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crónicas del siglo pasado

 


ARGENTINA EN CUBA:
EL INTERCAMBIO SIN ATADURAS
Una repercusión sin precedentes mereció la Exposición industrial Argentina "Presidente Perón", clausurada el domingo 14 en la capital cubana.
Un día antes, tras minuciosa visita, Fidel Castro opinó sobre los alcances de esta iniciativa, a la sombra del bloqueo económico que sufre la isla.

 


Revistero

 


 







 

 

Los hombres de negocios suelen ser serios, circunspectos, medidos, enemigos de las expansiones demasiado ruidosas. Pero hay excepciones. Una ocurrió, precisamente, la medianoche del domingo 14 de julio en La Habana, Cuba, al clausurarse la Exposición Industrial Argentina "Presidente Perón": pocas veces como entonces fue posible observar a los atildados empresarios participando de una alegría tan desbordante, tan contagiosa. No era para menos, la muestra montada en Rancho Boyero, una zona situada a 20 kilómetros del centro capitalino, albergaba lo más selecto de la producción industrial argentina, en 240 stands que ocupaban alrededor de 15 mil metros cuadrados. Y la respuesta del pueblo y el gobierno cubanos superó las más ambiciosas expectativas. Como lo reconoció el mismísimo Fidel Castro la noche antes de la clausura, en improvisada conferencia de prensa: "Nuestra gente está contenta con el desarrollo de las relaciones económicas y técnicas con la Argentina. Tendremos que controlarlos porque ellos se entusiasman mucho con todas las cosas que ven. Y lógicamente, porque hemos visto muchas cosas interesantes".
Este hecho fue, sin duda, el más espectacular pero no el primero de una serie que la gente coincide en llamar "las misiones Gelbard". Visto por encima, se trata de vuelos especiales que conducen a empresarios privados y funcionarios oficiales a aquellos países que quieren vender a la Argentina y comprar productos argentinos. Una pragmática política económica puesta en marcha por Juan Domingo Perón e interpretada por su ministro de Economía —José Ber Gelbard— y que consiste, simplemente, en concretar intercambios para beneficio mutuo, sin ataduras ni prejuicios ideológicos. Los resultados abruman por su simplicidad: la producción local se incrementa en forma decisiva, aumenta la demanda de mano de obra, crece el ingreso de divisas y la balanza de pagos se inclina significativamente en sentido positivo.
La Feria de Rancho Boyero arrojó, en esos aspectos, resultados altamente significativos:
• Se realizaron negocios por un monto global de 100 millones de dólares, al margen del préstamo oficial de 1.200 millones de dólares concedido el año pasado por Argentina.
• Cuba venderá a Argentina 400 toneladas anuales de níquel.
• Argentina prestará apoyo tecnológico para la instalación de varios centenares de industrias, tarea prevista en el Plan Quinquenal cubano 1976-80.
• Se formalizó un convenio entre la Corporación para el Desarrollo de la Pequeña y Mediana Empresa (COPYME) y e! gobierno cubano, para la introducción de tecnología industrial argentina.
• Los dos países encararán en forma conjunta la provisión de cítricos —hoy de gran demanda— a la URSS y otros países socialistas de Europa.
• Se inaugurará una ruta aérea regular entre Buenos Aires y La Habana, que estará a cargo de Aerolíneas Argentinas y Cubana de Aviación.
Esto no es todo, sin embargo. El plan es más trascendente. La consolidación del acercamiento comercial con Cuba le permitiría a la Argentina asomarse —con brillantes perspectivas— a un mercado potencial de 13 millones de habitantes diseminados en Jamaica, Trinidad Tobago, Guyana y Barbados. La misma ruta marítima que une Buenos Aires con La Habana facilitaría colocar productos en los países mencionados a precios competitivos, a base de una reducción en el flete.
Y EN ESO LLEGO FIDEL
Los empresarios y funcionarios argentinos no tuvieron demasiado tiempo para conocer La Habana. Se lo impedía un intenso programa de trabajo. Todas las mañanas, de 9 a 12, el Hotel Habana Libre (ex Hilton) se convertía en el centro de operaciones de "los che" —como cariñosamente llaman los cubanos a todos los argentinos— con los importadores locales. Entre las 3 y las 6 de la tarde, este mismo grupo efectuaba visitas guiadas a Rancho Boyero, donde se les explicaba minuciosamente las características de cada uno de los productos exhibidos. A las 7 de la tarde, finalmente, se abrían las puertas al público. Cálculos extraoficiales informan que, durante diez días, la muestra fue visitada por más de 100 mil personas.
El sábado 13, un día antes de la clausura, se informó que la Exposición sería visitada por "altas autoridades de la Nación". La ambigua información hizo alentar la esperanza de que Fidel Castro concurriera personalmente, cumpliendo con una promesa efectuada durante la semana al embajador argentino en La Habana, Fernando Torcuato Insausti. Lo que sirvió para que se reuniera en el lugar una cantidad de gente hasta entonces nunca vista. A las cinco en punto de la tarde se produjo, efectivamente, la llegada del líder de la revolución cubana, acompañado por el presidente Osvaldo Dorticós y su esposa.
Como es su costumbre, Fidel no dejó ni un solo rincón de la Feria sin visitar, y puso repetidas veces a prueba los conocimientos de los expositores, interesándose por cada detalle de los productos exhibidos. Luego de cuatro horas de deambular por los stands de Rancho Boyero, accedió a dialogar con un grupo de periodistas argentinos, integrado (además de este enviado) por: Julio Alfredo Ramos, de Mayoría; Jorge "Pete" Laborde, de La Capital de Rosario; Miguel Ángel Piccato, de La Voz del Interior de Córdoba; Abel Maloney, de la agencia Télam; Guillermo Calisto, de La Nación; Emilio Cabrera, de la agencia Noticias Argentinas; Néstor Yoan, de Mercado; Juan Carlos Romero, de El Tribuno de Salta, Alberto Dearriba, de El Cronista Comercial; Luis Brunstein, de la agencia Prensa Latina; Carlos Villar Araujo, de Noticias, y Alberto Rudni, jefe de Prensa de la Confederación General Económica (CGE). Lo que sigue, son los aspectos más salientes de esa Charla.
—Comandante: ¿cuál es su opinión y cuáles son sus críticas sobre la Exposición?
—Criticas ninguna, porque no las tengo. La impresión es muy buena. Me ha llamado la atención la gran variedad y calidad de los productos, lo que demuestra lo que ha avanzado la industria argentina. Los organismos del Estado y todos los cubanos que la han visitado se han mostrado muy interesados por cada una de las ramas representadas aquí. Se han creado bases para continuar desarrollando las relaciones comerciales, que son amplias y prometedoras. Tengo entendido que en este momento somos el primer cliente latinoamericano de Argentina. Estamos muy contentos de que se hayan ido llevando a cabo las negociaciones y se haya ido cumpliendo todo con mucha seriedad. Llama la atención el desarrollo de la tecnología argentina. Y es muy bueno que los países latinoamericanos vayamos desarrollando esas técnicas. De lo contrario, dependeremos siempre de los países industrializados.
—¿Podríamos considerar próxima ya una complementación industrial con Cuba, mediante el aporte de partes procedentes de Argentina?
—Algunos industriales se han manifestado en ese sentido. Nosotros estamos de acuerdo en trabajar juntos con ese propósito y lo consideramos posible. Hay que estudiar esas posibilidades.
—¿Hay indicios de que Estados Unidos haya cedido en su posición frente al bloqueo o trate al menos de hacerlo?
—Algunos síntomas hay, derivados de la apertura de ciertos países latinoamericanos con Cuba. Creo que en esto ha influido también la apertura de Argentina, puesto que dio un golpe fuerte al bloqueo económico, tornando más indefendible la posición de ellos, más ilógica, más inmoral. Como ustedes ven, ya se están adquiriendo productos, equipos argentinos que tienen marcas y matrices de Estados Unidos. Esto debilita realmente el bloqueo. El gobierno canadiense también mantuvo una posición justa, digna, similar a la de Argentina.
—¿Qué significado tiene la visita de Holt?
—Pat Holt es miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense. El presidente de esa comisión se dirigió al gobierno de Cuba solicitando autorización para que un miembro de ese organismo visite nuestro país, aclarando muy bien que eso no tenía nada que ver con la política del Poder Ejecutivo de Estados Unidos, y que de eso no podía inferirse ningún cambio en la política de su gobierno. Autorizamos la visita y Holt estuvo creo que diez días recorriendo ampliamente el país. Nosotros tenemos una alta opinión sobre las actitudes de esta Comisión de Relaciones Exteriores. En general siempre se ha manifestado en contra de la política de hostigamiento a Cuba.
—¿Esa visita tendría alguna relación con una eventual conversación suya con el delegado personal de Nixon, Henry Kissinger?
—En absoluto. Este visitante no tiene ninguna relación con el Departamento de Estado. Como ustedes saben, nosotros hemos planteado que para desarrollar conversaciones entre Cuba y Estados Unidos es necesario, previamente, que cese el bloqueo. Esa es nuestra posición oficial y no ha habido ninguna variación.
—De ser invitada, ¿concurriría Cuba a la conferencia de cancilleres que se desarrollará en Buenos Aires en marzo próximo?
—Si el gobierno argentino, que es el anfitrión, nos invita, nosotros sin duda de ninguna clase, asistiremos. Eso lo podemos afirmar categóricamente.
—La muerte de Perón, ¿puede afectar la íntima relación que existía entre los gobiernos de Argentina y Cuba?
—Hay que tener en cuenta que Perón promovió esa política de apertura hacia nuestro país. De modo que todos los avances que hemos logrado están relacionados con su política. Pero no tenemos ninguna razón para ser pesimistas. No vemos ningún obstáculo para que continúe desarrollándose la línea política que él trazó en la Argentina.
(Aquí intervino el doctor Fernando Lerena, subsecretario de Relaciones Económicas y Comerciales Internacionales de Argentina, para manifestar: "Yo estoy aquí representando al gobierno argentino, y le puedo asegurar que esa política que usted está señalando es la que mantendrá el gobierno argentino. Es una política absolutamente decidida". Castro agradeció: "Nosotros estamos plenamente confiados en esa política. Fue muy dolorosa la muerte de Perón. Y muy triste en el caso de los argentinos que estaban aquí.")
—Comandante, ¿qué es más difícil: hacer la revolución para tomar el poder o hacer la revolución con el poder en la mano?
—Hacer la revolución con el poder en la mano es mucho más difícil. No hay comparación. En la fase de la lucha por el poder las preocupaciones son otras, pero después aparece la necesidad de resolver problemas muy serios, cruciales.
—¿Cuáles, por ejemplo?
—En los primeros tiempos el problema de la revolución era sobrevivir frente a la hostilidad de los Estados Unidos, frente al bloqueo. En los primeros años invertimos muchas energías en sobrevivir. Después el problema número uno fue el desarrollo, enfrentarse al atraso técnico, al atraso cultural, al atraso industrial. La realidad plantea la necesidad de desarrollar cuadros nuevos, de traer una cultura nueva. Y ésa es una tarea de muchos años. De décadas, se puede decir.
—¿Cómo resumiría 15 años de revolución?
—Quince años de dura lucha. Quince años de experiencia. Y, por último, podríamos decir, quince años de victoria estratégica. . . con algunos reveses tácticos.
"LA HORA DE LA ARGENTINA"
—Tenemos entendido que la economía cubana creció el año pasado un 12 por ciento con relación a 1972.
—Exactamente: 11,5. Este año creceremos un poquito menos. Pero no nos dejemos llevar por las cifras frías. Hay países que crecieron brutalmente en la década pasada y ahora no hallan qué hacer con ese crecimiento. Crecieron sobre una base falsa, con una dependencia exterior tremenda, y ahora están en una situación difícil, que la Argentina no tiene. La Argentina tiene la ventaja de que se autoabastece de energía. Tiene además un gran potencial hidráulico y empieza a desarrollar su energía nuclear. Tiene minerales radiactivos. Y tiene una agricultura fabulosa, lo que es muy importante para cualquier país. Sus condiciones geográficas y climáticas son muy buenas. Sus perspectivas son tremendas, sobre todo para su desarrollo industrial, porque Argentina puede competir con europeos y japoneses, pues en tanto ellos tienen que traer petróleo de afuera a precios muy altos, Argentina tiene que importar poco petróleo, y puede ser que en muy poco tiempo no tenga que importar nada. Esta es la hora de la Argentina, porque puede hacer su despegue industrial y es muy inteligente a política que está siguiendo al abrir sus mercados, y ahora justamente tiene la oportunidad de hacerlo. Puede competir ahora con los europeos porque puede producir a costos más bajos. Puede ser que todavía su técnica esté un poquito por debajo de la de ellos. Ellos producen más en sus industrias, pero tienen que abastecerse afuera de las materias primas de importación, que cuestan muy caras. Eso le da una ventaja tremenda a la Argentina para su desarrollo industrial.
Sergio Morero
revista siete días ilustrados
julio 1975