Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
![]() |
EN UNA GENEROSA ENTIDAD MUTUAL SE AGRUPAN LOS SORDOS DE
TODO EL PAIS Por JUAN DEL RIO EN esta época de revisión de valores que lleva al ciudadano a inclinarse cada día más a mirar la vida con un sentido desde todo punto de vista humanista y conciliador, toda obra de bien se nos presenta como una obligación cumplida. Se trabaja para mejorar al hombre y su situación en la vida; se trabaja para lograr un mayor bienestar y para que los seres humanos aprendan a ayudarse y comprenderse los unos a los otros. Tal es el espíritu que anima a obras como la que representa la Mutualidad Argentina de Sordos, con sede en la calle Hipólito Yrigoyen 650, y cuyo cometido es el de congregar a todos los no oyentes con fines de solidaridad y mejoramiento de sus condiciones físicas y espirituales. Esta institución se fundó hace dos años y en las circunstancias más conmovedoras. Su creador, el señor Luis N. V. Caporale, quien actualmente la preside, trabajaba desde hacía años en la reparación de audífonos por cuenta de las casas que los expenden, llegando a comprobar que éstas hacían objeto de una reprobable explotación a los sordos, pues elevaban a una cifra francamente desconsiderada la muy modesta que él pedía por los arreglos. Así nació la idea de formar una institución que contemplase este estado de cosas, superando una dificultad según la cual muchos no oyentes debían privarse, por falta de recursos, de los medios necesarios para salvar su deficiencia física, mientras que otros resultaban víctimas de la inconsciencia de los malos comerciantes. Hecha realidad, hela aquí, en marcha y con dos mil cien socios. EL DIEZ POR CIENTO DE LA POBLACION ARGENTINA PADECE DE SORDERA Para medir el alcance de los beneficios que la Mutualidad Argentina de Sordos acuerda a sus asociados, bastará con que se diga que el diez por ciento de la población, en la Argentina, es sorda, incluyendo, desde luego, tanto a los sordos del todo como también los duros de oído. La estadística oficial señala 1.600.000 hipoacústicas, 540.000 de los cuales se hallan en la capital. Este fenómeno, de por sí llamativo, ha llevado a los hombres de ciencia a investigar las causas que lo producen, llegándose a la conclusión de que la primera y más importante de ellas consiste en los ruidos. Buenos Aires es una ciudad muy ruidosa —dicen— y acaba lesionando la sensibilidad del oído. Los que vivimos incluidos en el tráfago de la gran urbe no nos damos cuenta de esto: pero es de advertir hasta qué punto el hecho se hace sensible con respecto a los forasteros que, en los primeros días de estada aquí, se quejan, con frecuencia, de dolores de cabeza y otros inconvenientes por el estilo. Es que hay en esta ciudad tantos automóviles y muchas calles son tan estrechas que, apenas se obstruye el tráfico, cosa que ocurre en una esquina sí y otra también, los autos que van quedando atrás atascados empiezan a hacer oír sus bocinas escandalosamente, sinfonía nada grata a los tímpanos, que no pocas veces se confunde con la de los altavoces, radios y rumores procedentes de fábricas que hacen de nuestra capital una ciudad característicamente nerviosa y barullenta. Afirman, asimismo, los hombres de ciencia, que el daño a que acabamos de aludir se aprecia ya en la niñez. En este sentido se han hecho comprobaciones que arrojan cifras desoladoras. En una estadística de doscientos veinte mil escolares se registran, en efecto, veintidós mil afectados del oído. Y en otra experiencia realizada por médicos especializados se deduce que de 73.933 niños examina dos, 10.243. o sea el 13,85 por ciento, tenía: deficiencias. SE TRATA DE EVITAR LOS DISTURBIOS PSIQUICOS QUE LA SORDERA PRODUCE Como la sordera no constituye, vistos los síntomas que la caracterizan y el efecto que produce en quienes la padecen, una enfermedad dolorosa, "la gente no le concede, en general, importancia. Pero, para los sordos, sobre todo si ella es muy acentuada, suele presentarse en los rasgos de un verdadero drama, puesto que implica la pérdida o la disminución de una preciosa función sensorial que, como tal, conecta al individuo con el mundo exterior, permitiéndole directa relación con los demás. Esta circunstancia, de por sí fundamental cuando de los que tienen razones para quejarse de no oír bien o de no oír en absoluto se trata, provoca a menudo lamentables reacciones orgánicas y es el origen de muchos disturbios psíquicos, mucho más lamentable aún que éstas, pues tales disturbios tienden, desdichadamente, a modificar las aptitudes volitivas, intelectuales y afectivas de los hipoacústicos. He aquí una de las responsabilidades de la mutualidad a que aludimos: brindar auxilio moral a sus asociados, destruir el complejo de inferioridad que pueda crear en cualquiera de ellos su situación y, desde luego, tratar de remediarla dentro de las posibilidades que la ciencia ofrece, que no son pocas, hoy en día, y para lo cual ha organizado la asistencia médica necesaria. Porque la sordera, grave cuando se trata de afecciones del nervio acústico y los centros auditivos, así como cuando es provocada por la esclerosis de la caja timpánica, es remediable en muchos casos y, en última instancia, el uso de un audífono permite a los hipoacústicos reintegrarse a la vida de relación en plena posesión de sus capacidades sensoriales. El audífono u otófono, que reemplaza hoy día aquella incómoda trompetilla que usaron nuestros abuelos, fué creado por Rhodes y convertido por Colladón en un aparato manejable, convertido ya, por suerte, en un implemento más o menos disimulado por lo pequeño y, desde luego, sumamente práctico. UN TALLER PARA LA REPARACION DE LOS AUDIFONOS El audífono es una aparato caro y exige cuidados y reparaciones que importan inversiones de dinero que no todos los afectados por la sordera están en condiciones de afrontar. La creación de la mutualidad que nos ocupa ha venido a contemplar precisamente esta situación, pues no sólo provee de aparatos a sus asociados de una manera accesible a todos, aun a los económicamente menos Solventes, sino que ha agregado servicios anexos a la institución y dentro de la misma por medio de los cuales ésta se hace cargo de las reparaciones necesarias. La práctica ha demostrado, así, que de 9.882 arreglos efectuados correspondieron trece a cada socio, siendo de hacer notar que de subsistir la situación de dependencia que antes tenían los hipoacústicos, con respecto a los malos comerciantes, hubieran invertido, en las mismas, no menos de setecientos pesos para lograr lo que, actualmente, se consigue con la cuota social. La institución cuenta, además, como ya dijimos, con servicios médicos, asesoría legal y otros de carácter social como son los que se dirigen a la gestión de ocupaciones remunerativas para aquellos asociados que lo necesiten. pues es preciso tener en cuenta que, muchas veces, éstos llegan a ella desmoralizados a través de años de sufrimiento y de una evidente aunque falsa suposición de que no son aptos como cualquier ciudadano, para toda clase de trabajo. La recuperación es así completa y los beneficios desde todo punto de vista extensivos, mucho más si se tiene en cuenta que el servicio de, audífonos abarca a los asociados de toda la república, a quienes se les remite por correo los aparatos o accesorios necesarios toda vez que éstos los solicitan a la mutualidad. Conviene hacer notar, por otra parte, que, en decreto firmado oportunamente por el general Perón y de acuerdo a los objetivos expresados en el Segundo Plan Quinquenal que tan claramente se manifiesta en materia de salud pública, se otorga amplia franquicia aduanera para la importación de audífonos, sus pilas y repuestos, con lo cual se favorece esta buena y tan generosa acción de la Mutualidad Argentina de Sordos. -pie de fotos- -EL PRESIDENTE y creador de la Mutualidad Argentina de Sordos, señor Caporale, tratando con dos miembros de la comisión, entre los que se cuenta el periodista señor Reynes, asuntos de interés general. La institución mantiene una amplia correspondencia con el interior. -UN ASPECTO del taller donde se reparan por día docenas y docenas de audífonos. Con la cuota social los sordos salvan, ahora, inconvenientes que antes les costaban cientos de pesos, de los que, en muchos casos, no disponían para gozar -del sentido del oído. -UN ESPECIALISTA de la institución, también hipoacústico, en plena labor. El servicio médico de la Mutualidad Argentina de Sordos es inmejorable y sus beneficios se extienden a todos los asociados que pueden acudir a ir toda vez que necesiten de sus buenos servicios. -UNA ASOCIADA recibe el audífono que la librará, en el futuro, de la imposibilidad de comunicarse claramente con los demás. En la Mutualidad se le enseña, a cada uno, la mejor manera de usar tan útil aparato, tratando de que dure el mayor tiempo que sea posible. -UNA MAESTRA especializada en sordomudos prestando servicios en la clase de adaptación con que cuenta la Mutualidad Argentina de Sordos. La música es, también, un gran recurso para lograr los fines que se persiguen conseguir que los hipoacústicos puedan oír. -EN LA MESA de entrada, muy concurrida, como se ve, se atienden los pedidos de los asociados, que en la actualidad ascienden a dos mil cien. Es de esperar que, en día no lejano, los dos millones de sordos que hay en el país se agrupan en la generosa y útil institución. Revista Mundo Argentino 22.09.1954 |