|
Y el trovador catalán volvió y cantó. No disfrutó como en
sus visitas de nueve años atrás, las presiones fueron muchas y las emociones más. Pero
prefirió vivirlas y no renunciar a nada. Ahora que ya ha partido, en su ritmo cotidiano,
podrá ovillar la madeja de afectos y esperanzas que recibió de su público en todos los
escenarios.
Muy flaco, con rasgos de cansancio, sencillo, con humor y picardía, este cantautor
hubiera querido decir y hacer más. Todo fue a medias; le faltó tiempo y no estuvo
cómodo, como cualquiera ante una situación anormal...
No le faltaron, en cambio, dos horas para encontrarnos y hablar de su vida y su arte.
Música, política, España, sus comienzos, la democracia, sus hijos, su padre, mujeres...
Y la memoria, esa memoria que juzga esencial para no repetir errores.
Serrat dejó su imagen de hombre libre, generoso, aspirando a que su música o su poesía
no sean sólo repetidas, sino que permitan a quien las escucha inventar, descubrir,
fantasear...
Al borde de los cuarenta años, tironeado por el cariño a un padre que no quiere olvidar
y el amor de una hijita que lo tiene sometido, Juan Manuel Serrat se despidió prometiendo
volver en el verano. Volverá...
Reportaje: Mona Moncalvillo
Fotos: Eduardo Grossman-¿Qué
tal el reencuentro?
-De momento, lo que está pasando es como una madeja de emociones muy diferentes, de
afectos, desilusiones, ilusiones, esperanzas... Todas estas situaciones necesitan
reposo... De alguna manera se han de sedimentar, se han de colocar cada una en su lugar.
Esto lleva un tiempo determinado y una calidad determinada, que no es precisamente lo que
se está produciendo en estos momentos... He llegado a un país que, evidentemente, está
sufriendo angustias muy concretas que está volcando en mí, junto con toda la ternura y
los afectos... Esto no lleva a una situación normal, ni permite -al menos a mí no me lo
permite- situarme en una situación de equilibrio. Tampoco soy muy equilibrado, nunca lo
he sido. Soy más bien intuitivo que de seguridades y de grandes conciencias y grandes
metas. Voy tocando las cosas... Las entiendo en la medida que las huelo, las toco, las
chupo, las veo, las escucho...
-No es el tiempo entonces...
-No... no es el mejor momento del tiempo. Y no lo es, porque no tengo tiempo, de verdad.
En estos momentos estoy cumpliendo un trabajo que es diferente al de evaluar; estoy al
servicio de algo que está ocurriendo.
-¿Estás presionado?
-Sí, soy un hombre muy presionado. Esto va en la medida en que cada uno acepte estas
presiones o le guste; pero evidentemente me siento presionado. Lo que ocurre es que no
renuncio a estas presiones... Lo que me está sucediendo es, de alguna manera, sumamente
hermoso como experiencia personal y como hecho colectivo, pero yo vivo de otra forma; con
más autonomía de manejo; de acuerdo a lo que siento cada día, con poco que ver con
rutinas y mucho menos con lo que pueden ser precauciones...
-¿Cuándo has sentido mayor presión, en la programación de las actuaciones o
con el público, bastante desbordado?
-El público me ha abrumado... Lo siento como si se estuviera ahogando y yo fuera una
burbuja de aire... No sé si puedo trasmitir la sensación... Me es difícil trasmitir
sensaciones...
-¿Qué crees que esperaba el público con tu
vuelta?
-No creo que nada distinto a lo que está encontrando; pienso que es la
situación exacta en la que nos estamos moviendo la que produce esta serie de cosas.
-¿Y qué esperabas vos?
-Es muy difícil contestar qué esperaba uno, cuando no sabe exactamente lo que va a
encontrar. No esperaba, en absoluto, nada concreto. Esperaba sensaciones que encuentro
multiplicadas, en todo sentido. Si me preguntas si estoy cómodo, la respuesta es no, no
estoy cómodo. Uno no está nunca cómodo en las situaciones anormales. Tampoco hubiera
preferido otra cosa. Prefiero lo que ocurre.
-Creo que también estarás sumando los casi nueve años que no venías y la
recuperación de la familiaridad con los amores, los lugares, los recuerdos...
-Y con los desamores también... Siempre uno se imagina las cosas distintas de lo que en
realidad son. Me es imposible hablar de lo que esperaba y lo que me he encontrado. Sobre
todo, sería inexacto...
-¿Aparecieron fantasmas inesperados?
-Continuamente... Los recuerdos son fantasmas que aparecen por un lado y las realidades
por otro. Son fantasmas absolutamente cotidianos para cualquiera de ustedes, y que para
mí se convierten en cotidianos en la medida en que me voy encontrando con ellos.
-¿Tenes miedo? ¿Ganas de irte?
-No, para nada... Quizá la sensación que más me pesa es que cuando me tenga que ir, me
iré sin haber podido ejercer de individuo en la medida que a mí me hubiera gustado, por
haber tenido un espacio limitado de tiempo para cumplir con una serie de actos. Lo poco
que he podido hacer es porque ha llovido. Ayer pude salir bastante a caminar, porque
llovía y no había nadie por las calles; hoy también he podido funcionar bastante bien,
porque sigue lloviendo. Pero estuve esperando un auto en San Martín y Corrientes, para ir
a comer, el auto se retrasó y automáticamente empezó a caer gente repleta de afecto,
gente que quería tocarme, decirme cosas... No soy yo el anormal, la gente es la anormal;
el tiempo que estamos viviendo es lo que nos coloca en esta situación de anormalidad.
Claro que es una anormalidad que yo no rechazo, en cuanto a lo que me cae encima... ¿Qué
más puede pedir alguien que lo quieran y lo traten con cariño? Lo que ocurre es que
está multiplicado por la situación.
-¿Qué pasó en tu vida en estos nueve años de ausencia en Argentina?
-¿Cómo resumirlo...? Es tanto tiempo y fueron años tan importantes... En estos años me
han ocurrido cosas como sufrir un exilio de España; como pasar de una dictadura fascista
en mi país a un estado de derecho; como participar de una victoria electoral, popular y
mayoritaria; como que muriera mi padre; como casarme y tener una hija... Y muchísimas
cosas más... He seguido cantando, escribiendo canciones y sintiéndome muy a gusto con el
oficio...
-De setiembre del 75 a agosto del 76 te exiliaste en México...
-Sí... y espero no tener que exiliarme nunca más, pero uno nunca sabe... Espero que eso
no pase más, ni por mí ni por nadie. El exilio es, seguramente, una de las experiencias
más amargas que un hombre puede sufrir. Por la soledad; por el círculo en que uno mismo
se puede acabar enterrando; por la distancia tremenda entre los sueños y la realidad
donde aplicar esos sueños; por el nuevo mundo absolutamente provisional, que uno inicia
en el exilio, donde no se puede fijar nada... Siempre los sueños están en otro lugar,
todo lo que crece es provisorio...
-Te faltan los olores, los colores...
-Y no te los puedes inventar... Con los olores ocurre como con la música, creo que son
las dos cosas capaces de transportarte rápidamente, y cuando por casualidad te los
encuentras en cualquier lugar, te pegas unos viajes que te mueven el piso. Los exilios son
absolutamente injustos...
-¿Cómo han vivido la transición en España?
-Con muchas dificultades; seguramente con muchas más que las que te podría resumir. Ha
sido una época difícil, pero pienso que todavía nos espera otra mucho más difícil,
que es intentar consolidar los pocos avances que en ese sentido hayamos podido tener. La
memoria juega malas pasadas si uno no la tiene muy en cuenta... Hay una tendencia
increíble en la gente a acomodarse, a considerar que, bueno... ya estamos acá, no pasó
nada... lo pasado pisado... Si uno no se acuerda exactamente de lo que pasó, es muy
difícil que pueda valorar lo que tiene... Esto es algo que me empeño mucho en contar a
la gente joven de España, a los que vivieron con menos dolor aquellas épocas. Las
conquistas son difíciles de conseguir, siempre, y muy fáciles de abandonar. En la vuelta
de cada esquina te están esperando para volverte a bajar... Si les puedo dar un consejo a
la gente de acá es que hagan memoria siempre, muy buena, que se acuerden bien dónde, de
qué manera y quién... Pienso que en la vida es importante ser generoso, pero no
olvidadizo... Porque uno corre el riesgo de volver a caer en los mismos errores del pasado
que propiciaron todas las desgracias que luego nos llueven encima...
-Supongo que la transición bastante moderada que tuvieron ustedes, sin cambios
tajantes, va a facilitar precisamente esa consolidación.
-Creo que es una espada de doble filo... Hay un refrán castellano que dice "al burro
muerto, la cebada al rabo". Evidentemente fue de esta manera y pasó de esta manera;
lo más deseable no lo sé... Pienso siempre que los reformismos corren el riesgo de
quedarse en reformismos, como esas obras viales que nunca llegan a terminarse, siempre
están en obras y uno nunca puede llegar a circular por ellas...
-¿No ha habido cambios profundos?
-Eso creo... Además, los hechos ocurridos en el 82, cuando un grupo de guardias civiles
se metió en el Congreso de Diputados con la pretensión de secuestrar a un gobierno
legítimamente constituido, me parece que son demostrativos...
-Pero hubo una reacción total contra eso...
-SI, pero fue la reacción de la gente en contra... que se quedó en su sitio... Podría
haber ocurrido cualquier otra cosa. Creo que cuando hay una manzana podrida en un cesto
hay que sacarla; es muy difícil convivir con manzanas podridas, así sabemos bien dónde
está cada uno...
-¿Cómo ha sido la evolución de la música española en los últimos diez años?
-Estamos viviendo una crisis de difusión, no de creación, que confunde porque es lo que
se ve. La música se está manejando, en cuanto a distribución, por un aparato
burocrático, administrativo-económico, en el cual los ejecutivos llegan a tomar el rol
de los creadores. Le dicen a los creativos qué es lo que tienen que hacer, y de qué
manera, para vender o no vender. Algo que atenta contra lo que significa la creación.
Creo que no sólo ocurre en España, es un fenómeno general... Los manejadores de
marketing, se están metiendo en las que son decisiones de creación y administrando lo
que hay que difundir o no. Eso es tremendo. Aunque sea sólo por inconsciencia, cometen un
error gravísimo, porque cortan toda posibilidad a un muchacho de inventar, imaginar...
Todo lo que puede hacer son genialidades y las genialidades solamente se permiten a los
que tienen una trayectoria y pueden plantearse esto como un lujo. Y cuando hablo de
genialidad, lo digo entre comillas, es el riesgo, porque pienso que la primera obligación
de un creador es correr los riesgos, Siempre hay que estar corriendo el riesgo de lo que
sea...
-De lo contrario no surgiría nada...
-Es claro... Y esto está castrado por todo el aparato de ventas, de administración, que
imponen una serie de señores que, en la mayoría de las veces, son artistas frustrados...
-Tampoco le dan el tiempo suficiente a alguien que se inicia...
-Directamente, no se le da... Un chico joven crea en su casa, normalmente sin ayuda, sin
escuela, sin ninguna protección previa... Si tiene suerte -entre comillas también- hace
un trabajo con una dignidad, forma y calidad determinada. Si luego tiene la
"suerte" de que le acepten aquello y tiene la "suerte" de que aquello
funcione, le cae encima la tremenda desgracia de que a los seis meses le exigen que
plantee un segundo trabajo que supere al primero o que mantenga el nivel. Con la
diferencia que para hacer el primero tardó cuatro años, dio cincuenta vueltas, rompió
ochenta cosas... Así se lo estrangula. Tiene pocas posibilidades de plantarse,
enfrentarse, porque automáticamente se convierte en un enemigo de los tipos que lo tienen
que administrar y con los que tiene un contrato por equis años... También creo que es un
mal negocio para ellos, los inversores matan la gallina...
-Cuando vos empezaste, hace dieciocho años, no te pasó eso.
-Claro, los ejecutivos sabían que eran vendedores y se limitaban a vender lo que otros
hacían. Ahora no, te dicen cosas como "tú con la voz que tienes deberías hacer tal
tema como hace fulano..." Y te cagan... Y fulano está haciendo eso porque es lo que
hace mengano...
-A nosotros nos han mandado un nivel parejo de malos, lo sabemos bien...
-Sí, porque normalmente no responden a ellos mismos, sino al criterio de los ejecutivos.
Así funcionan, actúan y tocan. Incluso, cuando hablan de estilo en los medios de
difusión, los juzgan según las complicaciones en que se meten, no por los riesgos que
corren en su trabajo. He oído críticas muy curiosas de un tipo que ha pasado del rock al
blue, del blue ha pasado al folk y así a otros, dicen "este tío se la
juega..." No se la juega nada, va tanteando, como un ciego, en todos lados... Lo he
oído considerar como un hecho positivo cuando es sólo un despiste, un descontrol. Y el
tipo las pasa muy putas, no vende, pasa hambre, pero lo consideran como un arriesgado...
Va en contra. Bueno, va en contra de lo que yo pienso que tiene que ser...
Desafortunadamente todo va más de prisa... Todo nace y muere más de prisa; hay una
angustia por absorber rápidamente, sin absorber nada...
-¿Qué queda, entonces, para hacer el análisis de la música española?
' -Lamentablemente, en estos momentos quedamos los jovatos... Los de una generación con
algo menos o algo más de cuarenta años, los que nacimos del 40 al 48. Eso ha quedado
como una cosa consistente a partir de la cual deberían haber podido pasar más cosas.
Pero en estos momentos hay dos generaciones que están muy jodidas; una, absolutamente
frustrada, que es la que puede andar por los treinta años, están cansados... Y otra, con
veinte años, que no sabe por dónde sacar la nariz.
-¿Y aquí en Argentina?
-Pasa más o menos lo mismo; el proceso es igual... Lo que está ocurriendo no es un
fenómeno específico de un país, ni algo que un cuestionamiento social-político haya
podido modificar. La reacción tiene un empeño servil en intentar demostrar que a partir
de que España es un país demo... que vive en una democracia, pues todo lo que era un
grupo de gente que cantaba se iba al carajo. Lo cual es absolutamente falso. Con las
mismas cosas que están sucediendo igual se puede cantar y se puede trabajar muchísimo
mejor en la libertad que en la represión. Lo que pasa es que una compañía discográfica
que tenía cuarenta artistas de catálogo y que los defendía, ahora tiene nueve con los
que trabaja de otra forma y para subir a la primera división los muchachos tienen que
trabajar duro. A esos nueve los defienden a capa y espada aunque hagan bodrios, porque
existe una inversión montada en ellos. Y así no pueden progresar.
-¿Y vos?
-Soy un hombre con mucha suerte. Entré en la música junto con un fenómeno como fue la
"nova canco" y así aprendí un oficio becado por la gente. Me becó la gente
que venía a escucharme cantar y que llenaba los lugares porque cantábamos una canción
que no era nueva (nunca entendí el calificativo de nueva), pero que era la continuación
de una canción que existía y que rompía con los esquemas de la canción que se da en
llamar "comercial", tampoco creo en estos adjetivos, pero para entendernos un
poco... Cantábamos lo que ocurría en aquel momento, nuestros sueños, incorporábamos
textos distintos a los habituales y aprendíamos un oficio. Todo eso nos dio, a algunos,
la posibilidad de progresar con independencia de lo que son las estructuras. Tanto de las
promocionales como el afiche, o de los tipos que van castrando y dirigiendo al que tiene
algo para contar. Me he salvado de esto... bueno... salvado relativamente, porque cuando
uno depende de compañías discográficas para editar los discos, no está a salvo del
todo, por mucha autonomía que tenga o las exigencias que pueda plantear respecto de su
trabajo. A salvo del todo no está...
-¿Qué pasa con vos en tu país?
-Me tratan bien en casa, Me becan...
-¿Los jóvenes asimilan bien tu música?
-A los jóvenes y a los viejos se los usa para votar, pobres... Pero bueno, me asimilan
fácilmente, andamos bien... Hace de la sabiduría, eso es otra cosa. Y luego hay un mundo
de sueños, de imaginación, de héroes y de fantasmas que van apareciendo. Uno pone en
primera persona lo que nunca ha sido en primera persona; y pone en plural algo que
solamente es singular...
-¿Por pudor?
-No, creo que no es por pudor... no, no... en mi caso es por otra razón, supongo. Conozco
algún caso que hemos comentado en que sí es por pudor, pero no es el mío. Creo que
cuando lo pongo en plural es por pretensión, uno peca de pretencioso por creer que lo que
le pasa a uno les pasa a los demás. Pero tampoco hay tanto de pretensión, si no no
recibiría las informaciones que me vuelven.
-¿Qué te hace dejar la agronomía y la biología por el oficio de cantante?
-Alguna vez lo he contado, pero me lo creen muy pocos... piensan que es una
"boutade"... Pero yo empecé a hacer canciones y a cantar sencillamente porque
les tocaba el culo a las muchachas con más facilidad que cuando era un agrónomo... Y eso
fue algo que me engolosinó... Luego descubrí más cosas, pero aquello fue muy
atractivo...
-¿Fue?
-De hecho sigue siendo muy atractivo... Después vino el oficio. Aprendí que eso de las
vocaciones es mentira; la vocación aparece con el uso de algo, como el amor aparece con
el trato. Uno quiere las cosas que trata, es imposible querer lo que no se conoce. No sé
si es imposible pero a mí me pasa eso. Puedo ilusionarme, puedo ambicionarlo, puedo
desearlo, pero amarlo no. Solamente amo lo que conozco. Así me pasó con mi oficio, lo
quise a partir de ejercerlo y sentirme participando con todos en algo...
-¿Qué cambios has tenido en los 18 años de ejercicio?
-Afortunadamente, ha habido muchos cambios. Si no hubiera habido cambios, estarías
hablando con una momia... He nacido y he muerto muchas veces... O han nacido y han muerto
cosas en mí continuamente... He abandonado unas, he retomado otras, y así pienso
seguir...
-¿Te has replanteado tu oficio...? Creo que por el 71 pasó algo así...
-Yo me replanteé mi oficio antes del 71... No hay una ruptura, lo que sí hay es una
reconstrucción de las cosas que se están haciendo sin saber exactamente dónde se ubica
el cantante que el individuo lleva adentro. Una de las cosas que más influyeron fueron
los castigos. Por mi decisión de querer cantar en catalán por televisión, en el 68,
sufrí mi primer meneo...
-¿Fue cuando te echaron de la televisión?
-Digamos que no me dejaron usarla... También tuve muchas dificultades para trabajar, muy
malas condiciones para poder hacerlo... un clima muy jodido me crearon... Era muy difícil
de entender para un individuo de Castilla el acto que ejercía un catalán, pero para mí
fue muy importante, porque no fue sólo un acto reivindicativo de una cultura sino
también de enfrentamiento al sistema político. Yo sabía perfectamente a quién me
dirigía... Luego, en el proceso de Burgos, en el año 1970, cuando me comprometí en esta
historia, también me dieron otro meneo y tuve que irme a América. Ya en mi primer viaje
descubrí una América efervescente, un Uruguay con problemas concretos, una Argentina con
cuestiones clarísimas y un Chile en el que pasaban otras cosas. Conocí gente, viví con
los cuestionamientos de esa gente, y todo eso me modificó, me cuestionó, y no tuve más
remedio que tomar postura para poder sentirme no digo ni mal ni bien, sino simplemente
sentirme en esos lugares...
-¿Hubo replanteos posteriores?
-Sí, supongo que cada día... pero aquéllos fueron tan fuertes que uno ya sabe en qué
caballo está montado...
-¿Por qué te pareció oportuno volver ahora?
-Por dos razones; primero, porque el momento político del país es el indicado, y segundo
porque la presión interna del país lo permite. Si estoy tocando, no es tanto por cubrir
mis nostalgias, sino porque existe una presión interior que hace posible y sencillo que
esto pueda ocurrir. Naturalmente, yo vengo corriendo...
-¿Fuiste expresamente prohibido?
-Nunca tuve la entrada prohibida en la Argentina; fueron prohibidos mis discos, la
difusión...
-¿Vas a ir a Chile?
-De momento voy, hasta el día de hoy; mañana es día catorce y hay una manifestación de
todos los sindicatos, veremos qué pasa... En Chile, en tanto pueda cantar lo que quiero,
canto... Y voy a contestar todo lo que me pregunten, en la frontera no me quedo...
-¿Cómo está tu humor y el de España? ¿Qué está pasando?
-Ustedes sí que son un caso muy peculiar, se llaman HUMOR y de humor les está quedando
poco, uno se acuerda de "Satiricón" y de eso no hay nada...
-Es que HUMOR salió hace cinco años a cubrir un espacio humorístico, pero poco
a poco, fue respondiendo a necesidades que otros medios "serios" no cubrían. Y
la gente lo agradece...
-Sin duda, por eso yo, aunque parezca reiterativo insisto siempre con eso de la memoria y
en ese sentido funciona, en todos no... La gente se olvida de fechas, cambia fechas, corre
para acá las fechas, y eso no es buen consejero para el futuro de este país...
-¿Te fue mal en el gobierno peronista?
-Los gobiernos de Argentina nunca me han afectado... no he estado nunca con ellos...
-Me refiero a si tuviste alguna censura o prohibición.
-No, ninguna censura.
-Volvamos al humor, ¿cuál es tu relación?
-Yo soy un pesimista lleno de optimismo... Por tanto, me manejo muy bien con el humor;
España es un país de un gran humor; la gente tiene una gran capacidad humorística,
pienso que eso le ha permitido sobrevivir...
-¿Qué revistas tienen?
-Sigue habiendo revistas de humor negro, cotidiano, como puede ser "Jueves" o
"Papus", y los dibujantes, mucho más que en revistas, están haciendo
publicaciones individuales. Forges, sobre todo, debe tener una fábrica porque su
productividad es increíble, creo que debe tener a sus dos hijos trabajando para él... En
este momento hay una mezcla del humor político y del humor negro, no hay una línea
definida. El español no usa el humor para un rato determinado, vive absolutamente
integrado en él; en la calle es donde hay buenos ejemplos de esto. Acá también se ve,
sobre todo en Buenos Aires...
-¿Qué queres que ocurra con la gente que escucha tu
música?
-Con los que escuchan, yo pasaría de mi música. Le deseo a la gente lo que me deseo a
mí cada día. Y respecto a las canciones, cuando yo canto, mucho más que lo que estoy
contando me importa lo que la gente sea capaz de inventar a partir de aquello; lo que yo
sea capaz de descubrir en los resortes de su imaginación, de lo que cada uno puede
aportar. Y siento no poder enterarme de todo esto para enriquecerme...
-¿No lo recibís?
-Lo recibo en afecto y en compadreo... Pero lo que no recibo es lo que cada uno inventa o
imagina, el traje que cada uno se hace a su medida, después que recibe aquello...
-¿No te sentís demasiado exigido con tantas preguntas políticas, siendo tan
escasas las de tu actividad específica?
-No, y supongo que es así porque existe angustia en ese sentido. Es lo que está en la
calle.. Me preguntan, de la misma manera que yo escribo mis canciones, y yo escribo porque
en la calle hay cosas... La gente habla, dice, huele, lame, toca... yo hago lo mismo...
-¿No te molesta tanta cosa política?
-Da una imagen limitada, pero es sólo un aspecto. No me incomoda, lo que pasa es que hay
más aspectos que podrían ser, seguramente, más divertidos...
-¿Qué es lo más divertido?
-Ja, no te lo puedo contar... Pertenece a mi mundo más íntimo y secreto... Hay que
contarlo en íntimos "comités"...
|
"Como decíamos ayer..."
Después
de ocho años de ausencia -años coincidentes con la reorganización nacional- el
gigantesco Joan Manuel Serrat volvió a los escenarios argentinos. Los sucesos que se
produjeron al largarse la venta de entradas, demostraron -una vez más- que a las grandes
voces populares no se las puede condenar al olvido por el simple procedimiento de la
interdicción. Y ya desde el debut -anoche, al escribir estas reflexiones- se vio que la
catarsis generada por el catalán nos une a todos aquéllos que preferirnos, corno él
dice, un sioux al Séptimo de Caballería
A Serrat le temen casi en forma irracional.
Le temen los injustos, los déspotas y los mediocres. Le temen los estados basados en la
fuerza. Y aunque los que le temen son infinitamente menos que los que lo aman sin
condiciones, logran esporádicamente que la inmensa figura de este catalán desaparezca de
escenarios y medios de difusión.
Ese miedo proviene, seguramente, de la certeza de que solamente los muy grandes son
capaces de colocar ciertas valencias en su lugar. Y Joan Manuel es un maestro en eso de
ubicar: a través de su canto y su poesía desfilan la hipocresía, la mojigatería, la
estupidez, la burocracia, las convenciones obsoletas, las injusticias sociales, las
miserias humanas. Por sobre todo ello, siempre presente el amor a la vida. Sin embargo,
curiosamente, en su repertorio aparece muy raramente la política en forma directa. Ni el
más histérico de sus perseguidores podría acusarlo de panfletario.
¿De qué acusan a este artista que desde su Cataluña natal ha iluminado los últimos
años musicales de toda Hispanoamérica? ¿De haber cantado a Machado, otro gigante
español que murió infamemente del otro lado de la frontera, con el corazón roto por el
avance de las tropas franquistas? ¿De haber difundido la obra de Miguel Hernández,
inconmensurable poeta aniquilado a los 32 años en una cárcel "nacionalista"?
¿De cantar sus propias letras, donde la vida y el libre albedrío son exaltados por sobre
máquinas, represiones y reglas?
No; lo acusan de "peligroso". Y le temen porque saben que Serrat, con ese poder
maravilloso de comunicación que le tocó en el reparto de dones carismáticos, es capaz
de destruir en cinco minutos de canto las falsas escalas de valores que nos inculcan,
desde la cuna, a los latinoamericanos en un siglo.
Es obvio: los que pretenden librarnos de las maléficas influencias de malos españoles
como Joan Manuel, son los mismos que nos enseñan en las escuelas lo admirables que eran
otros españoles como los bestiales conquistadores que arrasaron nuestras tierras y
masacraron a nuestros aborígenes en nombre de la Cruz y la Corona. Desde tal punto de
vista, la peligrosidad del catalán es cierta: esa unión de inteligencia, rebeldía y
magnetismo, es difícil de resistir.
Y está el aspecto hombre. Ahí sí. Serrat ha mantenido una coherencia total a través de
toda su trayectoria y ha sido una figura política desde su aparición como artista. El
mismo poeta que cantaba al amor, la vida y la amistad, era el que se recluía en el
Monasterio de Montserrat para protestar por los juicios contra los rebeldes vascos, y el
que desafiaba abiertamente, a costa de la carrera artística en su país, al propio
Generalísimo Franco, autor moral de la muerte de García Lorca, Miguel Hernández y otros
creadores. Como él mismo se define, Serrat es un hecho político y todo lo que nace es
político, aún cuando diga: "Antes
que nada soy partidario de vivir".
Un Debut a Manera de
Introducción

Jueves 2, diez de la
noche, primer contacto de Serrat con el público argentino. Un público heterogéneo:
adolescentes gritonas, señores circunspectos, gente de la farándula (detrás nuestro
estaba Cacho Fontana, todavía preocupado por la intervención de Manrique en su segundo
programa radial) y muchos jóvenes en estado de efervescencia, ansiosos por demostrarle al
juglar que todos los intentos por borrarlo habían sido inútiles.
El hombre salió, con esa sencillez que le conocemos o le adivinamos, y retribuyó en
silencio, como pudo y con una emoción conmovedora, la interminable ovación del Gran Rex
en pleno, incluyendo fotógrafos, acomodadores y personaI de seguridad. Arrancó con
"Cantares" y mostró que su voz era la misma de siempre. Y en seguida, se
presentó con las clásicas palabras de Fray Luis de León, cuando se reencontrara con sus
alumnos después de cuatro años de prisión: "Como decíamos ayer..."
Fueron dos horas de canciones, alternándose las de distintas épocas y los estrenos como
"Cada loco con su tema". Y pasó de todo: no faltaron las consignas, que Serrat
escuchó quietito y esperando, ni los gritos de "¡Genio!",
"¡Maestro!" y otros epítetos nada exagerados, ni las lágrimas corriendo por
las mejillas de muchos asistentes. La consigna coreada más fuertemente, sobrevino
inmediatamente después de la frase final de un tema que termina diciendo: "Entre
esos tipos y yo, hay algo personal". Todo un símbolo de la posición del catalán
frente a los liberticidas. Hubo otro símbolo: Joan
Manuel, sin previo aviso, cantó "Cambalache" y lo hizo bien, sustituyendo
(¿voluntaria o involuntariamente?) a Stavisky por Stravinsky.
Los "fuera de programa" duraron media hora. Nadie se quería ir. Y esto fue,
seguramente, un pálido reflejo de lo que va a suceder -o está sucediendo- en el Luna
Park. Allí estarán todos los que, como Serrat canta en "Cada loco con su
tema", prefieren: "volar a correr, hacer a pensar, amar a querer, tomar a
pedir" y "los caminos a las fronteras, una mariposa al Rockefeller Center, un
sioux al Séptimo de Caballería'.
Ahí va a estar el pueblo. Y no van a estar muchos de los que fueron a saludar a Frank
Sinatra en ese mismo lugar.
Aquiles Fabregat

Que Serrat haya sido prohibido en Uruguay, no puede haber asombrado a nadie. Pero
sí pueden resultar sorprendentes las justificaciones esgrimidas por las autoridades
orientales. De ello habla un uruguayo que, al igual que otros talentos charrúas, vive
lejos de sus pagos.
FRANJAS ROJAS
Escribe: Mario Benedetti
Estoy
seguro de que a Joan Manuel Serrat, ducho en vedas a ambos lados del Atlántico, no le
habrá asombrado que le prohibieran la entrada en Uruguay. Es posible, en cambio, que lo
hayan dejado estupefacto los fundamentos del veto. Según ha informado "El
País" (17 de abril), el coronel Washington Varela, jefe de policía de Montevideo,
ha dicho que la prohibición se debía "a la militancia y actividad política de
Serrat en ese concierto internacional que orquesta una sistemática campaña de
difamación contra nuestro país y que integran todos aquéllos que quieren ver franjas
rojas en nuestra bandera."
Al parecer, en Uruguay la dictadura no se resigna a ejercer la represión lisa y llana;
por el contrario, siempre pretende justificarla. Y es ahí donde suele incurrir en graves
errores de información. Por lo pronto, eso de "sistemática campaña de
difamación" tal vez sea un prudente circunloquio para referirse a la serie de
documentadas denuncias sobre violaciones de derechos humanos, torturas a presos
políticos, atentados a la libertad de prensa (en los últimos meses han sido clausurados
varios periódicos), partidos democráticos prohibidos, líderes proscriptos (Wilson
Ferreira Aldunate, entre otros), dirigentes presos (el general Líber Seregni, entre
otros), etcétera, vale decir hechos muy concretos que la dictadura no puede borrar del
mapa con el mero calificativo de "difamaciones". ¿Quiénes llevan adelante esa
campaña? "Aquéllos que quieren ver franjas rojas en nuestra bandera."
Aparentemente, no es una referencia a países comunistas (digamos la URSS, China, Vietnam,
etcétera), ya que sus banderas no suelen limitarse a franjas rojas, sino que son rojas en
su totalidad. Franjas rojas en sus banderas sí las tienen países como España, Austria,
República Federal de Alemania, Bélgica, Canadá, Colombia, Costa Rica. Holanda, Italia,
México, etcétera. Hasta Chile tiene una franja roja que ocupa la mitad del emblema, y ni
siquiera Pinochet, tan cercano ideológicamente al actual gobierno uruguayo, se ha
atrevido a quitarla. Pero hay un dato más curioso aún: la nación que tiene más franjas
rojas en su bandera es nada menos que Estados Unidos. Tantas como pecados capitales.
Pero la desconcertante opinión sobre franjas rojas del jerarca montevideano es más grave
aún si se la relaciona con emblemas de su propio país. Además de la bandera oficial
(franjas blancas y celestes, con el sol en un ángulo), la República Oriental del Uruguay
tiene otros dos emblemas de hondo significado histórico y patriótico (la llamada bandera
de Artigas y la de los Treinta y Tres), que suelen izarse en las celebraciones públicas
junto al pabellón nacional. Pues bien: ambas tienen sendas franjas rojas.
No es improbable que este desdén oficial hacia las franjas rojas y, por tanto, hacia las
banderas de los libertadores, tenga causas que van más allá de la simple distracción.
Por lo pronto, la indirecta alusión a Artigas tiene una historia que no es de hoy. La
conspiración contra el héroe ha sido sobre todo de silencio. Los historiadores de la
oligarquía se han preocupado siempre de que la imagen oficial de Artigas no damnificara
sus intereses. En consecuencia, han destacado al vencedor de la batalla de Las Piedras,
pero han ignorado virtualmente al autor del Reglamento Provisorio de 1815, documento
artiguista ejemplar en que consta la primera reforma agraria de América Latina. En ese
texto, el fin primordial era la reivindicación de los desposeídos ("los más
infelices serán los más privilegiados"), o sea, de un proletariado campesino que,
según el reglamento, incluía "los indios. los negros libres, los zambos de igual
clase y los criollos pobres". Y un dato adicional: los títulos de propiedad que en
1825 repartió Artigas a los campesinos nunca fueron reconocidos por los sucesivos
Gobiernos (democráticos o dictatoriales) que, desde su independencia hasta hoy ha tenido
Uruguay.
Batallas
ganadas
Hace
siete años, el ex presidente Bordaberry, en sus últimas semanas de gobierno, y ya
teledirigido por los militares, prohibió que en la nueva base del momumento a Artigas
figuraran algunas de sus ideas fundamentales y (precisamente él, que estaba a punto de
perder su última reyerta) sólo autorizó la inscripción de batallas ganadas. Ahora
bien, si se examina el ideario de Artigas ya no parece irracional que a Bordaberry le
resultaran tan incómodas aquellas ideas como al coronel Varela las franjas rojas. No hay
oriental que desconozca ciertas frases de Artigas: "Mi autoridad emana de vosotros y
cesa por vuestra presencia soberana", "No venderé el rico patrimonio de los
orientales al bajo precio de la necesidad", "El despotismo militar será
precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía
de los pueblos", "La cuestión es sólo entre la libertad y el despotismo",
"Podrán arrancarme la vida, pero no envilecerme", "Con libertad no ofendo
ni temo" y, sobre todo, ésta, escrita el 21 de abril de 1811 desde el campamento de
Mercedes: "A los tiranos no les queda más recurso que el triste partido de la
desesperación." Cualquiera de estas frases iba a sonar como un estampido frente a la
Casa de Gobierno, que es donde está situado el monumento al héroe.
Se ve que Bordaberry las conocía. Pero la precaución le sirvió de poco.
La prohibición de Serrat, ya no sólo para cantar sino también para entrar al país,
viene a ser, después de todo, una actitud que se corresponde con ese "triste partido
de la desesperación". En los últimos tiempos, el canto popular ha sido una de las
pocas válvulas de escape para un pueblo oprimido por el colapso económico, azotado por
la represión, diezmado por el exilio. Ese público ha sabido entender y aplaudir las
entrelineas de esos cantantes, a los que reconoce como portavoces. Hace pocas semanas, la
dictadura arremetió también contra ellos, acentuando la censura y prohibiendo recitales.
Un recital nada menos que de Joan Manuel Serrat (cantante particularmente querido y
admirado por los jóvenes de mi país) habría sido una ocasión para que esa juventud
reconociera y reencontrara, en las viejas y nuevas canciones, su propia e indeclinable
vocación de libertad. Según parece, la dictadura no está para esos lujos. Maligna
ingenuidad, tal vez, ya que ¿quién puede verosímilmente impedir que una canción
traspase una frontera?
Una país no es mejor ni peor porque su bandera tenga o no franjas rojas. En cambio, puede
ser francamente peor si mantiene y tortura en sus cárceles a hombres y mujeres que se
jugaron la vida y la libertad por sus ideales y principios. Quizá por eso sea
comprensible que al severo jefe de policía de Montevideo no le agrade escuchar aquellos
sencillos versos en la cálida voz de Serrat: "Y si no estuviera en su mano/ poner
coto a tales desmanes/mándeles copiar cien veces/que esas cosas no se hacen." |



- ¿Por
qué no estás afiliado a ningún partido político?
-No estoy afiliado porque no quiero, aunque sea clara mi militancia política. Tengo
militancia política en el partido socialista de Cataluña, pero no tengo carné... De la
misma forma que, si pudiera, no tendría cédula, ni carné de conducir, ni pasaporte...
Esto de los carnés no me gusta nada, estar identificado continuamente me parece un abuso
de confianza, por parte del poder.
-¿Por qué no estás convencido de la democracia española?
-Porque creo que el proceso de democracia pasa por la educación y la cotidianeidad. La
democracia es algo que hay que usar desde que uno se levanta hasta que se mete otra vez en
la cama. Y después de cuarenta años de dictadura, con un pueblo desinformado
políticamente, el asentamiento de la democracia es algo que nos va a costar muchos años.
Todavía la justicia no está bien distribuida, tampoco los medios de producción... Una
democracia tiene que ocuparse de que todo esto ocurra. Y a veces en un estado de derecho,
precisamente por ser una democracia, los avances son tremendamente lentos. Nos falta
bastante, por eso no estoy conforme ni cómodo...
-¿Por qué le diste al Servicio de Paz y Justicia la organización del recital
para recaudar fondos para los inundados?
-Me pareció que era un mecanismo con el cual nos podíamos mover y con el que nos
sentiríamos integrados muchos. Es una iniciativa que hace algún tiempo estaba
gestándose, lo que hace falta son permisos, lugares y otras cosas. Y para evitar
cualquier tipo de manipulación, porque estos momentos se prestan a muchas confusiones. En
este mes, y en los venideros, aquí, hasta que se definan una serie de cosas que se tienen
que definir, como quién es quién, por ejemplo, me pareció lo mejor...
-¿Conoces a Pérez Esquivel?
-Lo conocí acá. Me parece un hermoso luchador. No por lo que lo traté ahora, sino por
los ejemplos cotidianos que ha dado. A un hombre no se lo conoce tomando un café con él,
sino por sus actitudes de todos los días... Lo conocía desde hace muchos años, lo que
pasa es que no había tomado café con él...
-¿Cómo es tu vida en la montaña y con tu hijita María?
-De sumisión...
-¿Te educa bien?
-Sí, soy un hombre absolutamente sometido a ella. Me educa mucho, es verdad... Me hace
volver a vivir continuamente. Hoy cumple tres años y medio.
-¿Cómo te manejas con ella y con Queco, tu otro hijo adolescente?
-Con el muchacho, que ya tiene catorce años, es dificultoso, pero intentamos superar
todo; su edad, sus ilusiones, el que tenga un padre que sale en los periódicos y que es
famoso, a diferencia de los padres de sus amigos... Intento que lo asimile, que lo asuma y
que sepa que eso es una satisfacción muy grande que tiene que tener y no que le caiga
encima como una losa. Con la niña no hay problemas, hace de mí lo que quiere... Suerte
que tiene una madre que no consiente que nos maneje...
-¿Y Candela, tu mujer, maneja bien tu fama, tu éxito, las mujeres...?
-Nuestra relación es excelente; ella no se cree las historias, sabe bien quién soy,
perfectamente; pasa esas historias porque sabe la realidad...
-¿Ella es la síntesis?
-No, ella es ella, ni más ni menos...
-¿Fue mejor tu relación con tu padre que la que tenes con tu hijo?
-Hay un refrán catalán que dice "es más fácil ser buen hijo que ser buen
padre". Y es verdad. Seguramente porque el padre es más generoso que el hijo...
-Tu padre ha muerto hace tres años, ¿qué te queda de él?
-La sensación de haber perdido el tiempo... De no haber aprovechado mejor todo el tiempo
que estuvimos juntos... A pesar de haberlo usado bastante plenamente, tengo esa
sensación. Supongo que siempre la habría tenido... pasara lo que pasara... Lo echo mucho
de menos al viejo... Era como esas cosas que uno está tan acostumbrado a tener, le son
tan fáciles, tan accesibles, tan tiernas y tan agradables, que no se tiene que pelear por
ellas para retenerlas. Cuando se escapan de las manos te das cuenta de lo que eran... Tuve
muy poco tiempo para recuperar el terreno que perdí. Fue el tiempo de la enfermedad... Y
fue jodido. Siempre tuve sensación de impotencia, de no poder hacer nada, de que no
sirvieron los médicos que conocía ni las posibilidades económicas, para poderlo
ayudar... Sin embargo no había amargura. No me sentía bien, evidentemente, pero había
algo de felicidad en aquella situación terrible... Había una respuesta amorosa por parte
de todo el entorno familiar. Yo pensaba, cuando me muera, quiero morirme como este
viejo...
-¿Supo que lo querías, se lo dijiste?
-Si, esto se lo dije siempre, para eso nunca me faltó tiempo, pero no me consuela... No
me gusta mucho hablar de estas cosas...
-¿Qué pasa con vos, en el umbral de los cuarenta?
-Nunca pensé que tuviera cuarenta años... Sólo lo noto cuando me tuerzo la rodilla,
cuando me doy cuenta que el envase no funciona en la medida en que funcionaba antes. Me
doy cuenta cuando intento jugar un partido de fútbol a tope y termino con una
lipotimia... Por lo demás, no me siento mal. No quisiera volver a vivir otra vez, por
nada del mundo. Me siento a gusto con lo que me ha tocado vivir y sé que no tengo ningún
sentimiento de volver atrás; me encuentro bien a esta altura del partido. No me siento
frustrado por lo que soñé ni por lo que me ocurrió...
-Las carreras de caballos te gustan bastante, ¿pudiste ir a Palermo?
-No, no he podido... Procuraré desquitarme de toda esta historia en el próximo viaje,
cuando todo este furor se convierta en normalidad. No quiero perder por nada del mundo el
afecto, pero deseo moverme con la soltura de alguien que está todos los días en la
calle...
-¿Volverás?
-Quiero volver en el verano... Me gustaría tocar en toda la República, en canchas de
fútbol, en sitios grandes, donde podamos juntarnos muchos y donde todo sea más racional.
Espero volver y que no surja ningún hecho que impida el normal camino de la Argentina
para recuperar las libertades que se merece. Claro que uno nunca sabe...
-¿Dudas que salimos bien de ésta?
-¿Y vos...?
-¿...? |