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INTERNACIONAL

 

Treinta y cinco años fabricando sueños
En 1919, Griffith asoció a sus discípulos: Chaplin, Mary Pickford, Douglas Fairbanks. Y surgió así Artistas Unidos, pasión al servicio del cine

Revista Vea y Lea
1954

 


Douglas Fairbanks en "Su majestad el americano"

Rodolfo Valentino en "El águila solitaria"

J.Barrymore y D. Costello en "Vagabundo de amor"

Lilian Gish, en su esplendor, en "Allá en el este"

William S. Hart en la película "Mala hierba"

Alla Nazimova y Alan Hale en "Cara de muñeca"

 

 

 

SOLO por llamarle algo a ese arrabal de Los Ángeles, cuyas casuchas se alzan apenas sobre unos matorrales de acebo, se le dio el nombre de "Bosque de acebo", que traducido al inglés se dice "Holly-wood". O sea, hoy, Hollywood. Hasta allá llegaron dos cineastas de Chicago, más o menos en 1908: el director Francis Boggs y el operador Thomas Pearsons.
Alquilaron un galponcito en el que improvisaron un estudio, para filmar una versión (¿la primera?) para la empresa que dirigía el fundador de las películas en serie y dueño de grandes estudios y laboratorios modelo.
Aquella versión de "El conde de Montecristo" se hizo teniendo como actor a un prestidigitador sin trabajo. Y como personajes a gentes de pueblo. Selig, utilizando el bosquecillo de acebos, hizo películas de fieras, reproduciendo las famosas cacerías de Teodoro Roosevelt en África. De las películas de fieras se pasó a las de vaqueros y de aquel bosquecillo y de aquellas praderas saltó hacia la fama mundial un antiguo sargento de caballería, sin trabajo después de la guerra de Cuba: Tom Mix.

APARECE GRIFFITH
Y ya andaban buscando fama y fortuna el más grande discípulo de Lumiére y de Melies: David Wark Griffith (1875-1948); el atlético y sonriente Douglas Fairbanks; la adolescente muñequita rubia Gladys Smith, que pasó a la historia del cine con el nombre de Mary Pickford; el inquieto y melancólico inglesito Charles Chaplin.
Griffith, que tenía categoría de maestro y en cuyas manos se habían hecho Mary Pickford y Douglas Fairbanks, a más de otros nombres que aun se recuerdan —Bessie Leve, Mabel Normand, Owen Moore, las hermanas Gish, Mae Marsh, Mack Sennett—, había abandonado la Biograph para integrar uno de los lados de la famosa Triangle, completada por Thomas H. Ince y Mack Sennett. El "triángulo" dura poco más o menos tres años. Thomas H. Ince, el poeta del cine, se aparta; Mack Sennett se dedica con fresco empeño a sus tumultuosas bañistas, Griffith para rodeo con dos de sus mejores discípulos: Douglas Fairbanks y Mary Pickford —estos dos solidifican poco después su asociación con el matrimonio— y con aquél inglesito que empezó imitando a Max Linder y es hoy el genial Charles Chaplin.
Entre los cuatro forman una nueva entidad, sobre bases completamente nuevas en el negocio del cine. Cada uno de ellos es totalmente dueño de su producción Y la empresa se dedicará solamente a distribuir el material, tanto de sus cuatro asociados como de otros productores independientes de cualquier parte del mundo.
La firma de la sociedad tuvo lugar el 17 de abril de 1919. Con estos cuatro pilares, la casa no podía caerse. El próximo 17 de abril cumplirá 35 años de vida, hallándose aun en actividad comercial dos de sus socios: Mary y Carlitos. Los otros dos ya desaparecieron, aunque las acciones de Fairbanks pasaron a poder de Mary, su esposa,
El 24 de octubre de 1919 se produce la presentación de la primera película que llevaría la hoy clásica leyenda: "Distribuida por Artistas Unidos". Esa película fué "Su majestad el americano", producida e interpretada titularmente por Douglas Fairbanks. Este film sirvió para la inauguración del Capitol Theatre, de Broadway.

DOS FILMS DE ANTOLOGÍA
Poco después salen al mundo, desde las oficinas de distribución de Artistas Unidos, dos películas que habrían de quedar en la antología del cine. Ambas dirigidas por Griffith: "Pimpollos rotos", obra maestra del melodrama, y "El nacimiento de una nación", película que presentaba el criterio racial de los Estados Unidos desde el punto de vista "sudista", o sea antinegro. Película combatida dentro de los Estados Unidos mismos y fuera de él, fué causa de que, muchos años después, se tildara a Griffith de filofascista. También su película "Intolerancia", de poco tiempo antes, había despertado tormentas en todo el mundo, por la audacia de su concepción y su firme alegato antibélico. Llegada a Francia en plena guerra —1914-1918— no pudo ser exhibida.
"Pimpollos rotos", producida por Artistas Unidos, fué probablemente la última obra maestra de Griffith. Está animada por la frágil Lilian Gish, que, amiga intima de Mary Pickford, trata de imitarla pero llega a superarla en fuerza emotiva. En "Pimpollos rotos", Griffith canta a la juventud, al amor. Y es, a la vez, una obra enorme, grande, conmovedora, puesto su destino en las dulces manos de porcelana de una muchacha casi adolescente, como era Lilian en ese tiempo. Pero triunfa. Y sus escenas quedaron para siempre en el recuerdo de quienes vimos muchas veces la película. Escenas jugadas en torno a tres personajes: Lilian, su enamorado chino (Richard Barthelmess) y un padre brutal que termina matándola (Donald Crisp). Y dominante, con la omnipresencia real aunque invisible, la atmósfera. Toda la película se desarrolla en la atmósfera extraña, angustiosa, de un barrio chino de Londres. Griffith ha dejado de lado los grandes decorados. Abandonó la grandeza plástica para hallar la otra grandeza, la del clima en que ha de ubicar a sus actores.
"El nacimiento de una nación", que había sido estrenada en 1915, es retomada por el sello de Artistas Unidos y enviada al mundo. Y en esta segunda tentativa, canalizado ya el espíritu de las gentes luego de la guerra hacia una mayor comprensión, tuvo éxito económico.

OTRAS CREACIONES
"Allá en el Este", también con Lilian Gish, es otro éxito del nuevo sello: "Huérfanos de la tempestad", "América" y la audaz "Batalla de los sexos" son otras películas de Griffith para Artistas Unidos.
Por su parte, Douglas Fairbanks se da a producir con más tesón que nunca sus películas gimnásticas y sonrientes. A la inicial, "S. M. el americano", le siguen la inolvidable "La marca del zorro", "Molly, de las faldas cortas", la fantástica "El ladrón de Bagdad", una versión optimista de "Los tres mosqueteros"; una versión de Salgari: "El pirata negro", y la tantas veces reiterada y nunca superada "Robin Hood". En cada uno de estos films quedó la personalidad jocunda de su intérprete, fuerte y alegre, despreocupado aunque zahorí, que reflejaba, aún sin proponérselo, el espíritu de su propia patria.
En cuanto a la "Novia de América", como se le llamaba a Mary Pickford, le debemos de aquellos primeros años de Artistas Unidos, "Pollyanna". "Teresita", "Dorothy Vernon de Haddon Hall", "Gorriones", "La pequeña Anita Rooney", "El pequeño lord Fauntleroy".

EL GRAN CHAPLIN
Y ahí esté Chaplin. El gran Carlitos, que viene a hacer numerosas películas de la Essanay, donde había hecho su famoso "Vagabundo", y de la Mutual, donde culminó con "Emigrante". Pero estaba reservado a Artistas Unidos, desde aquellos tiempos hasta hoy día, entregar al mundo las obras maestras de Chaplin. En los primeros años, hace "La quimera del oro", "El circo" y "Una mujer de París". Cuando nace el cine sonoro, Chaplin da su posición frente al progreso técnico, mediante su "Luces de la ciudad", casi sin diálogo pero con música y sonido de ambiente. Más tarde, casi diez años después, realiza "Tiempos modernos" y luego "El gran dictador", sátira que en plena guerra fija su posición frente a las dictaduras; luego ensaya una salida de carriles y hace "Monsieur Verdoux", película donde está presente el talento de Chaplin, pero no su figura, complemento al parecer indispensable para el éxito. Y recientemente da al mundo su creación máxima, "Candilejas".

PELÍCULAS MEMORABLES
De Artistas Unidos salieron para el mundo películas como "El hijo del Sheik" y "El águila solitaria", desde las cuales Rodolfo Valentino partía el corazón de amor a las muchachas de entonces; la Nazimova hacía su creación inolvidable con "Cara de muñeca"; George Arliss nos llevaba a la Inglaterra victoriana a través del rastro de su "Disraeli"; el sereno "cow-boy" de ojos claros y rostro flaco, tallado a estrías; William S. Hart, acrece su gloria desde Artistas Unidos; Buster Keaton, el cómico que no ríe nunca y tiene en los ojos una vista pesada, como si a cada momento fuera a caérsele a los pies, nos da "El general", creación inolvidable. ¿Y el "gran perfil" de John Barrymore? Artistas Unidos lo lanzó en aquella inolvidable producción "Vagabundo de amor"; Gloria Swanson, en "Resurrección"; "Evangelina", con la aristocrática princesa azteca Dolores del Río. Eddie Cantor se recuerda aún en "Diviértase"; Walter Huston crea su "Abraham Lincoln". Y desde Artistas Unidos danza sus destellos al mundo, inaugurando ilusiones y sueños en el corazón de todos los hombres de la tierra, la cabellera platinada de Jean Harlow, en su film inaugural: "Angeles del infierno"; Ronald Colman, en "Médico y amante", es una transición entre los galanes buenos mozos y los varoniles; "Scarface" inicia una era de films de "gangsters"; y aparece la rutilante Joan Crawford en "Lluvia". Luego de aquella serie de grandes películas como "Nana", "La sombra de los muelles", "El emperador Jones", "La casa de los Rothschild", "La pimpinela escarlata", "La vida privada de Enrique VIII", "Los miserables" (con Fredric Marsh y Charles Laughton); "Punto muerto", la insuperable película de pandilla infantil; la creación de John Ford en "La diligencia", cuyas huellas sigue todavía el viejo director; "Cumbres borrascosas", semillero de estrellas de un porvenir inmediato. Luego vienen películas sentimentales y profundas como "Intermezzo", en que él malogrado Leslie Howard forma pareja con la novedosa Ingrid Bergman; "La fuerza bruta", "Rebeca", la siempre fuerte y nueva "Hombres del mar", "La comandante Bárbara", "El puente de San Luis Rey". Y más recientes: "Cuéntame tu vida", "Río rojo", "El triunfador". Más cerca aún: "Cyrano de Bergerac", que lanza al estrellato del cine al actor teatral José Ferrer; "A la hora señalada" y otras que se anuncian para este año.
La fábrica de sueños, que convirtieron en realidad aquellos cuatro grandes, tiene aún a Chaplin y a Mary Pickford, reliquias de un tiempo en que el cine era pasión y fervor. Y que sigue siéndolo, sobre todo para Carlitos, que desde las efímeras tiras de celuloide se ha ganado largamente su derecho a la inmortalidad.