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Como una especie de deidades e
iconos modernos, las estrellas del rock reflejan facetas exageradas de nuestras vidas,
experiencias nuestras amplificadas que están a nuestro alcance, si es que las queremos
comprar, en formato de un long play o un video, según la nueva tecnología impone.
Charly García ya tiene su lugar
en esa especie de Olimpo moderno que representa el estréllalo del rockanroll. Después de
un comienzo musical adolescente pleno de rebeldía. García atravesó varias experiencias
grupales menos mitológicas pero mucho más efectivas musicalmente.
A partir de su lanzamiento como
solista, García apretó el acelerador y empezó a reflejar estilos con tanta rapidez que
ayudó a definirlos. El problema siempre estuvo en la capacidad del público para absorber
los cambios. Esta situación puso a García al borde de la esquizofrenia, derivando en las
conflictivas situaciones que atravesó durante gran parte del año pasado.
García parece haber entendido
que él choque frontal no es lo más conveniente en una sociedad atrasada y aletargada por
lustros de represión, y prefiere mostrar su arte sin concesiones pero sin pirotecnia
inútil. Por eso las noches de "Piano bar" estuvieron cargadas de mensajes a
través de la propuesta, pero mostrando a un García contenido en su comunicación con la
audiencia. En fin, mejor que evangelizar es convertir, y eso se logró plenamente en estos
conciertos.
"Piano bar" es un disco
donde la emoción y la necesidad de inmediatez superó la sofisticación sonora. García
necesitaba comunicar antes que deslumbrar, conmover antes que extasiar. Y las noches de
"Piano bar" tuvieron esa rara alquimia de éxtasis y emoción, deslumbramiento y
comunicación, obra de una cuidada producción que aglutinó a talentos reconocidos como
Renata Schussheim y Jean Francois Casanovas, quienes durante dos noches abrieron un
"Piano bar", un refugio del arte y la locura, del dolor y la pasión reflejados
así, en un espléndido music hall.
Después de varios años de tocar
juntos, García y su máquina han conseguido una compenetración óptima, como para que
cada canción tenga el envase adecuado, el celofán dentro del cual se envuelve el grito
primal del cantante.
Estuvieron presentes la mayoría
de los clásicos, los temas del último disco y un estreno. Este último fue una canción
compartida con Luis Alberto Spinetta, quien despertó una de las más cerradas ovaciones
de la noche, una respuesta adecuada a la imbecilidad de quienes en ese mismo lugar
abuchearon a García.
Un año más, un disco más, un
show más. Nuevamente Charly García cumplió con su rutina ofreciendo lo mejor de su
creación y reafirmando la inalterabilidad de su propuesta, esta vez dentro de un marco
excepcional. "Piano bar" trascendió el contexto de un show musical para
transformarse en un espectáculo integral, un verdadero lujo para estos tiempos.
Raúl Molina
1985
(fragmento de audio proporcionado por Fernando - Profeta
Urbano)
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Producción
Cualquiera que está en el rock, y más precisamente en la cocina del
movimiento sabe lo que cuesta hoy en día poner a un grupo sobre un escenario en
condiciones mínimas de luz y sonido. Por eso, las presentaciones del "Piano
bar" merecen una mención especial por su deslumbrante producción ofreciendo un
espectáculo de primerísimo nivel. En él se sintetizaron los talentos de gente como
Charly García, Renata Schussheim, Jean Francois Casanovas, Juan Lepes y casi cien
personas más que pusieron todo su esfuerzo para crear el mejor espectáculo. Sabemos que
por los costos de producción "Piano bar" no fue un gran negocio para sus
productores (Abraxas Producciones), pero el auténtico rédito es el de haber desafiado la
crisis y haber producido uno de los espectáculos más brillantes de la temporada. |