Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
![]() |
"MI DESCANSO ES PINTAR" DICE ALICIA ALONSO, LA
EXTRAORDINARIA BAILARINA CUBANA Por ROSARIO VIVES DECIR que esta virtuosa de la danza es poseedora absoluta de las más adelantadas técnicas del baile; que su madurez artística se transmite a través de una sensibilidad extraordinaria y que precozmente ya tiene ganada una hermosa página en la historia del “ballet”, sería repetir conceptos generalizados. Por eso mi deber es advertir al lector que no busque en esta nota un reportaje a la bailarina, sino un comentario sobre Alicia Alonso como mujer. Cuando una artista llega a la cúspide de su fama, deja, fatalmente, abierta la puerta de su intimidad a los curiosos. Enarbolando este razonamiento, me atreví a traspasar el umbral y aguardé para ver cómo era Alicia Alonso cuando no era bailarina. La primera etapa se cumplió en su camarín. Había transcurrido casi una hora desde que finalizara la función y, sin embargo, el afluir de los espectadores continuaba ininterrumpidamente en cálida demostración de afecto y admiración. La artista no daba ninguna muestra de cansancio ni de apuro; sonreía a todos; a cada uno le agradecía particularmente con una frase amable mientras accedía a los interminables pedidos de autógrafos. Sin embargo, Alicia Alonso había llegado al teatro a las 13 y ya estábamos cerca de las 22... La primera impresión fué, pues, la que deja una persona afable, olvidada de sí misma y, naturalmente, reconocida a las demostraciones del público. De pronto hizo su aparición un pequeño de unos 2 años, y fué como si su sorprendente sensibilidad aflorara a la epidermis de la artista en forma de ternura. Hubo un divertido diálogo entre el niño y la bailarina, sin que nadie se atreviera a interrumpirlo. Entonces, como pidiendo disculpas por aquella expansión de cariño, la artista nos explicó: —Es mi ahijadito. ¿saben? Hijo de bailarines también. Y con su dulce acento cubano nos contó cómo Víctor, el niño, era hijo del primer uruguayo que se había alistado en su “ballet” y de otra componente nacida en Cuba. Cuando momentos más tarde conversábamos a solas, me atreví a preguntar: —¿Tiene usted niños? —Tengo una hija de dieciséis años. Por primera vez no me acompaña en mi gira. Quedó en Cuba con mi madre. — ¿Estudios?... ¿Enfermedad?... —insistimos con terrible insistencia de indiscreción. —No... Es que está de novia... Y la voz se le oyó velada por infinitos matices. El llanto de una niña quebró la sutil situación psicológica y otra vez el semblante de la artista se animó con una vivida ternura. —¿Por qué llora esa niña? — preguntó ansiosa. Alguien explica que llora porque no pudo llegar hasta ella para conocerla, y como la niña, encaprichada con su dolor, se niega ahora a volver, Alicia Alonso corre hasta su camarín, del cual ya nos alejábamos, y aparece con una caja de dulces. Así llega hasta la niña, la consuela y le seca hasta la última lagrimita. Esta segunda etapa es la que da la tónica definitiva. Deja como saldo un caudal infinito de ternura que emana de ella en forma natural y permanente. A medida que iba atisbando en su espíritu, más difícil se me hacía llevar a cabo un cuestionarlo Planteado por la mayor parte de los espectadores. Finalmente, en un arrebato de valentía, me animé a decir: — ¡Habrán llegado hasta usted seguramente las quejas de los espectadores porteños... —Me arrepentí frente a su sorpresa, pero continué implacable: —Le esperaban ansiosos, y lógicamente querían verla a usted más tiempo en el escenario. Se contrajeron sus labios dolorosamente, como si le hubiera ocasionado un mal físico. —Esas quejas no me han llegado, y lo lamento —me contestó—, pero quisiera explicarle solamente esto; que en Rusia una bailarina sólo actúa cada dos meses; en Inglaterra, tres o cuatro veces a lo sumo por semana; pero aquí, en la Argentina, debe hacerlo todas las noches... ¿Sabe usted el esfuerzo que significa bailar Coppelia"! Después de haber debutado con este "ballet" no me quedaba, sino hacer La muerte del cisne al día siguiente, pues no hubiera tenido fuerzas para más. La contestación es inapelable. Pero de pronto intuimos por qué el público ha protestado. El alto costo de las entradas hace codiciar un espectáculo intenso; mas... ¿cómo tratar este otro arduo tema? —Muchos estudiantes se quedarán con vivos deseos de verla — insinuamos. — Es lamentable que yo no intervenga en nada para, remediarlo...—Quedó pensativa varios segundos, como buscando una solución, pero sólo dijo: —Del escenario para adentro, toda responsabilidad es nuestra, pero del escenario para afuera es del empresario. Nosotros sólo cumplimos un contrato. En aquel momento aun encasillaba a los empresarios como pasibles, de pena por agio, pero... ¿era vanidad de mi parte el alegrarme al saber de la brusca baja de precio de las localidades reducirlas luego a menos de un tercio de su costo anterior? Partimos luego para llegar al hotel donde se hospeda y en el cual descubriría otra fase interesantísima de la vida opulenta en emociones estéticas de esta artista. El impulso creador de la incomparable bailarina cubana desborda de su arte coreográfico y la incita a bucear en otras partes. En razonable equilibrio físico ha encontrado en la pintura una puerta de escape para su imaginación vivísima —Cuando mi cuerpo no puede bailar más —me dice—, descanso pintando. Debo aclarar que no he estudiado pintura; que un buen día compré colores y me puse a pintar... Fué una satisfacción enorme al descubrir que podía llenar mis horas de descanso al mismo tiempo que entretenía mi imaginación. —¿Ha tenido tiempo de pintar algo en estos días? —pregunto, mientras delato la curiosidad que siento por penetrar en esta nueva y sorpresiva modalidad de mi entrevistada. La espontánea pintora desaparece unos instantes y vuelve trayendo un cuadro, un pequeño cartón entelado, de curiosa composición pictórica. Aun pintando, Alicia Alonso no puede desprenderse del “ballet”. Sus figuras, agrupadas armoniosamente, semejan un irreal cuadro de baile plasmado por peregrinos pinceles. Es curioso que en las espectrales formas sólo se acusen fuertemente los ojos. Cuando uno recuerda lo que ha sufrido con los suyos en esa terrible postración de un año en que no sólo le estaba vedado el moverse, sino “hasta el reír y el llorar” para evitar perder para siempre la vista, comprende mejor el agudo sentido de este cuadro. —Estos son seres que miran y miran sin saber ver —nos dice, mostrándonos el grupo de figuras que en diferentes poses se inclinan afanosas sobre planes inferiores—. Nunca llegaran a encontrar el verdadero camino, porque no han sabido levantar sus ojos. Ésta sí —señala ahora la figura erguida como en levitación sobrehumana—. Ella supo buscar y vió. Sabe ya dónde está su felicidad y camina radiante hacia la luz... Un hálito de irrealidad nos envuelve también a nosotros. Nuestros espíritus han sido alcanzados por una misma onda, tal vez con distintas raíces o distintas prolongaciones, pero han vibrado al unísono. Un versículo del Evangelio de San Mateo ronda mi memoria: “Antorcha de tu cuerpo son tus ojos; si ellos son sencillos y están limpios, todo tu cuerpo estará iluminado.” Alicia Alonso quiso ver: física y espiritualmente. Pequeña de contextura pero de una fortaleza increíble, cuya raíz misma se afianza sin duda en su disciplina menta!, esta mujer de trayectoria limpia a fuer de sacrificios, es un magnífico ejemplo. Inigualable compañera, amante esposa y muy tierna madre, nuestra prodigiosa visitante se nos ha mostrado en todo su esplendor de mujer, capaz de brillar a la par de su rutilante fama de bailarina. -pie de fotos- -MIENTRAS SUS PIERNAS, aseguradas en cifras astronómicas, reposan en forma adecuada, la bailarina distrae su descanso buscando con sus pinceles plasmar las imágenes une su inquieta fantasía le sugiere. -ESTA FOTOGRAFIA, cuyo mérito consiste en que no fué “posada”, capta una anécdota que resume la ternura de Alicia Alonso. -D. FERNANDO ALONSO Y RAINERI. director general y artístico del ballet, es el esposo cariñoso que ha cuidado de Alicia en los diecisiete años que llevan de invariable armonía conyugal. -TODAS LAS MAÑANAS don Fernando lee a su esposa las noticias mundiales, artículos amenos y todo aquello que pueda interesar a Alicia. De esa forma le evita un posible cansancio ocular a la par que prolongan la inalterable camaradería que existe entre ambos. Revista Mundo Argentino 22.09.1954 |