Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Ciencia y Técnica
Nada más que una oportunidad

Revista Periscopio
03.021970

Todo lo que el ciego necesita es una oportunidad —alertó la semana pasada Elina Tejerina de Walsh (39), directora de la Escuela Nº 315, para ciegos, de La Plata, ante un auditorio de 30 maestras especializadas—; la sociedad debe aceptar que existen ciegos y videntes, así como negros y blancos." El murmullo de aprobación recorrió una de las aulas de Casa del Docente Bonaerense, donde se desarrolla un curso intensivo sobre ''La teoría 'y la práctica en la educación del ciego", desde el 19 de enero.
Se trata de un seminario de perfeccionamiento y actualización sobre el tema —apadrinado por el Ministerio de Educación de la Provincia-—, a cargo del equipo técnico de la escuela 515, en el que participan psicólogos, asistentes sociales y maestros especializados, argentinos y uruguayos. "Nuestro trabajo —explica la experta Walsh— nos ha demostrado que es fundamental la convivencia de los chicos ciegos con los videntes en el ámbito escolar." La escuela de La Plata es la única en el país que, desde hace diez años, trabaja, sin desmayos, en la integración de ciegos en todas las escuelas comunes.
Es que abordar el campo de los adultos ciegos -—que abarca desde la rehabilitación hasta el cuestionamiento de toda una forma de vida— exige modular una solución total: "¿Cómo podríamos nosotros enfocar el problema de la mendicidad en los ciegos?", acierta Walsh. Por eso, ahora, los mayores ímpetus están destinados a lograr la socialización de los chicos en edad escolar y preescolar.
La aventura empezó en 1950, cuando la pionera —recién egresada de la Escuela Normal de Maestros para Ciegos— se instaló en una vieja casona de la calle 54, en La Plata. Dos maestras, sin experiencia anterior, y ella debieron atender las necesidades de los primeros diez alumnos. Hoy, el equipo de la escuela está integrado por 25 técnicos: psiquiatras, asistentes sociales y educacionales, un fonoaudiólogo, profesores de música, ejercicios físicos y manualidades, y un fervoroso grupo de maestros. Los alumnos ya son más de cincuenta.
"En general —especula Walsh—, el enfoque del problema educativo del ciego en la Argentina revela desconocimiento de la teoría y la práctica pedagógicas. Las instituciones se manejan con programas de caridad y conceptos tradicionales que deben revisarse. Es un fenómeno común a todos los campos de la pedagogía diferenciada." La mayoría de los institutos porteños, en realidad, son residenciales (internados); obstaculizan la integración de ciegos en escuelas comunes. Aunque a veces se aceptan alumnos en el nivel secundario, se desconoce que en la escuela primaria los chicos videntes reciben al ciego con menos prejuicios. Esta es, sin duda, la única forma de eliminar un mal social mayor: el rechazo que encuentra el ciego adulto en la sociedad.
Según los expertos de la escuela 515, se trata de un doble aprendizaje que comprende tanto a los no videntes como a la comunidad. Por eso, el departamento de psiquiatría de la escuela platense se encarga —entre otras cosas— del estudio de las relaciones entre el ciego y los diferentes grupos humanos en que éste se mueve.
"Nosotros no estamos en contra de la escuela residencial —polemiza Walsh—, pero pensamos que en el futuro los centros educativos deberán tener suficiente flexibilidad copo para complementar un sistema de internado —que para algunos puede ser necesario— con la Integración."
A partir de 1959, el equipo de la espuela 515 inicio los primeros contactos con las escuelas comunes. Un año después, dos alumnos ingresaron al ciclo básico: cinco años más tarde eran los primeros maestros ciegos de la Argentina. Ahora hay 8 ciegos integrados en escuelas primarias, 9 en secundarias, y 5 en la universidad. Son nada más que los primeros frutos.

 

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Elina Tejerina de Walsh


 

 

 

 

 
Elina Tejerina de Walsh
Elina Tejerina de Walsh

 

 

 

 

 

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