Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Yo lo hago, yo lo vuelo
Revista Gente y la Actualidad
21.11.1968

VIVE EN POLVAREDAS, UN PUEBLITO A 180 KILOMETROS DE LA CAPITAL. LE DICEN "PIRINCHO" Y ES EL PRIMER HOMBRE DE AMERICA LATINA QUE INVENTÓ, DISEÑÓ Y FABRICÓ UN HELICOPTERO POR SUS PROPIOS MEDIOS. AHORA EXPONE SUS "LOCURAS" EN LA RURAL Y YA ESTA INVENTANDO UN "SECRETO" CON LA AYUDA DE JUAN M. FANGIO. UN BOCHO. UN FUERA DE SERIE SENSACIONAL

A los 14 años fabricó un motor para lavarropas. A los 15 hizo uno para motocicleta. A los 16 se agrandó más: construyó, pieza por pieza, una motoneta completa con hierros viejos, de 500 cc, árbol de levas a la cabeza y caja de 4 velocidades. El motor lo fundió en aluminio, toda una novedad entonces. A los 17 años inventó, diseñó y fabricó un grupo electrógeno. A los 19 comenzaron a llamarlo "loco": andaba por su pueblo con un Renault Dauphine "a garrafa". A los 27 años cumplió uno de los sueños de su vida: por primera vez voló en su propio helicóptero. Un helicóptero pequeño, diseñado entre mate y mate en su taller. Armado con hierros de camas viejas, con caños que encontró por ahí. Desde los 13 años lo pensó. Lo estructuró en muchas noches sin dormir. Lo dibujó mil veces. "Y lo hizo, tornillo por tornillo, él solo y con sus propios medios.
Le dicen "Pirincho". Su nombre completo es Augusto Ulderico Cicaré. Tiene 31 años, es soltero y vive en Polvaredas. Polvaredas es un pueblo de Saladillo, a 180 kilómetros de la Capital Federal. Perdido, casi escondido, allá, por donde el diablo perdió el poncho. Silencioso y tranquilo como todos los pueblitos así. Con no más de 40 casas ni más de 150 habitantes. Casi triste y dormilón. Pero orgulloso. Tremendamente orgulloso. Porque Polvaredas es el honor de Saladillo. Allí vive un genio. Allí trabaja desde los doce años. Allí hizo todo lo que hizo. "Pirincho".
"Pirincho", un "raro" en nuestro tiempo de computadoras electrónicas. Bajito, semicalvo, con unas cejas que se unen en su ceño, ojos chicos, de mirada profunda, y una cicatriz en la pera (recuerdo de uno de sus inventos). Tímido, con la calidez de la ingenuidad campesina. No fuma. No bebe. No sale de noche. No tiene novia. No le gusta el fútbol. Su entretenimiento diario es trabajar. Su pasatiempo es estar ante un torno haciendo piezas para algo que se le ocurrió. O planear con un lápiz el diseño de un aparato, mientras su madre le ceba mate o viene a ver "cómo está" a las 4 de la mañana. Estuvimos con él en su casa, en Polvaredas. Una típica casona de pueblo; modesta, grande, limpia y pintada de blanco. Con una chacrita y gallinas en el fondo. Y un perro guardián.
—La idea del helicóptero se me metió una vez, cuando lo vi por aquí. Me... me... qué sé yo... me maravilló ver cómo se movía. Bajaba, subía, iba para un costado, para el otro. Tema 13 años. Desde entonces lo fui haciendo, primero en secreto, porque no quería que nadie se enterara. Además, de noche. Yo trabajo casi solo desde los 12 años. Mi padre es enfermo y tengo cinco hermanos. Todo lo que hice con mis locuras fue después de las ocho horas de trabajo en el taller...
Su madre, doña María, lo mira con una sonrisa llena de miel. Su padre lo estudia. Sus hermanos lo admiran. Él, sin darse cuenta de lo que sucede a su alrededor, sigue contando:
—Mi idea era hacer muchos helicópteros para la gente de esta zona. Para fumigar. Usted sabe que en el campo eso es muy importante... Hice el primer helicóptero, y en seguida se enteraron las autoridades de Aeronáutica. Vinieron, y me llevaron a Córdoba, con mi amigo González Valdés. Allí charlé con técnicos, ingenieros, estudiantes. Ellos no lo querían creer... y lo que no pude creer yo fue que allí, en DINFIA, me fue imposible manejar un helicóptero de fábrica. Era todo distinto. Yo había hecho el mío con otros métodos, con otras fórmulas. Y hasta hoy, mire, yo sólo sé manejar mis helicópteros. Los de fábrica no los entiendo... Cuando vine de vuelta a Polvaredas me habían preparado una gran sorpresa: me hacían un festival en donde se recaudarían fondos para que yo hiciera mi segundo helicóptero. Allí conocí a Edmundo Rivero, a Fangio y otros famosos. En seguida me puse a hacer
el segundo helicóptero, de dos plazas. Ahora ya voy por el tercero.
—¿Y qué más está inventando?
—Otra cosa que no puedo decir... Es también un secreto, perdóneme...
Nosotros vimos a Augusto Cicaré antes de que trajera "sus cosas" a la Exposición Internacional Aeronáutica y Espacial. Pudimos verlo volando en su "Cicaré II", con su casco rojo y su uniforme de "aviador". Ahora, hasta el 24, pueden verse en la Rural sus dos helicópteros y parte del tercero. Es el "señor sensación" de la exposición. Y hasta el general Onganía no pudo abstraerse de mirar sus inventos, conversar con él, atentarlo y felicitarlo.
Pero él sigue siendo el mismo. Anda con un "far west" grasiento, una camisa ídem y en sus manos puede notarse su vocación "por los fierros". No se da cuenta que es un "fuera de serie" que enorgullece a la Aeronáutica nacional. "Yo apenas hice el sexto grado. Lo único que leí de mecánica fue la revista "Mecánica Popular", pero de helicópteros no traía nada...".
Feliz, "Pirincho" es popular sin saberlo. Sin importarle. Él está en "otra cosa". No hace mucho aceptó una beca de la Secretaría de Educación para proseguir sus investigaciones: 35.000 pesos por mes. Y ahora está trabajando con Juan Manuel Fangio en la invención de "un secreto". Fangio también lo ayuda, y seguro que algo de motores será. Sí. Un motor para automóvil. Un revolucionario motor para automóvil que ya se ha probado en DKW. Perdón, "Pirincho", pero tuve que averiguarlo. Me di cuenta cuando vi en su casa un banco de pruebas. Suerte.
En Polvaredas, vive y trabaja un genio. Un genio sencillo, humilde, que supo alear voluntad y talento. Y que hasta cree en Dios y reza todas las noches. En Polvaredas. Un pueblito perdido, silencioso y dormilón. Con esa calidez que sólo tiene el campo.
ROQUE ESCOBAR

 

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Cicare
Con Fangio
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