Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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Kohoutek: Un cometa que trae cola Se llama Kohoutek y ya es visible, mediante unos binóculos, desde mediados de noviembre; pero el ojo lo percibirá un mes después, cuando se convierta, por las noches, en el objeto más brillante de la bóveda celeste. Tan sólo entonces el cometa se ubicará en el sector sudeste del cielo y, con la puesta del sol, resultará más fácil observarlo. Se tratará casi de un cumpleaños, porque la historia —o, por lo menos, su divulgación entre los hombres— empezó a principios de 1973 en el momento en que el astrónomo checoslovaco Lubos Kohoutek descubrió en el espacio una presencia difusa, que no figuraba en ningún catálogo. Luego, intentando nuevas fotografías, comprobó un aumento del brillo y el desplazamiento del desconocido entre las estrellas. “Al comienzo se suponía que su resplandor superaría al de la Luna en su fase llena —señala Jaime García, director del Instituto de Investigaciones Científicas Copérníco—; más tarde se dijo que sería tan brillante como Venus, el tan conocido Lucero matutino o vespertino, y ahora se habla de un brillo similar al de la estrella Sirius. Estas variantes confirman la imprecisión de las observaciones, algo predecible ya que no se pueden obtener valores completamente reales con fórmulas empíricas, de cálculo matemático." Con todo, los científicos predicen algunas de las características que presentará el fenómeno astral: el 28 de diciembre, auguran, alcanzará su máxima luminosidad y se hallará a unos 70 millones de kilómetros de la Tierra —la distancia a Marte en las épocas de mayor acercamiento— y a 21 millones de kilómetros del Sol. Próximo al astro rey volverá a hacerse invisible para los terráqueos. LAS TEORIAS Y LAS APARICIONES. Tradicionalmente se asocia a los cometas con desastres de todo tipo. El famoso Halley, registrado por los astrónomos chinos en el 240 AC, presagió —supuestamente— la destrucción del templo de Jerusalén en 40 DC, la invasión normanda en 1066, la muerte del rey Felipe Augusto, de Francia, en 1223, y la Peste Negra del siglo XIV. Su última aparición se concretó en 1910 (ver recuadro). Pero los astrónomos saben muy poco sobre los cometas, aunque se calcula que existen 100 mil millones de cometas, la mayoría de los cuales rodea el borde exterior del Sistema Solar. Una teoría ampliamente difundida sostiene que dicho sistema fue una masa de materia gaseosa en continua expansión. Al enfriarse, las partículas se condensaron y se atrajeron unas a otras generando planetas, satélites y asteroides. En los extremos, la materia dispersa y la leve atracción gravitacional impidieron que el proceso siguiera su curso. El resultado: una colección de las denominadas sucias bolas de nieve, es decir, los cometas. Un cometa típico podría constar de un diámetro de 80 kilómetros de hielo y gases helados como el metano y el amonio, mezclados con partículas de polvo cósmico y elementos metálicos. Una vez que el cometa se ubica dentro de la zona gravitational de los placetas y del Sol, adquiere velocidad y se dirige hacia el mismo centro. A medida que se aproxime al Sol, el Kohoutek rozará los 26 mil kilómetros horarios; la cola —producto de la presión electromagnética sobre los vapores— sobrepasará los 50 millones de kilómetros de longitud. Para fin de año ocupará probablemente gran parte del cielo y, hacia la madrugada, en la constelación de la Virgen y a poca altura sobre el horizonte, se mantendrá como un vigía cargado de pronósticos. Kepler creía que los cometas se movían en línea recta. Pero Halley descubrió la respuesta correcta; en su Sypnosis Astronomiae Cometicae, declaró que el cometa que ahora lleva su nombre —al que había observado en 1682— recorre una perfecta elipse. Además, infirió las órbitas de 24 cometas y comprobó que los de 1531, 1607 y 1682 eran casi idénticos. Así llegó a la conclusión de que debía tratarse de alternancias de un mismo cometa y predijo su próxima aparición para 1758. Y acertó. Sin embargo, no todos los cometas recorren órbitas similares. Sólo si pasan lo suficientemente cerca de alguno de los planetas gigantes (en especial Júpiter) como para ser aprisionados por su campo de gravitación, seguirán una trayectoria elíptica alrededor del Sol y se harán visibles —por lo menos a través de telescopios— con intervalos regulares y relativamente breves. El Halley, por ejemplo, reaparece cada 76 años; el Shein, descubierto en 1949, cada dos. Si el cometa logra escapar a la atracción planetaria se acerca a los extremos más alejados del sistema solar en un curso que los astrónomos describen como parabólico o hiperbólico, según la amplitud de la curva. Para un geómetra, ambas curvas poseen un final abierto; o sea, que tienden hacia el infinito. Y, de hecho, algunos cometas se escapan del sistema solar; el Delavan, descubierto en 1914, debería recorrer —según los cálculos— una órbita casi hiperbólica dentro de dos millones de años. El Kohoutek, en cambio, parece situarse en una curva parabólica que lo volverá a traer en un plazo más corto: apenas dentro de 800 mil años. LOS RIESGOS. A veces un cometa pasa peligrosamente cerca del Sol. Un roce de ese tipo puede desintegrar al intruso, como sucedió en 1882; el producto fue el publicitado cometa “collar de perlas”. El Biela sufrió una suerte aún peor. Fue avistado por primera vez en 1722 y luego, con intervalos regulares de seis años y medio. En 1846 se desintegró en dos cometas separados, operación que se repitió en 1852 para, finalmente, desaparecer. De acuerdo con los pronósticos generales, el Kohoutek no debería tener problemas debido a la considerable distancia que lo separará del Sol, Nadie sabe, con todo, si un cometa ha rozado alguna vez la Tierra. En 1908 algo tocó un remoto bosque de Siberia; se produjo una ventolera que abatió 500 metros de árboles, haciendo vibrar todos los barómetros de Inglaterra (pero no quedó un cráter tan profundo como el provocado por el meteoro Barringer en Arizona). En 1960 la Academia Soviética de Ciencias llevó a cabo una investigación que determinó que se había tratado de un cometa. Otro posible sitio elegido para la colisión de los fantásticos visitantes parece ser la mina de oro Witwatersrand, en Sudáfrica. El mineral yace allí en una cavidad oval de granito; en el centro se detecta una colina de roca de unos 400 metros de diámetro. El especialista Harry Hess, jefe del departamento de geología de la Universidad de Princeton, cree que la formación tiene que ver con un cometa. LA CIENCIA Y EL DELIRIO. La visita de un cometa de las dimensiones del Kohoutek no es, claro está, un acontecimiento que pueda comprobarse todos los días. Su aparición, su proximidad al Sol y la calidad luminosa que se le asigna, han dado lugar a más de una especulación. En los últimos días, la secta de jóvenes cristianos-socialistas llamada “Los Hijos de Dios”, salió a caminar por Buenos Aires distribuyendo panfletos donde se consignan profecías a propósito del cuerpo celeste. Según los niños peripatéticos, los primeros efectos del Kohoutek verdaderamente espectaculares se producirán a partir de los próximos 80 días, cuando los Estados Unidos de América —así profetizan— caigan económicamente destruidos; inclusive, expresan la posibilidad de su desaparición física. La arriesgada sentencia que, indudablemente, traduce los secretos deseos del grupo religioso, es la mayor pero no la única. Los Hijos de Dios componen hoy en el país una comunidad de 25 miembros interesados en la prédica del amor. La exquisita Rujana (nombre religioso para una bella californiana de 18 años) y Nanases, un argentino de igual edad, hablaron durante una hora, días pasados, de esta visión apocalíptica acarreada por la presencia del cometa. Según ellos, esta visión procede de su Guía Espiritual, Moisés David, quien se encuentra actualmente en algún lugar de Europa, y que tiene a su cargo recibir la palabra de Dios y trasmitirla a la cofradía para que ella la distribuya luego entre los hombres. Alertados en el sentido de que organizaciones científicas se han pronunciado en cuanto a ellos poniendo en duda su equilibrio mental, la respuesta es contundente: “No nos importa. Tenemos la obligación de avisar al mundo que se prepare para lo que viene, para lo que el cometa trae inevitablemente"; y añaden: “Los profetas siempre son castigados; pasa igual que con Jeremías cuando fue encarcelado. A nosotros también pueden encerramos, pero eso no impedirá que cumplamos nuestra misión”. Una de las primeras y fundamentales recomendaciones de la secta es la de guardar agua “porque en esos días puede faltar de un modo muy serio; quisiéramos que nos llamen al teléfono 52-8978 todos aquellos que tengan dudas o que deseen estar convenientemente preparados para resistir el fenómeno”. “Está escrito en la Biblia —agregan— que este tiempo verá la paradoja como ningún otro: cuando se diga paz y seguridad, vendrá la guerra y la destrucción repentina.” Por último, creyeron oportuno asegurar que “el socialismo es la solución, Allende y Perón son amados de Dios; en cuanto al Che, no tenemos mayor información”. En el otro extremo del espectro el astrónomo argentino Carlos A. Varsavsky opinó, el jueves último, que el Kohoutek brinda, por sobre todas las cosas, una oportunidad muy favorable para realizar estudios acerca de la naturaleza de los cometas, ya que es uno de los más grandes y brillantes que se hayan observado. Con respecto a los significados que la visita encierra, Varsavsky no cree que éstos vayan más allá de “un lindo espectáculo, porque el cometa aparecerá precisamente en Año Nuevo”. Por lo demás, no existirían, según el científico, peligros evidentes para la Tierra: “Nuestro planeta —dijo— sólo sería afectado por un choque directo; en ese caso —la probabilidad de que ocurra es de una cada 1.500 millones de años—, si el Kohoutek chocara, por ejemplo, con Sudamérica, no quedaría en el continente el menor rastro de vida. Sin embargo, de nada vale alarmarse, pues aun cuando la cola atravesara la Tierra, ello no modificaría en absoluto el equilibrio biológico del mundo”. Mejor así. ---recuadros en la crónica-- Opiniones: Kohoutek en la calle Lo inhabitual de la aparición de un cometa como el Kohoutek no pudo menos que despertar entre la gente expectativas y opiniones de las más diversas. El viernes pasado, algunos redactores de Panorama abordaron en la calle a quienes, sorprendidos primero, pero luego elocuentes, hablaron del fenómeno caracterizándolo de distintas maneras. Curiosamente, un alto porcentaje de los interrogados manifestó desconocer la inminente visita del astro errante; más aún, no faltó quien lo considerara el producto de una imaginación afiebrada. En tanto se movía ágilmente entre las mesas de la confitería Augustus, José Antonio Padín Cao, un adolescente español que hace sus primeras armas como mozo de bar, consideró al Kohoutek como algo normal y previsible: "Seguro que anda rondando por orden de Dios —dijo—, y mucha gente va a convencerse de que existe cuando lo vea, porque algunos amigos me discutían días pasados su veracidad. Pasa igual que con los platos voladores: la gente tiene que verlos para creer en ellos. Aquí nadie tiene fe. Para mí es una experiencia novedosa, porque nunca vi otro. Además, no espero que pase nada, no creo que haya terremotos y esas cosas”. Sin embargo, para Miguel Angel Snuntuy (29, chofer) la llegada del cometa traerá diversos trastornos climáticos: "Para mí, es una desgracia que este objeto se acerque a nuestro planeta —señaló, apesadumbrado—; no quiero ser pesimista, pero la cuestión debería preocupar a las autoridades. A mi entender, y aclaro que no soy un especialista en la materia, se producirán diversos fenómenos como terremotos, naufragios derivados de fuertes tormentas y la posibilidad de que las cosechas de todo el mundo se pierdan debido a incalculables granizadas. Sé que mis afirmaciones tal vez no resulten gratas, pero no lo hago con el afán de producir pánico; simplemente que, de acuerdo a como van las cosas en el mundo, se puede esperar una especie de castigo de parte de Dios”. Las empleadas Lidia Sánchez y Susana de Demare difirieron sustancialmente de la opinión de Snuntuy. "Sabemos que en oportunidad de pasar cerca de la Tierra el cometa Halley, cundió el terror en todo el planeta —señalaron—. Varios centenares de personas se suicidaron, incluso aquí en nuestro país hubo varios casos. Claro que en aquella época la humanidad desconocía todo lo relacionado con los fenómenos celestes; astronomía, física y ciencias naturales. Actualmente las ciencias tuvieron un avance extraordinario y, gracias a los medios de comunicación, el público conoce más sobre estos temas que, de por sí, son emocionantes. Nosotras desechamos toda posibilidad de que se produzca cierto tipo de convulsiones climáticas. Más que nada se profundizará en los estudios del Universo, la gente tendrá fija su curiosidad en el cielo durante un mes y medio. Desde que el hombre llegó a la Luna, hemos perdido la posibilidad de sorprendernos”. En las inmediaciones de la plaza San Martín, Héctor Rubén Auzmendi (26, bancario) aseguró que el paso del "visitante” no llamará demasiado la atención de los transeúntes. "Además, no va a pasar nada. Todo seguirá igual y nadie va a tomárselo a la tremenda. Yo no creo en supersticiones —sentenció—; las montañas seguirán sobre sus bases y la humedad de Buenos Aires nos seguirá aplastando como hasta ahora”. Sorpresiva fue la conclusión de Jorge Rabanaque (68, jubilado), quien afirmó que, en realidad, "éste no es un cometa. Es un plato volador y los seres que lo conducen vienen a atacarnos. Lo tenemos merecido, por nuestra equivocada forma de vivir. Así pasa siempre con los pueblos que se degeneran. Este —musitó despaciosamente— es el pago a nuestros errores”. __________________ Los heraldos del fuego Semejante al mar, el cielo ha sido siempre para el hombre un motivo de viaje y contemplación. Pero, para los sentidos humanos, las estrellas y los soles son cotidianos y su camino es previsible a través de los siglos. En cambio, un cometa es siempre lo extraño que surge y produce cambios. Esta fue la creencia del hombre desde sus orígenes, y la historia de las civilizaciones así lo atestigua. Los grandes poemas cosmogónicos asirios y babilónicos, los egipcios en El libro de los Muertos, los bellos mitos de los Indios Pueblo sobre el cielo, las leyendas africanas de los consortes celestes, citan el paso de esa arrogancia cósmica que recibe el nombre de cometa. Los pueblos americanos, antes de la llegada de los conquistadores españoles, dejaron testimonios ciertos de que los cometas son puertas enigmáticas abiertas hacia lo desconocido. La obra que funda la moderna historiografía americana, Historia de las Cosas de Nueva España ha dado pruebas de lo que los aztecas vieron en el cielo de México antes de la ruina de su Imperio. En este libro monumental, Fray Bernardino de Sahagún escribe, bajo el dictado de los viejos sabios náhuas, la visión inédita: De las señales y pronósticos que aparecieron antes que los españoles viniesen a esta tierra, ni hubiese noticia de ellos. “Diez años antes que llegasen los españoles a esta tierra, y según otros, once a doce años, apareció un gran cometa en el cielo en la parte de Oriente, que parecía como una gran llama de fuego muy resplandeciente, y que echaba de sí centellas de fuego. Este cometa era de forma piramidal, ancho de abajo, e íbase aguzando hacia arriba hasta acabarse en un punto. Parecía en medio del Oriente, comenzaba a aparecer un poco después de la medianoche, y llegaba hasta la mañana, y la luz del Sol lo encubría, de manera que saliendo el Sol no parecía más. Según algunos vióse un año entero, y según otros cuatro años continuos. Cuando aparecía de noche este cometa, todos los indios daban grandísimos alaridos y se espantaban diciendo que algún mal había de venir”. Y sigue enumerando Sahagún las distintas señales provocadas por el paso del cometa, en las cuales el genio indígena descifró la próxima catástrofe: “El tercer mal agüero aconteció que cayó un rayo casi sin propósito y sin tronido sobre el Cu (altar, en lengua azteca) del dios del fuego llamado Xiuhtecutli... El cuarto mal agüero fue que de día, estando muy claro, vino de hacia el Occidente de México un cometa y corrió hacia el Oriente, e iba echando de sí como brasas o grandes centellas; llevaba una cola muy larga, y luego toda la gente comenzó a dar alaridos ... El quinto fue que la laguna de México, sin hacer viento alguno, se levantó: parecía que hervía y saltaba en alto el agua e hízose gran tempestad... El sexto agüero fue que en aquellos días oyeron voces en el aire como de una mujer que andaba llorando, y decía de esta manera: ¡Oh hijos míos, ya estamos a punto de perdemos! ... El séptimo agüero fue que los pescadores o cazadores del agua tomaron en sus redes un ave del tamaño y color de un águila, la cual tenía en medio de la cabeza un espejo. Esta fue cosa, hasta entonces, nunca vista, y así lo tuvieron por milagro, y luego la llevaron a Moctecuzoma que estaba en su palacio, en una sala que llaman Tlillancalmecac, esto era después del mediodía; Moctecuzoma miró el ave y el espejo que tenía en la cabeza, el cual era redondo y muy pulido; y mirando en él vio las estrellas del cielo... El octavo agüero fue que aparecieron en muchos lugares hombres con dos cabezas”. Como el mundo precolombino, representado por un inmenso campo de fuerzas que actuaban por los rumbos de los colores y en las regiones celestes e inferiores, el hombre moderno está a las puertas de la irrupción de lo mágico. Sólo con ojos inocentes podrá ver la señal del fuego del cielo que retorna a la Tierra. M. A. d. __________________ En el invierno de 1910 el cometa Halley pasó cerca de la Tierra, llenando de expectativas a los curiosos y exaltados habitantes de entonces: en Buenos Aires, arrullada aún por una suerte de Belle Epoque de ultramar, la presencia del astro alertó al periodismo y levantó la voz de augures y curiosos. "La Prensa” de esa fecha reseña los siguientes cables. ESPAÑA (Madrid): “Durante la noche una compacta muchedumbre pernoctó en las calles de esta capital para ver el paso del cometa Halley. El aspecto que ofrecían determinadas plazas era indescriptible, reinando la mayor animación entre los grupos. Se organizaron por las calles comparsas carnavalescas parodiando a los astrónomos. Las escenas de carácter cómico fueron muchas, presentando individuos disfrazados que hacían disertaciones bufas sobre el corneta.” LONDRES. “El corresponsal del Daily Mail en Johannesburgo, comunica a su diario que, a pesar de los anuncios tranquilizadores hechos por el observatorio de esa ciudad, reinaba anoche gran pánico entre los boers de la clase baja, y más aún, entre la gente de color, los que estaban convencidos de la proximidad del fin del mundo, o, a lo menos, de un cataclismo de terribles proporciones. Un diario de Johannesburgo publicó durante varios días el siguiente aviso: “Un caballero que posee varios cilindros de oxígeno y ha preparado un local espacioso y herméticamente cerrado, desea encontrar a personas dispuestas a compartir los gastos. El número de los socios es limitado.” “Se asegura que la esposa del director de una de las minas más importantes del Rand se hizo construir un cuarto cerrado en el fondo de la mina y vive en él hasta que haya pasado toda posibilidad de un choque entre la Tierra y el cometa.” NUEVA YORK. “Las calles estaban llenas de gente y en algunos suburbios irnos bromistas causaron pánico entre los crédulos quemando bombas y cohetes. Un grupo de gente se asustó por las chispas arrojadas por una locomotora.” ROMA. “En Palermo y en Catania fueron numerosos aquellos que por temor de las emanaciones asfixiantes o venenosas que podía traer consigo la cola de astro, se proveyeron de receptáculos con oxígeno y éter y se encerraron herméticamente en sus habitaciones; otros apelaron a la religión para escapar a los peligros que para ellos traía aparejado el cometa y se incorporaron a nutridas y fervorosas procesiones que llevaban consigo imágenes sagradas.” MADRID. “Comunican de Bilbao que un marinero alemán abusó de las bebidas alcohólicas en celebración del paso de la Tierra por la cola del cometa Halley. El marinero, en completo estado de embriaguez, subió a uno de los montes cercanos cayendo desde considerable altura y muriendo a consecuencia de los golpes sufridos.” PANORAMA, NOVIEMBRE 29, 1973 |
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