Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

 

Egle Martin
"o ye ye yumba calungangue"

 

Revista Siete Días
27 de diciembre de 1966

por José María Jaunarena
Presentará un nuevo y alucinante espectáculo: el candombe

Por momentos parece una estudiante de filosofía: se sienta en el suelo, se ríe con graves y sonoras carcajadas y habla complacida de arte, literatura y antropología. Hace 20 años se llamaba Egle González Martínez, bailaba en el Teatro Colon y frecuentaba las adustas aulas del Conservatorio. En 1952, fue para todos Egle Martin, una suntuosa adolescente que obtenía el título de "Reina de la Televisión". Para ella misma, seguía siendo un enigma: ensayó fugazmente la pintura, escribió cuentos y poemas ("Algunos no eran del todo malos y se los mostré a Ernesto"). Ernesto es Sábato, padrino de su hijita Alejandra, de 4 años, que lleva ese nombre por la heroína de "Sobre héroes y tumbas". "Pero creo que todo eso: bailes clásicos, pintura y letras no eran otra cosa que una desesperada búsqueda de mí misma. Necesitaba expresarme de alguna manera".
Obviamente, no son declaraciones usuales de una "vedette". Al rato de estar con ella, se advierte que las únicas insignias de vedettismo son quizás dos "caniches", Whisky y Marión, que conviven bastante armónicamente con dos gatos y un cachorro "bull-dog". A simple vista, parece una muchacha "pop": vestidos policromos (uno de ellos pintado por Duarte), pantalones vaqueros, tintineantes esclavas, minifaldas, un movimiento constante, casi rítmico. Pero enseguida también se advierte que piensa. Aceptó la entrevista con una condición: la de no hablar de ella. Y casi lo logró.
Vive en un bohemio departamento de la calle Peña, rodeada de los objetos más inverosímiles: armas antiguas, cabezas de ciervos y chanchos salvajes, un cuadro de Figari, un afiche francés, en el que la muerte advierte sobre los peligros del alcoholismo (robado por Egle y su marido en una cueva existencialista de Saint Germain des Prés), trofeos de natación y muchos libros. En una piletita de lona, en la terraza, chapotean Alejandra y un ex campeón argentino de natación: Lalo Palacios, estanciero, cazador, sobrino de Alfredo Palacios y marido de Egle Martin. ("Espero que no me pregunten si nos vamos a divorciar").
El lugar, desde luego, refleja sus gustos. Porque la grácil bailarina que animó en la televisión a la memorable Carmen puede salir a cazar ciervos en San Martín de los Andes o yacarés en Corrientes. Cuesta imaginarla, pero es así. De contradicción en contradicción, Egle busca afanosamente su realización artística: "No quiero hablar del ayer porque lo siento como mi prehistoria. Todo lo que hice sirvió, pero lo importante es el hoy". El hoy para Egle Martin, lleva un año de duración. La fecha en que empezó a pensar en el candombe, un alucinante espectáculo que presentará en marzo. Desde entonces vivió rodeada de libros de antropología, leyendas y supersticiones negras, indagando las raíces históricas del candombe en África y en América. Buscó poetas, músicos, pintores y bailarines. Viajó a Brasil y trajo a Cachorro (Luis María Olmedo, un argentino que se fue y volvió terriblemente brasileño), estrechamente vinculado al movimiento de la "bossa nova". Lenta y trabajosamente se fue estructurando el audaz espectáculo, que incluye filmes, diapositivas, danzas, canciones, en una sucesión vertiginosa. "Es una verdadera sucesión de 'punchs' —explica Egle—. Una cosa verdaderamente sorprendente, nueva y vieja a la vez, que no va a ser un mero show. Queremos hacer del candombe un verdadero movimiento, similar al de la 'bosta nova' en Brasil.
En sus raíces, se van a encontrar los argentinos."
El movimiento cuenta ya con algunos pioneros. Entre los poetas y escritores, María Elena Walsh, Armando Tejada Gómez, Abelardo Castillo y el equipo de su revista "El escarabajo de oro", Osvaldo Sosa Cordero y Mario Jorge De Lellis, poeta recientemente fallecido. Entre los músicos se nuclean Alchourrón, Sarmientos, López Ruiz. 25 candomberos de color, reclutados entre los 6 y los 60 años, exhibirán la nueva y la vieja ola del candombe. "Los argentinos ignoran el candombe, —dice entusiastamente Egle—. Lo que conocen como tal es un sucedáneo de la milonga. El verdadero candombe, el que bailan los negros aún hoy en Buenos Aires, lo vamos a hacer público en marzo."
Y sin más, bailó y cantó ante el atontado cronista una letra especialmente creada por María Elena Walsh: "Al loco le doy razón / al bárbaro le doy paz / mi canto y mi corazón / son son para los demás / El gallo por más que empuje / nunca será gavilán / por qué andar atropellando / si voy a llegar igual".
Para Bumby o "la Negra", como la llaman sus íntimos, todo ha quedado atrás: sus diez películas, de las que recuerda sólo dos (Extraña ternura y Lo que le pasó a Reynoso), sus shows televisivos y parte de su misma vida. Cuando se le desliza una pregunta indiscreta, grita sonriente: "O yeye yumbá calungangüé". Es la contraseña que se dieron los negros en el Buenos Aires colonial, mientras esperaban la salida de sus amos de la iglesia mayor. Es también la manera de decir que a Egle sólo le importa el candombe: "Creo que por fin he encontrado la manera de expresarme."
Y es cierto: lo importante es hacer y hacerlo bien. Egle Martin está en eso.

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Egle Martin
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Egle Martin
Ella combina el arte, la literatura y la antropología

 

 

 

 

 

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