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Crecen los juicios por donde pasa "El Doctor Jivago"
"Si usted recibe un telegrama mío prohibiendo mi libro, no haga caso. Primero, porque este telegrama puede ser falso. Segundo, porque puedo haberlo puesto coaccionado y no sería, por tanto, de un hombre libre.
Y tercero, porque puede estar escrito en un momento de cobardía. Y es preciso despreocuparse de la voluntad de un cobarde."
Texto del mensaje que envió Pasternak a su editor Feltrinelli, de Milán


Revista Mundo Argentino
1958


Boris Pasternak


Alexei Surkov, secretario de la Unión de Escritores de la Unión Soviética quien ha dicho de Pasternak: "renegado que hemos excluido indignados" agregando en otro de sus párrafos: "cuerda podrida"


Como Pasternak, Carol von Ossiatosky pagó el precio de su fama, recibió el premio Nobel de la Paz en una cárcel nazi

 

 

A los numerosos episodios de resonante espectacularidad que rodean la aparición de "El doctor Jivago", la novela del famoso autor ruso ganador del premio Nobel 1958, que según parece jamás podrá recibir, se suma otro de características similares, que nada tiene que ver con la calidad de la obra. Esta vez los principales protagonistas son las editoriales, mientras el literato sobre cuya suerte detrás de la "cortina de hierro" poco o nada se sabe, es sólo la excusa o el nombre de quien ha producido algo que despierta vivamente el interés de los hombres libres y la codicia de algunos mercenarios de la literatura.

Feltrinelli, un hombre de suerte
Creemos que la abundante información periodística relacionada con la forma en que llegó a manos del editor comunista italiano de apellido Feltrinelli el original de "El doctor Jivago", nos exime de relatar nuevamente la historia. Pero para llegar al motivo de esta nota diremos en qué consistió su suerte, convertida luego en un éxito editorial sin precedentes.
En principio existió la posibilidad de que la editora soviética Goslitizdat publicara la novela de Pasternak, proyecto que no cuajó. Esa fué la suerte del editor milanés Feltrinelli. El esperaba —se le había pedido que lo hiciera— el lanzamiento en Rusia, para luego hacerlo simultáneamente en Italia. Pero el libro se prohibió en la URSS. Si no hubiera ocurrido así, y se hubiera publicado primero en Rusia, país que no reconoce la convención de Berna sobre derechos editoriales, la obra podía haber sido publicada por cualquier editor de cualquier país, sin pedir permiso a nadie. Pero la primera edición de "El doctor Jivago" la publicó Feltrinelli en Italia —nación firmante de la convención antes citada—, con lo que este señor ha adquirido derechos exclusivos en todos los países no comunistas.

Contrato con Pasternak
El editor milanés parece haber demostrado que tiene contrato de exclusividad mundial con Pasternak, no obstante los pedidos del literato ruso para que no se publicara su libro en Occidente.
Feltrinelli, desentendiéndose de la disciplina partidaria, editó la obra a pesar de los mensajes de Pasternak. Dice que recibió a un emisario del famoso autor que le dio verbalmente el siguiente mensaje: "Si usted recibe un telegrama mío prohibiendo, mi libro, no haga caso. Primero, porque este telegrama puede ser falso. Segundo, porque puedo haberlo puesto coaccionado, y no sería, por tanto, de un hombre libre. Y tercero, porque puede estar escrito en un momento de cobardía. Y es preciso despreocuparse de la voluntad de un cobarde"
Hubo telegrama, pero, no obstante, la novela de Pasternak vió la luz por primera vez el 15 de noviembre de 1957, varios meses antes de que la Academia Sueca decidiera otorgar el Premio Nobel 1958. Este último suceso fué el que dió fama arrolladora a la obra que, respaldada por la impensada publicidad que le otorgó la actitud del gobierno de Moscú, cobró caracteres de delirante popularidad. 

El nuevo episodio que se suma
Aquí comenzó el nuevo episodio de resonante espectacularidad de que hablamos al comienzo. Las editoriales de todo el mundo comenzaron a interesarse por el "magnífico" negocio, y surgió lo que Feltrinelli llama "piratería editorial". Se sucedieron numerosísimas ediciones, unas legales y otras recogidas de los originales publicados por primera vez en Italia, y comenzó entonces la lucha del editor milanés para defender sus derechos ante la enorme multiplicación. 
Entre las ediciones consideradas legales se cuentan 17 italianas, en Alemania, según se calcula, se habrán editado 130.000 ejemplares para este mes; en Gran Bretaña se agotaron en tres días los primeros 40000 ejemplares, y en Estados Unidos se vendieron 95.000 y hay 150.000 en prensa. En Francia la demanda es tan grande que, para equilibrarla con la producción, la novela se vende en el "mercado negro" con gran sobreprecio. Mientras tanto, se fueron publicando ediciones clandestinas y se sucedieron los juicios por exclusividad de derechos, en los que hasta ahora han recibido siempre la razón las personas que firmaron contrato con el editor milanés:

Nuestro país no está excluido
Esta lucha singular se desarrolla ahora también en nuestro país. "El doctor Jivago" todavía no se vende en las librerías argentinas, pero ya lo han anunciado varias firmas. Aquí hay quien tiene derechos exclusivos para la publicación —o la venta, mejor dicho— de la novela, y quien hace lo mismo con derechos cuestionados.
El doctor Rogelio Tomás Avalis, gerente de la Iber-Amer Argentina, que firmó contrato de exclusividad con la Editorial Noguer, de España, que a su vez lo hizo con el editor milanés Feltrinelli, tiene los derechos para la venta del libro de Pasternak en nuestro país.
También él debe combatir las que llama "ediciones clandestinas". Nos dijo que "El doctor Jivago" saldrá a la venta en estos días, y que para defender sus derechos ha tenido que recurrir a los oficios de buenos abogados y de la justicia. "Varias editoriales han anunciado el libro —agregó— pero mis derechos están tan bien cubiertos que ya he logrado que la justicia secuestre una edición que va a salir y me he prevenido con respecto a otras futuras."
El episodio, común en casi todos los países, amaga con repetirse en el nuestro. Sin duda, el libro que le valió al autor ruso el Premio Nobel parece estar destinado a crear conflictos a todos los que tengan que ver con él.