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crónicas del siglo pasado

 

Cinco partidos de Francia
Fisonomía e historia del comunismo, el radicalsocialismo, la democracia cristiana y la derecha
por Vicente Sanchez Ocaña

 


Revistero

 


 


el puño cerrado da mas fuerza a las razones que tuvo el primer ministro de Francia, Edgar Faure, para disolver la Asamblea. Aparece aquí explicándolas en una conferencia de prensa. A raíz de tan discutida decisión, fué expulsado del radical-socialismo


Este es "el hombre". el activo primer ministro y actual vicepresidente del partido radical socialista. Mendès France, se opone al criterio de su correligionario Faure, y lleva a su partido a la lucha contra él, luego de haber obtenido su expulsión del PRS.

 

 

 

ESTAS líneas se escriben, naturalmente, antes de las elecciones francesas. Lo subrayamos así para explicar las contradicciones que nos pueden imponer los resultados electorales, aunque no se los encare directamente, ni de modo alguno se practique la profecía, diversión de café.
Nuestros comentarios sobre los sectores políticos en que se divide Francia, aspiran a valer para algún tiempo más que un momento de tertulia.
COMUNISMO
El comunismo, que debía de tener en la última Asamblea Nacional casi igual número de puestos que el partido que más tuviera —el socialista, si no nos equivocamos— está considerado por algunos como el partido francés con más adherentes.
El primer partido de Francia, le llamaban sus entusiastas, proporcionando con la frase a sus enemigos un envenenado juego de palabras: decían los anticomunistas que el primer partido de Francia era en realidad el jefe de los comunistas, Mauricio Thorez, el cual siendo soldado, al principio de la guerra, desertó y se refugió en el extranjero (no por miedo físico; por conveniencia política y probablemente cumpliendo orden de su partido; seamos justos).
El comunismo es, en efecto, una de las más nutridas agrupaciones políticas de Francia. Tiene en sus manos la mayor fuerza de los sindicatos. Y le respondían los años últimos lo menos la cuarta parte de los votos franceses. Quizá se deba considerarlo el partido con mayor poder de Francia.
Una prueba clara de su poder resulta que cuenta con unos 100 diputados en la última Cámara, contra todos los demás sectores, aliados contra él: la ley electoral francesa, promotora de alianzas y concediendo gran prima a la mayoría, se diría especialmente confeccionada contra el partido comunista.
¿Debemos entender que el comunismo disponga , de ingentes masas en Francia?
A nuestro juicio una parte de los que se dicen en Francia comunistas y actúan como militantes del comunismo, de hecho no lo son; podríamos clasificarlos como anticomunistas potenciales.
Parece burda paradoja.
Es, al contrario, lugar común, para cualquiera que conozca los arrebatos pasionales franceses, la tendencia antigubernamental, quizá más evidente en Francia que en ninguna otra sección del antigubernamental mundo latino y la inclinación de algunos franceses a adoptar, por pura retórica, posiciones extremas.
Indicio de que el comunismo acaso no conserve tanta fuerza como aparenta es que sus grandes diarios de París, "L'Humanité" y "Ce Soir", que hace 10 años, a la hora verdaderamente cenital del comunismo, fueron, con mucho, los de mayor tirada en Francia, después la perdieron de tal modo que el vespertino "Ce Soir" dejó de publicarse y "L'Humanité" pasó a una posición de venta inferior.
Esas pérdidas de lectores, bastante sugestivas, se reflejaron poco en las urnas; desde luego el comunismo perdió menos electores que lectores.
SOCIALISMO
Los socialistas tenían en la última Asamblea —según ya se indicó— el grupo de diputados más numeroso. Varios otros partidos se aliaron con ellos, facilitándoles así una situación ventajosa.
En realidad la socialdemocracia francesa no se diría que estuviera en un plano ascensional, sino al contrario.
Es una formación respetable, con la honradez y buena voluntad que han mostrado los núcleos socialistas veteranos, en todas partes. Tuvo dirigentes que ayudaron a su prestigio. Como Jaurés, especie de santo laico, que cayó mártir de su adhesión a la Paz, asesinado por un reaccionario tontiloco, días antes de que comenzara la matanza de 1914-18. Como León Blum, inhábil gobernante, pero hombre sensible y abnegado, desde luego.
Fué la socialdemocracia organizadora y mucho tiempo conductora, por medio de Jouhaux, de los sindicatos.
Fué la gran fuerza de extrema izquierda y popular de Francia, hasta el final de la primera guerra mundial.
Después comenzó a sufrir el drama que han vivido otros partidos socialistas en otros países.
El comunismo, más chillón y demagógico; con más soltura combativa y a veces superior habilidad estratégica, fué ganando miles de votos socialistas año tras año.
El socialismo iba perdiendo, poco a poco, una parte de su substancia popular.
Concluyó por perder casi enteramente sus contingentes sindicales, fortaleza tradicional de Jouhaux.
En último término hasta una parte de su doctrina o del color de su doctrina se les fué a los socialdemócratas, que tal vez se apartaran del marxismo riguroso para avenirse a un marxismo posibilista o "moderado". Pero ¿se es absolutamente fiel a Marx en alguna parte y concretamente en Rusia? ¿Es posible, siquiera, ser fiel a Marx en 1955?
Los socialistas de Francia no disimularon su posibilismo con mentiras. En el aspecto intelectual, como en los restantes, la masa del socialismo de Francia sigue siendo un ejemplo de probidad atractiva.
Lo que mantiene su gran crédito, pero quizá la despoja de votos fáciles...
RADICALSOCIALISMO
El radicalsocialismo es el partido que desde principios de siglo más tiempo ha gobernado a Francia... si al verbo gobernar se le da una acepción muy amplia.
Es, desde luego, el partido que ha proporcionado mayor cantidad de presidentes de ministerio, ministros de Interior y ministros de todas clases.
Por ejemplo, Eduardo Daladier y Eduardo Herriot son radicales socialistas.
Herriot casi puede pasar por la personificación del partido. Tiene ochenta y tantos años, es profesor, gordísimo, comilón, llanote, simpático, buen orador, buena persona, literato, y hasta pensador en sus ratos libres... Sus ideas no son inalterables, pero sostiene las que en cada momento siente con fuego y particular emoción. León Daudet lo llamaba, pero sin acritud, el impostor caluroso.
El radicalsocialismo, que significaba hace 60 años una tendencia, anticlerical y aun antimilitarista, dejó de significar nada concreto hace tiempo. Es un rótulo progresista, de acuerdo con los gustos estéticos de bastantes franceses de clase media, con poca organización y laxa disciplina, que permite cubrirse con él y ser de izquierda, derecha o centro, a voluntad del interesado.
Tantas facilidades le han conservado, aun después de la guerra y de la llamada Cuarta República, vasta clientela.
De cómo se la han conservado, dará idea el hecho de que Mendès-France y Edgar Faure, los dos enemigos en las elecciones de ahora, los dos jefes de los bandos en que está dividida actualmente la política francesa, los dos contrarios típicos, ¡son los dos radicales socialistas!
DEMOCRACIA CRISTIANA
El movimiento de la democracia cristiana, o republicano popular, o católico social, cuyos líderes más significativos son el ex jefe de gobierno y ex ministro de Relaciones Exteriores, Bidault, y el también ex jefe de gobierno y ex ministro de Relaciones Exteriores, Robert Schuman, lo podemos considerar formando parte de la derecha, puesto que se acostumbra a catalogar como derecha a las agrupaciones con sentido religioso y, particularmente, con sentido religioso católico.
Su posición en cuestiones laicas no es derechista, si se cree que el derechismo impone una actitud socialmente conformista y respetuosa con el capital. La democracia cristiana francesa ha colaborado estrechamente en el gobierno largas temporadas con el socialismo, en reformas sociales tan fundamentales que, más que reformas, parecieron revolución en zonas burguesas.
Desde algunas de esas zonas no están lejos de mirar a ciertos conductores demócrata cristianos como demagogos.
En política exterior también la democracia cristiana nació en oposición con burgueses: se creó en los tiempos de la ocupación alemana, hostilizándola, y en lucha, no sólo contra el "colaboracionismo", sino la cauta germanofobia del gobierno de Vichy, y lo que se conoció por 'attentisme', o "espera". Bidault fué uno de los grandes monitores de la "Resistencia".
En los primeros tiempos de la posguerra tenían a la democracia cristiana por el partido civil del general de Gaulle, su fuerza política incondicional.
Se descubrió que no lo era cuando de Gaulle se apartó de la coalición gubernamental y emprendió una propaganda de tribuno político.
La democracia popular no lo siguió en la aventura, ganándose abundantes ataques y sarcasmos.
Hoy, a ocho o nueve años de distancia, cuando la empresa degaullista se debe considerar definitivamente liquidada, podemos decidir si en la diferencia tuvo razón el general, o la tuvo la democracia cristiana.
DERECHA
El degaullismo ya no existe: su creador mismo se encargó de presentar su certificado de defunción, disolviendo públicamente el grupo y licenciando a los pocos devotos que le quedaban.
El fracaso del degaullismo solamente es uno más de los incontables chascos que ha sufrida la derecha de Francia en sus diferentes matices y tendencias, desde 1900 hasta hoy.
Uno destacadísimo fué el movimiento monárquico que se llamaba Acción Francesa. Llego a congregar a millones de militantes entusiastas, a disponer de masas de calle, además de temibles, brillantes —¡como que su base eran los estudiantes del Barrio Latino!—, a poseer conductores ilustres: Carlos Maurras, León Daudet, etc.; a estar servida por uno de los grandes diarios franceses, a manejar recursos económicos importantes... Todo lo disipó el partido monárquico en treinta años de agitación y gritería tan frívolas que en ningún tiempo le aseguraron ni sombra de influencia sobre el Estado o la vida social.
La Acción Francesa falleció a poco de empezar la segunda guerra mundial, y su ex militante Luciano Rebatet, el autor de "Los escombros", no la calumnió enterrándola bajo el epitafio de "Inacción Francesa". 
Los "Cruces de Fuego" del coronel La Rocque fueron otro arrebato que fascinó por espacio de varios años a conservadores, tradicionalistas, partidarios del autoritarismo y, como se suele decir, "hombres de orden".
La Rocque resultó un señor sin envergadura. Sus lugartenientes, personas por el estilo... En definitiva, los "Cruces de Fuego", que anunciaban cambios decisivos en la vida pública, nada hicieron.
Hicieron algo, pero fué tristísimo, otros grupos que se vio bullir del 30 al 40 en los terrenos de la derecha francesa y comarcas limítrofes.
Citaremos, como recuerdo penoso, a la sociedad constituida en parte por terroristas y en parte por confidentes de la policía: la Cagoule, o la Cogulla.
Creemos que la Cagoule nunca enunció públicamente sus doctrinas. Parece que consistieran en salvar a la sociedad cometiendo destrozos en edificios, que la asustaran, y también asesinando a uno que otro comunista.
Una banda, que se titulaba "Partido Popular", o "Partido Populista", o algo así, y capitaneaba un tal Doriot, jefe renegado del comunismo francés, igualmente dejó amargas memorias en la derecha, la cual estuvo una época muy ilusionada con el Doriot, quien la hacía creer que, aunque mediante la sustanciosa retribución que él acostumbraba extraer de todo negocio político, la servia muy eficazmente. Doriot llegó a enredar en su banda a intelectuales puros y despistados, como el pobre Drieu La Rochelle.
Terminó las operaciones a sueldo de la policía de Hitler.
La enorme vitalidad de la derecha francesa se advierte con sólo considerar que existe todavía, y con bastantes fuerzas, a pesar de que desde hace montones de años está sufriendo caídas, estafas, burlas, defraudaciones, tropiezos y derrotas, sin cesar.
Es menester que tenga mucha potencia un instinto para que aún subsista, a pesar de tantos desengaños.
Verdad que ya casi no se atreve a decir su nombre. Los derechistas, en las últimas luchas electorales francesas, se han llamado "independientes", "agrarios", etc., etc. Pero venían a ser, de hecho, la mitad de los parlamentarios.
Quizá, la mayoría.
INCÓGNITAS
En la batalla electoral que va a resolverse el día 2 de enero de 1956, intervendrán, según nuestras noticias en el instante de escribir, las masas políticas de Francia formadas en 4 grupos:
El Partido Comunista solo, con algunos amigos o simpatizantes, o comparsas sueltas, que le prestarán una escolta más bien ornamental que efectiva.
La Alianza de Centro Izquierda, guiada por el radical socialista Mendès-France, y reuniendo al socialismo, a la parte del radicalsocialismo más izquierdista (en la cual figuran Herriot, bajo luna de izquierda esta temporada), a no pocos ex degaullistas avanzados, a democristianos disidentes ..
La Alianza de Centro Derecha, conducida por el radical-socialista Edgar Faure, que junta, además de a Faure y a los radicalsocialistas que lo sigan, a la mayoría de la democracia cristiana, a la mayoría de la derecha, orientada por Pinay..., a ex degaullistas conservadores...
Los contribuyentes descontentos, grupos de pequeños negociantes, industriales y terratenientes, que organizados por un comerciante de pueblo, llamado Pierre Poujade, han obtenido, en provincias sobre todo, ciertos éxitos que los animan a presentarse como partido nacional a las elecciones.
Habrá en ellas varias incógnitas, que por ahora cada comentarista despeja a su gusto.
Por ejemplo: registra este año el censo bastantes millones de inscritos más que antes. ¿Por quién votarán? 
¿Logrará muchos sufragios esa fuerza nueva de los contribuyentes quejosos? ¿A qué grupo se los arrebatará? ¿Al de izquierda? ¿Al de centro derecha?
¿Será la abstención electoral tan numerosa como en otras ocasiones?
¿Seguirá la soledad perjudicando al comunismo en la proporción que lo perjudicó años pasados? ¿O quizá podrá remediarla a favor de la agria lucha entre Mendès-France y Faure?

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diciembre 1955