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Exceptuando Estados Unidos, la
Argentina es, en América, el país con mayor número de revistas subterráneas. Hay
inventariadas unas sesenta, pero, su misma naturaleza, hace difícil, generalmente,
detectarlas. Al contrario de lo que sucede en otras naciones, aquí esas revistas
-llamadas también marginales o "underground"-, afrontan preferentemente la
cuerda literaria y especialmente poética. Sus animadores se han reunido ahora para
coordinar una acción conjunta de difusión.
En un saloncito céntrico de luz crepuscular, se reunieron hace pocos días unos cuarenta
jóvenes -sólo dos con barbas- para concertar esfuerzos en pro de sus revistas
"underground", subterráneas o marginales.
Sesenta de esas publicaciones, algunas de ellas representadas por su primer -y a veces
postrer- número, circulan contra viento y marea por Buenos Aires y aledaños.
Celeste, Medios y Comunicación, Decateatro, Ulyses, Contexto, Voz de Viento, Ronda
Literaria, Merlina, Poesías y Poetas, Rumbo Fijo, Cnoes, Lugar, Etcétera, Oeste,
Ayeslia, Fígaro, Nudos, Econauta, Periscopio, Basta, Puro Cuento, Enigmas, Estudios
Argentinos, Nova, Arte, Tiempos, Azul, Vida, Nuevas Voces, Ornitorrinco, Noesis, son los
nombres de algunas de ellas. Títulos ingenuos, pretenciosos, agresivos, sugerentes,
esperanzados, vagos, culteranos, enfáticos, vastos, resonantes, encabezan esas revistas,
que son, siempre, una expresión real de una edad de germinación y crecimiento.
Respetables manifestaciones de la cultura joven, expresan los sueños, anhelos y
rebeliones de los muchachos (de todos los tiempos), necesitados del oxígeno vivificante
que generan la discusión de las ideas, la combatividad creativa. "Sentirse libre y
comunicado" parece ser la divisa de ese clan, que, paradójicamente, ha elegido la
vía subterránea para comunicarse libremente. Tal subterráneidad está dada por un hecho
de que esos medios circulan "mano a mano", publican originales que las revistas
comerciales desdeñan, no insertan publicidad y, fundamentalmente, porque eluden toda
afinidad con el "establishment".
Marcelo Carrazana, director de "Azul", dice al cronista:
- somos "underground", porque no queremos vendernos.
Agrega que doscientos ejemplares de la última entrega, costaron diez millones de pesos
viejos, que fueron solventados entre quince jóvenes y remarca que "Azul", como
casi todas las expresiones del género, se entrega gratuitamente a los interesados.
¿Quienes leen esas revistas subterráneas?
Patricia, de "Noesis", responde "La mayoría de los jóvenes, es decir,
aproximadamente un 70 por ciento de quienes tienen entre 15 y 25 años. El treinta por
ciento restante pertenece a la clase cheta."
La reunión que motiva esta nota fue convocada por las revistas "Ayesha" y
"Propuesta". Su objetivo: lograr que esas sesenta publicaciones subterráneas
hagan actividades en común, la primera de ellas, instalar un quiosco en la vía pública
para exponerlas y venderlas allí. Algo así, medita el cronista, como querer emerger, ver
la luz, abandonar parcialmente esa marginalidad que parece enorgullecer a la mayoría de
los reunidos esa tarde en una librería de la calle Montevideo.
Alejandro Margulls, conductor de la reunión y director de "Ayesha" - que, dicho
sea de paso, fue más coherente y ordenada que algunas de las realizadas hace años por la
SADE -, informó a sus colegas sobre las gestiones ya iniciadas para ocupar uno de los
quioscos de la feria artesanal de Palermo. "Hay que pagar veinte mil pesos mensuales
a la Municipalidad", puntualizó el informante. Y agregó Alejo Márquez, secretario
de redacción de "Propuesta":
"El quiosco debe ser atendido por dos de nosotros, que tienen que someterse a un
examen en la Comuna."
El grupo, compuesto por Gustavo, Baby y Pipo, Marcelo, Victor, Fabián, Laura, Rubén,
Patricio, Eduardo Granero y otros treinta muchachos, se abocó a la consideración del
problema.
Margulls señaló a Clarín que su revista "procura difundir a los escritores
inéditos". Por eso los invita a enviar sus colaboraciones a Montevideo 1558, 2º B.
Márquez, por su lado, acota que "Propuesta" no es una revista específicamente
literaria, sino que "abarca todos los aspectos que interesan a la juventud".
Añade que su grupo procura coordinar la actividad, a veces dispersa, de los muchachos de
los barrios, para poder ofrecer buenos recitales de música, organizar talleres de
cultura, presentar audiovisuales y efectuar encuentros sobre tareas creativas.
Laura, de "Nova Arte", propuso una nueva reunión de representantes de las
revistas marginales, con vistas a la organización conjunta de un recital de nuevos
poetas.
Es que la poesía parece ser una constante que alimenta a buena parte de estas
publicaciones.
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Justamente la
poesía, "rara avis" del panorama actual del arte adulto, abandona el foso de la
orquesta y sube al proscenio - en estos movimientos juveniles - como forma de expresión
de la primera y la última de las verdades, la que surge de la emoción primordial del
hombre, su asombro ante la magia de la vida, su fe en la justicia, su pasión por la
libertad.
"Sin poesía no se puede vivir", subraya Pedro, miembro de la redacción de una
de esas humildes hojas. Y apunta Alejandra de "ubicuo": "Es que nuestras
revistas representan las tristezas y las alegrías de la juventud, las ganas de compartir
en hermandad la poesía de las cosas".
Walter Worner, de "Introspección", acota: "Queremos estar preparados para
asumir nuestras responsabilidades como jóvenes. Por eso, tendrá mucha importancia que
nos unamos y hagamos cosas juntos, pensando en el futuro del país".
Tanta transparencia supera el encasillamiento de "underground". Como lo subraya
a la manera de lema, una modesta hojita mimeografiada, editada por Gustavo, Alejandra y
Gerardo: "Amistad que queremos brindarte, poesía para compartir entre todos y mucho
amor".
Termina la jornada. El grupo se dispersa por la multitudinaria calle Corrientes. La vereda
vibra perceptiblemente. Es que diez metros más abajo, pasa, vertiginoso, un subterráneo
real donde también se apiña la poesía.
José Arverds |