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La carrera a la luna
LA HISTORIA de la carrera al espacio descansa esencialmente en las hazañas espectaculares de los soviéticos y en muchos resultados científicos menores de Estados Unidos, acompañados por perspectivas brillantes. Dichas perspectivas de grandes acontecimientos, a menudo han sido expuestos con explicaciones del atraso norteamericano con respecto a Rusia.
El hecho de que Estados Unidos lleva el segundo puesto en la carrera al espacio, fue admitido espontáneamente por el presidente John F. Kennedy en su conferencia de prensa del 22 de agosto último. Al mismo tiempo Kennedy expresó la convicción de que antes de terminar esta década, su país habría alcanzado y superado a los soviéticos.

por Bem Price
Revista Vea y Lea
1962

 


Los siete astronautas iniciales del proyecto Mercury, con el que los norteamericanos comenzaron a reducir las ventajas de los soviéticos

Yuri Gagarin, soviético, inauguró la era de los vuelos espaciales el 14 de abril de 1961

Gherman Titov, el segundo hombre del espacio, después de efectuar 17 vueltas orbitales, el 7 de agosto de 1961. Recorrió casi 700 mil kilómetros en poco más de 25 horas

Pavel Romanovich Popovich (izquierda) y Adrian Grigorievich Nikolayev, llamados los "mellizos del espacio" por sus vuelos en pareja realizados en el mes de agosto último

Walter M. Schirra, tercer astronauta norteamericano que voló en órbita alrededor de la Tierra

 

 

 

El 11 de agosto, los rusos lanzaron al mayor Adrián G. Nikolayev en un vuelo orbital de 95 horas alrededor de la tierra, el que fue seguido a las 24 horas por el lanzamiento del teniente coronel Pavel R. Popovich en una trayectoria espacial de 71 horas.
La hazaña soviética resultó posible por el uso de cohetes con una potencia de empuje más que doble de la de los cohetes en uso efectivo por parte de Estados Unidos. De modo que, evidentemente, Estados Unidos no se halla en condiciones de repetir los vuelos de ambos oficiales soviéticos, y le falta tiempo para llegar a ello. De acuerdo con las declaraciones del presidente Kennedy, el asunto reside en saber si Estados Unidos realmente podrá alcanzar a Rusia en lo que queda de la década.
Otra pregunta secundaria es la siguiente: "¿Por qué Estados Unidos está atrasado? Si bien hay mucha diferencia entre posibilidad y probabilidad, queda el hecho de que es posible que Estados Unidos recupere el atraso. La carrera al espacio es mucho más que una cuestión de saber qué nación dispone actualmente de los cohetes más grandes.
El apresuramiento del programa norteamericano del hombre en el espacio, el que sólo empezó en forma definitiva en los primeros meses de 1958, ha sido extraordinario, pese a los que dicen —y quizá tengan razón— que podría hacerse mucho más. Ese aceleramiento ha sido acompañado por el aumento igualmente rápido de una enorme burocracia que se extiende a lo largo de la nación norteamericana.
De modo que quizá exista el peligro de que el impulso ganado en relación a los últimos años, quede sepultado bajo montañas de papelerío. Al principio, el programa espacial norteamericano no era algo muy bien planeado. Sólo iba creciendo, a menudo bajo la presión de los acontecimientos sucedidos en Rusia, pero sin un sentido real de urgencia, sin planes bien establecidos ni presupuesto adecuado.

UN DESPERTAR ALGO TARDÍO
Cuando la Unión Soviética lanzó el primer Sputnik en octubre de 1957, la primera reacción de la Casa Blanca, expresada por el entonces secretario de prensa James C. Hagerty, siendo presidente Dwight D. Eisenhower, fue de cierto interés pero sin preocupación especial. Cuando se le preguntó qué repercusión tendría la hazaña soviética en el programa norteamericano, Hagerty contestó: "Ninguna. Nuestro programa está. . . satisfactoriamente avanzado de acuerdo con sus objetivos científicos". Y agregó que EE. UU "jamás había pensado en su programa como en algo que estuviera en competencia con los soviéticos".
El entonces secretario de Defensa, Charles E. Wilson, calificó al Sputnik "de lindo asunto científico". Wilson recomendó a los norteamericanos que no se preocuparan por ello: "Nadie —dijo— va a dejarles caer encima nada desde un satélite mientras estén durmiendo".
La primera vez en que Estados Unidos admitió oficialmente que se estaba disputando una carrera en que se hallaba en tela de juicio el prestigio industrial y científico de la nación, sucedió en 1961 con motivo de la inauguración presidencial de Kennedy. Desde entonces, la nación norteamericana tuvo ya un objetivo específico: descender en la Luna antes del año 1970. Anteriormente, el presidente Eisenhower había quitado el programa del control prioritario de los militares para confiarlo entonces, a una nueva dependencia civil.
Y ahora, igual que entonces, la clave de la carrera al espacio es un gran cohete. Hasta solo los militares disponían de los recursos monetarios y de la mano de obra necesaria para desarrollar cohetes, pero desperdiciaban mucho tiempo, dinero y talento en una competencia entre las distintas armas, de acuerdo con las críticas. En 1958, a los militares simplemente no les interesaban los cohetes más grandes que los necesarios para llevar una bomba desde Estados Unidos hasta un blanco en la Unión Soviética. La verdad es que hasta la fecha siguen con esa idea.
Históricamente, los militares norteamericanos han sido lentos en considerar las cosas más allá de las necesidades militares inmediatas. Pero, ¿puede Estados Unidos recuperar el tiempo perdido?

LA OPINIÓN DE UN ESPECIALISTA
Wernher von Braun, experto en cohetes, nacido en Alemania y ahora director del Centro de Vuelos Espaciales George C. Marshall en Huntsville, Alabama, es el hombre que tiene, más que cualquier otro, la misión de alcanzar a Rusia en el campo de los grandes
cohetes. A von Braun se le preguntó qué creía que Estados Unidos tiene una posibilidad de alcanzar a la Luna antes que los rusos. He aquí su respuesta:
—Esa demostración con órbitas gemelas. . . no es una prueba de que se hallen cerca de su evidente meta, alumizajes tripulados en la Luna... Ello necesitará vehículos espaciales mucho más grandes que los actualmente en uso en la U.R.S.S. para permitir que descienden hombres en la Luna y vuelvan sanos y salvos a la Tierra. Tenemos razones para creer que los vehículos utilizados por los rusos tienen un empuje inicial de 800.000 a un millón de libras (menos de 500.000 kilos). No creemos que la U.R.S.S. haya lanzado cohetes, aún en una base experimental con un empuje mayor que eso. . . Los rusos llevan un programa adelantado de cohetes de modo que es probable que trabajen en cohetes mayores que los que están utilizando. Lo mismo sucede aquí. Ya hemos lanzado dos Saturnos C-1S con un empuje inicial de 1.3 millones de libras (unos 600.000 kilos) en un programa que lleva al uso práctico de un C-l con 675.000 kilos a fines de 1964. Nos
hallamos trabajando en el Saturno C-5 con 7,5 millones de libras de empuje inicial. Ha de lanzarse primero en 1965 y volverse practicable en 1967...
Y el especialista agregó:
—Por más importantes que resulten los cohetes, tienen que acompañarse de adelantos en otros campos para poder explorar la Luna. Por ejemplo, tenemos que desarrollar sistemas practicables con capacidad suficiente para mantener las condiciones de vida terrestre por varias semanas. Asimismo, deben perfeccionarse nuevas técnicas de regreso a la atmósfera terrestre, pues ningún hombre jamás trató de volver a entrar en esa atmósfera a la velocidad de 40.000 kilómetros por hora que será la de los exploradores lunares a su retorno. Y también tenemos que desarrollar sistemas ampliamente automáticos para controlar y lanzar un vehículo desde la Luna con sólo dos hombres en lugar de los 200 ó 300 que harían falta en semejante práctica en la Tierra Estados Unidos está realizando notabas adelantos en todos esos terrenos... y esos esfuerzos individuales están destinados a desembocar en un solo punto cuando llegue el momento, una sola misión.. . No tengo por qué dudar de ese último logro. Hace dos años, dije que teníamos una buena posibilidad de alcanzarlo antes que los rusos. Sigo con esa opinión.

LA RAZÓN DEL ATRASO NORTEAMERICANO
Todo eso no contesta la pregunta en cuanto al porqué del atraso de Estados Unidos con respecto a la Unión Soviética. Una de las explicaciones más difundidas es que la reducción exitosa del tamaño de las bombas de hidrógeno en marzo de 1954, volvió innecesario un sistema de lanzamiento que se valdría de cohetes del tamaño de los soviéticos. Y eso era cierto. Pero no tomó en cuenta otra pregunta: ¿Qué viene después?
Algunos observadores han citado la opinión conservadora de los militares en cuanto a la nueva tecnología de los armamentos, que se viene extendiendo desde la ametralladora perfeccionada por Richard J. Gatlin en 1862 hasta los cohetes.
En determinado momento, a los militares no se les ocurrió aplicación inmediata alguna del aparato volante de los hermanos Wright (el avión). Pero cuando los aviones demostraron sus capacidades en la primera guerra mundial, la marina norteamericana se negó a admitir que la aviación había vuelto inoperante al acorazado. Luego, en los años 1920, el doctor Robert M. Goddard desarrolló un cohete de combustible líquido, pero al ejército no se le ocurrió para qué podía servir ese invento como arma. A otros, sí. El primer vuelo de cohete tripulado se verificó el 11 de junio de 1928 cuando un civil alemán llamado Friedrich Stamer voló más de un kilómetro y medio en un planeador accionado por un cohete de unos 20 kilos de empuje. Aquel vuelo experimental sirvió como base para el despegue de aviones con ayuda de cohetes.
Ya en 1936, el nuevo ejército alemán experimentaba cohetes uno de los cuales tenía un empuje de unos 1.500 kilos. En 1937, la Unión Soviética reveló que había instalado centros de experimentación de cohetes en Kazan, Moscú y Leningrado. Durante la segunda guerra mundial, los soviéticos utilizaron con éxito cohetes antiaéreos.

UNA DECLARACIÓN DE STALIN
La edad del gran cohete militar llegó el 8 de setiembre de 1944, día en que los alemanes lanzaron proyectiles balísticos V-2 contra un suburbio de París y contra Londres. En 1947, el año en que comenzó la guerra fría, el líder soviético José Stalin manifestó a su Politburo que necesitaba un cohete transatlántico que "hiciese más fácil hablar con ese caballero tendero Harry Truman y mantenerlo inmovilizado donde queremos". Evidentemente la Unión Soviética estaba dando suma prioridad al desarrollo de un proyectil intercontinental. No hubo reacción apreciable, política o militar, ante la amenaza implícita, por parte de Estados Unidos, que entonces disponía de una imponente flotilla de grandes bombarderos y de una bomba atómica.
Aquel año en que Stalin hizo su pedido, Estados Unidos se hallaba desarrollando un proyectil de corto alcance llamado "Army Corporal". Mientras la Unión Soviética se ponía a trabajar intensamente en proyectiles, Estados Unidos dedicaba cada vez más recursos en dinero y material para la construcción de bombarderos. Escasa prioridad recibía la realización de proyectiles.
Hasta enero de 1951 no se logró el primer estudio de la factibilidad de un proyectil balístico de alcance intercontinental. Aquel proyecto había de desembocar en el actual proyectil "Atlas" de 360.000 libras (apenas 150.000 kilos) de empuje, cuyo primer ensayo en vuelo se realizó el 17 de diciembre de 1957, luego del lanzamiento del primer "Sputnik". Y el "Atlas" sigue siendo el caballo de batalla del programa espacial de Estados Unidos. Sólo en 1953 comenzó el estudio norteamericano del problema del gran cohete, pero la reducción en tamaño de la bomba H frenó dicho programa.
Aunque los soviéticos hablaran desde 1951 de vuelos espaciales, Estados Unidos esperó hasta 1959 para seguir activamente con el estudio de los grandes cohetes. Aquel año se le encomendó a Wernher von Braun esa misión y en octubre de 1959 se quejaba: ". . .Estamos perdiendo tiempo y eso es algo que no podemos recuperar".

SOLO 68 MILLONES DE DOLARES
El presupuesto anunciado para los grandes cohetes era de 138 millones de dólares, el que quedó reducido en 70 millones por el Pentágono, sin que se diera a publicidad. Von Braun estimó que esa reducción secreta demoró en un año el programa de fabricación. Con todo, 1958 ha de quedar como el año en que Estados Unidos finalmente comenzó a movilizarse para un verdadero esfuerzo espacial. A mediados de marzo de 1958, el presidente Eisenhower ordenó que el ahora disuelto NACA (Comité Consultivo Nacional para Aeronáutica) iniciara un programa incluyendo vuelos espaciales tripulados y no tripulados.
Sin embargo, mientras el NACA detentaba la mayor parte de la información en cuanto al espacio, los militares disponían de los cohetes. Aquel programa era un asunto "cooperativo" sin una dirección realmente operante. Sólo en noviembre de 1958 se discutieron especificaciones preliminares para el desarrollo de una cápsula que llevara a un hombre en órbita. En diciembre, ya había 200 científicos e ingenieros trabajando en el proyecto.
El 29 de julio de 1958, la actual NASA (Administración Nacional para Aeronáutica y Espacio) quedó creada y absorbió el antiguo NACA. Y el 30 de septiembre, la NASA comenzó a funcionar. Pero seguía dependiendo de la cooperación militar para los cohetes —y sigue así— aunque ahora desarrolla sus propios supercohetes. En la actualidad, la NASA tiene sus oficinas centrales en Washington, así como una oficina de enlace en la costa occidental y nueve grandes centros de investigaciones. Dentro de la dependencia, hay 308 instancias importantes, científicas y administrativas, identificables, cada una de las cuales, desde luego, tiene sus ramificaciones.
En la actualidad, la NASA tiene a 21.880 personas en su lista de personal a sueldo y se prevé que llegarán a ser 26.274 en 1963. El presupuesto actual alcanza a 1.800 millones de dólares. En 1963 ese presupuesto ascenderá a 3.800 millones de dólares, lo que representa un tremendo aumento comparado con el presupuesto de 964 millones de 1961.
Evidentemente, Estados Unidos está haciendo un enorme esfuerzo para poner su programa espacial "al día" luego de una partida bastante atrasada.