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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

 

 

MANDIOCA
La madre de los chicos


 

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Pedro Pujó fue el nervio motor de Mandioca, la primera editora de discos que respondió al movimiento cultural y musical de fines de los sesenta. Junto con Jorge Alvarez, Rafael López Sánchez y Javier Arroyuelo generaron la posibilidad de que Manal, Morís, Miguel Abuelo y Vox Dei grabaran su música sin presiones externas. Y fue gracias a Jorge y Pedro que quedaron registradas las canciones del único disco de Tango.

 

¿Cómo fue qué se armó una cosa tan diversa de arte y música alrededor de Mandioca?
Desde distintos lugares confluimos en esa explosión. Ustedes, que venían de la Cueva, de rock and roll, de Dylan y los Beatles. Nosotros, que veníamos del Colegio Central, que después se llamó Nacional Buenos Aires. Otros chicos que se acercaron desde los barrios, gente como Almendra o Vox Dei.
Fue toda una movida, como se diría ahora, la que desembocó en las plazas, en Mandioca. Había también un caldo de cultivo en el ambiente intelectual que rodeaba a los pintores pop; Roberto Jacobi, que años después fue letrista de Virus: Copi, el dramaturgo y escritor que después tuvo éxito en París; Pablo Suárez, el pintor; Marta Minujin con sus delirios de La Menesunda, del arte participatorio; el fotógrafo Oscar Bony... El Instituto Di Tella...
Pero el corazón, et espíritu de la movida no era intelectual, era musical, divagante... El naufragio creativo...
Lo que pasa es que había una diferencia entre nosotros y las generaciones anteriores, los intelectuales, los artistas plásticos, los poetas y periodistas beatnicks argentinos: nosotros no queríamos juntamos un par de horas a conversar en un café, queríamos vivir las veinticuatro horas. La vida libre era la obra de arte. Vivir la vida sin ataduras y descubriendo la belleza del mundo, ¡mira que propuesta!
Porque... ¿Qué es el naufragio? Es llevar la charla, la creatividad, la amistad y el amor hasta el fondo. No aceptar horarios que corten las ganas de inventar o de estar juntos. Eso era lo que nos proponíamos, que después en muchos casos derivó en un delirio incontrolable. Pero había que probar.
¿Y cómo se reunieron ustedes, lo que después fue Mandioca?
Partió de una revista colegial, "El ojo privado", que fue una ¡dea del profesor de Literatura del Nacional Buenos Aires, Juan Carlos Pellegrini. Un trabajo grupal en el que estaban Javier Arroyuelo, Silvio Ramaglia, Hernán Pujó. Fue la raíz de una publicación posterior en la que nos juntamos todos, en el '66:
"Esta Generación". La hacíamos entre chicos del Buenos Aires, pero la repartíamos en otros colegios, como el Carlos Pellegrini, el Juan José Paso. Era una manera de reunirse e intercambiar ideas. Reporteábamos a la gente interesante de la época: María Elena Waish, Jorge Alvarez. Ninguno de nosotros tenía más de diecisiete años. Fijate que ya se había estrenado Help, la película de Los Beatles, y había una efervescencia bárbara.
Ahí fue que tuvimos nuestro primer contacto con Jorge Alvarez, porque como editor, estaba haciendo un esfuerzo extraordinario, sacando colecciones de narradores argentinos, descubriendo gente como Manuel Puig, Germán García, Piglia. Yo empecé ayudándolo en la Editorial y después, con Rafael López Sánchez (hoy casado con Paloma Picasso) y Javier Arroyuelo armamos Mano de Mandioca, una editora de posters bajo el ala de Jorge Alvarez.
Un día Mario Rabey trajo el mensaje "Pipo propone que nos reunamos el 21 de setiembre en Plaza San Martín todos los que tengan pelo largo o ideas diferentes", Ahí los conocimos a todos ustedes. Se juntó mucha gente. Venían chicos de los barrios con sus pelos largos. Vaya a saber cómo se habían enterado.
En la plaza fuimos poniéndonos en contacto con Tanguito, con Miguel Abuelo, con los músicos que venían de La Cueva.
Con el tiempo (después de un, viaje con Jorge a Nueva York, donde conocimos el Greenwich Village surgió la idea de copar un barrio entero que fuera como un refugio para las actividades creativas. Habría boliches, librerías, plazas. Se juntaría la gente para hacer libros, discos, exposiciones. Hablamos elegido un par de manzanas en San Telmo, Era la posibilidad de una burbuja donde la cana no molestara. Todo un proyecto muy ambicioso. Teníamos veinte años. Lo único que quedó de ese proyecto fue la grabadora, Mandioca.
La decisión de grabar música surgió a partir de que Jorge Alvarez conoció a los Manal y a Tanguito en una fiesta. Tanguito cumplía años el 16 de setiembre, yo soy del 17, y Alejandro Peralta cumplía el 14. Entonces se hizo una reunión en lo de la mamá de Alejandro. Piri Lugones, a mediados de setiembre del '68. Piri trabajaba con Jorge Alvarez en la editorial, y lo invitó. Nosotros trajimos a Javier Martínez y a Claudio Gabis, que ya estaban ensayando con el trío, que en ese momento se llamaba Ricota. Y también vino Tanguito.
Jorge se interesó mucho en estos flacos que tenían canciones propias y les pidió que canten. Me acuerdo que Javier cantó "Avellaneda Blues" y Tango hizo "La balsa", que ya era conocida, y "La princesa dorada". Jorge a Tango mucha bola no le dio.
¿Por qué llamaban a Mandioca "La Madre de los Chicos"?
Es una historia de varios años. Mario Rabey vivía en Callao y Lavalle, y su casa siempre fue un aguantadero creativo. Su madre, Dorita Loiver, llegó a ser llamada "La madre de los chicos", porque bancaba que nos juntáramos en su casa para preparar nuestras revistas y tiempo después, planear Mandioca. Siguió bancándonos a todos por mucho tiempo. Tango, Miguel Abuelo, Graciela Dellepiane, Silvia Washington, Sonia, Hernán, todos nos juntábamos allí.
Cuando lanzamos Mandioca le pusimos La Madre de los Chicos en honor a ella y a tu madre que también nos había bancado mucho. En el ambiente editorial y musical nadie entendía por qué le poníamos "La Madre de los Chicos" a Mandioca. Era un homenaje entre nosotros.
Es qué no era tan fácil que los padres aceptaran el naufragio...
Mi papá nos echaba todo el tiempo de casa, apenas nos juntábamos dos o tres. Y eso que éramos tipos tranquilos, lo único que hacíamos era cantar y hablar toda la noche. Escribir cosas. Hoy los pibes son más agresivos, más al viejo estilo porteño de la cargada y la joda. Nosotros éramos amor y paz en serio, estábamos convencidos de que había que ser diferentes, Yo estaba jugadísimo en esa actitud.
Por eso no entendían nada los de nuestra propia generación. Los otros tipos de nuestra edad, cuando veían un melenudo, reaccionaban como viejos.
¿Te acordás que venían los de Nueva Pompeya a ver si nos afanaban las minas? No podían entender que tuviéramos chicas lindísimas y no peleáramos entre nosotros. Los tipos querían pegarnos, hacernos quedar como cagones delante de las minas. Y no les daba resultado porque no les hacíamos frente. Les hablábamos de otra forma de vida. Los flacos no entendían nada. Sonia, que era rubia y hermosa se les acercaba para hablarles y los tipos no lo podían creer. Vos y Mario también les hablaban, siempre buscando que comprendieran por qué vivíamos así. Hubo varios que ligaron unas trompadas tratando de dialogar. Pero igual seguíamos en la misma.
¿Cómo fue la grabación del disco deTango?
Tanguito siempre decía que tenía contrato en la RCA, a partir de "La princesa dorada", y por eso no podía grabar para Mandioca. Yo le tuve que pedir a Alvarez: "Por favor Jorge, grabemos a Tango antes de que se muera". Porque ya me lo veía venir. Tango se pasaba la vida entrando y saliendo de las comisarías. Estaba cada vez peor. Finalmente, como Tango decia tener ese contrato en la RCA, decidimos grabar para ver qué temas tenia, en qué orden se podían poner. Armar un repertorio mientras se definía lo de los contratos, porque al final, en RCA, después de "La princesa dorada" lo tenían medio en stand by.
Tango vino a TNT para aprovechar unas horas que había reservadas. Siempre teníamos horas de estudio de grabación tomadas para Manal, que grababan en los momentos más insólitos. Estaba todo listo pero Tango medio que se encaprichó, no sentía el clima adecuado, no quería cantar. Nosotros le pedíamos los temas más conocidos, incluyendo "La balsa", y él no quería saber nada. Entonces Javier empezó a darle cuerda, a insistirle para que cantara "La balsa". Entró a repetir "En el baño de la Perla del Once compusiste La balsa"... y finalmente Tango arrancó, pero de mala gana. Se lo tuvo que repetir veinte veces. Después yo le pedí que cantara "Amor de primavera" y me dijo: "Ah, el tema de tu hermano." Cuando le pedimos "La princesa" se negó, porque "esa la tengo grabada en RCA". El era consciente de que no podía sacar ese tema en otro disco. Todo se grabó en una sola sesión, en un solo día. Era el año 70, y el disco salió después de que murió Tango, en el 73. Lo sacó Jorge Alvarez, en su sello Talent, para Microfón.
¿Cuándo ustedes conocieron a Manal, el trío se llamaba Ricota?
Sí, le querían poner el nombre Ricota al trío. Era más una burla, una humorada, que un homenaje a Cream. No se estaba tari pendiente de lo que pasaba afuera. Pero tampoco había nacionalismo, simplemente lo que se estaba viviendo era tan fuerte y tan propio que no hacía falta ir a buscar ideas a ningún lado. Tipos como los Manal, Moris o Miguel Abuelo no necesitaban copiar a nadie porque les sobraba personalidad y entusiasmo. Fijate que los grupos tuvieron nombres totalmente originales y locales: Mana!, de "¿Cómo viene la mano?". Los Abuelos de la Nada, sacado de un libro de Leopoldo Marechal. Con el nombre de Mandioca pasó lo mismo. Era un vegetal sudamericano, un sonido nuevo, una cosa inesperada y que sorpendía a todos.
Las tapas de los simples y el recital del Apolo mostraban la intención de hacer algo muy diferente a lo habitual.
El Apolo fue la presentación del sello Mandioca. Tocaron Cristina Píate, Miguel Abuelo y Manal. Nosotros estábamos presentando el sello, por eso Mandioca tenía más importancia en los carteles que los músicos. Queriamos producir un hecho artístico, además de presentar los discos.
La fuerza nuestra estaba en el sello, en la creación de una editora de discos alternativa. Nuestra intención era hacer una grabadora que le diera bola a los músicos, que los grabara como ellos proponían. Hay que acordarse que hasta entonces, estaba el precedente de que se le cambió la letra a "Ayer nomás" para el simple de Los Gatos porque la grabadora no quería una letra tan fuerte, y que a "Diana divaga", de los Abuelos, le cortaron un par de minutos porque era muy larga. Nosotros queríamos respetar integramente al artista, aunque pidiera delirios.
Por ejemplo, Miguel en el Apolo apareció con violoncello, con todos los chiches. Miguel era un número caro porque tenía más ambiciones musicales que el resto de los de su generación.
¿Les daban difusión a los simples de Mandioca?
No, casi nada. En realidad, la gente de los medios no entendía nada. El primero que empezó a pasar los discos de Mandioca fue el negro Guerrero Martineiz en su "Show del minuto". Las radios no querían pasar esos temas extraños como "¿Nunca te miró una vaca de frente?" de Miguel Abuelo, o "Para ser un hombre más" de Manal, que duraba más de cinco minutos y en esa época sonaba como una especie de aullido feroz. Recién con "No pibe", Manal empezó a sonar más radial.
Tango merodeaba cerca de Mandioca...
Sí. Pero se consideraba exclusivo de RCA, decía que no podía hacer nada con nosotros. Tango estuvo en Mar del Plata en la casa que alquilamos para Manal. La convivencia era un delirio, con los tres Manales, los Abuelos de la Nada, Tango y todo el circo.
Teníamos un boliche que era un sótano, en plena Peralta Ramos. Allí presentábamos a Manal mientras Almendra estaba en Matokos. Cuando cerrábamos el boliche se quedaba gente a dormir. Estaban todos los discos de Daniel Armesto, el disc-jockey con más onda de la época, y los "invitados" se los robaban.
Reportaje de P. Lernoud a Pedro Pujó en Julio de 1993, aparecido en el libro Tanguito y La Cueva

El carnaval de los náufragos

Beat, blue y barroco. Recital de canciones por Manal, Cristina Plate y Miguel Abuelo. Nuevo Teatro.
Sobrevivientes de la tribu seudo-hippie de Plaza Francia, diezmada en parte hace un año por la tijera policial, numerosos jóvenes de sexos indefinidos con disfraz bohemio y algunos "notables" invitados especialmente, atestaron la sala Apolo durante la sesión inaugural de un ciclo auspiciado por "Mandioca", nuevo sello grabador capitaneado por el ahora barbado editor Jorge Alvarez y tres adolescentes de espíritu aventurero.
El trio Manal (bajo, guitarra y batería) emitió sonidos "beat" y "soul" con cierta eficacia neutralizada por la escasa calidad de los temas de su repertorio. La modelo Cristina Plate intentó cantar con acompañamiento de cuerdas y otras herramientas musicales: su "barroco" naufragó en una absoluta falta de sentido de las armonías. Miguel Abuelo, junto a los antimusicales miembros de un grupo en dispersión llamado "Los abuelos de la nada", tuvo arranques de histeria entre canción y canción. Abandonó el escenario enojado con todos: sus admiradores gritaban "No sufras, querido".
Una lánguida partidaria de este tipo de eventos explicó: "Nunca haremos nada importante. Sólo nos resta destacar nuestra insignificancia." Lo hacen tan bien, que el "arte" de aburrir tiene en ellos a sus estrellas máximas.
Revista Panorama
Noviembre 1968


en el pie de foto: Miguel abuelo, un envejecido prematuro

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Mar del Plata — Hasta la segunda quincena de enero, el subsuelo de una anónima casa de departamentos. Después fue invadido por tres militantes del flower power, Rafael López Sánchez, 20 afios, Pedro Pujó, 20, y Javier Arroyuelo. 18, que lo metamorfosearon en un centro ruidoso para amantes de la música beat. Mandioca es un apéndice del sello grabador que crearon este invierno —Mandioca, la madre de los chicos— y que se empeña en erigir como puntales de la vanguardia local al grupo Manal: Miguel Abuelo y a Cristina Píate. Los tres números y Moris, Samantha, Hielo y Susana alternan sus actuaciones con cintas de música (importada) que reproducen fidelísimos aparatos estereofónicos y un abundante número de amplificadores. Para no renegar completamente de su pasado de sótano, Mandioca ostenta una decoración especial; pintado de gris —con franjas negras y amarillas en los zócalos— el techo está salpicado de zapatos viejos y manojos de mates ("es el toque telúrico", asegura un habitué) . Las sillas y las mesas —detalle caduco— fueron reemplazadas por un objeto único: los concurrentes pueden optar entre sentarse en neumáticos de automóviles (prolijamente pintados de negro) o, de lo contrario, sentarse en el suelo y depositar en el neumático el vaso y sus pertenencias. Este signo de originalidad incomodó a una comisión de Salud Pública de la Municipalidad de Mar del Plata, que intentó clausurar el local arguyendo que "los neumáticos son antihigiénicos para sentarse; se deben usar mesas y sillas". Luego de una ardua discusión, los responsables del local convencieron a la comisión —aunque no demasiado: la amenaza de cierre está pendiente— de que el hecho de que los neumáticos de automóviles nunca hayan sido utilizados antes como asientos no es una señal de suciedad sino una falta de imaginación. Mientras continúa el pleito, el nuevo templo congrega cada noche a una nube de practicantes que pagan 500 pesos por la copa y la posibilidad de acceder a un violento nirvana (Boulevard Marítimo 2829)
Primera Plana - 25 de febrero de 1969

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Pedro Pujó en 1968
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Miguel Abuelo en el boliche de Mandioca en Mar del Plata
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Manal y Jorge Alvarez en Mar del Plata
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Cristina Plate
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Afiche del primer recital de Mandioca
el 11 de noviembre de 1968
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Chiquito, Lopez Sanchez, Rabey y Tanguito
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Tanguito
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Moris
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Pipo Lernoud y Miguel Abuelo -1967-

Crítica de discos, revista siete días ilustrados
marzo 1969

CRISTINA PLATE, MIGUEL ABUELO, MANAL
(Mandioca, la madre de los chicos).

Los propósitos de esta nueva editorial discográfica (sí, no hay error, se llama Mandioca, la madre de los chicos), son buenos: aportar nuevos planteos en la edición de discos, no poner límites a la libertad de creación de los artistas y tratar de que la relación con los oyentes no sea sólo un sonido sino una relación de amor. Es al menos lo que intentan los padres de Mandioca, Rafael López Sánchez (20), Pedro Pujó (20), Javier Arroyuelo (18) y Jorge Alvarez (36). La primera prueba consta de tres discos dobles interpretados por Cristina Plate y conjunto, el trío Manal, y el autor y vocalista Miguel Abuelo, acompañado por cello, flauta, piano y cencerro. Los resultados, por ahora, son bastante desparejos: la voz de Cristina Plate, tenue, ahuecada, no justifica su cambio de género artístico (es modelo profesional); los Manal, que incursionan entre el soul, el beat y el blues, sin aportar nada nuevo a ninguno de los tres; y, por último, Miguel Abuelo, decididamante original en el tema Oye niño (del que es autor) y mucho menos convincente en ¿Nunca te miró una vaca de frente?, del que es también autor. "Yo compongo y toco para todo el mundo. Mi único propósito es que la gente me entienda". Si eso pretende, va a tener que ajustar un poco su autocrítica porque condiciones tiene. En cuanto a Mandioca, tendrá que levantar la puntería, porque el postulado de dejar libertad de creación al artista es, a priori, excelente, pero otro postulado estético (¿también comercial?) advierte que no canta quien quiere sino quien puede
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