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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

El Congo
hombres del caos

Kasavubu intentó ampliar el sentimiento nacional sin lograrlo; Tshombe, atento cuidador de los intereses de los colonialistas; Mobutu, soldado, periodista y hombre fuerte desde hace 5 años; Lumumba, el autodidacta cuya figura adquiere caracteres de leyenda entre el pueblo congoleño.

Revista Hechos Mundiales
octubre 1969

 

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El coronel Moise Mobutu -izquierda- dueño del poder y las armas en el Congo

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Patricio Lumumba -segundo de izquierda a derecha- cuando era llamado "emeri", salvador de su pueblo

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Ex seminarista, Joseph Kasavubu -derecha- primer presidente del Congo fue derrocado cinco años después de asumir

 

 

Como en todas las crisis, del maremagnum del ex Congo Belga han aflorado algunas personalidades de primera fila. Nadie hubiera osado predecirlo hace diez años, cuando los gobernantes de ahora apenas eran oscuros funcionarios subalternos de los servicios coloniales.

KASAVUBU: TEMBLOR EN EL PISO

Es un caso típico de hombre formado por los colonialistas, pero que acaba enarbolando la bandera de un eficaz nacionalismo anticolonial.
Nació Joseph Kasavubu en Tshela, a orillas del río Congo, en 1910, en una región de cerros y lodazales habitada por la tribu bakonga, la más antigua de la ribera, a la cual siempre se considera vinculado.
Ex seminarista y estudiante en la Normal, ingresó como escribiente en una compañía belga. Su vida política se inició al ser elegido presidente de la Asociación de originarios del Bajo Congo, que con la sigla Abako se convirtió en un verdadero partido político nacionalista de los bakongos, quienes enfrentaban tanto a los blancos como a los negros de la tribu rival bangala, a los que consideraban intrusos en su región.
En poco tiempo el Abako, mejor organizado que otras agrupaciones, pudo resultar el portavoz de las aspiraciones de independencia de todo el Congo y no es casual que fuera a raíz de una manifestación publica de este partido que estallaran en Leopoldville —Kinshasa actual— los violentos disturbios que permitieron al Gobierno belga reconocer precipitadamente la "voluntad de independencia" que alentaba en su colonia.
El gobierno de Kasavubu desde el 30 de junio de 1960, cuando inmediatamente de reconocida la soberanía congolesa fue elegido Presidente por el Parlamento, hasta que lo depuso el coronel Mobutu el 25 de noviembre de 1965, no tuvo apenas un momento de sosiego. Esto hace muy difícil formular un juicio sobre su política y sobre su actuación de gobernante.

TSHOMBE: EL VASALLO APROVECHADO

Si Moisé Tshombe hubiera nacido en ciertos países de América latina habría sido tachado de "apatronado". En realidad constituye el caso típico del nativo que desea la independencia, que siente el deseo de ser ciudadano de un país libre, pero al mismo tiempo comprende las enormes ventajas inmediatas que obtiene quien se lleva bien con los capitalistas extranjeros. El, desde luego, amasó una fortuna increíble a la sombra de esta protección.
Además, Tshombe, de ser nacionalista, lo era de su Katanga natal. Por ello se apresuró a declararla independiente en cuanto desapareció el yugo belga y sostuvo después una larga guerra por la independencia katanguesa, no tanto con el gobierno central como contra las fuerzas de la ONU, que hacían un papel bien singular. Por una parte estaban en el Congo para asegurar su independencia, y por otra, liquidaron ese mismo deseo de independencia, bien genuino, de una región próspera, más adelantada que el resto de la falsa nación y con recursos propios para subsistir en buenas condiciones.
Una de las razones de que Tshombe fuera poco grato tanto para comunistas como para nacionalistas del tipo Lumumba, fue su deseo de tener tropas belgas a mano para cualquier eventualidad que hiciera peligrar su posición. A falta de ellas, recurrió a los llamados mercenarios, que mataban a tanto la hora.
Tshombe fue condenado a muerte en rebeldía por alta traición con el pretexto de que había conspirado contra el Congo durante su exilio en Europa después de ser derrocado. Es muy posible que fuera cierta la acusación, pues el 24 de julio de 1966 ocurrió una sublevación militar en Kasangani, ex Stanleyville.
Lo que no ofrece duda es que Tshombe, residente después en España, algo tramaba contra el gobierno de Mobutu cuando fue raptado en su propio avión particular, y conducido a Argelia. Pedida inmediatamente la extradición por el gobierno de Mobutu. el Gobierno argelino dio largas al asunto, manteniendo entretanto encarcelado con toda clase de comodidades a Tshombe hasta su muerte en junio último, de algo que algún día se sabrá con certeza.

MOBUTU: PECADOR DE RIO REVUELTO

El caso de Joseph Mobutu prueba que los belgas no andaban muy descaminados al crear la categoría de "evolucionados" entre los negros. Lo malo era la forma que utilizaron para lograr el embrión de una especie de aristocracia negra.
Los comienzos de Mobutu fueron similares a los de otros muchachos inteligentes. Nacido en la tribu Mongo, estudió en la escuela misionera local. Ingresó posteriormente en la Escuela Militar de Subalternos y, dentro del ejército, obtuvo el título de taquígrafo. Sus ambiciones eran más elevadas.
Dejó el ejército para hacerse periodista, en 1956. Fue el punto de partida de su actividad política. Trabajando en "L' Avenir", periódico que editaba un suplemento especial para los negros, conoció a Lumumba. Ingresó al MNC y comenzó a escalar puestos directivos.
Sin embargo, el nacionalismo de Mobutu no parecía muy intransigente. Tampoco se ha manifestado Mobutu muy opuesto a las grandes compañías con intereses en el Congo. Por todo ello, han sido frecuentes las acusaciones de "soplón" con que lo tildaban los nacionalistas exaltados, o la de "agente de la CIA" que le dedican los comunistas.
Prescindiendo de lo que dijeran sus detractores, Mobutu se abrió camino hasta el poder absoluto, primero como arbitro de las disputas entre Kasavubu y Lumumba, después como indiscutido hombre fuerte del país. El antiguo suboficial de los belgas está demostrando mano firme en el timón. Los resultados de su gobierno únicamente podrán apreciarse con el correr del tiempo, pero hay un hecho que induce a pensar positivamente de su política. Desde julio de 1967, en que hubo una revuelta de mercenarios blancos. al Congo se mantiene en paz.

LUMUMBA: EL HOMBRE Y EL MITO

Si alguien hubiera vaticinado al niño Patricio Lumumba en su aldea nativa de Katako-Kombé, de la tribu de los batetela, en la provincia de Kassai, que iba a ser un personaje de popularidad mundial y hasta —cosa inaudita— que una universidad soviética llevaría su nombre, probablemente le hubieran tenido por loco. Ni el hechicero local se hubiera atrevido a tanto, entre otras razones porque nadie debía saber en las chozas de paja dónde está Moscú.
Sin embargo, por uno de los caprichos del destino, así fue. Nacido en 1925, de una familia campesina, Lumumba comenzó a instruirse en una escuela protestante. De ella pasó a otra católica, cambio que debía dejarle una huella de escepticismo religioso para siempre.
A los dieciocho años llegó a Stanleyville, donde se desarrollaría la mayor parte de su breve y dramática carrera política. Había intentado antes ser enfermero, pero fracasó. Durante varios años trabajó en varias industrias y leyó cuanto caía en sus manos, hasta irse formando la cultura un poco confusa, algo abigarrada de la mayoría de los autodidactos.
Su talento natural, un don de gentes que le reconocían tanto sus jefes como los compañeros, le iban abriendo camino en política. Su matrícula de "evolucionado", lograda penosamente, le permitió dar otro paso de avance, la entrada en la administración colonial. En un modesto puesto de cartero nada más, pero cuando fue nombrado en 1954, nadie sospechó tampoco que esta actividad funcionaria subalterna era el aprendizaje de gobernante para Lumumba.
Pocos años después perdía el puesto y era sentenciado a un año de cárcel por haberse apropiado de 1.260 francos belgas en cheques postales. Para Lumumba esta condena resultó una apoteosis política.

—No he cometido ningún robo. Una simple expropiación. El dinero del Congo es de los congoleses y son los belgas quienes lo roban. Esta defensa no la admitió el tribuna!, pero la aplaudieron los negros con entusiasmo, viendo ya en Lumumba un líder audaz.
Su popularidad crecía en Stanleyville. De 1957 a 1959 trabajó en una fábrica de cerveza y llegó a ser el director, mientras fundaba asociaciones para la instrucción de los negros, que se inspiraban en ideas más bien de tipo liberal. El comunista que posteriormente se iba a proclamar de Lumumba no aparecía en su actuación revolucionaria, simplemente nacionalista e inspirada por el manifiesto "Conscience Africaine", de Ileo, no por el "Manifiesto Comunista", de Carlos Marx.

Su labor le lleva a la presidencia del Movimiento Nacional Congoleño en 1959. Confirmando su espíritu moderado, el programa del MNC plantea la educación política de las masas negras, la oposición a todo movimiento separatista provincial, lo cual era algo utópico en una tierra de tribus, y la obtención de la independencia pacíficamente.
A su regreso de su breve viaje a Bélgica se hizo cargo de la dirección del periódico "L' Independant". Continuó su proselitismo, pero ya los ánimos se iban caldeando y las masas negras se impacientaban. En noviembre del 59 se celebró un Congreso del MNC. Degeneró en un grave disturbio y Lumumba fue encarcelado de nuevo como responsable.

No duró mucho tiempo su detención. En enero de 1960 se le puso en libertad y fue invitado a trasladarse a Bélgica como huésped del gobierno con todos los honores, para tomar parte en la "Conferencia de Mesa Redonda". en la que deberían convenirse las bases y la forma de organizar la independencia del Congo. Lumumba intervino ampliamente, pero cuando al término de este debate se inició otro para tratar los aspectos económicos de la independencia y buscar la manera de que las grandes empresas belgas continuaran dominando la economía de la nueva nación, Lumumba se retiró, advirtiendo que no se sentiría obligado por ninguno de tales acuerdos si llegaba a gobernar. Tal vez fue entonces cuando realmente provocó su condena a muerte.
Convocadas las primeras elecciones, fue elegido miembro de la Asamblea de la Provincia Oriental, y seguidamente, en mayo del mismo año, diputado por Stanleyville en la primera Cámara de Representantes.
Su popularidad en aquel momento era incontrastable.

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Moise Tshombe -sentado- demuestra su enojo al ser detenido

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Digna en su dolor, Pauline, viuda de Lumumba, no recobró el cadáver de su esposo mártir a pesar de sus ruegos

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Las ambiciones y los odios tribales sellaron el destino trágico de Patricio Lumumba, cuya imagen crece ahora en la leyenda

Vencedor en las elecciones legislativas y provinciales, formó como Premier el primer gobierno independiente del Congo, en el cual se reservó el cargo de Ministro de Defensa, detalle que generalmente se olvida.
La muerte de Lumumba es de por sí una página repugnante. Ciertamente no puede reprocharse a los negros la forma en que lo torturaron como algo específicamente salvaje. En nuestros tiempos casos semejantes de ferocidad, o aun peores, los han exhibido muchos blancos contra blancos y compatriotas también. Lo que sorprende es que no lo liquidaran pura y simplemente, sin propinarle previamente vejámenes como el de hacerle comer a punta de bayoneta uno de sus discursos. La escena fue proyectada en todos los cines del mundo, pues la tomó un camarógrafo de las fuerzas de la ONU, que no se molestaron en intervenir a favor de quien quería expulsarlas del Congo.
Después de ejecutado, se fueron tejiendo versiones contradictorias, para embrollar las pistas. Había sido demasiado popular, la gente le llamaba con demasiada frecuencia ¡emeri!, salvador. No convenía agigantar su mito con el reconocimiento del martirio y se inventó la versión de su muerte a manos de los habitantes de una aldea de Katanga, quienes se comieron su hígado y su corazón. El ministro katangués Munongo, que propagó el relato, posiblemente no advertía que estaba explicando indirectamente al mundo estupefacto que en el Congo actual quedan caníbales.
Otra versión de otro ministro de Katanga, a quien fusilaron por contarla, dice que la muerte de Lumumba, realizada por tropas de Bobutu, fue decidida en conciliábulo entre Kasavubu, Kalonji, Bolikango y Tshombe, en el mes de agosto de 1960, cuando todavía era Premier. Se le detuvo en octubre y se le trasladó en diciembre, medio desnudo, maniatado y molido como un fardo a Campo Hardy, feudo de Kasavubu. Al poco tiempo, Lumumba tenía conquistados allí a sus guardianes. Entonces se decidió llevarlo a Katanga para liquidarle con impunidad.
Una avioneta lo trasladó, de nuevo amarrado como un bulto. a Stanleyville. El ministro Munongo dirigía personalmente la maniobra de recepción. Arrojaron a Lumumba y sus compañeros Okide y M. Polo en un camión después que los soldados de Mobutu alejaron con sus fusiles a las tropas de la ONU que vieron cómo se golpeaba bestialmente a los prisioneros. Un soldado debía clavar su bayoneta a Lumumba dentro del camión, pero la mirada del mártir lo paralogizaba. Entonces el propio Munongo se apoderó del arma y la clavó en el pecho de Lumumba. El capitán de mercenarios Lucien Gatt, que conducía el vehículo, desenfundó la pistola y le dio un tiro de gracia.
"Yo, G. Pisters, médico del Gobierno katangués, certifico que el llamado Lumumba, Patrice, sexo masculino, edad 36 años, ha fallecido en la selva de Katanga. 13 de febrero de 1961".
Esto es cuanto se sabe oficialmente del fin de Lumumba. Poco para la historia, mucho para su mito, que se mantiene vivo en el Congo ensangrentado por el largo parto de la independencia.

 

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