Camilo Torres, guerrillero colombiano
guerrilleros peruanos en la selva
tropas antiguerrillas en la quebrada de Ñancahuazu donde actuó
Ernesto "che" Guevara
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Las luchas revolucionarias
que en uno u otro momento de la Historia han convulsionado casi constantemente al mundo,
han adquirido durante esta última década una dimensión muy especial y característica.
La guerra civil se ha hecho internacional, reemplazando a las guerras convencionales y
envolviendo en su fragor a casi todos los países del globo, en mayor o menor medida. El
escenario bélico, otrora restringido a un territorio determinado, se ha agigantado y
esparcido hasta convertir el planeta entero en prácticamente un solo gran campo de
batalla, en el que no se libran empero combates de gran magnitud, sino encuentros
parciales pero cruentos. El pequeño destacamento de guerrilleros -expresión violenta de
los rebeldes con y sin causa existentes en todas las latitudes-, amparado por las
montañas y las selvas, con sus ataques relámpagos y sus bombas de fabricación casera,
es hoy en día un elemento clave en las difíciles relaciones entre los pueblos de
intereses contrapuestos y en los enfrentamientos internos de ideologías rivales.
Asimismo, como cada acción engendra su reacción, estos movimientos armados han
encontrado su réplica y su anticuerpo de parte de los defensores del orden amenazado,
quienes los han combatido utilizando sus mismos métodos y sistemas. Guerrillas y
antiguerrillas se han tornado, pues, en los ingredientes más explosivos de esta tensa
pugna mundial entre las doctrinas irreconciliables que dividen actualmente a la humanidad.
HISTORIA DE LAS GUERRILLAS
La guerrilla, expresión armada de esta
verdadera guerra civil mundial, no es, con todo, un fenómeno esencialmente nuevo en la
Historia. Ya en la época del Imperio Romano, durante la Segunda Guerra Púnica entre Roma
y Cartago (208-201 a. de C), el cónsul Fabio Cunctator hostigaba a los ejércitos de
Aníbal, tras la batalla del lago Trasimeno, sin exponerse a un encuentro decisivo. Y más
concretamente, mostraba uno de los primeros casos, de aplicación de la técnica de
guerrillas, cuando en esa ocasión pequeños grupos armados, de gran movilidad y audacia,
mantuvieron en jaque a un ejército mucho más poderoso en armamentos y número.
Muchas canturrias más tarde, otros caudillos como Bertrand Duguesclin, el Caballero
Bayardo o Enrique de Navarra retomaron con éxito el método de la guerrilla. Más
modernamente, durante la invasión napoleónica en la Península Ibérica, los españoles
opusieron la primera gran resistencia nacional que salió al paso del Emperador en su
absorción de Europa, a base de facciones guerrilleras, creando precisamente el término
"guerrilla". Y durante las luchas de la Independencia hispanoamericana,
guerrilleros y no otra cosa fueron los combatientes más eficaces contra la dominación
española.
Ya en nuestro siglo XX, la lucha guerrillera fue encontrando cada vez con mayor frecuencia
nuevos exponentes: Lawrence de Arabia, en la Guerra del Catorce; los "maquis"
durante la Resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial; Tito en Yugoslavia; Grivas
en Chipre; el FLN argelino; el "Che" Guevara y Fidel Castro en Sierra Maestra;
el Vietcong; y, en este último tiempo, los guerrilleros árabes que actúan contra las
fuerzas israelíes. Pero, entre todos ellos, sobresale una figura que merece aparecer con
mayúscula en la historia de las guerrillas: Mao Tse-tung, el verdadero y genial forjador
de la moderna lucha guerrillera.
MAO, MAESTRO DE GUERRILLEROS
Mao fue quien elevó la guerrilla a la
categoría de una auténtica ciencia militar. Su actuación al frente del ejército
comunista en la Revolución China y las enseñanzas que vertió en su obra "La Guerra
de Guerrillas" lo ubicaron en la cima de la admiración guerrillera mundial.
Considerado su tratado una obra maestra sobre la materia, llegó a ser estudiado
concienzudamente por revolucionarios de las más distintas gamas. Desde Vietnam a
Centroamérica, Malasia a Colombia, el Congo y la Guinea Portuguesa a Perú, Laos a
Venezuela, Birmania a Colombia y Bolivia -detallar los brotes guerrilleros surgidos en la
última década constituiría una tarea de enumeración ímproba y fastidiosa por su
extensión-, esta especie de pequeña biblia insurreccional fue rápidamente llenando de
puntos rojos el mapa mundial.
Frentes de liberación nacional, de fisonomía marxista en su enorme mayoría, comenzaron
así a enfrentarse a los grandes ejércitos regulares de las potencias en una batalla
estrechamente ligada a la guerra fría y cuyas armas principales no son tanto las de
fuego, sino las psicológicas y políticas.
Para Mao Tse-tung y Ernesto "Che" Guevara, el discípulo más aventajado de !as
enseñanzas maoístas -el desaparecido caudillo argentino-cubano llegó también a
escribir un tratado sobre el tema, adaptando la guerrilla a las condiciones
latinoamericanas-, la lucha guerrillera es ante todo un arma política, un elemento entre
los muchos que posee un movimiento revolucionario para desalojar a los extranjeros primero
y a los rivales ideológicos después del ejercicio del poder. "Consideramos -
escribió Mao- a las operaciones de guerrillas sólo como un elemento mas de la guerra
total de masas, pues aquéllas, careciendo de la condición de independientes, no son, por
sí solas, capaces de decidir la lucha."
Mao Tse-tung -izquierda-
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Para el "Che", las guerrillas constituyeron el medio para una posibilidad cierta
de triunfo revolucionario en América latina, especialmente en algunos países de la
región andina -Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia-, de la que llegó a decir
que seria una Sierra Maestra sudamericana, antes de perecer mientras dirigía las
guerrillas bolivianas. Sin embargo, la falta de apoyo de los campesinos, de que. en
general, han adolecido en el continente los movimientos guerrilleros -la única excepción
fue Cuba-, ha constituido el mayor obstáculo para estos insurgentes. El poco éxito de
los guerrilleros latinoamericanos, según Eric J. Hobsbawn, catedrático de Historia y
Sociología de la Universidad de Londres, se explicaría porque los destacamentos
insurgentes que operan en la región están en su inmensa mayoría formados por grupos
urbanos de elite, que carecen de apoyo obrero y que por supuesto no tienen nada que ver
con la realidad campesina.
Esta circunstancia vulnera una de las directrices fundamentales de Mao, cual es la intima
unión que debe reinar entre el partisano y el pueblo. "Debemos -señaló el líder
chino- unir la fuerza del ejército con la del pueblo; debemos golpear unidos en los
puntos débiles, en los flancos, frente y retaguardia del enemigo. Debemos hacerle la
guerra en todas partes, produciendo la dispersión de sus fuerzas y la disipación de su
potencia." En China y el Vietcong esta alianza entre el revolucionario y su pueblo se
produjo y el éxito coronó la Revolución de la primera y hasta el momento acompaña a
las acciones de los vietnamitas, a pesar de sus enormes penurias. En Latinoamérica no, y
el resultado es que las guerrillas constituyen sólo brotes de insurgencia en el que
cobran fama caudillos valientes y románticos, mártires a corto plazo, como Camilo
Torres, el cura guerrillero; el "Che" Guevara o "Inti" Peredo. pero
que no cosechan éxitos positivos, como no sean los meramente psicológicos.
Para hacer posible la materialización de las guerrillas, Mao indicó asimismo
detalladamente en qué forma pueden originarse las unidades guerrilleras. Según él son
siete las fuentes de las cuales pueden crearse guerrillas: las masas populares; las
unidades regulares de ejército destacadas permanentemente; las unidades de ejército
regulares destacadas temporalmente; la combinación de una unidad regular con una
reclutada entre el pueblo; las milicias locales; los desertores de las filas enemigas, y,
por último, los antiguos bandidos o grupos de bandoleros.
Todas estas
posibilidades son utilizables cuando se trata de una guerra nacional contra un invasor
extranjero, como ha acontecido, en parte, en Vietnam. Hoy, sin embargo, al revestir la
lucha guerrillera un carácter de guerra civil, los puntos de mayor vigencia son los que
se refieren a las masas populares, las milicias locales y los desertores del enemigo.
LOS "BOINAS VERDES"
En una oportunidad, Raúl Castro
manifestó que "el imperialismo norteamericano es fuerte, pero tiene su talón de
Aquiles."
Este, según el hermano de Fidel, podía atacarse a través de la lucha guerrillera. Pero
los estrategas del Pentágono dieron su respuesta organizando y perfeccionando una
gigantesca máquina antiguerrillera, cuyo método es oponerse al enemigo con sus mismas
armas, y que se materializó en las llamadas "Fuerzas Especiales", cuyos
exponentes máximos son los "boinas verdes". Creadas por el Presidente Kennedy,
comenzaron a actuar con éxito en Vietnam y a asesorar a los ejércitos latinoamericanos
de los países que afrontaban brotes guerrilleros. De este modo, la guerrilla dejó de
tener por adversario a un ejército regular que aplicaba sin éxito ante ellos las
tácticas convencionales de la guerra clásica, para tener que enfrentar a hombres tan
bien o más capacitados que los guerrilleros para la lucha cuerpo a cuerpo, el ataque
relámpago o la incursión numéricamente pequeña pero devastadora.
Cada uno de los integrantes de los "boinas verdes" es un acabado especialista
militar, que domina varios idiomas y conoce todas las tácticas insurgentes. Su
entrenamiento es de máximo rigor y le capacita para sufrir toda clase de privaciones y
batirse en cualquier punto geográfico, desde la ciénaga más fangosa hasta la montaña
más escarpada. Físicamente es un superdotado, casi tanto como un astronauta, pero
además con perfecto dominio de todos los medios de defensa y ataque personales, como el
judo, la lucha libre, el karate y el box.
Es así como el movimiento guerrillero, cuyo último mártir de relieve ha sido
"Inti" Peredo, ex lugarteniente del "Che" y su sucesor en la
conducción de las guerrillas bolivianas, ha encontrado su anticuerpo: la antiguerrilla de
los "boinas verdes", cuyos métodos se han impuesto en todos los ejércitos que
deben enfrentar la amenaza de guerrilleros. 1969 asiste a este enfrentamiento singular,
que parece haber acabado casi definitivamente con los frentes de batalla de las guerras
clásicas, haciendo de todo el globo un solo foco de insurgencias parciales. |