Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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"Pipo" Mancera "ES todavía mucho peor de lo que ustedes creen y a veces no les niego que he vacilado un poco antes de atreverme a muchas cosas de las que hago. Pero hay algo, no se qué es, que me empuja a seguir y a intentar una superación permanente. Supongo que son en realidad dos cosas: mi temperamento nervioso y mi agradecimiento a la gente. Siempre he encontrado un apoyo extraordinario en la gente para todo. Eso me ayudó a curar mi timidez y mis complejos" Nicolás “Pipo” Mancera nos confeso muchas cosas. Y entre ellas, que de acuerdo con su agenda no tenía más que diez minutos libres en toda la semana. Pero lógicamente la charla se extendió a más de dos horas durante las cuales salieron a relucir muchos temas de atracción que escapan habitualmente a la consideración del público televidente. Una franqueza característica del hombre que se siente seguro de sí, mismo porque ha logrado lo que se proponía, es decir el éxito, la popularidad o el cumplimiento de su vocación, es el principal aspecto de la personalidad del más triunfal de los animadores de la TV nacional. —Lo digo con muy sincero y sano orgullo. Creo, por los informes que tengo, que no existe otro programa como “Sábados circulares” en la televisión mundial. Es decir, me refiero a algo que se le parezca. Por supuesto que los grandes “shows” con animador difieren de mis “sábados” y además tiene no sólo otras modalidades sino que además no son tan largos... —¿Cuál es el secreto de su programa? —Uno solo que es tan sencillo que ni siquiera es un secreto porque se trata de tener mucha gente haciendo un trabajo tremendo durante toda la semana. Las seis horas de transmisión son simplemente el resumen de una semana de intensísima actividad de un equipo humano que tiene una capacidad enorme y un golpe de vista instantáneo sobre lo que puede interesar al público televidente. Mis compañeros “ven” el asunto y otras veces lo veo yo y les aviso para que lo comprometan... —Trabajo de coordinación total. .. —¡Exactamente! Compenetración e identidad de miras en función de una sola obligación que es también una total necesidad para mantener el promedio de audiencia y la calidad del programa: la obligación y la necesidad en este caso significan hacer las cosas bien, rápido y completas... “Pipo” revisa el motor de su coche. Lo vemos en función de mecánico y recordamos que uno de sus “fanatismos" es el automóvil. Pero también, la aviación, la caza submarina, la investigación policial, el cine, y diez mil cosas más. Y recordamos también que Mancera se hizo acreedor por todas esas cosas que le dan “salsa” a su programa a cuatro premios de extraordinario valor en 1966: el “Martín Fierro”, de A.P.T.R.A.; “El mástil de oro”, de los periodistas rosarinos; “El ojo de la humanidad”, de los reporteros gráficos y el “Leo del año”... —¿Es usted un maniático del sensacionalismo?... —¡De ninguna manera! ¡Diría más bien que todo lo contrario!... A mí, en el fondo de mi corazón lo que más me gusta es todo aquello que significa un mensaje de optimismo, una puerta abierta a la esperanza aún en las situaciones más desalentadoras o desesperadas; la recuperación de las gentes que han sufrido problemas espantosos, por obra y gracia de una gran voluntad de salvarse y rehacer sus vidas; las cosas de la vida en las que hay ternura, emoción, sensibilidad, sentimientos nobles, los gestos de honradez, la aptitud artística. Esas notas periodísticas plenas de simpatía que ustedes me han visto hacer llevando al programa a gentes admirables por distintos aspectos y que han tenido algún gesto enaltecedor de la personalidad humana y de sus mejores aspectos como son la búsqueda de la belleza y de la bondad. —¿Cómo se explican entonces las peligrosas pruebas a que usted se somete? —Les aseguro con toda sinceridad que no lo hago por satisfacer una vanidad zonza ni porque me guste arriesgar la vida. Por el contrario, créanme que muchas de esas “pruebas”, como ustedes las llaman, las he realizado muerto de miedo, haciéndoseme un nudo en la garganta o por lo menos con mucha preocupación por mi integridad física. Pero ustedes saben que yo he sido periodista y muy activo... —Así es. Recordamos que fue cronista de policía de un importantísimo diario y también crítico de cine... —Con mis grandes maestros del oficio aprendí una Ley del Periodismo que es norma esencial de la dignidad profesional: el cronista tiene que estar en el lugar del suceso siempre y mejor se narran las cosas al público cuando mejor se han visto y se han oído. El periodista de televisión tiene que contar las cosas que ve, verbalmente, en lugar de hacerlo por escrito y no hay otra forma de poder relatar con toda la verdad, un suceso que siendo su protagonista. El periodista de diarios “está” en un operativo bélico, por ejemplo, aunque no se lo vea en la fotografía. El de televisión, como es totalmente visual, debe “estar” también inclusive en cámaras. Es una norma universal y yo la cumpliré aunque a veces tenga que disimular algún temblor. Revista Radiolandia 7/4/1967 |