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CONFIRMADO:
Si existe algún dato claro, en las últimas confusas semanas de la vida política
argentina, es que en distintos sectores de especial gravitación en el proceso nacional se
inició un replanteo de la situación. Yo pienso que quizá ese replanteo puede definirse
de la siguiente manera: hasta ahora, la participación de las Fuerzas Armadas se estaba
llevando a cabo a través de organismos de las mismas Fuerzas Armadas, que estudiaban los
problemas, y de los comandantes en Jefe de las mismas, que se limitaban a transmitir su
opinión sobre esos problemas a través de memorándum dirigidos al Presidente de la
Nación o de exposiciones en las reuniones de gabinete; a partir de ahora, las Fuerzas
Armadas no se limitan a estudiar problemas en laboratorios sino que han tomado contacto
directo con la realidad del país. Han salido a hablar. Se esta buscando lo que se llama
el gran acuerdo, una iniciativa que proviene de los mandos militares. ¿Qué disposición
tiene el radicalismo para encontrar un punto que permita una salida pacifica de la actual
situación?
RICARDO BALBÍN: Eso fue claramente expresado por el radicalismo con mucha
anterioridad a este momento. En públicas declaraciones, el radicalismo dijo que sobre la
base de una gran coincidencia nacional podrían encontrarse los caminos para lo que, en
nuestra opinión, es lo fundamental: institucionalizar al país. Nosotros lo reclamamos,
no encontramos eco, y el país no fue afirmándose, sino retrocediendo bastante en estos
años. En los últimos tiempos advertimos la necesidad de que esta expresión de deseos
fuera robustecida por la coincidencia de distintos partidos políticos, y esto se ha
logrado...
C.: ...a través de La Hora del Pueblo...
B.: Exacto.
C.: Un documento que no está firmado de igual a igual. Firma el jefe de
uno de los dos grandes partidos argentinos, numéricamente hablando, Ricardo Balbín, pero
no firma el jefe del otro, sino su delegado. ¿Eso es una capitis diminutio con respecto a
usted?
B: No, en absoluto. Para mí ha sido la preocupación encontrada de los titulares
en el país de las distintas expresiones políticas, y quien actúa en nombre del
justicialismo demuestra que tiene la representación del partido. Así que yo no entro a
analizar jerarquías personales, sino representación de fuerzas políticas.
C.: Usted es un hábil dirigente político y quiere llevar el problema a La
Hora del Pueblo cuando yo planteé el problema suscitado por la apertura a los contactos
en las Fuerzas Armadas.
B.: Yo me manejo en este sentido con lo que resulta de la información. He
advertido, sí, que distintos políticos sostuvieron entrevistas con el señor Levingston,
con el ministro del Interior o con el subsecretario de Asuntos Políticos. Pero nosotros
no hablamos con ninguno de los tres. No critico ni justifico a los que hablan. Yo tengo la
responsabilidad de definir una expresión política, una expresión que desde la escena
oficial, con peligrosa -para ellos- reiteración fue calificada de disuelta
definitivamente y perimida definitivamente. Cuando reconozcan la existencia de partidos,
cuando comprendan que sin partidos políticos no hay solución nacional, atenderemos todas
las diligencias que sean imprescindibles. Pero como ciudadano, y para soslayar a mi
partido, a mí no me encontrarán porque usted comprende que yo no puedo aceptar una
actitud que soslaye el tema que para mí es fundamental.
C.: Entiendo que usted no conversó con representante del gobierno, pero
sí con hombres de las Fuerzas Armadas.
B.: Yo no sé lo que se llama representantes de las Fuerzas Armadas. Es posible que
en miles de circunstancias de la vida, en reuniones sociales y en reuniones no sociales,
haya encuentros, diálogos. Pero nunca los he interpretado como que yo estoy hablando con
el gobierno...
C.:...con quien en alguna instancia van a tener que encontrarse a
conversar. ¿Están dispuestos a conversar?
B.: Hasta en una solicitada el radicalismo ofreció los márgenes de su
contribución a la institucionalización y allí expresamos qué debía hacer, a nuestro
juicio, el gobierno para promover la acción política a través de los partidos. Esto no
fue recogido.
C.: Las Fuerzas Armadas están buscando, al parecer, encontrar una
solución dialogando.
B.: Bueno, mire, ésta es una actitud que ahora, ayer o mañana la van a tener que
adoptar. Porque esto no es una permanencia definitiva de la República. Es natural que los
militares estén preocupados...
C.: ¿El radicalismo qué pide? Se dice que pide algunas cosas. Se dice,
por ejemplo, que pide cese la agresión del gobierno; que pide un estatuto de los partidos
políticos; que se respete su nombre histórico; también pide una activación rápido del
juego político... ¿es cierto?

B.: Seguro.
C. Pide que no haya proscripciones, aunque acepta realizar sacrificios
personales por propia iniciativa. Se dice que usted, concretamente, manifestó que luego
de reorganizado el radicalismo termina su papel como presidente del Comité Nacional y que
usted se retira, que usted contribuye con su retiro.
B.: Yo no me voy a retirar nunca de la lucha, porque los hombres con sentido
nacional y preocupación ciudadana sienten como deber permanente ocuparse de política.
Pero el deber se cumple en distintos lugares. Allí donde uno esté, allí cumple su
deber. Nosotros hemos querido, fundamentalmente, que el país entre en una etapa
política. Nosotros no hablamos de fechas, no hablamos tampoco de la elección porque la
elección es el final del proceso. Decimos, sí, que deben cumplirse etapas precisas para
llegar con limpieza a la consulta. En este estado en que vivimos, esto demanda
necesariamente el paso previo: la organización de los partidos políticos que son
representativos de los distintos sectores de opinión, del país. Los partidos que estaban
o los que quieran formarse ...
C.: Creo que hay un amplio consenso en que los partidos son el instrumento
natural de la acción política, y la mayoría clara de la opinión adoptó una actitud
que osciló entre el desprecio y la burla respecto a los intentos corporativistas. De modo
que no creo tenga sentido seguir discutiendo esto.
B.: Usted quiere saber si hay o no conversaciones. Cualquiera sea el tono de las
mismas, siempre se reflejará en ellas la opinión personal del interlocutor y nunca
podrá ser la opinión expresiva. de una corriente política mientras no haya partidos.
Este país necesita ubicación de opiniones, lo que yo denomino el escrutinio previo. La
opinión del país surgirá como una consecuencia natural de los agrupamientos que se
organicen.
C.: Usted habla de la necesidad inmediata de un estatuto...
B.: Hablo de la necesidad de algo superior. De lo necesidad de lo organización de
los partidos políticos.
C.: Ese es un paso, creo que indispensable, pero es un paso.
B.: En este país, en estos años, apareció la figura de la violencia. Hubo
reiterados sacudimientos, contradicciones, angustia. No se puede negar, así como parece
que no pueden contener la violencia. Esto es resultado de la insatisfacción popular. Como
están silenciadas las voces de la opinión que en la democracia se expresan a través de
los partidos, la rebeldía se ubico en otro ámbito.
C.: No sé si es cierto eso. En lo que usted dice hay dos partes distintas:
una se refiere a la necesidad de los partidos políticos, que yo personalmente también
considero necesarios. Pero, al mismo tiempo, pienso que es ingenuo suponer que con la
reaparición de los partidos la violencia o el terrorismo desaparecerán.
B. Claro, yo no pienso semejante cosa. La violencia está en otros lados, no
solamente aquí porque no hay partidos. Lo que quiero decir es que para orientar
definitivamente a la Nación nada es más lógico que cada sector de opinión argentina
consiga el cauce para que renovados sus hombres en el íntimo debate de ideas, que ya
tenemos en cada expresión política, terminemos con la organización de los partidos.
Cuando se organice la Unión Cívica Radical del Pueblo...
C.: ¿No va a llamarse Unión Cívica Radical, a secas?
B.: Creo que sí. Nosotros conservamos lo del pueblo por una cuestión casi legal.
Lo que yo necesito es que mi partido se organice para que, actualizado su pensamiento, se
ofrezca al país y diga: Nosotros estamos acá. Yo admito que el radicalismo del Pueblo
tiene sus bases de acción política, sus plataformas, sus modos políticos. Hoce cinco
años que nosotros estamos en la dirección por preservación del partido, en virtud de la
carta orgánica. Por ese motivo, ante la disolución del partido, nos mantuvimos estos
cinco años al frente del mismo. El país necesita que, reorganizada, la Unión Cívica
Radical del Pueblo exhiba su pensamiento actual, considerando los problemas que han
ocurrido en este país y en el exterior. Entonces esto ubicará, por lo menos, a un sector
importante de la opinión. Lo mismo harán los otros.
C.: ¿De modo que usted indica que el primer paso debe ser levantar la.
prohibición a los partidos?
B.: Naturalmente. Nosotros hacemos política y el gobierno, para poner en
funcionamiento a los partidos, no tiene que conversar con nadie. Lo importante es que
converse después con los partidos organizados.
C.: Usted iría a Casa de Gobierno a conversar con el Presidente?
B.: A mí me dejan organizar el partido y el partido después resuelve. No resuelvo
yo.
C.: Yo diría que usted es un hombre influyente en su partido.
B. Reconocido el partido, le voy a contestar francamente: sí. Reconocido el
partido, iría. Usted no puede negarse. Reclamo el reconocimiento de mi expresión
política para hablar en nombre de mi expresión política. En ese caso, es mi deber
entrar en los procesos naturales de la. reorganización política, y conversar.
C.: Usted dice que en estos años las grandes corrientes de opinión
argentina no pudieron expresarse orgánicamente. Y yo le pregunto por qué no pudieron
expresarse. ¿Quién prohibió que se expresaran? Quiero aclarar la pregunta: Arthur
Koestier dice que la ineficacia de la socialdemocracia europea se advierte cuando se
descubre que, teniendo grandes masas de dinero a través de los sindicatos laboristas, y
grandes masas de afiliados y simpatizantes, no han podido, por ejemplo, armar grandes
diarios que orientaran a la opinión. Aquí la oligarquía no dejó de expresarse estos
cinco años. Y difícilmente el gobierno hubiera clausurado un diario como La Prensa, La
Nación o Clarín porque fueran radicales. El radicalismo, con casi tres millones de
votos, y el peronismo, con más de tres millones, no saben hacer un diario.
B. Esa es una pregunta que muchas veces me formulo yo mismo. Y no le oculto que
alguna vez tuve el intento de hacerlo. No sé... Debe responder a un modo de ser. Lo que
quiero decirle es que, de todos modos, el radicalismo ha hecho radical al país.
C.: Yo diría más bien que el juego recíproco de las influencias ha sido
muy fecundo y ha fecundado a todos los sectores. El nacionalismo fracasó, pero sin duda
influyó en los otros partidos. El marxismo -qué duda cabe- influyó en casi todos los
partidos, quizá hasta en los conservadores. Antes Frondizi era el único que hablaba de
desarrollo y ahora lo hacen hasta los grandes enemigos de Frondizi, que toman su lenguaje.
Y el peronismo, como es evidente, creó una tónica nueva en la política argentina.
B.: Pero creo que en la Argentina tuvo más gravitación el radicalismo. Por
supuesto que todo eso es recíproco. Lo que quiero decirle es que, no obstante carecer de
prensa, influyó enormemente en el país. Y por eso el nombre, que es símbolo, es tan
importante para nosotros. Por eso nosotros no podríamos tomar otro nombre que no fuera
nuestro nombre histórico. No es un capricho esta posición, sino necesidad. Hoy o
mañana, mañana o pasado, el país no se va a organizar en la penumbra. El país se va a
organizar en la claridad. Y esto es lo que no asoma todavía.

C.:
Ustedes no siempre parecen coherentes. Por ejemplo, respecto a si es ético o no es ético
pactar con Perón, pensaban una cosa en 1958 y otra piensan ahora. Justamente, según como
les va en materia de pactos.
B.: usted usa los términos muy generalizados. En 1958 hubo un pacto electoral.
C.: Y éste es un pacto para que haya elecciones, pacto necesario para que
después vengan los pactos electorales.
B.: Esta es una coincidencia para reclamar la institucionalización de los
partidos.
C.: ¿ustedes admitirán o no admitirán votar por un candidato que no sea
radical para la Presidencia de la República?
B.: Esta pregunta se la vamos a hacer a la Convención Nacional del partido. Si yo
contestara en este momento, cometería un acto de inconducta política partidaria.
C.: Usted sabe perfectamente que en estos momentos hay nombres que se
están girando, hay artículos en los diarios... En fin, éste es un asunto ya casi
público. Hay nombres de extrapartidarios que circulan intensamente.
B.: Yo no puedo responder porque eso lo decide la Convención. Si yo tuviera que
responder en este momento, le diría que no. Hay una historia y unos modos de actuar de
este partido. Pero para discutir eso es indispensable que los partidos se reorganicen. Las
circunstancias ocurridas, los episodios que puedan ocurrir, pueden determinar
modificaciones en las mentalidades. |


Todo esto es posible. Pero si yo
fuera urgido a contestar hoy, le diría que no. Ahora, mi partido tiene que organizarse,
tiene que renovarse y tiene que lograr su Convención Nacional; luego, decidir. Usted sabe
que nuestra Carta Orgánica establece para estas emergencias -disolución- la prórroga
del mandato de sus organismos ejecutivos. El organismo ejecutivo es el Comité Nacional...
C.: Por eso usted continúa en la presidencia del mismo.
B.: Claro. Pero la suprema autoridad radical es la Convención Nacional.
Es la que sanciona el programa y define la línea.
C.: ¿El radicalismo iría a un pacto electoral con otros partidos o con
fuerzas no políticas?
B.: En las circunstancias actuales, no. En cuanto a lo que puede venir después...
De ahí, insisto, en que resulta fundamental dejar que se organice el partido. Luego,
¿cuál será la decisión? No sé cual será la decisión entonces. En ese momento, la
conducción estará en manos de los nuevos titulares y de un nuevo cuerpo que definirá su
punto de vista.
C.: ¿Usted se retira de la presidencia del Comité Nacional?
B.: De la reorganización saldrá otro presidente del Comité Nacional.
C.: Esto, creo, debe traducirse así: como condición previa a, cualquier
negociación para apoyar a un candidato extrapartidario debe legalizarse la acción del
partido. Una vez legalizado el partido, usted dejará la jefatura.
B.: Condición para todo. Antes de eso, nada.
C.: Pero también para esto.
B.; No hacerlo para eso. Eso sería deleznable. Para nosotros es mucho más
importante la doctrina que el asunto de las candidaturas. Nosotros tenemos que definir
nuestra línea frente a los problemas actuales. Yo no puedo adelantar una línea en forma
personal. Tiene que ser la. consecuencia del pronunciamiento del partido, consultado en su
momento.
C.: El partido que es desalojado del poder, en algo se equivocó. ¿En qué
se equivocó el radicalismo?
B.: En ser demasiado bueno, en ser demasiado bueno.
C.: ¿Qué quiere decir con eso?
B.: Usted advierte el rumbo que toma la conducción económica desde el 2S de
junio: es la contrafigura de la decisión emancipadora del gobierno de Illia. El país
detuvo el proceso liberador de su propia economía. No se puede negar, lo admiten
inclusive los titulares del gobierno actual cuando dicen que en los últimos cuatro años
se extranjerizó la economía. Eso fue denunciado el 28 de abril por el comandante en Jefe
del Ejército. Ahora, cuando el gobierno quiere hablar de otra revolución dentro de la
revolución, adopta en lo económico actitudes muy parecidas, muy próximas, a las de las
autoridades derrocadas el 28 de junio de 1966. Esto demuestra que no hubo causas serias
para echar a Illia.
C.: Si no entiendo mal, usted dice que la política de Aldo Ferrer se
aproxima a la política que quiere el radicalismo del Pueblo.
B.: Yo digo que el gobierno, ha virado hacia una política distinta a la realizada
por Onganía.
C.: Entonces, si volvieran al gobierno, como eso fue un error, ¿tratarían
de ser menos buenos?
B.; No, trataríamos de ser mejores.
C.: Pero pienso que usted cree que no hubo energía suficiente.
B.: Eso es lo que inventaron, los que hicieron la imagen sobre el vacío de poder.
Y mientras estuvimos nosotros no hubo estado de sitio, pero los vigilantes no tenían que
custodiar sus propias comisarías como ocurre ahora. Esto sí que es un reflejo objetivo
del vacío de poder. Esto no ocurrió con. el gobierno de Illia,
C.: Durante el gobierno radical también hubo episodios de violencia.
B.: En proporción de uno a mil respecto a lo que vino después.
C.: Usted, como algunos sectores, piensa que la revolución fracasó ya.
Que nada mejoró desde 1966 y que es necesario buscar una salida. Pero hay que reconocer
un hecho: en el acierto o el error, las Fuerzas Armadas son una institución básica de la
República.
B.: Indiscutiblemente.
C.: Entonces, como eso es indiscutible, lo que hoy no puede permitirse es
derrotar a una institución básica de la República. Y las Fuerzas Armadas no pueden
volver a los cuarteles derrotadas. ¿Cómo piensan encarar ese problema, el problema que
les presenta aspirar a volver sin que eso implique una derrota de las Fuerzas Armadas?
¿Qué hace el radicalismo frente a eso?
B.; Parece usted creer que nosotros queremos la derrota de la institución....
C.: No, no digo eso.
B.: No hay un solo documento del radicalismo que no exprese la necesidad de que
permanezcan prestigiadas las Fuerzas Armadas. Mantener el prestigio de las Fuerzas Armadas
es indispensable para la vida nacional. Criticamos, claro, al gobierno, pero advertimos
siempre, hasta en el documento sobre La Hora del Pueblo, sobre la necesidad de mantener el
prestigio de las Fuerzas Armadas. Yo le pregunto a usted quién tiene la iniciativa.
C.: La responsabilidad en la búsqueda de la salida la tienen todos.
B.: La salida es comprender un hecho esencial: todo se hará sobre la libre
determinación del pueblo. ¿Cómo se llega a esto?: el juego político, la organización
política del país y la consulta. Esas son las etapas. Y esas etapas se van a tener que
cumplir necesariamente. Onganía decía que iba a quedarse diez años, pero a los cuatro
lo sacaron. No lo sacamos nosotros. Los que llegan dicen que el acontecimiento se produjo
para dar mayor rapidez al proceso, para preparar un plan político. Quiere decir que las
Fuerzas Armadas advirtieron cuál es el camino, y a través de la expresión de sus
comandantes.
C.: Y ahora se insiste en el tema.
B.: El titular del Poder Ejecutivo actual, lo primero que dijo al llegar es: no tan
pronto. Y eso lo repite después en la cena de los oficiales. Ahora, con más claridad,
nos hablan de cuatro o cinco años sin decirse desde cuándo se cuenta. Y cada vez
aparecen nuevos objetivos. Cuando llegan al poder dan unos objetivos de la Revolución y
ponen un ministro para que cumpla esos objetivos. Después ponen otro ministro y empiezan
con otros objetivos. El plazo no sé si empieza con el primer objetivo, con el segundo o
con el tercero.
C.: ¿Usted piensa que las Fuerzas Armadas quieren que se promueva la
salida política con mayor celeridad?
B.: Esto puede ser. No puedo contestarle porque para esto me valgo de
informaciones. La apariencia demostraría eso. Pero la realidad va o demostrar que hay que
hacer todo más pronto. Yo repito lo que vengo diciendo hace tiempo: la demora en la
institucionalización de la República puede llegar a hacer imposible lo
institucionalización de la República.
C.: Pero vuelvo a lo anterior: cómo evitar que anticipar los comicios sea
interpretable como una derrota de las instituciones armadas. ¿Qué solución ofrece en
ese sentido el radicalismo? Porque difícilmente haya plan político sin radicalismo del
Pueblo. Usted sabe que no puede hablarse de elecciones si la principal fuerza moderada,
expresiva de la clase media, no participa; sabe que no puede haber elecciones solamente
con los peronistas ni puede haber elecciones sin radicales ni peronistas. De modo que la
actitud a tomar por ustedes es de suma importancia.
B.: Hay ya hechos realizados. Cuando se tumbó a Onganía y los comandantes
expresaron la razón esencial, la falta de plan político, nosotros dimos un documento. Y
allí dijimos que el radicalismo no hace fe pero admite; si este es el camino,
encontrarán la comprensión de nuestro sector...
C.: ¿Y eso lo mantienen?
B.: Esto ha terminado porque aquello no se cumplió.
C.: El presidente Levingston: ¿puede presidir la salida o usted opina que
es indispensable un relevo antes, para preparar la salida?
B.: Levingston lo que debe hacer es cumplir la razón de ser de su advenimiento al
gobierno, y la razón de ser fue la institucionalización de la República. Este es el
origen y la razón de ser de su mandato. Y. no está demostrando que esto lo quiera hacer.
En este país hay que ser claro y nítido.
C.: Por eso le pido que sea claro y nítido. ¿Usted cree que este proceso
debe ser presidido por el general Levingston?
B.: Naturalmente, si él no cumple tendrá que irse. Naturalmente. Es algo lógico.
No tengo inconveniente en decir que si el Presidente es un obstáculo, tiene que irse. Y
nosotros lo vamos a decir públicamente.
C.: ¿Pero cree que puede haber solución con Levingston?
B.: Para mí, está perdiendo el tiempo.
C.: Muchos dicen que el radicalismo del Pueblo es un celoso defensor de la
democracia cuando le conviene y que es golpista también cuando le conviene. Cuando
ustedes perdieron frente a Frondizi, golpearon la puerta de los cuarteles.
B.: Yo no sé como son los puertas de los cuarteles. Además, no hice la
conscripción. Yo no he golpeado nunca la puerta de los cuarteles.
C.: Pero conversa con militares.
B.: También converso con periodistas, como usted ve.
C.: Usted dice que no sabe cómo son las puertas de los cuarteles, pero es
evidente que usted habla con militares.
B.: Si usted se refiere al gobierno de Frondizi, nosotros no dijimos que queríamos
una revolución. Dijimos que era indispensable la renuncia del Presidente para que
continuara el régimen institucional.
C.: Mire, Balbín, más allá de las formalidades o de los documentos, lo
cierto es que el radicalismo del Pueblo fue inequívocamente golpista en ese período,
aunque hubo algunos hombres aislados, muy pocos, que no fueron golpistas, como Crisólogo
Larralde.
B.: Usted hablaba de errores del radicalismo. Yo le voy a decir uno: no haber hecho
conocer al país los importantes gestos que tuvo en defensa de la soberanía.
C.: Sólo en representación de una cuarta parte del país ...
B.: Pero en el momento de la votación para Presidente, que hace el Colegio
Electoral, hubo el 51 % de los votos. Claro que, además, para hablar del 22 o del 25 % se
junta del otro lado a todos los votos en blanco, a los que no votaron. No tiene
importancia.
C.: Esto sirve para pasar al futuro. ¿No sería bueno terminar con estas
discusiones sobre gobiernos representativos y no representativos, asegurando la
representatividad con el sistema de ballotage o doble vuelta?
B.: Nosotros hemos sido partidarios de la elección directa de Presidente.
C.: Yo hablo de ballotage.
B.: Bueno, es elección directa que luego va a segunda elección si nadie tiene el
51 %. No vota electores, con el ballotage, sino candidatos. Una de nuestras comisiones que
trabaja desde hace tiempo elevó un informe. Son los que lanzan la idea al país. El
ballotage existe; solo que, con elección indirecta, !o hace el colegio electoral. El voto
directo perfecciona el ballotage.
C.: ¿Usted es partidario de que el Presidente dure cuatro años en su
mandato, con una posibilidad de reelección?
B.: Sí, sí. No tengo inconveniente en decirle que soy partidario de que el
Presidente dure cuatro años. Incluso en el estudio a que hice referencia está esa idea.
Pero lo mas importante, cualquiera sea el sistema, es evitarle al país elecciones
constantes. Soy partidario de la unificación de los mandatos y el prudente
distanciamiento de las elecciones.
C.: Por ejemplo, elegir todo cada cuatro años.
B.: O alguna renovación, quizá, lo que admito es discutible.
C.: ¿Qué se puede hacer para que el Congreso funcione mejor que en los
últimos años?
B.: Bastan, simples correcciones en cuanto al tratamiento de las leyes. Yo soy un
enamorado del Parlamento, pero hay que condicionarlo para que sea más idóneo.
C.: Esas son algunas ideas para el futuro. Pero vuelve a quedarnos sin
resolver el tema de si los radicales apoyarán a un extrapartidario. Usted se remite a la
Convención, dice que la Convención decidirá.
B.: Sí, pero también dije que el temperamento radical, hoy por hoy, no lo admite.
C.: ¿Esa es una opinión personal suya?
B.: Cuando yo deje de ser presidente del partido no voy a hacer valer mi opinión
personal.
C.: ¿Cómo?
B.: Claro, la opinión del partido estará dada por los delegados a la Convención.
Cuando usted elige un convencional, éste sabe lo que tiene que hacer. Sí no, sería un
florerito puesto en la Convención. Y yo nunca he gravitado en la decisión de una
Convención.
C.: Sería muy legítimo que gravitara. ya que dio toda una vida a su
partido. De modo que no se entiende por qué no expresa su opinión personal sobre este
problema concreto.
B.; Si yo diera mi opinión personal, estaría condicionando una reorganización y
esto no sería legitimo. Yo quiero que se exprese el partido. |