Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

epsilon de bouvier
ASTRONOMÍA
Los mensajes de Épsilon


Vengo de la estrella Épsilon-de Bouvier, a una distancia de 103 años luz, alrededor de la cual doy vueltas hace 13 mil años. Respondan, por favor...

Es el sorprendente mensaje que acaba de ser decodificado por un astrónomo aficionado de origen escocés. Duncan Lunan, de 27 años, de la Universidad de Glasgow, se impuso la tarea de explicar a los miembros de la Sociedad Interplanetaria Británica que un satélite proveniente del fondo del espacio ciento treinta siglos antes que el Sputnik I había alcanzado la órbita terrestre para esperar pacientemente que los hombres inventaran la radio.
El contacto se estableció en 1928 sin que nadie lo sospechara. Por esos años, un sabio de los Países Bajos —Balthasar Van der Pol— investiga en Eindhoven la posibilidad de efectuar trasmisiones de radio a larga distancia haciendo rebotar las ondas cortas contra la ionosfera. Éxito total. Indonesia recibe los ecos. Por su lado, otro pionero —el noruego Cari Störmer— registra ecos extraños con cierto retraso.

UNA FIRMA. Recién en 1960 un astrónomo norteamericano —Ronald Bracewell— retomó la investigación del enigma y propuso una hipótesis audaz: los ecos anormales provendrían de una estación espacial extraterrestre deseosa de establecer comunicación. Bracewell trató —en vano— de decodificar los mensajes. Doce años más tarde, Duncan Lunan registró sobre papel milimetrado los topes normales y los topes con atraso de Van der Pol y Störmer. Gran conocedor de la carta celeste, Lunan reconoció, con profunda sorpresa, constelaciones familiares alrededor de la estrella Épsilon de Bouvier. A su juicio, no existen dudas: se trata de una firma. Y es la firma de una sonda que proviene de un astro situado a mil millones de kilómetros de la Tierra.
A partir de la posición de las estrellas, el astrónomo estimó que sus habitantes habrían llegado hasta las proximidades de nuestros planetas unos once mil años antes de Jesucristo. Su ubicación sería la de la única órbita terrestre estable: la de la Luna, a 60 grados por delante o detrás de ella. Aunque una sonda extraterrestre que señala su existencia constituye un hecho extraordinario, Duncan Lunan considera que el mensajero de Bouvier tiene algo más que decir. Uno de s dibujos estelares contiene, aparentemente, un error. Al enviar hacia la sonda la señal corregida —es decir, al seguirles el juego—, podría probarse la existencia de seres tan inteligentes como para haber inventado la radio y decodificado el mensaje.
Anthony Lawton, jefe del servicio ordenador del EMI (Industrias Eléctricas y Musicales), empresa gigante de la radio británica, emitirá este mes señales dirigidas a los "puntos calientes” de la órbita lunar. En caso de éxito, la radio y el radar le permitirán localizar exactamente la fuente de los ecos. "Por extraño que parezca —declaró Lawton— la hipótesis tiene 50 por ciento de posibilidades de ser correcta.” Innúmeros datos garantizan la existencia de una vida inteligente extraterrestre: descubrimiento de sustancias orgánicas en ciertos meteoritos, moléculas orgánicas en el espacio y aun precursores de ácidos aminados en ciertas rocas lunares. Según el proyecto Cíclope, perfeccionado por la NASA, la mejor herramienta de entrar en contacto con esos mundos es un gigantesco radiotelescopio-radar. Serían necesarios 600 millones de dólares anuales, durante los tres primeros años, y luego, 100 millones anuales.
Copyright L’Express, 1973
PANORAMA, ABRIL 5, 1973
 

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