PERÓN REGRESA A LA
ARGENTINA

"Ese retorno, esa página entera de la historia de un
país, hubiera requerido el comentario de un testigo directo. Acaso de un político, de un
sociólogo, de un escritor. Sin embargo, me atrevo a violar esa regla de oro. Doce horas
antes de que el esperado avión bajara en Ezeiza yo estaba, abrazado por el sol, en el
aeropuerto de Barajas, en Madrid. Sobre un camión gris con efigies de Franco y de Perón,
cincuenta periodistas y fotógrafos nos apretábamos para no perder un instante de ese
mediodía irrepetible. Franco y Perón se abrazaron. Perón, serio, algo pálido, vestido
con un traje negro, subió por la escalerilla y saludó con la mano en alto. Ya no
volvería a la España que lo cobijó tantos años. Ese avión lo llevaría a la
Argentina, donde volvería a ser presidente y donde moriría mucho después. De pronto, el
aeropuerto de Barajas quedó desierto. Allí, bajo el sol furioso y los rojos pendones
medievales, yo, simplemente un periodista, simplemente un testigo indirecto de ese retomo
Argentina estaba a 12.000 kilómetros, y lo que en ella ocurriría al llegar Perón,
una incógnita, pensé que mi oficio me había señalado con un privilegio: había
visto de cerca la primera parte de un proceso apasionante. Un caudillo volvía del exilio,
y ese-caudillo había dicho: "Vuelvo como prenda de paz". Traté de imaginarme
la Plaza de Mayo, Ezeiza. la muchedumbre, todo el entorno. Imposible. Ahora los testigos
empezaban a ser otros. A mi me quedaba sólo esa última imagen, el sol de Madrid, los
pendones, la noche todavía lejana para correr a una redacción y leer los cables,
encabezados por la palabra "Argentina". Y la noticia: "Perón ha
vuelto". Y todo lo demás. Todo lo que los argentinos vivieron ese día y ya no
olvidarán." A. S.
|