Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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Carnes LA BATALLA ARGENTINO-FRANCESA Furiosos ganaderos franceses exigieron a De Gaulle que no comprara carne argentina, porque perjudicaba a los agricultores galos. París canceló, entonces, algunos compromisos con Buenos Aires, y se plantea ahora una guerra comercial de graves perspectivas. "El país por la vaca muere”, dijo humorísticamente un viejo productor bonaerense. Tenía motivos de sobra, ya que los argentinos se preguntan: ¿qué destino correrán ahora nuestras carnes? En Redón, una localidad del oeste de Francia, diez mil enardecidos agricultores protagonizaron con la gendarmería francesa un revoltoso “far-west" europeo. Pero lograron algo más: obligaron al gobierno del general De Gaulle a romper los acuerdos que su propio representante había firmado con el delegado argentino, Juan B. Martín, el 14 de mayo en Ginebra. La respuesta de nuestro país no se hizo esperar. Ante la falta de seriedad del delegado francés, decidió suspender las negociaciones, negándose a admitir contrapropuestas lesivas para los intereses nacionales: aceptar sólo carne argentina para la elaboración industrial, es decir, embutidos. Pero en el austero ámbito donde funciona el Acuerdo Genera! para las Tarifas y el Comercio (GATT). los franceses no pudieron evitar que su prestigio se deteriorara aún más: se supo que el gobierno francés había solicitado al argentino que se congelara la situación por unos meses .“hasta que pase el mal momento político provocado por los agricultores". ¿Cuál es —entretanto— la situación para nuestro país? “Estamos igual que ocho meses atrás, antes que se iniciaran las negociaciones de Ginebra”, aclara Carrier, subdirector general de Asuntos Políticos de la cancillería. "En estos próximos meses que son de engorde en Europa —anticipa— será posible colocar perfectamente nuestros saldos exportables.” Pero ¿en qué nos hubieran favorecido los acuerdos firmados el 14 de mayo último? En que al disponer de seguridad a largo plazo en cuanto al monto de colocación de nuestras carnes, se facilitaba el cálculo del ingreso en divisas que el intercambio sostenido iba a deparar. A cambio de ello, nuestro país disminuía en un 50 por ciento las cargas aduaneras para el ingreso al país de productos industriales europeos. Ahora, en cambio, nuestro comercio de carnes está supeditado a las imposiciones de una sola de las partes: la Comunidad Económica Europea. Mientras la Sociedad Rural exigía el boicot a nuestro comercio con Francia, otros sectores ruralistas, junto con técnicos que acompañaron al Dr. Raggio en su gestión, formulaban un problema no menos inquietante. Argentina tiene con la Comunidad Europea un intercambio altamente favorable: nos compran por mucho más de lo que nos venden. Contrariamente a lo que ocurre en nuestro comercio con los Estados Unidos, Francia solamente nos compra en forma directa por un valor cercano a los 60 millones de dólares anuales. Aquí, antes que en los tomatazos de los campesinos de Redón, parecen estar las raíces del problema planteado en el GATT. Los franceses aducen que con el dinero obtenido del comercio con ellos, nuestras compras más importantes se vuelcan en el mercado estadounidense y no en el europeo. ¿A quién beneficiaría, pues, el boicot? Estimaciones de organismos internacionales como la FAO, prevén grandes déficits de carne vacuna en el mercado europeo para los próximos 5 años. Pero, así las cosas, ¿seremos nosotros los abastecedores o es necesaria una revisión de nuestro comercio internacional? “La diplomacia es también una larga paciencia", afirmó a SIETE DIAS el doctor Carrier, de la cancillería argentina, en un intervalo de las conversaciones de la comisión mixta argentino-norteamericana. Allí se ventila un problema que agravaría aún más la situación: existen fuertes presiones en el congreso norteamericano para cancelar el ingreso de carnes enlatadas y especiales, de origen argentino. ■ -pie de fotos- El lacrimógeno contra el clamor campesino: “No compréis carne americana: la francesa es buena". Derecha: Los disturbios de Redón y una intervención policial que no hizo más que agravar el escándalo. Revista Siete Días Ilustrados 11.07.1967 |