Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado
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Los discípulos de Uturunco La captura de guerrilleros en Tucumán no sólo muestra el resurgimiento de la subversión (¿peronista?); también pone al descubierto algunas diferencias entre los encargados de reprimirla. Puede sospecharse la existencia de un amplio plan insurgente: el capital secuestrado a los insurrectos argentinos procede de una falsificación hecha con fines revolucionarios y descubierta en Londres “La idea era bastante buena: montar un centro de adiestramiento guerrillero camuflado de estancia, y desde allí alimentar a los grupos subversivos que operarían en la zona montañosa del Aconquija". Un alto funcionario de la policía tucumana valoró ante SIETE DIAS la estrategia bélica de los 14 guerrilleros apresados el 19 de septiembre en La Cañada, un paraje situado a 133 kilómetros de San Miguel de Tucumán. Nadie sabe, hasta el presente, si ése fue el verdadero objetivo de los frustrados revoltosos. Hasta el miércoles 25, las declaraciones de los detenidos seguían delatando la misma incoherencia que se advirtió el día de su captura. Un solo testimonio resultó común a todos ellos: se autocalificaron peronistas; todo lo demás constituye una madeja de confesiones contradictorias, acaso deliberadamente urdidas para despistar a la policía. CINCO AÑOS DESPUES A mediados de 1963, durante el gobierno de Arturo Frondizi, Tucumán fue escenario del primer brote guerrillero en la Argentina. Lo capitaneaba el ubicuo Comandante Uturunco, de filiación peronista, quien luego de librar algunas leves escaramuzas con tropas de Gendarmería Nacional, fue rápidamente reducido. Los guerrilleros atrapados en La Cañada corrieron la misma suerte, aunque no llegaron a cruzar disparos con fuerzas oficiales. Algunas versiones sostienen que fueron descubiertos y denunciados por vecinos de la zona o por ex compañeros, mientras organizaban su acción futura. El abogado Ricardo Rojo, autor del libro Mi Amigo el Che, no cree en la existencia de soplones: “Los intentos de este tipo —explicó a SIETE DIAS— fracasan en el 99 por ciento de los casos. Y cuando esto ocurre, se busca descargar responsabilidades. Pero la principal dificultad que enfrenta este tipo de operaciones es el clima general que vive el país, la represión sistemática y la acción de los organismos de seguridad. Particularmente en Tucumán, por ser foco de tensiones sociales, esa acción es sumamente intensa”. Lo cierto es que, en la madrugada del jueves 19, cincuenta agentes vestidos de civil y comandados por el comisario Hugo Tamagbini, jefe de Investigaciones de la policía tucumana, cazaron a 13 hombres y una mujer, que habitaban el poco disimulado campamento montaraz. Cuando las autoridades identificaron a los guerrilleros, se llevaron algunas sorpresas. Tres de ellos —Envar El Kadri, 27 años; Amanda Peralta de Diéguez, 28, y José Luis Rojas, 41— habían desarrollado actividades terroristas en el país. Los restantes no poseían antecedentes penales, si algunas características singulares. Agustín Ferré Gadea, 31 años, por ejemplo, es un español que hace dos años abandonó los hábitos eclesiásticos para convertirse en obrero y, posteriormente, adherirse a la subversión. El grupo se había establecido en un campo que Néstor Raúl Verdinelli, presunto jefe de la guerrilla, adquirió a Juan Eugenio Bertelli, un comerciante tucumano acusado de encubrimiento. La operación insumió 500.000 pesos. Otros 600.000 fueron hallados en poder de Amanda Peralta de Diéguez. DINERO EN EL COCHE CUNA El miércoles 25, la policía tucumana, apoyada por funcionarios de Coordinación Federal, lograba arrancar a los detenidos una confesión explosiva: el grupo se declaró, ese día, culpable de una serie de suculentos robos en la Capital y el Gran Buenos Aires, entre los que se destacaban particularmente dos: el realizado el 30 de abril de este año al Nuevo Banco Italiano, sucursal Llavallol, donde cosecharon 4.900.000 pesos y fueron muertos el sargento de policía Gregorio Gómez y el empleado bancario Alberto Rotundo; el perpetrado el 29 de julio último al Banco de Quilmes, sucursal Lanús, por 7 millones. También revelaron haber sido los autores del asalto realizado el 6 de abril al trasporte preaéreo de la empresa León y cuyos 20 pasajeros —camino a Ezeiza— fueron despojados de dinero y alhajas. Sin embargo, los que intervienen en el procedimiento creen que el capital guerrillero se habría incrementado con un contrabando de dólares llevado a cabo hace poco más de un mes. Por entonces, la policía londinense descubrió una importante falsificación de dólares destinados a financiar una revolución en la Argentina y países limítrofes. Poco después que se advirtiera la circulación de ese dinero, las autoridades nacionales descubrieron en el puerto de Buenos Aires a un anciano, procedente del Uruguay, quien trasportaba en un coche-cuna 5 millones de dólares, similares a los aparecidos en Londres, empaquetados en fajos de cien. RIÑA EN LAS ALTAS ESFERAS El viernes 20 de septiembre, el mayor (R) Eduardo Herrera, jefe de policía de Tucumán, extendió su renuncia al jefe de Inteligencia del Ejército, teniente coronel Ernesto Schenk. Trascendió el profundo desacuerdo de Schenk por la “poco hábil” acción desplegada por la policía tucumana para atrapar a los guerrilleros: el Ejército y la Policía Federal se enteraron de los sucesos a través de las publicaciones periodísticas. La renuncia de Herrera fue rechazada, pero muy pocos se detuvieron a analizar las razones de su insólito hermetismo operativo. Desde marzo último, el jefe de policía tucumano ha estado solicitando infructuosamente equipos especiales para enfrentar un posible foco guerrillero, entonces Herrera decidió consumar un golpe más efectivo, que en suma le permitió matar dos pájaros de un tiro: demostró la importancia de sus reclamos y fortaleció su imagen represiva. Superada la tensión de los primeros momentos, los idóneos en antiguerrilla —pertenecientes a la Policía Federal, Coordinación Federal, Policía de Salta, Servicio de Informaciones del Estado y, según versiones, a la CIA— analizan ahora en Tucumán las posibles ramificaciones del brote. Dos zonas de montaña de esa provincia concentran Preferente atención: Tafí del Valle y Amaicha del Valle. Hay indicios de que esas regiones y la totalidad de los valles calchaquíes serán escenarios de inminentes rastreos en busca de aprendices de guerrilleros. Para algunos observadores, la captura del grupo subversivo respaldará los planes del flamante comandante en jefe del Ejército, general Alejan-oro Lanusse, quien participa actualmente de la Conferencia de Comandantes en Jefe Americanos, en Río de Janeiro. “Es necesario incrementar la capacidad de las fuerzas armadas, para el cumplimiento de sus misionéis específicas", afirmó Lanusse poco antes de partir. Esos guerrilleros detenidos en Tucumán le servirán de ejemplo para actualizar su propuesta y plantear la urgencia de una solución. Mientras proliferan especulaciones políticas en torno del único y modesto affaire subversivo de los últimos meses, sus 14 protagonistas se aprestan a enfrentar el juicio que por conspiración para la rebelión, tenencia de armas de guerra y asociación ilícita, preparan las autoridades. Algunas versiones postulan al abogado Ricardo Rojo cómo posible defensor de los acusados. “No asumiré esa función pues no ejerzo mi profesión en Tucumán —puntualizó a SIETE DIAS—, Sin embargo, viajaré a esa ciudad para colaborar con los letrados que tengan a su cargo la defensa. Tengo entendido que ellos serán los doctores Araujo y Garzón. Por mi parte, la semana pasada conversé con la madre de El Kadri y le sugerí que contratara los servicios del doctor Guillermo Jesús Garmendia, un joven tucumano ubicado en la línea popular. Uno de los argumentos que la defensa podrá explotar es el siguiente: Esos jóvenes son juzgados por alzamiento, por una actitud revolucionaria. ¿Pero qué títulos esgrimirá el elenco oficial, que también proviene de un alzamiento? Revista Siete Días Ilustrados 30.09.1968 |
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