibilidad de salvación del hombre
está en sí mismo. Todos los hombres se salvan. Unos evolucionan más. Otros menos.
—¿Si todos se salvan qué sentido tendría proceder bien o mal?
—Estamos acostumbrados por nuestro occidentalismo a recoger siempre frutos. Si el hombre lucha por el perfeccionamiento mismo está haciendo algo muy importante. Si lo hace no porque le vayan a dar en pago el cielo o el infierno. En la dinámica misma del perfeccionamiento está la gran salvación del hombre, pero no en los resultados tan fenicios y tan semíticos en el fondo.

CONCLUSIONES
Hacia el final de la entrevista Rodríguez insistió en la necesidad de la reacción no violenta contra la violencia física, económica, racial y religiosa. Anatemizó con duras palabras al clero católico, adjudicando los epítetos de canallas y politiqueros a los sacerdotes progresistas. “Son miembros —aseveró— de una misma casta”. No valoró en consecuencia como positivo el movimiento renovador de la Iglesia. Al tornar sobre la figura de Cristo, aseguró que sus enseñanzas ya no tienen validez alguna “por razones epocales”.
Las conclusiones de la exhaustiva conversación con Rodríguez indicaron que hay severas contradicciones entre lo que contestó y lo que realmente hace, en los siguientes puntos:
•Se pronunció contra la necesidad de maestros, intermediarios, ritos y proselitismo. En cambio se perfila como maestro y dirigente; abusa de la demagogia, ha creado un rito en cuyas secuencias aparece vestido de blanco y utiliza el color naranja para sus comunicaciones. Su proselitismo es activísimo, aún en la Capital Federal donde citó a conferencia de prensa y convocó a manifestaciones en Plaza Once.
•Aunque señaló como religiosa su actitud, sus mayores definiciones son siempre en el campo de lo político y social.
•Renegó del esoterismo y del misterio pero no fue claro al hablar de “escuelas” y “trabajo de escuela”, y especialmente al mencionar su vinculación con “Tahagata”.
•Afirmó que es necesario buscar el lado bueno del enemigo, pero ni siquiera al juzgar a la acción de los sacerdotes católicos liberales vió en ella nada positivo ni aceptable. Por el contrario cayó en la vulgaridad del insulto.
•Pese a señalar como uno de sus objetivos el perfeccionamiento del ser humano, menospreció la suma importancia del amor activo como principio motor de un cambio favorable en la humanidad.
Para los analistas del aparato informativo y de seguridad oficial Rodríguez llamado Silo seria un brazo del comunismo organizado (conducción rusa). Para miembros de la Iglesia que examinaron el problema, las ideas de Rodríguez son confusas, plenas de frialdad, desprovistas de caridad. “Sería —dijo un teólogo— un eticista. O sea cierta ética primero, lo demás por añadidura. También un teísta. O sea que concibe un Dios tan lejano del hombre que no sirve para nada. En cuanto a la literatura difundida por el movimiento es aún más confusa. Algo de Theilard de Chardin, un poco de los antiguos griegos”.
“No puede ignorarse —fue otra opinión sacerdotal— que este movimiento, a pesar de sus denuestos contra maestros e iglesias, se va definiendo como un grupito elegido que goza con soberbia de la verdad revelada. Lo que más impresiona es su deshumanización pese a sus planteos contra la explotación y la violencia. Las sombras de Ounspenky y Gurdieef no están ausentes, al menos en algunas enunciaciones. Por fin también se advierte una cuota de tremendismo apocalíptico”.
A Mario Rodríguez Cobos no le importan estos juicios. Además recalcó que abandona la prédica. “Me voy a trabajar a una chacra”, fue su anuncio textual “porque he dicho cuanto tenía que decir y ya se me terminaron los ahorros”.

FICHA
Mario Rodríguez Cobos; 31 años, argentino, soltero, nacido en la ciudad de Mendoza el 6 de enero de 1938. Hijo de Rafael Rodríguez, ex gerente de Bodegas Giol y de María Luisa
Cobos, ama de casa y profesora de música, ambos argentinos. Educado en establecimientos de los Hermanos Maristas durante doce años. Luego estudiante de Derecho y posteriormente de Ciencias Políticas hasta tercer año inclusive en la Universidad de Córdoba. Dos hermanos mayores: Raquel, 48 años, profesora de artes plásticas y Rafael Guillermo, 40 años, publicista. Durante su educación secundaria desarrolló con gran destreza actividades deportivas, obteniendo galardones en atletismo, sobre todo en grandes aparatos y caballetes. También en paleta y como miembro de equipos de basquet. Practica desde su adolescencia el andinismo. Viajes al exterior: a los 22 años cuatro meses por Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia; a los 24 años unos cinco meses por Europa, incluyendo España, Francia, Italia, Inglaterra, Bélgica, Holanda y Dinamarca. Radioaficionado. Electricista. Estudioso autodidacta de temas filosóficos, psicológicos, sociológicos y asimismo de religión y teología. En 1968 se internó en la selva jujeña durante nueve meses conjuntamente con otras doce personas. Mientras realizaba ese “retiro” fue descubierto por fuerzas de seguridad y detenido durante 12 días, por habérsele confundido como guerrillero. El 1º de enero de 1969 se instaló en un lugar próximo a Punta de Vacas, en las cercanías del Aconcagua. Inició su prédica en Chile y después en territorio mendocino. Fue detenido otra vez por 48 horas. En el curso de este año volvió a hacer presentaciones públicas en Jujuy, Córdoba y Buenos Aires. Volvió a tener dificultades con la policía, pero finalmente quedó libre.

Revista Extra
11/1969
silo

ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba