Revista Primera
Plana
15.01.1963 |
"No. Decididamente, intentar acabar con la corrupción en
este país es tan utópico como intentar acabar con la
delincuencia", dice Conrado Sadi Massué, uruguayo, 67 años,
mientras sorbe con fruición una taza de café y observa
minuciosamente el cieloraso.
Sin embargo, Sadi Massué —hijo de un arquitecto francés que
al bautizarlo quiso rendir homenaje al asesinado presidente
Sadi Carnot—, presidente de la Fiscalía Nacional de
Investigaciones Administrativas, tiene la firme
determinación de cumplir los fines para que fue creado el
organismo. Más aún: habla de su afán de llegar a los últimos
extremos en la represión del delito público, como de una
obsesión.
"Estamos dispuestos a investigar a cualquier ministro sobre
quien recaigan sospechas, inclusive al propio presidente de
la República". Claro que reconoce la delicada situación que
se crearía en este último caso: "Habría que formular juicio
político, pero como el Parlamento no funciona, la anomalía
institucional podría prolongarse indefinidamente, hasta que
se reabra el Congreso".
Una nueva institución
Precisamente, en el tercer piso del Congreso, en
dependencias que pertenecieron a la Cámara de Diputados,
trabaja la Fiscalía, una institución totalmente nueva en el
país y para la que no sirven anteriores casos de comisiones
investigadoras.
La FNIA depende del Poder Judicial; fue creada por el
decreto-ley 11.265/62 y su competencia, delimitada por el
decreto-ley 14.096/62. La disolución, en setiembre de 1962,
de la Comisión Nacional Investigadora, motivó que todas sus
actuaciones pasaran a la Secretaría de Informaciones del
Estado, creyéndose que este servicio podría continuar la
tarea.
Fuentes militares señalan que el ingeniero Álvaro Alsogaray
fue el más decidido partidario de que la SIDE continuara las
investigaciones. Pero el general Enrique Rauch amenazó con
renunciar si se concretaba la iniciativa. Según él, la SIDE
carecía de la organización adecuada, aunque sobre todo
consideró que labores de ese tipo la desprestigiarían, con
el peligro de que fuera políticamente instrumentada.
La solución para el conflicto llegó con la creación de la
Fiscalía. He aquí su estructura:
•Investigar la conducta administrativa de los funcionarios,
desentrañando todo posible delito o falta. Su actuación
tiene valor de prevención sumarial para la Justicia, y
constituye la primera etapa de un proceso criminal.
•Facultad de perseguir ante los estrados judiciales la
acción pública; la causa queda luego a cargo de los fiscales
ordinarios, con quienes el organismo mantendrá permanentes
contactos.
•Además de investigar, la FNIA calificará la conducta de los
funcionarios: imprudencia, negligencia, impericia.
•Las facultades de juez de instrucción —con autorización
ejecutiva para secuestros, allanamientos y detenciones—
convierten a la Fiscalía, mejor dicho, a su titular, en algo
similar al 'attorney general' de Estados Unidos, o sea en el
fiscal general de la República.
•La facultad de detención sólo se hará efectiva, según
promesa de Sadi Massué, cuando medie delito o presunción de
delito. El encausado pasará de inmediato a la justicia
ordinaria.
La pesada tarea de la FNIA recae, por la vía administrativa,
en 38 perdonas (secretarios de fiscales, jefes de despacho,
oficiales mayores, auxiliares y escribientes), de extracción
judicial y larga actuación. Sadi Massué entrevistó a
innumerables candidatos para buscar a los más eficientes y
de mayor vocación, ya que se trabaja fuera de los horarios
normales.
El lema del organismo parece ser este: Sacrificio. Los 38
funcionarios, no reciben sobresueldo por su actividad pero
fueron ascendidos al rango superior al ingresar en la
Fiscalía.
Las actuaciones de la ex Comisión Investigadora, más de 300
en todo el país, están ahora bajo minucioso estudio; la
FNIA, además, ha recibido nuevas denuncias de negociados y
peculados que se estarían cometiendo —así lo dicen las
denuncias— en cantidad alarmante.
Cuatro hombres del Poder Judicial admiten haberse sentido
"tremendamente amargados" al saber la disolución de la
Comisión Investigadora. Uno, es Sadi Massué; los otros, sus
fiscales adjuntos: Juan Carlos Palacios, Antonio Luis Beruti
y Eduardo Alfredo Bunge; los cuatro dedican a menudo los
siete días de la semana, durante buena parte de las 24
horas, a combatir el escepticismo argentino sobre las
irregularidades públicas.
Palacios, 43 años, casado, estima que la obra de la FNIA
"necesita tiempo para juzgarse". Beruti, 41, casado,
tataranieto del patricio Luis Beruti, opina que "la
corrupción hace fracasar las mejores intenciones de
cualquier gobierno". Bunge, 39, casado, 4 hijos, expresa que
"por más vigilancia que se ejerza, la delincuencia no
terminará" y reclama "una colaboración leal y fidedigna de
la prensa y el público".
La comunidad de pensamiento entre los cuatro funcionarios es
la primera arma para encarar su moralizadora misión. La
SIDE acaba de elaborar un proyecto de decreto-ley sobre
delitos económicos, que servirá de instrumento legal
adecuado para la labor de la Fiscalía.
Los círculos interesados y la ciudadanía esperan, con lógico
interés, la acción de la Fiscalía. Pero se espera, al mismo
tiempo, algo quizá más importante: que otro decreto de
disolución no destruya al flamante organismo. "Sería como
disolver la Corte Suprema", dice, levemente alarmado, el
presidente Sadi Massué.
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General Enrique Rauch |
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