Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
¿Es posible la conciliación nacional? Finalmente, la bomba estalló: En la apertura política —tituló Clarín del miércoles 29, poniendo la frase en boca del ministro del Interior, brigadier Eduardo McLoughlin— no estará excluido el regreso de Perón. Naturalmente, ese mismo día un nervioso desmentido brotó de la Casa Rosada, pero la nota oficial no alcanzó a disipar un hecho incontrovertible: hoy, como hace quince años, los viejos antagonismos siguen flotando, amenazadores, sobre la tan ansiada salida política del país. Es que, en realidad, el término salida parece inadecuado. Más bien se trata de vertebrar una nueva estructura de poder, estable y duradera; rastrear sólo una mera salida, en cambio, sugiere pactos provisorios, labrados con el único propósito de llenar el vacío y, por eso, propiciadores de nuevos desencuentros. El presidente Roberto Marcelo Levingston advirtió ese peligro en la primera reunión plenaria de su gabinete efectuada el martes 28. Al recalcar que entre sus colaboradores “existen figuras representativas que responden a todas las extracciones” y que es “un verdadero equipo de conciliación, de unión y de alianza nacional”, el jefe del Estado quiso enfatizar que en la futura institucionalización política del país no debe estar excluido el peronismo: justamente, la omisión de ese sector fue el revulsivo que frustró todos los proyectos políticos ensayados desde 1955 hasta la fecha. Por eso, el nuevo gobierno —o, al menos, sus sectores más audaces— ha decidido encarar de frente el problema. A mediados de semana era inminente, según espesos rumores, la designación del coronel Julián Aguirre como subsecretario de Interior; el general Manuel Laprida, a su vez, era mencionado como futuro gobernador de una “provincia importante”, tal vez Buenos Aires. Resulta sugestivo que estos dos hombres hayan sido, junto con Levingston, ideólogos de la ortodoxia azul que en 1962 alentó una salida integracionista, consistente en emblocar al peronismo a través de un frente con otras fuerzas. Si en aquel momento ese proyecto se frustró, hoy sus partidarios ocupan cargos decisivos o, por lo menos, despliegan una frenética actividad plagada de contactos a todo nivel. Un trajín que, por un lado, tiende a reemplazar en la toma de decisiones a la generación violeta que se impuso en 1962 y finalmente capturó el poder el 28 de junio de 1966; por el otro, el staff levingstoniano procura revolucionar las estructuras internas de los viejos partidos para acomodarlas al nuevo esquema. Es claro que ello requiere el consenso de las Fuerzas Armadas y de ahí la importancia capital que reviste el inminente proceso de ascensos y pases a retiro, previsto para septiembre. Porque el “gabinete de unidad nacional”, definido por Levingston, quedará girando en el vacío si el país real no lo acompaña. Es más: predicará en el desierto en la medida que los viejos antagonismos continúen signando la vida política nacional e influyendo en la opinión castrense. En función de ello, teniendo en cuenta además, la exhortación del ministro José Rafael Cáceres Monié en el sentido de que florezcan nuevos “partidos para la Revolución”, SIETE DIAS congregó a las figuras más representativas de las estructuras políticas consideradas como antagónicas, esas mismas que el gobierno aspira a remodelar y fundir en dos o tres flamantes corrientes de opinión. Dos temas principales capitalizaron el encuentro: la determinación de hasta qué punto se han superado las viejas querellas y la posición que sustentan los partidos tradicionales (o siquiera, sus actuales jefes) en torno a los planes tentativos delineados en las altas esferas. La respuesta al primer interrogante fue insólita: por primera vez en el país, figuras que a su tiempo militaron en el denominado gorilismo, manifestaron su disposición a aceptar nada menos que el regreso de Juan Perón al país, si ello fuera necesario, para facilitar la pacificación nacional. Paradójicamente, sin embargo, esa actitud conciliadora (que también impregnó a los voceros del peronismo) se diluyó cuando llegó la hora de juzgar al actual gobierno. Una suerte de frente antigubernamental, una coalición tácita contra los planes integracionistas quedó esbozada —por primera vez desde el 8 de junio— ante la requisitoria de SIETE DIAS. De ahí que el panel congregado por la revista el martes 28 se haya constituido, en sí mismo, en un hecho político de primera magnitud. No sólo por la calidad representativa de los participantes, entre quienes descollaron las máximas figuras del peronismo, el radicalismo y el aramburismo: la unanimidad cristalizada en la reunión alcanzó también a los ex comandos civiles. De esta manera, SIETE DIAS logró concretar un proyecto de los corresponsales extranjeros que, en su momento, naufragó por la presión que ejercieron númenes recalcitrantes de los dos bandos que, hasta ayer, resquebrajaron al país: peronismo y antiperonismo. Así, por primera vez en tres lustros, los famosos comandos compartieron con el delegado de Perón la misma mesa de discusiones, un hecho auspicioso, sin duda, precipitado por otro, deleznable y cruel: el asesinato del general Aramburu. Pero también la convocatoria de SIETE DIAS congregó al peronismo con los máximos líderes de la UCRP, algo que no ocurría, en público, desde que se extinguió la Asamblea de la Civilidad en 1963. Con la simple enumeración de los presentes se tendrá una idea exacta del evento —un verdadero petit congreso— y de los resultados obtenidos, tras cerca de cuatro horas de inflamada discusión: JORGE DANIEL PALADINO, 39, un hijo, secretario general del Movimiento Nacional Justicialista y máximo representante de Perón en la Argentina; ROBERTO ARES, 56, dos hijos, ex ministro de Economía del gobierno peronista; ELOY CAMUS, 63, siete hijos, delegado del peronismo en San Juan; RODOLFO KELLY, 62, consejero del Comando Coordinador Nacional del peronismo; RICARDO BALBIN, 65, tres hijos, presidente de la Unión Cívica Radical del Pueblo; LEOPOLDO SUAREZ, 55, dos hijos, ministro de Defensa del gobierno de Arturo Illia; ENRIQUE VANOLI, 43, dos hijas, secretario del Comité Nacional de la UCRP; SALVADOR DAMIANI, 56, tres hijos, vicepresidente de la UCRP; HECTOR SANDLER, 41, dos hijos, secretario general del partido Unión del Pueblo Argentino —UDELPA—; MANUEL RAWSON PAZ, 55, cuatro hijos, presidente del Banco Hipotecario durante el gobierno de Aramburu; TRISTAN CASTELLANOS, 55, un hijo, ex comando civil; RICARDO MARIO LEGUIZAMON, 34, ex comando civil; PEDRO CARDOZO, 57, dos hijos, ex comando civil. CARDOSO: Ustedes saben que hay a veces un instante milagroso, que suele cambiar la vida de un hombre o de una nación. Ese instante milagroso es el fugaz momento en que, por la gracia de Dios, percibimos de golpe, que algo superior a nosotros está en peligro, y entonces advertimos que los resentimientos pueden esperar; que si aquel que fue .nuestro enemigo está movido por la misma buena fe, podemos hablar como prójimos, para evitarles más vicisitudes a los habitantes de esta tierra. Eso fue lo que sentimos los hombres que integramos este grupo de los Comandos Civiles que fueron públicamente disueltos en 1956, y que una oscura fuerza extraña intentó manipular ahora para renovar un encuentro sangriento e injustificado con los peronistas. Fue entonces que la emoción dejó paso a la razón y nos dimos cuenta que peronistas y no peronistas íbamos a ser lanzados unos contra otros, como piezas inconscientes de un ajedrez sombrío, que sólo podría beneficiar a minorías usurpadoras. Y conseguimos detener a nuestra gente. Atravesando el bloqueo de nuestro propio dolor en aquellas horas de desgarrante incertidumbre por la suerte del teniente general Aramburu, dimos a publicidad el comunicado número uno, en el que por primera vez les hablábamos a nuestros enemigos de ayer, adversarios hoy, para decirles públicamente que no creíamos que tuvieran nada que ver con el crimen y que Aramburu, vivo o muerto, pero mártir de cualquier manera, merecía la paz entre nosotros; una paz espontánea, honda, sin cálculos ni especulaciones. Y ellos nos escucharon. Es por eso que hoy, representantes de las dos corrientes ideológicas más importantes y decisivas de la historia argentina de este siglo, están aquí dispuestos a hablar, porque alguna vez había que llegar a que en este país sea posible discrepar sin matarse. Como los Comandos Civiles no somos una fuerza política, pero los hombres que los integraron pertenecían a diversas agrupaciones, preferimos ser solamente los iniciadores del diálogo de hoy, dejando que sean dirigentes políticos, verdaderos voceros de sectores de la ciudadanía, quienes conversen esta noche. Estamos seguros que esta asamblea civil será el comienzo de cicatrización de viejas heridas y que, de alguna manera, estamos colaborando a la sanidad final de este castigado cuerpo argentino. Señores: ahora la responsabilidad es de ustedes. BALBIN: Pienso que hechos y acontecimientos extraños a los partidos políticos, son los que han creado esta instancia nacional. De modo que aquí, cuando se pregunta si es posible la conciliación de los argentinos, todos tenemos que responder —los que estamos aquí y fuera de aquí— que no es una posibilidad sino un deber de la nacionalidad. Un país se concilia cuando un país se consulta. Una república se realiza dentro de la ley cuando es la consecuencia de la voluntad del pueblo. Si esto no acontece, si por una razón u otra ello se distorsiona, entonces sí nacen las tremendas y agudas discrepancias y ocurren, naturalmente, los actos de violencia. Unos, tal vez tengan raíces enfermizas; pero otros tal vez sean actos de violencia de gente que no es advertida y quiere serlo y se exhibe de esa manera. Yo, temperamentalmente, no participo de la violencia. Y en esta instancia argentina, en que con bastante frecuencia se habla del pasado como de una maldición y de la historia de los argentinos como si se quisiera negarla integralmente, asoman términos y circunstancias que desnaturalizan el auténtico problema, y que cada uno maneja a su arbitrio. Unos hablan de “cambio de estructura”. Otros, sin autoridad alguna, se atreven a hablar —desde la escena oficial— de “cosas perimidas”, como si fueran los doctores de la Creación. Estos son los factores e ingredientes poco útiles para la realización auténtica de un propósito de encuentro nacional que existe vigorosamente sostenido por todos los hombres de la política argentina. De ahí que la conciliación habrá de lograrse sobre el encuentro de la consulta al pueblo que, en definitiva, es el maestro de la democracia, el titular de ella. SANDLER: Esta mesa ha preguntado cómo es o de qué depende la conciliación nacional de hecho, es decir como realidad y no como simple expresión literaria o retórica. Yo quisiera ser el fiel trasmisor de la corriente aramburista, forjada especialmente por el hombre cuyo asesinato de alguna manera nos ha convocado esta noche. Mientras se considere que el pueblo es el sujeto de la historia, se coincidirá en apreciar que las minorías, que de una u otra manera, por un acceso u otro dominan el poder, desgraciadamente nunca están al servicio del pueblo. Las minorías políticas que gobiernan podrán argumentar cualquier tipo de exquisitez en materia de objetivos al servicio de la nación, y quizá con la mejor buena fe, pero en el fondo entraña esto un verdadero privilegio político. Y los privilegios políticos siempre están al servicio de los privilegios económicos y sociales, o sea en las corrientes antipopulares. Yo entiendo que, efectivamente, una vez fue cierta la división de peronistas y anti-peronistas. Considero que eso, como categoría histórica es válida, pero como dirigente político interpreto que es una categoría totalmente negativa, que no me permite a mí y a los argentinos construir el país. Entiendo muy bien, como dijeron Cardoso y Balbín, que algunos intereses se están sirviendo con esa división que, repito, creo históricamente válida. ¿Cómo no va a serlo si tantos han entregado su vida y su pasión por ello? Yo entiendo que en este momento la conciliación de hecho está, en primer lugar, contra el privilegio político, que es imprescindible la instauración de un gobierno mayoritario suficientemente fuerte, que sea capaz de llevar adelante las reformas estructurales que, innegablemente, este país necesita. Estoy absolutamente convencido que este país, desde el punto de vista político, es injusto; pero es también injusto social y económicamente. Entiendo que hacen falta profundas reformas económicas y sociales para que esos privilegios acaben; pero para que esos privilegios acaben al servicio del pueblo, es indispensable la democracia, y para que la democracia sea posible es indispensable la conciliación nacional. PALADINO: Evidentemente, es una obligación de todo ciudadano bien nacido propender a la unidad de todos los argentinos; pero también) es evidente que, en la medida en que sigamos hablando del pasado, corremos el riesgo de lastimarnos, de herirnos, y además un riesgo mucho mayor: que nos asociemos en esto a quienes son los que dicen que los partidos políticos han fracasado y que, en consecuencia, los dirigentes políticos también han fracasado. La dinámica del mundo actual nos lleva a comprender que tenemos que adecuarnos a la época que vivimos. Los enfrentamientos entre los argentinos vienen de allá, de los albores de nuestra nacionalidad. Y nosotros entendemos que no es por casualidad que eso ha ocurrido. Hoy, en 1970, tenemos la certeza de que todos estos enfrentamientos que se han producido han sido producto, no de fronteras para adentro, sino de fronteras para afuera. Porque son los intereses antinacionales los que han sacado mejores dividendos con la división entre los argentinos. Ha habido en ese sentido una campaña psicológica tremenda. Todos estos años trascuridos sirven para que todos nosotros pensemos que muchas cosas que nos separaron en su momento no fueron tan graves; que fueron pequeñas y que fueron evidentemente motorizadas, que siguen siendo motorizadas y que seguirán siendo motorizadas. En la medida que la civilidad argentina no se ponga de acuerdo en forma concreta y real tales enfrentamientos seguirán teniendo vigencia; intereses como los del imperialismo yanqui, a los que desgraciadamente estamos ligados estrechamente, seguirán usufructuando del esfuerzo argentino, de la sangre argentina. Esto es lo que nos tiene que llevar al más absoluto convencimiento de que la unidad del pueblo argentino es una necesidad que debemos concretar a muy corto plazo. Comparto la opinión de los señores que me han antecedido en el uso de la palabra, en el sentido de que él panorama no se presenta claro. Seguimos con las mismas vaguedades del hombre que rigió la etapa anterior de este gobierno. Y digo de la etapa anterior de este gobierno, porque evidentemente ha quedado perfectamente claro que éste es simplemente la continuidad del anterior. Si nosotros no nos ponemos de acuerdo, si los hombres políticos de este país no nos ponemos de acuerdo, es evidente que cuando quienes rigen los destinos del país en este momento se desgasten, seguirá siendo la misma mecánica la que produzca el reemplazo. De manera que es absolutamente necesario, de una urgencia histórica, que todos los argentinos, por encima de todo lo que nos pueda haber dividido, real o ficticiamente, nos pongamos a la tarea con las cartas sobre la mesa, para ponernos de acuerdo. Y ponernos de acuerdo también significa la necesidad de adecuarnos al momento que vivimos, de interpretar naturalmente la voluntad del pueblo argentino. No vayamos en contra de la historia, no vayamos en contra de este proceso que nos toca vivir, no vayamos en contra de los jóvenes de este país, que no encuentran en este momento, como consecuencia de la no vigencia plena de los partidos políticos, respuestas a todos los interrogantes que se plantean. SIETE DIAS: Concluida esta primera parte, vale la pena aclarar que a partir de ahora todos los señores representantes de los sectores políticos pueden responder a preguntas o pedir el uso de la palabra. El doctor Balbín acaba de expresar que un país se concilia cuando un país se consulta. Desde hace 15 años, para no ir más lejos, las consultas electorales en este país son consultas distorsionadas. El último gobierno de la Unión Cívica Radical surgió de una elección donde el peronismo seguía proscripto. De manera que, aun en caso de aplicarse esa exigencia que planteaba el doctor Balbín, seguiría sin solucionarse un problema básico para la convivencia entre los argentinos: la participación plena de un sector decisivo del país en las consultas populares. La pregunta, entonces, es si la consulta en sí, el hecho de la consulta, va a resolver los problemas argentinos. El doctor Sandler, por su parte, dijo que la cuestión radica en el hecho de que el país está padeciendo gobiernos de minoría. Valdría la pena señalarle que la Revolución Libertadora no suprimió a una minoría: se supone que el de Perón fue un gobierno de mayoría. No se trata de hurgar gratuitamente en el pasado; en este caso, todo parece indicar que elfo constituye una reiteración histórica. Por eso lo proponemos como tema. BALBIN: En lo que a nosotros respecta la pregunta es útil y la respuesta va a ser leal. Mi partido —puedo decirlo sin vanidades— es el que trajo el sufragio universal a la República. La emergencia electoral de 1963 conserva seguramente en el recuerdo algunas expresiones de mis correligionarios, pero seguramente una que yo he repetido: tengo la convicción de que en este país las fuerza del peronismo estarán siempre proscriptas hasta que el radicalismo sea gobierno. Parecía como que eran expresiones de tipo demagógico, afán utilitario. Y se realizó la elección, que de una o de otra manera la controlaron los que después habían de ser depositarios de la revolución que hoy gobierna al país. Fue una proscripción de tipo parcial, porque surgieron gobiernos locales de extracción peronista, en varias provincias que no es el caso enumerar. En una palabra, la voluntad de pacificación no se arregla con palabras sino con hechos y los hechos que le tocó presidir al radicalismo como exponentes de pacificación nacional fueron ésos. Y no sé si esos hechos no son los que le costaron el gobierno, cosa que no nos interesa ni nos importa porque si tuviéramos que hacerlo de nuevo lo haríamos igual: respetaríamos en todos los sitios la voluntad popular. SANDLER: La pregunta que me concierne me parece harto interesante. Pero a fuer de ser sincero, se me podría haber preguntado lo mismo por la revolución del 90, del 30, de 1810 o de 1962. Yo no quisiera aparecer negando el hecho que califico como históricamente válido de la Revolución Libertadora; pero no es que me niegue a responder. Estoy resuelto a responder totalmente respecto a ese hecho; pero para ser constructivo me gustaría referirme a este hecho concreto que es el pensamiento de Aramburu. SD: El general Aramburu fue el jefe de esa revolución. SANDLER: Y lo eran también Rojas y Manrique. RAWSON PAZ: Acá estamos todos con un propósito de conciliación y de paz y estamos tendiéndonos las manos; pero eso no significa que reneguemos de ninguno de los actos de nuestro pasado, ni los de la vereda de enfrente ni los de esta vereda. Creo que el pasado no nos debo desunir. Está en la valentía de cada uno de nosotros asumir las responsabilidades que en su momento tuvimos. No podemos negar la Revolución Libertadora y sin ánimo de afectar el pensamiento ni los sentimientos de nadie, creo que fue un hecho justo, legítimo e impostergable. Pero no hemos venido a discutir el pasado, como bien ha dicho el señor Paladino. Venimos a hablar sobre el futuro. En esta mesa habernos muchos hombres que hemos gestados y hemos sido responsables, ya sea en función de gobierno o como colaboradores, del gobierno del general Aramburu. Por eso quiero dejar perfectamente aclarado que no es mi propósito ser una piedra de escándalo en esta reunión. No vengo a levantar ni a arriar las banderas de la Revolución. Vengo como argentino, hermanado en muchas cosas con los que fueron mis enemigos de ayer, mis adversarios de hoy y tal vez mis amigos de mañana. Pero que quede perfectamente aclarado, también, que la Revolución fue un hecho positivo e impostergable para la República Argentina. SD: La última década no es el último centenario. Retroceder en los últimos 15 años no es revolver el pasado. SANDLER: Yo también lo entiendo así. Con todo el respeto que me merece la larga trayectoria cívica del doctor Balbín, de quien soy el menos indicado para hacer aquí un homenaje... RAWSON PAZ: Cualquiera sea la situación, siempre se le puede rendir un homenaje al doctor Balbín. SANDLER: ...hay un hecho cierto sobre el que no nos podemos engañar. Dijo muy bien el doctor Balbín: el país le debe al radicalismo algo que está ganado en los corazones argentinos: el voto universal. Esto está adentro de la bolsa. Nadie duda más de esto. A través de una larga y sacrificada lucha, el radicalismo llevó adelante esa bandera y nos ha ganado a los argentinos. Del mismo modo, estoy absolutamente convencido que con todos los problemas que se le pueden imputar al peronismo, lo verdaderamente cierto es que a partir de 1945, esto también está dentro de la bolsa, el país no admite vivir en permanente injusticia social. RAWSON PAZ: Nadie puede negar que el peronismo ha hecho una revolución social en el país. PALADINO: Yo dije al principio que era fundamental —y estoy más convencido en este momento que antes— que todo lo que signifique retrotraernos al pasado aunque sea inmediato, nos va a lastimar, nos va a herir, nos va a hacer perder el tiempo. Eso es lo que la juventud argentina no entiende de nosotros, y por eso volvemos siempre a lo mismo, que los dirigentes políticos no interpretan, porque se juntan y comienzan a perder tiempo hablando de lo que pasó de aquí a 1810, y entonces, evidentemente, no nos ponemos en función constructiva. Lo digo esto con mucho respeto por los señores aquí presentes. BALBIN: Nosotros tratamos de responder a las preguntas que se nos formula. PALADINO: Claro. Yo lo digo con mucha sinceridad, con mucha lealtad. Lo que nos va a unir a todos los argentinos será liberar a nuestro país, y de eso se trata. No se trata de hacer la política chiquita, como dicen por ahí los muchachos de la popular, el fulbito. Aquí de lo que se trata es de liberar a nuestra patria. Seguimos creyendo que porque nos han dejado el Himno Nacional, los desfiles militares de los 9 de Julio y 25 de Mayo, somos libres; pero esto no es así. Estamos invadidos. Lo malo es que algunos hombres de las Fuerzas Armadas siguen envaselinando los cañones, esperando que nos invadan. En la medida que no manejemos el ahorro y el crédito nacional, estamos invadidos. Lo demás es perder el tiempo. Lo demás nos va a seguir separando y será caldo de cultivo para que sigamos soportando gobiernos como los que tenemos en este momento. SD: ¿Usted cree que para lograr ese entendimiento nacional, es indispensable el retorno de Perón al país? PALADINO: Vea señor, no solamente creo que es necesario sino que estoy absolutamente convencido que muchos argentinos no peronistas, que no lo fueron y que no lo son, entienden que el retorno del general Perón al país es una necesidad. Pero además, como argentino, le tengo que decir a usted que he sentido una gran vergüenza cuando caminando por el mundo, no he podido realmente explicar qué significa el exilio de un argentino, del único argentino que no puede regresar a su patria. Yo entiendo que los servicios prestados por el general Perón al país son lo suficientemente notables como para que no deba estar exiliado, no puede estar exiliado y entiendo que la real pacificación nacional no se logrará de ninguna manera mientras este tipo de cosas no desaparezcan. Tengo la absoluta seguridad que si los argentinos en estos últimos años no hemos llegado a enfrentamientos mayores —lo puedo asegurar con la autoridad que me da el estar en permanente contacto con el general— ha sido porque su palabra permanente hacia nosotros ha sido de que no profundizáramos las cosas, que había que seguir aquella escala de valores que algún día nos fijó: primero la patria, después nuestro movimiento y recién después los hombres. Considero que nosotros, los civiles argentinos debemos pedir que el retorno del general Perón se concrete lo antes posible como un hecho real y cierto para el logro de la pacificación argentina. SD: Doctor Rawson Paz, ¿usted coincide con ese reclamo? RAWSON PAZ; Acerca de la calificación de considerar imprescindible el retorno del señor Perón, yo entiendo que si una masa importante del país reclama su regreso, sería una cobardía nuestra que todos los que no participamos de su idea, nos opusiéramos a que el señor Perón retorne a la República. SD: ¿Podría explicarnos cuánto hace que descubrió la conciliación nacional? RAWSON PAZ: Pareciera que en ciertos sectores es reciente. Yo he tenido el honor de gozar de la intimidad de Aramburu; desde el nefasto día del 28 de junio de 1966, no sé si desde antes, él estimó como imprescindible la conciliación entre los argentinos. Y Aramburu no murió por ser vasco ni por ser militar ni por haber sido presidente provisional de la Revolución Libertadora: murió por querer la unión de los argentinos, por querer la recuperación de la economía agentina para los argentinos. SD: ¿Quiere decir, que usted aceptaría el retorno de Perón? RAWSON PAZ: Totalmente; y no tendría ningún inconveniente en volver con él en el mismo avión. SD: ¿Pese a que lo calificó de nefasto hace menos de una semana? RAWSON PAZ: No nos hagan preguntas que nos lleven a un enfrentamiento. SD: Las preguntas no provocan enfrentamientos; usted se expresó de ese modo en la declaración que publicó a propósito de la carta de Onganía a Levingston. RAWSON PAZ: Coincido con el señor Paladino en que debemos hablar de hoy para adelante y no de hoy para atrás. SD: Habrá que admitir que los cambios son insólitamente vertiginosos, porque ese calificativo suyo, motivó una réplica del señor Paladino que no tiene 5 días de vida. SANDLER: Yo soy de la línea del americano Lincoln, que algunas batallas tuvo que librar para lograr la conciliación nacional de su país. Decía Lincoln: “Me merecen una deplorable opinión los hombres que no son capaces de cambiar de opinión”. Yo pienso exactamente lo mismo que Rawson Paz. Posiblemente, por razones lógicas obvias, por un errado juicio crítico histórico, yo no iniciaría una campaña pro retorno de Perón. Ello se debe a un principio rector: primero, tengo 40 años; segundo, tengo hijos de 20, pienso en mí y en mis hijos. Me explican que es necesario este aporte para la conciliación nacional. Pues yo les digo que no hay nada superior a la patria que la patria misma. RAWSON PAZ: Yo digo más: si la paz de los argentinos dependiera de la vuelta de Perón, a pesar de que no soy un hombre de fortuna, estaría dispuesto a contribuir a fletar un avión para traerlo al país. SD: ¿Y usted, doctor Suárez, piensa como el doctor Rawson Paz? SUAREZ: Ustedes han planteado el problema en forma tal que han hecho la mesa redonda al revés. Han planteado el problema de la conciliación nacional y desde que se abrió el debate, están haciendo todo lo posible para que nos peleemos. Advierto que ésta es una tesitura en la que está el periodismo argentino y en la que están otras fuerzas, que no son las fuerzas políticas argentinas. El gobierno afirma que este país no tiene madurez política, que no puede ir a comicios porque los políticos vivimos peleándonos; pero cuando los políticos no nos queremos pelear, los periodistas, las organizaciones empresarias, tratan de encontrar el procedimiento para que nos peleemos. Quiero señalar, respecto a esta pregunta concreta, que yo personalmente, y mi partido, no tenemos problemas con la vuelta de Perón. Creo que éste es un problema de Perón y no del resto del país. Creo que su actitud tiene que ser volver y yo me sentiría feliz de que pudiéramos iniciar una acción política con los peronistas, la gente de UDELPA y otras fuerzas. SD: ¿Usted también, señor Kelly, cree que el retorno de Perón es un problema que depende exclusivamente de él? KELLY: Francamente, no creo que sea eso, porque Perón ha estado a dos horas de vuelo de acá y no se le ha permitido llegar. Entonces, no es un problema de Perón, sino que hay fuerzas extrañas que le han impedido y le impiden regresar al país. SD: Pero la realidad demuestra, por ejemplo, que el peronismo ha sido permanentemente proscripto desde su derrocamiento. VANOLI: Permanentemente no, porque el doctor Balbín ya ha aclarado que durante el gobierno radical se levantó la proscripción para el peronismo. SUAREZ: Y se levantaron todas las proscripciones a la libertad que había hasta entonces. SD: Cuando el doctor Frondizi... VANOLI: El doctor Frondizi anuló elecciones. Y eso le costó el poder, que es muy distinto. El doctor Frondizi se sometió a esos intereses y anuló las elecciones. SD: El gobierno de la UCRP fue derrocado seis meses antes de una elección. SUAREZ: Tal vez a Illia lo derrocaron precisamente porque se sabía que no iba a anular elecciones. BALBIN: Ocurre que se ponen como fantasmas algunas cuestiones vinculadas al país, cuando lo cierto es que había en juego intereses extraños. Así que coincido con el doctor Suárez en el sentido de que algunas preguntas que se han hecho acá son seguramente con buena intención, pero muy poco eficaces. Pero nosotros, los hombres de la política argentina, los que estamos sentados acá —por lo menos yo—, hubiéramos deseado que nos preguntaran si el diálogo mantenido por el señor Cáceres Monié con los periodistas es útil o no para la conciliación de los argentinos. SD: Es una pregunta que teníamos reservada para más adelante. BALBIN: Si hubiera sido una de las primeras, habríamos adelantado bastante camino. Acá hubo una revolución, la del 28 de junio, que duró cuatro años, sin contenido, sin norte y sin realizaciones revolucionarias. Sin que el pueblo hiciera actos mayores, es derrotada en el propio vientre de la revolución, y asoma el cambio, anoticiando al país que se producía el acontecimiento porque teníamos que entrar en el camino de la institucionalización nacional. No se puede negar que el 8 de junio último se abrió una cierta expectativa esperanzada. Pero ahora, con motivo die este interregno, el señor Cáceres Monié se permite responder a los periodistas de una manera en que no hay ninguna duda que trata de ocultar su verdadero pensamiento. Y yo advierto desde aquí, con la sencillez republicana de mis convicciones, que a través de la lectura y de las respuestas, se trata de borrar en el país las expresiones políticas existentes. De un modo u otro no puede un ministro, con jerarquía y autoridad, hablar en términos confusos a su país y decir que los hombres valen, que han sido expresiones más o menos útiles en el país, cualquiera fuera su divisa, pero que están perimidas las formas. Yo quiero suponer —y tengo mis razones para asegurarlo— que de lo que se trata es de borrar las expresiones políticas vigentes hasta ayer para crear unas supuestas “nuevas” formas políticas. Estas son las cosas importantes y fundamentales que están vigentes en este instante; y cuando asombran los diarios con la noticia de bombas, de atentados, que van evidenciando un clima de violencia incontenida, desde arriba se hacen, estos enunciados confusos, que ponen en seria inquietud y en alerta a los partidos que yo estimo de la democracia argentina. Yo no sé si éste señor ministro de Defensa está perimido él o no, me interesa. Lo que le puedo decir desde aquí, es que nuestra vida está adornada de defectos y de virtudes, que en el acierto o en el error hemos tratado de servir al país, y que no puede de ninguna manera, adoptar la actitud doctoral que nadie le otorga, la cátedra moral ni política, que nadie le ha dado, para decir si nosotros somos o no una expresión política en la Argentina. Si el designio de la recuperación institucional del país nace sobre la base de negar la existencia de los partidos políticos que tienen vigencia actual, pueden anotar en su revista que estamos muy lejos de la pacificación nacional. Porque nosotros no lo vamos a tolerar. De ninguna manera vamos a admitir que se nos confunda o se pretenda borrarlos a ustedes, los peronistas, a nosotros y a otros, para hacer en nombre de un futuro fallido una sociedad anónima de intereses políticos. Este es el quid del asunto argentino. SD: Perdone, doctor, pero si tuviéramos que distribuir democráticamente nuestro tiempo, no podríamos cederle tanto a usted. El señor Paladino ha pedido la palabra. BALBIN: Quise decir una verdad que me apasiona y que significa para mí un serio temor argentino. PALADINO: Había pedido la palabra porque siento una verdadera preocupación. A través de este tipo de preguntas, mi preocupación se ahondaba, en el sentido de que no aparezcamos mañana en SIETE DIAS como habiendo estado aquí los hombres representativos de las distintas corrientes políticas del país, tres o cuatro horas juntos, y que la síntesis sea totalmente negativa, para que después se nos exhiba precisamente como la parte negativa de la vida nacional. (Hay exclamaciones. ¡Muy bien!, dicen los demás integrantes del panel.) Me asocio totalmente a lo dicho en lo que respecta a cierto periodismo. Nuestra patria vivió horas de tremendo peligro. Estuvimos al borde de la guerra civil y no me explico cómo hay revistas denominadas “especializadas en política”, que están en el chimento permanente, en la alcahuetería barata, en el enfrentamiento permanente de los argentinos, en vez de tomar conciencia de que en este momento las publicaciones tienen que ser orientadoras de la opinión pública y no desorientadoras. En lo que respecta a la parte constructiva de este diálogo, y en lo que se refiere al justicialismo, nosotros decimos con absoluta claridad: si los hombres que en este momento están al frente del gobierno no toman una actitud clara para devolverle los derechos al pueblo argentino, único que puede decidir sus destinos, único que puede cambiar sus estructuras sociales, económicas y políticas, el justicialismo va a estar permanentemente en la lucha para que se le devuelvan al pueblo argentino esos derechos. Y tengan la absoluta seguridad de que en ese momento va a quedar demostrado que los enemigos de 1955 no son los de 1970. Tengo la absoluta seguridad que en el momento de esa lucha vamos a estar juntos muchos de los que en 1955 estuvimos separados. Hace muy poco tiempo, como consecuencia de ese momento de excepción que vivió el país, Paladino conversó con los comandos civiles. No faltaron quienes le señalaran a Paladino que eso produciría su quemazón, como si esto tuviera alguna importancia frente a los problemas que vivía nuestra patria. Yo no sé qué es lo que puede quemarse en Paladino, pero si en él se puede quemar la vida al servicio de nuestra patria, bien venida fuera mi quemazón. Porque no es un problema de hombres, sino de instituciones. Aquí nadie le ha dado derecho a nadie para que se sienta rector. No le hemos pedido a nadie que venga a enseñarnos qué es lo que tenemos que hacer los argentinos. Y, sino, yo desafío a que este gobierno, en el más breve plazo posible, llame a elecciones donde se presenten como candidatos los hombres que están a su frente, y ahí van a tener la respuesta del pueblo argentino, con toda seguridad. RAWSON PAZ: ¡Muy bien! Quiero que conste mi adhesión a las palabras que acaba de pronunciar el señor Paladino, que han sido realmente brillantes. SD: Nos gustaría saber cómo asume un dirigente peronista el hecho de que algunos grupos terroristas invoquen su filiación peronista. PALADINO: Señores periodistas.: es altamente sospechoso que en un momento en que los hombres con predicamento en la república se disponen a dialogar, empiecen a producirse actos de violencia en los que la primera preocupación de quienes los realizan es decir con toda claridad que son peronistas. Insisto en que es altamente sospechoso. Pero yo diría que el principal acto de terrorismo, y de violencia no nace de abajo, nace de arriba. Es la violencia económica, el terrorismo económico el que puede engendrar la rebeldía de abajo. En este momento, ningún argentino puede ignorar que hay un pueblo que sufre, que hay un pueblo que permanentemente está padeciendo inviernos; que se ha hecho un invierno permanente en el país. Es evidente que este pueblo tiene un alto grado de politización, y precisamente, ese alto grado de politización, que los que no tienen votos lo han querido señalar como hecho negativo, es un hecho tremendamente positivo. El pueblo argentino quiere participar en la conducción de los negocios del Estado. No quiere estar más del otro lado de la baranda. Esto es lo que tienen que entender, las fuerzas armadas, que en definitiva son las responsables de la situación que vive la república. Se han vuelto a restablecer en el país las ollas populares. Hay torturados, hay asesinados, hay desaparecidos. ¿Cuál es el hecho positivo entonces para que la gente de este gobierno se ponga en el papel de rectores de la vida nacional y diga que el pasado está perimido? ¿A qué pasado se refieren? Los que están perimidos son estos cuatro años perdidos. Eso es lo real y concreto. El peronismo no va a arriar ninguna de sus banderas, y el justicialismo va a estar, de hoy en más, en la calle para implantarlas en la realidad. No queremos eludir el bulto. No pensamos que éste es un gobierno “cero kilómetro”. Este es un gobierno que ha hecho perder a la república cuatro años. SD: El doctor Balbín ha adjudicado a este gobierno un rumbo. Nos gustaría saber qué hacen las fuerzas políticas para torcerlo. En segundo lugar, el doctor Balbín también ha señalado que es necesario que las fuerzas políticas se organicen. De algún modo, y sin ánimo de ser urticantes, nos parece que hay una coincidencia con lo que manifestó el doctor Cáceres Monié durante su reciente interinato en Interior, e incluso el propio presidente de la República, en el sentido de que es necesario lograr acuerdos básicos previos para recién después dar paso a las expresiones políticas. Suponemos que si los partidos políticos se tienen que organizar es porque en este momento se hallan desorganizados. En tercer lugar, nos gustaría que el señor Paladino defina concretamente cómo se construye, cómo es esa tarea constructiva que acaba de proponer. Es decir, ¿se apunta hacia la formación de un frente antigubernamental, por ejemplo? Finalmente, a raíz de lo que manifestó el señor Paladino en cuanto al momento crítico que vive la República, ¿cree que es el gobierno el responsable de esa situación tan crítica que se ha descrito aquí? SUAREZ: Como ustedes han tirado munición del siete para todos lados, vamos a ir por partes. Yo doy por cierto que todos hemos leído las manifestaciones del ministro Cáceres Monié en Mendoza, luego ampliadas en la Capital Federal. El señor Cáceres Monié y el presidente Levingston han hecho una serie de afirmaciones que importan un agravio para todos los argentinos, porque han señalado que no habrá elecciones hasta que no haya un nivel de convicción democrática en el pueblo argentino. Y yo pregunto: ¿qué autoridad tiene el actual gobierno para juzgar las convicciones democráticas del pueblo argentino, cuando las propias fuerzas armadas, a través de sus tres comandantes en jefe, han tenido que eliminar del gobierno a su más elevada expresión, a la figura más alta de la Revolución Argentina, dado que quería incorporar en el país un régimen corporativista? Y contestamos a la pregunta sobre lo que van a hacer los partidos frente a esa emergencia diciendo que eso, los partidos no lo vamos a tolerar; yo digo más: eso no te van a tolerar ni el país ni las fuerzas armadas. SD: Tenemos entendido que hace cuatro años que ustedes no lo toleran. ¿Qué es lo que pueden proponer, entonces? SUAREZ: Que el pueblo exprese libremente su voluntad. Y entonces viene la contestación a la segunda pregunta: los partidos no lo pueden hacer por sí solos porque están disueltos por decreto y el gobierno les impide actuar. Pero yo le hago a la revista que tan gentilmente promovió este diálogo tan útil, la siguiente pregunta: ¿en este país lo único que necesita reestructurarse son los partidos políticos? ¿No es hora de pensar que hay que reestructurar también las estructuras sociales y las estructuras económicas? ¿Y no es hora de pensar que también hay que reestructurar a las fuerzas armadas? ¿O es que todo este proceso de desgaste en el país afecta nada más que a los partidos políticos? SD: Acaso no deje de ser útil que ustedes mismos se formulen preguntas. Pero esta vez, al menos, son también ustedes quienes deben responderlas. RAWSON PAZ: Yo creo que no hay ningún inconveniente en que las personas y los organismos representativos de las fuerzas mayoritarias y minoritarias del país lleguen a un nuevo acuerdo de la civilidad. Creo que eso es urgente. Creo que es imprescindible presentarle mañana al gobierno esa solución de los hombres, porque los que están cuestionados no son el pueblo ni las ideas; están cuestionados los políticos que han sido perseguidos y hostigados por una campaña psicológica de destrucción de sus personalidades. Entiendo que es imprescindible que a la brevedad mayor los hombres responsables de las conducciones políticas de los distintos sectores de opinión argentinos se presenten ante las autoridades de facto para exponerles el plan de gobierno y el plan de salida política del país, de solución política del país, porque no queremos una salida, queremos una solución, queremos vivir en paz y en armonía. SANDLER: Yo creo que la pregunta era sustancialmente qué es lo que hacen las fuerzas políticas. SD: Fue la primera de esta última serie. SANDLER: Las otras me atrevo a decir que estaban conectadas con ella. Yo estoy convencido —como dije al comienzo de esta reunión— de que el sujeto activo de la historia, le guste o no a los ilustrados doctos de la política, es el pueblo de la república. De tal manera que las opiniones del señor Cáceres Monié o del presidente Levingston, o del presidente que en turno pudiera venir —no lo digo con aire despreciativo— me tienen sin cuidado. SD: Pero tienen el poder. SANDLER: Efectivamente, y lo que estamos por hacer es sacarles el poder. SD: ¿De qué manera? SANDLER: Es lo que voy a responder. Y exijo que se ventile este problema para que el pueblo de la República diga si tenemos la verdad o estamos equivocados. A mí no me importa lo que esté opinando Cáceres Monié. Las circunstancias lo han llevado al poder político; lo que a mí me interesa es si dentro de dieciséis años la historia de Grosso lo va a mencionar a Cáceres Monié, quien seguramente no tendrá ningún renglón en sus páginas. SD: A partir de esta conversación, se podría pensar que hay un enfrentamiento entre los sectores civiles y las fuerzas armadas. SANDLER: Yo no creo, por lo siguiente: padecen de un proceso de ingenuidad política. Las fuerzas armadas, que arrancan desde teniente general y acaban quizá con el soldado conscripto, tienen pavura por esta situación. A mí me dijo Aramburu: hay un comandante en jefe que es irreemplazable. Este comandante en jefe se llama estado de la opinión pública. SD: Aunque parezca paradójico, es conveniente recordar que una de las preguntas que desató este último intercambio, se refería a la posibilidad de coincidencia con las manifestaciones del doctor Cáceres Monié y del presidente de la República, en cuanto enfatizaron la necesidad de una convicción democrática previa ... SUAREZ: Eso es una insolencia. SD: Aquí se habló hace un rato de la necesidad de reorganizar los partidos. Todos dijeron que no les importa el gobierno, pero no respondieron a la pregunta. SUAREZ: Repito que se toma una insolencia como punto de partida. VANOLI: El doctor Cáceres Monié dijo que las estructuras políticas estaban perimidas. Cobardemente no se animó a decir: los partidos políticos. Nosotros entendemos que los únicos que nos pueden perimir son los pueblos, como le pasó a la estructura política a la que pertenecía el doctor Cáceres Monié. Me estoy refiriendo al MID exclusivamente. En cuanto a la necesidad de reorganización, entendemos que estos cuatro años de gobierno de la supuesta Revolución Argentina han impedido a los partidos políticos su natural reorganización. SD: Señor Paladino, ¿la gravedad del momento que vive el país se debe exclusivamente a la acción de este gobierno y del anterior? PALADINO: Cuando dice gobierno anterior, ¿a cuál se refiere? SD: Al de Onganía. PALADINO: Es el mismo. En este mundo en que nos toca vivir, tan acelerado en su dinámica, el país ha perdido cuatro años y los resultados de esta gestión demuestran que han sido perdidos. De manera que no es una afirmación demagógica ni nada por el estilo. Si tomamos como ejemplo lo ocurrido con el sistema previsional argentino, que fue uno de los objetivos básicos de la Revolución Argentina y que el actual ministro de Bienestar Social reconoce que su situación es desesperante y que no hay con qué pagarle a los jubilados, en ese aspecto se han perdido cuatro años. SD: ¿El país perdió cuatro años solamente, según la óptica del peronismo? PALADINO: Evidentemente, nos vamos a retrotraer al principio y voy a insistir en esto: no voy a entrar en ese terreno de hablar del pasado sino de aquí para adelante y hablo de estos cuatro años porque todavía estamos soportando a este gobierno, que es un presente. Lo demás lo dirá la historia y también el pueblo argentino en su momento, cuando tenga que optar por las distintas corrientes de opinión política. SD: ¿Usted no quiere opinar por no comprometerse o en aras de la conciliación nacional? PALADINO; El respeto que usted me merece como conciudadano mío me evita contestarle de otra manera. Si yo fuera un hombre que temiera comprometerse, no estaría aquí ni ocuparía el cargo que ocupo ni habría dicho públicamente y con mi firma todo lo que he dicho durante dos años. Evidentemente, el país ha perdido cuatro años. La industria nacional se encuentra en quiebra. No manejamos, insisto, el crédito ni el ahorro nacional y me da la impresión que cuando haya un gobierno que responda a la voluntad de la mayoría del pueblo, una de las cosas que tendrá que hacer primero, será romper los teletipos que hay en el país porque a través de los mismos nos están manejando permanentemente. Uno de los argumentos fundamentales de los tres comandantes en jefe para sacarlo a Onganía de la Casa de Gobierno fue precisamente que no había una fecha cierta de terminación de este proceso. Y resulta que ahora estamos en la misma o por lo menos se intenta estar en lo mismo. ¿Qué es lo que se está buscando? ¿El millón y medio de muertos de la revolución española? ¿Es que existe alguna mente enfermiza en este país que está detrás de ese objetivo, que se preste consciente o inconscientemente a que esto ocurra en el país? ¿Qué van a hacer los partidos políticos? Yo puedo asegurar que a este pueblo argentino se le da la salida democrática, legal y legítima o este pueblo argentino al que muchas veces confunden diciendo que es cosmopolita, que es tranquilo, es el mismo pueblo argentino que acompañó a San Martín no solamente para liberar a nuestra patria sino a patrias hermanas. Es el mismo pueblo que corrió a los ingleses con agua caliente. Es el mismo pueblo que va a correr a mucha gente cuando se harte de esta situación. En esta postura estamos la enorme cantidad de civiles, pero también con toda seguridad, está en la mente de muchos hombres de fas fuerzas armadas que quieren que esta situación termine, que esta vergüenza nacional que significa ver en el país un gobierno de facto termine de una vez por todas, porque nos hace perder jerarquía como nación, por lo que ya hemos perdido el respeto del mundo. Esta es la Argentina que no queremos más. Queremos que se termine con aquello de que cualquier gobierno que sube diga “pertenecemos al mundo occidental y cristiano” refiriéndose al imperialismo yanqui. Yo quiero pertenecer al mundo con que San Martín soñó cuando nos hizo nación. Este país debemos construirlo todos los argentinos, sin exclusiones de ninguna naturaleza; si los militares entienden, bien; y si no lo entienden, será sin los militares. SD: A propósito de lo que usted acaba de decir, ¿una actitud constructiva sería la formación de un frente civil antigubernamental? Nos gustaría conocer la opinión del doctor Ares, que hasta ahora no ha hecho oír su palabra. ARES: Yo, por mi vocación por los asuntos económicos, he dedicado casi toda mi vida al estudio de este tipo de problemas, pero cuando mi querido amigo Paladino me llamó para colaborar en la faz política del movimiento justicialista, conversamos largamente y no trepidé en hacerlo, porque los problemas de este país son políticos y no se resuelven si no es a través de una gran fuerza política. Cuando yo escucho a hombres del gobierno decir que están perimidos los partidos políticos, estructuras, hombres, siento realmente que me rebelo. Es una falta de consideración y no creo que sea un desconocimiento del proceso que ha vivido el país, sino que hay un pensamiento íntimo que no se da a la luz. Yo leí, primero para informarme, la entrevista periodística al doctor Cáceres Monié. La leí por segunda vez para descubrir su pensamiento íntimo, y por supuesto saqué la conclusión de que hay algo interior en la mente del ministro Cáceres Monié que no tuvo el coraje de hacerlo conocer al país. SD: ¿Pero en qué consiste concretamente esa actitud constructiva que se redama? ARES: En dejar organizar a los partidos políticos en un accionar libre, permitiendo que se expresen las distintas corrientes de opinión. SD: ¿Cuál es, en la práctica de todos los días, la presión que los sectores políticos aquí representados, ejercen sobre el gobierno para conseguir la promulgación del estatuto de los partidos y ese accionar a que se refiere el doctor Ares? CAMUS: Voy a ser sintético y rápido. Es muy sencillo: consultar al pueblo, organizar los partidos políticos que existen, a pesar del decreto ... SD: Es sólo una expresión de deseos; para conseguir eso, ¿cuál es el trabajo cotidiano? CAMUS: Esto que ustedes han realizado es auspicioso y tiende a eso, a que todas las fuerzas políticas del país, todas las organizaciones obreras y todas las instituciones se reúnan, y exijan al gobierno la terminación de este régimen. Esa exigencia no la van a poder negar cuando sea todo el pueblo de la república quien lo reclame. SD: ¿No le parece utópico llegar a esa unanimidad? CAMUS: No es utópico. En San Juan se ha constituido una fuerza, una organización coordinadora de todos los sectores de opinión de la provincia, y va a exigir eso. Les voy a adelantar una cosa más: nos vamos a reunir todos en la plaza principal de San Juan, y vamos a damos un gobierno nuestro. BALBIN: Esa es una pregunta bastante interesante, porque ahora resulta, según quiero entender, que la demora en recobrar las formas institucionales pareciera que ahora se la imputa a los partidos políticos. Hay que vivir en los partidos políticos para saber cómo sienten, cómo actúan, cómo trabajan y qué impedimentos tienen. Mientras tanto, acontecen episodios de violencia trascendente y yo preguntaría si era lógico y moral que los partidos prohibidos, por actos de revancha, se suscribieran incondicionalmente a la violencia, que hubiera sido un modo de actuar. Es decir, que en la historia y para la historia no se miden los esfuerzos, los sacrificios y las contenciones que hacen a una concepción firme de paz nacional. Entonces ahora, se dice por la voz de quien nos interroga “qué hicieron y qué van a hacer”. Esperamos hasta hoy, porque nadie sabe cuáles hubieran sido nuestras actitudes de haber mantenido su vigencia el señor Onganía. Ahora he querido yo esta noche —por primera vez en mi vida política participo de una mesa redonda—, traer como razón esencial la peligrosa circunstancia a que puede abocarse el futuro argentino en la consideración y consecuencia de los partidos políticos. Entonces, concretamente respondo: reclamaremos, una vez más, el reconocimiento de las expresiones políticas argentinas. SD: ¿Esa reclamación incluye la posibilidad de la creación de un frente con los peronistas y otros fuerzas? BALBIN: No somos partidarios de ningún frente, porque estamos vigorosamente convencidos de nuestra individualidad política, y las democracias para realizarse no necesitan frentes, sino el sentido de la responsabilidad que cada uno tome como representante de la expresión del pueblo. SD: ¿El peronismo es partidario de la formación de un frente antigubernamental? PALADINO: No, decididamente no; y en eso coincido totalmente con la opinión del doctor Balbín. Por otra parte, las experiencias europeas en cuanto a formación de frentes no muestran un saldo positivo. De manera que somos contrarios a la formación de frentes. De lo que somos fervorosos partidarios, en este momento que vive la Nación, es de las coincidencias detrás del logro de estos objetivos que nos hemos fijado. SD: Esa coincidencia, ¿excluye la acción común? PALADINO: No, de ninguna manera. SD: Es decir, que usted estaría dispuesto a realizar acciones comunes con el radicalismo y otras fuerzas para derribar al gobierno. PALADINO: Estamos dispuestos a realizar acciones comunes para devolver tos derechos al pueblo argentino, con todos los que sientan esa misma necesidad. SD: Los invitamos a responder una última cuestión. Se reclama una convocatoria electoral inmediata. Al menos, es una de las coincidencias que surgen de esta reunión. BALBIN; No. No surge de esta reunión. SD: Pero se ha manifestado aquí. BALBIN: Hay pasos previos. El proceso institucionalizador hemos dicho que requiere pasos previos. SD: ¿Qué tiempo haría falta para resolver eso? BALBIN: Depende de la buena voluntad de los que ejercitan el camino del tiempo. SD: Suponiendo que tengan esa buena voluntad. BALBIN: Que la pongan en ejercicio. Cuando los hombres de los partidos políticos, como los que estamos aquí, hablamos de la institucionalización, políticos sin responsabilidades populares dicen: “Ahí están los del comité que quieren la elección en seguida”. Y eso no es verdad. El proceso y los trámites institucionalizadores son los que pacifican. SD: ¿Ese proceso incluye la aceptación de un eventual triunfo del general Perón como candidato, en una convocatoria electoral? BALBIN: No importa los nombres de los candidatos, sino la naturaleza del pronunciamiento del pueblo, y cualquiera sea el resultado sabremos respetarlo. De lo contrario, no habrá paz. Además diré algo que me sale del fondo de mi alma. Yo creo que la pregunta no construye. No conozco personalmente a Perón. No puedo analizar sus intenciones e ideas actuales, pero tengo el absoluto convencimiento de que no aspira a ser presidente de la República. Precisamente, ése ha sido uno de los permanentes fantasmas que se han puesto. SD: No es un fantasma inventado por los periodistas. BALBIN: No, señor. Es un fantasma que hace rato que anda en la República, con la diferencia de que a cada uno que hablaba con un sector del peronismo en otras épocas lo consideraban leproso. Llegaban los militares con una revolución y trataban de captarlo de algún modo. SD: ¿Usted también cree, señor Paladino, que Perón no quiere ser presidente de la República? PALADINO: Vamos a ordenamos un poco porque hay una confusión. SD: El doctor Balbín acaba de afirmar que Perón no aspira a ser presidente. BALBIN: Tengo la absoluta convicción de que Perón no aspira a ser presidente. PALADINO: Vamos a ordenamos un poco, porque esto es algo confuso y se puede prestar a malas interpretaciones. Creo haber entendido que el doctor Balbín dijo que Perón no aspira a ser presidente de la República pero no que Perón sea un fantasma. BALBIN: Lo presentan como un fantasma. PALADINO: Exactamente. Yo me quedé trunco hoy. Cárguenlo a mi inexperiencia en todo esto. Lo digo con toda lealtad. Cuando mencioné mi conversación con los comandos civiles no terminé mi pensamiento, porque fíjense ustedes que otro fantasma, en el correcto sentido de la palabra, que siempre se exhibió para que pudiera hablarse del peronismo en ciertas esferas, es que precisamente los comandos civiles ante esa situación iban a incendiar el país. Por eso, si en aquel momento para algunos, incluso para mis correligionarios, era un peligro en lo personal en cuanto al futuro político de Paladino el conversar con los comandos civiles, yo entiendo que eso era altamente constructivo, porque conversar con quienes habían sido adversarios decididos de nuestro movimiento destruía justamente uno de los argumentos que hacen posible que suframos gobiernos como éste. En cuanto a lo otro, yo no conozco el pensamiento del general Perón frente a este tipo de preguntas que ustedes hacen, porque me tengo que ubicar en el hecho de que Perón está fuera de su patria y no sé qué haría en el momento de volver. Pero sí estoy seguro de que el general Perón ha vivido permanentemente, como buen argentino, pendiente de la suerte de su patria y de su pueblo; y que contrariamente a eso que se argumenta como fantasma, el retorno del general Perón, insisto, ayudaría a lograr eso que nos preocupa a todos los argentinos de bien, que es la pacificación, la pacificación real como paso previo a todo lo demás que tenemos que hacer. Por eso, yo coincido con el doctor Balbín en que no tenernos urgencia, pero sí debemos llegar cuanto antes al acto eleccionario porque esa será la única forma de evitar el "argentinazo”. (Mientras se desarrollaba este debate, el miércoles 29, un presunto comando Montonero atracaba en Tucumán a empleados de la bodega Giol, cayendo muerto uno de ellos y otro herido, como consecuencia del tiroteo. Pero el suceso más importante detonaba 24 horas después en Garin, una pequeña comarca bonaerense, donde un comando de 25 miembros —disfrazados con uniforme policial— remedaba con impresionante despliegue el famoso asalto de La Calera al apoderarse del pueblo, asaltando el Banco de la Provincia de Buenos Aires, el destacamento policial, la central telefónica y una estación de radio. Esta vez la victima fue el cabo Zulig y la firma estampada por los terroristas fue Fuerzas Armadas Revolucionarias —FAR—. La subversión volvía por sus fueros.) CARDOSO: Nosotros hemos escuchado con profunda emoción la palabra rectora de los hombres que conforman el escenario político del país y queremos terminar congratulándonos por haber podido aportar este granito de arena para que de aquí en más los partidos políticos no necesiten más que se produzca un crimen en la República o no necesiten que vuelvan a aparecer los comandos civiles en acción. Revista Siete Días Ilustrados 3/8/1970 |