Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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Las confesiones de Rubén Díaz: Al pan, pan, y al vino,
vino Separado del plantel profesional de Racing “por inconducta reiterada", el jugador Rubén Díaz (El Panadero) aceptó contar todas las vicisitudes de su vida de futbolista al colaborador de Panorama Andrés A. Bufali. Esta es la versión textual de sus declaraciones: Ningún director técnico me sancionó antes; eso lo pueden atestiguar Maschio, Pizzuti y Santiago. El único que me bajó la caña fue El Vasco Urriolabeitia. Una vez, en el 69, no quise viajar al Brasil si no me pagaban unos mangos adeudados: entonces se embroncaron los directivos y ellos sí me la dieron por la zabeca. La cosa con El Vasco vino así: fuimos en micro a Olavarría, y en el hotel me moría de ganas de fumar. Yo pito media docena de fasos por día. Es una costumbre. Toda la vida lo hice. Cuando ya no aguantaba más, me rajé al fondo y prendí un pucho. Por ahí Soler, el profe, me junó de lejos y le batió al técnico. A pesar de que muchos estaban en la misma, El Vasco se vino embalado directamente a mí: ¿Dónde lo tiró? me dijo. No lo tiré, le contesté, lo tengo en la mano. Entonces me amenazó: Yo a usted lo voy a suspender. Le retruqué: Usted es el responsable y sabrá lo que hace. Todo fue dicho en un tono normal, lo juro por mi madre. Al otro día no me dejó cambiar para el partido. Eso fue un domingo. El martes caigo al entreno y se descuelga con que no puedo firmar la planilla de asistencia. Me tomé el olivo, lógicamente a los cinco días llegó el telegrama anunciándose la rescisión del contrato. Cuando cayó este tipo (Urriolabeitia) se la agarró con los de antes: El Coco Basile, Rulli, Aguirre, Cárdenas, Salomone, Domínguez, Perfumo y yo. A todos nos quiso reventar. Vino a cortar cabezas. Siempre teníamos contra, todo lo que hacíamos estaba mal. Ni una buena veía. El que lo trajo al club fue López, el vice. Lo banca él: le pone 700 lucas todos los meses y además un palo por clasificarse. En el 66, cuando el equipo funcaba y arrasábamos con todos, yo figuraba con un sueldo de 55 mil mangos, pero me pagaban la mitad por ser amateur. Aquel año ganamos el campeonato y nos tiraban 90 lucardas por triunfo. Los dirigentes nos abrazaban y nos sobaban el lomo. Después nos vinimos abajo y ni la hora nos daban. Todos estos tipos son iguales y siempre terminan mostrando la hilacha. Yo, que vengo de las inferiores del club y no les costé un sope, resulté el más jorobado. Si hubiera venido de otro lado pienso que todo habría sido distinto. Ya desde el 65 tuve problemas con la guita. El Pato Pastoriza me hacía pagar y entonces se la agarraban con él. Les molestaba que se metiera. El Pato sí que es un tipo piola y fenómeno. Los dos últimos años, con Pizzuti y Maschio, embolsaba 300 mil pesos mensuales. Esta temporada me había ido a 350 mil y la bronca rondaba. Hoy, a los pibes, les hacen lo que antes a mí, y como andan bien, es fija que a los más veteranos buscarán de rajarlos. Siempre los problemas de Racing fueron por eso; no lo pienso dos veces. La historia me la sé de memoria. Lo del faso es una pantalla. Cuando jugamos en el 68 el hexagonal de Chile, pasó de todo. La comida allí es tan mala que nos corríamos a un bar al lado del hotel para comer pizza. Y pasaban los del Santos, todos fumando y con las minas en el ómnibus. Cuando los negros terminaban un primer tiempo, a Toninho lo esperaban en el vestuario con un pucho encendido. A Santiago los dirigentes también lo tenían presionado. Llevaba las inferiores y para evitar ligarla por el coco hacía lo que ellos querían. Perfumo fue vivo y se hizo asesorar bien; en cambio a mí no me gusta molestar a nadie y así me fue: los 370 mil pesos que me descontaron para réditos con la promesa de reintegrármelos, nunca volví a verlos. ¡Tomá por ser confiado! Urriolabeitia está de olfa de la directiva; su actitud lo prueba. Yo sé que muchas veces al jugador le dan la mano y se toma el brazo. Pero en el fondo, todo depende de cómo sea el técnico, de su forma de ser. Las dos cosas son fuleras: aprovecharse o que lo aprovechen a uno. A la final, el clima de tensión no lo aguanta ni Dios. Por eso Pizzuti me gustó de entrada: se sabe ubicar y nunca se extralimita. Así como me dio cabida en primera, me aconsejó y me aguantó; también supo fajarme cualquier guita de multa. Una noche El Cabezón me vio salir con una mina de un boliche adonde había chupado un whisky y se hizo el gil. Al otro día me llamó aparte, me explicó por qué me daba con el mazo y me enchufó varias lucas de multa. Y a aguantárselas piola. Siempre estuvo en la justa El Cabezón. No le gustaba tener a nadie como una monja. Antes de los partidos íbamos a una piecita y mientras explicaba algo nos dejaba fumar. Siempre daba la cara ¡y cómo lo respetábamos! A mí ya de pibe me gustaba jugar de 6. Allí uno es un duque: los delanteros te llegan servidos. Pero Pizutti me llevó a la primera como 3. El puesto estaba vacante y en el otro era inamovible El Coco Basile. Además, yo tengo velocidad. En el 66 todo el equipo era un balazo. Yo iba arriba y siempre tenía relevo. Con Basile metíamos goles a rolete y bajábamos al trotecito. En los últimos tiempos, si pasaba la media cancha y metían un pelotazo, sonaba. Ya no funcábamos y los dirigentes estrilaban. Para peor, nunca les di bolilla. Si no iba arriba me gritaban fiacún y si iba y de contragolpe nos metían un gol... bueno, mejor ni hablar. Una vez pasó eso contra Gimnasia. Fue mi peor partido y en los vestuarios Saccol me acusó de irresponsable y trasnochador. Yo tenía la fama y me achacaban de todo. Fui sifonero, lechero y una vuelta en que mi viejo tuvo en sociedad una panadería, yo salía a repartir las flautas y de ahí me quedó lo de Panadero. Era un seco y en cuanto cacé unos mangos la Viví. No estoy arrepentido. A pesar de la vidurria yo mantuve la casa y pude comprarme un coche. Con mi hermano, el colectivero, manteníamos a la vieja y a mi hermanita. Con El Bambino Veira, Willington, Toti Veglio, El Loco Doval y algún otro, formábamos una barra brava. Parábamos en el Salotto, de Cerrito y Santa Fe. A las que se cruzaban les bajábamos la caña. Siempre terminábamos en la Costanera. ¡Tuve cada lío con las minas! Una vez vino una en curda, me pintó la puerta de mi casa y armó un despiporre de novela. Después el periodismo infló la cosa. Como tengo el primario no más, y soy de yapa muy mal hablado, me eché fama de bruto. En El Gráfico salió que en Santiago de Chile yo les había dicho a los periodistas que parábamos en el hotel Carlos Be y no lo encontraron porque era Carlos V. El del cuento fue El Toro Raffo, pero la cana me la dieron a mí. En Mozambique jugábamos una final con el Benfica del famoso Eusebio. El referí era cualquier cosa: me echó y fui a las duchas. Cuando terminó el partido y los muchachos bajaban al túnel, un cana reventó un palazo contra el bocho de El Chango Cárdenas. Lo corrí para dársela, pero los otros me chaparon. Si lo alcanzo, todavía estamos allá engayolados: era un capo. Con todo, estuvimos algunas horas entre rejas Cárdenas y yo. Ahora ya conozco la noche y es una etapa superada. Si salgo es con mi novia, Marta Cristina Cesarino, una piba de Lanús. Casi siempre nos acompañan Basile y la señora. Ella tiene 21 primaveras y hace casi un año que salimos. Yo ya la conocía del barrio. Ella y la familia son fanas de Boca y me tenían podrido con las cargadas cada vez que nos ganaban. Hasta que un día me estufé y decidí levantármela. Ahora que ella me tiene que aguantar es mi desquite. Por habladas conocía mis fatos y los tuve que ir arreglando de a poco. ¡Qué trabajo! Ahora ya me cree. En total habré ganado unos doce palos. Pese a vivirla, invertí bien: dos casas en Lanús. un departamento en Mar del Plata y el Torino. Lo que quisiera es jugar en otro club. Donde vea que pagan bien, me voy. No tengo inconvenientes en que me trasfieran: México, Brasil, España o un cuadro de aquí. Adonde no quiero terminar es en Colombia, o en esos países de allí. Para correr la coneja me quedo donde estoy. Por ahora no hago nada. Espero que todo esto se arregle a fin de año. Si pretenden colgarme, largo el fútbol y me pongo un negocio. Todavía tengo resto. Aparte, Racing tiene que pagar lo que me debe. Hasta entonces puedo tirar. Después decidiré lo que me convenga. Jamás pensé que estoy terminado como jugador. La semana que viene vuelvo a entrenarme en Independiente. Cuando todo se arregle les voy a tapar la boca a muchos. Eso sí, si entro a otro club quisiera cambiar de puesto. Parece que ya se olvidaron que el Panadero era un buen 6. ♦ ____________________________ Las acusaciones contra el panadero El presidente de Racing, Santiago Saccol (47), y el secretario general, Andrés Cruz (61), dieron a Panorama su explicación sobre las sanciones disciplinarias impuestas al jugador Rubén Díaz. Es ésta: Saccol: Rubén Díaz no está para este equipo. Los problemas están en su cabeza. Con él siempre hubo líos. Inaguantable por su indisciplina, siempre fue perdonado con promesas que jamás cumplió. ¡Había que oírlo contestar cuando lo observábamos! La suspensión no vino por la última sanción; eso es algo circunstancial, apenas la gota que derrama el vaso. Es la manzana podrida que de seguir aquí, arruinaría al plantel de ahora, joven y sano. Es un elemento totalmente pernicioso. Nunca podremos recuperar el dinero que el club invirtiera en él. Cruz: Ese día que fuimos a Olavarría, los muchachos estaban tranquilos. En el colectivo parecían como en misa y cuando él subió aquello se trasformó en un burdel. Saccol: Nosotros gastamos anualmente millones de pesos en fútbol amateur. Hay 7 divisiones con 25 jugadores cada una. El año pasado el señor Rubén Díaz cobró 6 mitones y sólo jugó 12 partidos. El resto, salvo una lesión, estuvo suspendido. Salió más caro que Perfumo. Aquel partido con Gimnasia fue vergonzoso. Entonces declaré en un periódico, y la sostengo todavía, que es un irresponsable. Seguro que se fue de parranda la noche antes, porque vagaba por la cancha agarrándose la cintura y mirando pasar a los contrarios. Ya en el 68 Pizzuti insistía en que lo vendiéramos; no lo quería ver más. Cruz: Cuando en el 69 viajábamos a Europa, no se dignó siquiera a aparecer en Ezeiza. Hubo que mandarlo solo, varios días después. Por su culpa perdimos la copa Mohamed V en Mozambique: lo echaron de la cancha, y para colmo, se peleó a la salida y lo metieron preso. Tuve que ir a pagar la multa para sacarlo, y cuando lo recriminé, me contestó muy fresco: “Me hubiera dejado adentro”. Saccol: Los cuatro últimos técnicos que tuvimos lo suspendieron. La vez de Maschio ya pensábamos rescindirle el contrato, pero el plantel intercedió en favor suyo. Después pidió disculpas por nota y prometió corregirse. Cruz: Hasta vino la madre una tarde para que lo perdonáramos ... Saccol: Ya cuando jugaba en tercera estaba separado del equipo. En el 64 la subcomisión de fútbol amateur quería darle el pase en blanco. Yo ni sabía quién era. En su foja hay de todo: multas, llegadas tarde, actitudes antideportivas. Este año ya lo echaron tres veces de los entrenamientos. Es un insolente. Se lo reconvino paternalmente, maternalmente, como dirigente, como hincha. Pero todo al cohete. Cruz: Cómo será de gil, que una vez Pizzuti tuvo que suspenderlo en una gira porque mientras sus compañeros dormían, él les echaba baldazos de agua fría. Saccol: Le gusta desafiar a todos. Aquí no interesa más. Nos puede preocupar un Rulli, un Basile, que son verdaderos profesionales con una línea de conducta, pero nunca ese insolente. Por supuesto intentaremos venderlo porque es patrimonio de Racing. Sin embargo, creo difícil que haya ofertas interesantes. Aquí, en Brasil y en el Uruguay, es archiconocido y no quieren saber nada con él. Hace poco vino gente del Atlético de Madrid para llevarse un defensor y lo ofrecimos. Se agarraron la cabeza. Venderlo sería engañoso, porque como futbolista está terminado. Cruz: El periodismo se equivoca al querer contrabandearlo como un tipo pintoresco en desgracia. Vez pasada, el tonto de Nimo lo llevó al programa de Galán y escandalizado le preguntaba cómo podía cortarse una carrera por cuestión de un cigarrillo. Saccol: Lo que Nimo calló fue cuántas veces él mismo lo echó de la cancha. Por mí que vaya a cuantos programas de televisión quiera. Con esa facha, la melena, barbudo y así vestido, nos favorece que aparezca en cámara. Pero basta ... no hablemos más de él. ♦ PANORAMA, NOVIEMBRE 10, 1970 |