Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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Pro y contra de un laboratorio espacial Pese a todos los desastres que desde el 14 de mayo, día de su lanzamiento, la han percudido —no apertura de dos de las alas del telescopio, desgarramiento de la cubierta protectora y consiguiente aumento de la temperatura interior hasta 50 grados, subversión del sistema refrigerador—, la andanza del Skylab, el primer laboratorio espacial norteamericano, merece tomarse en cuenta como un ejemplo de lo que el ingenio humano es capaz de hacer y de rehacer. El lanzamiento del Skylab, el primer "laboratorio del espacio”, constituye una etapa fundamental en la evolución de la aventura que caracteriza a nuestro siglo. Después de la conquista de la Luna (en alguna medida decepcionante), el hombre se aboca a una tarea mucho más apasionante: el descubrimiento del planeta Tierra. A ras del suelo, el conocimiento es a grosso modo: parcelas ínfimas que fue necesario reunir con paciencia para elaborar, a modo de un rompecabezas gigantesco, los mapas geográficos y geológicos. Al observarlo desde arriba, el ojo otorga al planeta su globalidad, ubicándolo en su contorno natural. A este ángulo de observación excepcional apunta el Skylab, estación gigante provista de un telescopio acorde, lo que trasforma la nave en una suerte de molino de viento. De aquí hasta fin de año, tres equipos de astronautas se sucederán a bordo del Skylab para cumplir estadías de veintiocho a cincuenta y seis días, las más largas realizadas en el espacio. Se había calculado que el primer equipo de investigadores se reuniera con el laboratorio en órbita a 435 kilómetros de altura, a bordo de una nave Apolo. Por un momento se creyó que el mundo asistiría a un dúo norteamericano-soviético, teniendo en cuenta que la URSS lanzó el 3 de abril una estación Salyut; pero parece ser que dicha estación sufrió un desperfecto que impidió el despegue de los cosmonautas rusos. Y tampoco los norteamericanos pudieron ser puntuales con su propio aparato. LOS TRES OCHOS. Por lo tanto, Charles Conrad, Paul Weitz y Joseph Kerwin se encontrarán solos en el cielo. El primero, comandante de la expedición, es un veterano del espacio: dos vuelos Gemini y un paseo sobre la superficie lunar. Pero el papel más importante le toca esta vez a Joseph Kerwin, primer médico astronauta. En efecto, a bordo del Skylab la aventura es de carácter científico. Y el objetivo contemplado es el de asegurar a los pasajeros una existencia que, regulada de acuerdo al ritmo de "los tres ochos” —un tercio de sueño, un tercio de entretenimiento, un tercio de trabajo—, sea la más normal posible. Diseñado a partir de un cohete del tercer estadio del Saturno 5, el Skylab mide 36 metros de largo sobre un diámetro de 6 metros 60, con un peso de 100 toneladas. Su volumen habitable supera tres veces el del Sayut, laboratorio espacial soviético. Es una verdadera casa del espacio, dotada de todo confort. Por primera vez, una salida de emergencia volverá posible el acoplamiento de una segunda cápsula Apolo, si en el momento de regresar resultara deficiente. El diseño interior, obra de Raymond Loewy, significó para la NASA el desembolso de una considerable suma de dinero. En efecto, fue necesario resolver los problemas planteados por la falta dé gravedad. Mediante un lavabo "aspirador”, los astronautas podrán lavarse las manos sin que las gotas de agua se pongan a revolotear por el ambiente. La comodidad llega hasta el extremo de proveer un baño con ducha que, sin embargo, no podrá ser utilizada más de una vez por semana: la puesta en órbita de un litro de agua cuesta, aproximadamente, 3 millones de pesos. Además, cada uno de los cosmonautas tendrá a su disposición un dormitorio individual, no más espacioso que un placard, donde descansará de pie, en una bolsa de dormir suspendida como de un perchero. En efecto, de faltar la gravedad pierden significado la horizontal y la vertical. Sin embargo, para que el ambiente parezca más familiar, se lo dotó de un piso y de un cielo raso. UN INCONVENIENTE. A partir de ciertos elementos, como ser la calefacción, un extractor de aire, un aparato estereofónico y platos elaborados, Charles Conrad podrá establecer un paralelo con su estadía a bordo de la estrecha cápsula Apolo. Pero este espacio vital de relativo confort presenta un inconveniente: cuando no hay gravedad es menos peligroso moverse en un cuarto angosto que en un salón de estar. Los especialistas de la NASA han elaborado un inventario de todas las heridas y fracturas que pueden afligir a los primeros habitantes del Skylab. Es por ello que a bordo, el doctor Kerwin tendrá a su disposición todo el material quirúrgico que podría necesitar. Incluso sus colegas se iniciaron en los primeros auxilios, en los servicios de urgencia de los hospitales. El microscopio servirá para descubrir enfermedades infecciosas eventuales, a pesar de que los tres hombres estuvieron en cuarentena a partir del 27 de abril. Para justificar el elevado presupuesto exigido para el operativo —3 billones de pesos, un décimo de lo invertido en la conquista del espacio—, los tres astronautas no gozarán del derecho de huelga. El programa EREP (Earth Resources Experiment Package o Conjunto de Experimentos sobre Recursos Terrestres) prevé 106 estudios de discernimiento de los recursos terrestres. Desde su órbita, el Skylab abarca el 75 por ciento de la superficie del globo, zona habitada por el 90 por ciento de la población mundial. Seis cámaras filmarán de manera simultánea la Tierra, mediante espectros de distinto color. Dos de estos estudios previstos serán llevados a cabo por dos investigadores franceses: Jacques Guillemot, del Instituto Francés del Petróleo, que se interesa en las relaciones tectónicas entre los Pirineos y los Alpes, y Adelin Villevieille, del Instituto Meteorológico Nacional Francés, cuyo objetivo es perfeccionar las previsiones del tiempo en el sur de Francia. El Apolo Mount Telescope, a su vez, fijará su centro de interés en el Sol. La ausencia de atmósfera, que conforma una suerte de pantalla para las estaciones terrestres, permitirá ahondar el conocimiento de la actividad solar y sus consecuencias en nuestro planeta. Un francés, el doctor Georges Courtés, es el único extranjero que participa del programa astronómico del Skylab. UNA ASTUCIA. Se exigirá, asimismo, de los astronautas algunos ensayos en la tecnología de la falta de gravitación. Teóricamente, la ausencia de gravedad debería facilitar ciertas aleaciones de metales imposibles de realizar en la Tierra además de obtener ciertas estructuras cristalinas perfectas. ¿Se convertirá el Skylab en una fábrica de diamantes artificiales? Sin embargo, la meta básica de este equipo inicial es de índole médica, y ésta se halla en manos del doctor Kerwin. Antes de explorar todas las posibilidades de un laboratorio espacial, es necesario cerciorarse si éste constituye un medio adecuado para vivir en él. Ya sabemos, por ejemplo, que el ser humano soporta a duras penas la falta de gravedad: se sufre una paulatina descalcificación, la circulación de la sangre padece inconvenientes y el corazón se atrofia. Hasta el momento, el vuelo espacial de mayor duración fue el llevado a cabo por los tres cosmonautas soviéticos quienes, en 1971, trascurrieron veintitrés días a bordo del Salyut 1. Su trágica muerte, al regresar a la Tierra, no permitió saber con precisión de qué manera los había afectado una estadía de tan larga duración. Si el equipo norteamericano resiste su estadía de veintiocho días a bordo del Skylab, el segundo, cuyo lanzamiento está previsto para el 15 de agosto, intentará una permanencia dos veces más larga. La mayor amenaza que aflige a los tres viajeros no es ya de índole técnica sino de índole orgánica. "Esta experiencia es totalmente prematura —comenta el doctor John Hanley, del Laboratorio de Psicología Espacial de la Universidad de California—. En nuestro estadio de conocimientos hubiera sido necesario realizar experimentos adicionales sobre monos y seres humanos.” Por otro lado, algunos científicos norteamericanos cuestionan incluso el objetivo del Skylab. "No es sino una astucia para prolongar el programa El hombre en el espacio”, declara el doctor Ralph Lapp, especialista en física espacial. De hecho, el laboratorio espacial fue concebido para aprovechar el material dejado sin utilizar a causa del fin prematuro del programa Apolo. No constituye un programa en realidad, ya que se previo una sola estación, finalizando el experimento con la conclusión de las tres misiones de este año. Desembolsar 3 billones de pesos en una experiencia sin mañana parece excesivo. Entre los políticos surgió una neta división de bandos: los que condenan este gasto y los que juzgan que, puesto que decidió hacerse, más valdría llevar el programa hasta sus últimas consecuencias. Sobre todo, teniendo en cuenta que, aparte de la cita con los soviéticos en 1975, puesta en práctica con los "restos” del Apolo, los norteamericanos no surcarán más el espacio hasta el lanzamiento del "correo espacial” hacia 1980. CUATRO CLISES. "El Skylab constituye un desembolso inútil —es el comentario de Amatai Etzionni, profesor de sociología en la Universidad de Columbia—. Las máquinas automáticas realizan el mismo trabajo por mucho menos dinero.” El balance arrojado por el primer satélite Erts (Earth Resources Technology Satellite - Satélite Tecnológico de Recursos Terrestres) parece confirmar estas aseveraciones. Lanzado el 23 de julio de 1972, a 914 kilómetros de altura, sacó a partir de entonces más de un millón y medio de fotografías de la Tierra. Cada una de ellas refleja la imagen de un cuadrado de 185 kilómetros de lado. El Erts necesitaría dieciocho días para realizar un cuadriculado que abarcara la casi totalidad del globo. De cada paisaje se toman cuatro clisés simultáneos en cuatro espectros diferentes. Vueltas a combinar, estas imágenes revelan un panorama sorprendente, ilegible para el profano, donde las tierras cultivadas adoptan un tono rojizo, las ciudades se tiñen de rosado y gris, y los lagos de índigo. Al ser descifrados, estos insólitos mensajes revelaron, en un lapso de nueve meses, un caudal de informaciones suficientes como para amortizar el costo, relativamente modesto, del satélite: 225 millones de pesos. A pesar de que la vegetación adquiera un tono rojizo, los investigadores, con la colaboración de la computadora que descifró las fotografías, fueron capaces de identificar, mediante matices de intensidad, casi todas las especies vegetales y, sobre todo, sus enfermedades. De esta manera fue posible detectar todos los campos de algodón invadidos por parásitos en California, lo que permitirá salvar a los otros del contagio. En Francia es cosa sabida que los bosques lioneses están contaminados. El Erts también señaló las zonas amenazadas por un posible incendio, este verano, en el bosque cercano a Berkeley. Asimismo, ya se prevén los movimientos de los icebergs y los "peligros de futuros aludes. Y porque se detectaron, debajo de la superficie del agua, las concentraciones de plancton, los pescadores tuvieron la posibilidad de dirigirse hacia los bancos ricos en peces. El Erts constituye también una amenaza para las contaminaciones. Humaredas en el cielo, napas de petróleo en el mar, nada se le escapa. En Virginia volvió palpables cinco humaredas, hasta entonces ignoradas por los servicios de protección del medio. El Estado de Vermont acusaba a una fábrica de papel del Estado vecino de Nueva York, de contaminar el lago Champlain. El Erts aportó la prueba del delito: en los clisés es posible seguir la huella del reguero contaminador desde su origen en la fábrica hasta el lago en cuestión. UNA SORPRESA. Pero las revelaciones de mayor importancia son las que conciernen a los geógrafos y geólogos. En Irán fueron ubicados lagos desconocidos hasta ese momento, y se comprobó que los trazados de los ríos y lagos brasileños presentaban a menudo errores de varios kilómetros. En Francia los geólogos obtuvieron, por primera vez, la prueba de que las dos grandes fallas Roanne-Saint-Etienne y Metz-Sarrebruck se unen. En los Estados Unidos, al oeste de Reno, fue una sorpresa el descubrimiento de una estructura circular de 40 kilómetros de diámetro, restos de un antiguo volcán desconocido. El interés arrojado por estos descubrimientos trasciende ampliamente la sola curiosidad científica. Es probable que las laderas del volcán oculten minerales y fuentes geotérmicas. Un experto estima que mediante las fotos del Erts hubiera sido posible economizar millones de dólares en la construcción de la gran autopista transamazónica. En efecto, habría podido hacer que se cruzaran brazos de ríos angostos, en vez de erigir gigantescos puentes sobre las corrientes más anchas. Nuevas fallas detectadas en Alaska constituyen también indicios de yacimientos de níquel y napas de petróleo. En Pakistán existe la sospecha de la existencia de dos filones de cobre; y de níquel en África del Sur. En California, la célebre falla de San Andrea, responsable del terrible terremoto que asoló a San Francisco, reveló grietas trasversales totalmente ignoradas hasta hoy. Esto implicaría una amenaza más, pero también el indicio de yacimientos de mercurio. De la misma manera, los expertos comprobaron que el trazado propuesto para la construcción del gran oleoducto que debe llevar el petróleo de Alaska hasta los Estados Unidos, reposaba sobre una falla en extremo peligrosa. EL FINAL. La riqueza misma de estos descubrimientos preocupa a ciertas naciones que temen convertirse en objeto de espionaje atómico. De hecho, la NASA afirma haber entregado de inmediato todas las fotos sacadas por el Erts a los países interesados. Pero si quisieran, los Estados Unidos gozarían de la capacidad técnica de espiar al mundo entero con fines civiles y militares. Sin embargo, el programa Erts se halla restringido por los créditos de la NASA. La memoria del satélite dejó de funcionar el 18 de abril. Esta cumplía la función de almacenar las fotos del globo, que la nave trasmitía en bloque al pasar por encima de las estaciones de recepción, concentradas en el Continente norteamericano. A partir de entonces, el Erts ya no puede trasmitir en directo más que las fotos de los Estados Unidos y Canadá. Este final estaba previsto, así como el lanzamiento de un nuevo ejemplar del Erts hacia fin de año. Pero, por escasez de créditos, el proyecto se vio retrasado hasta el año 1976. "Este satélite hubiera ayudado a economizar millones de dólares sólo por indicar trazados de autopistas y oleoductos. Retrasar el programa constituye una economía ruinosa.” Tal es el comentario de James W. Symington, miembro de la Comisión Espacial del Congreso de los Estados Unidos. Actualmente se libra una enconada batalla entre los partidarios de un segundo Skylab, que sostienen que nada puede reemplazar el ojo y el cerebro del ser humano, y los defensores del Erts, que estiman que el laboratorio automático ya cumplió su cometido. El desenlace corre el severo riesgo de desilusionar a timbas partes. Para proseguir con la exploración de la Tierra quizás haya que esperar el lanzamiento, hacia el año 1980, del "correo espacial". ♦ L'Express y Panorama. 1973 PANORAMA, MAYO 31, 1973 |
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