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Nada menos
aconsejable para sobrevivir a la feroz dictadura militar reinante en esos años que cobrar
notoriedad en los medios masivos por un concierto que terminó escandalosamente; con el
público tirando los asientos al grito de guerra de "Represión" (el primer
éxito de la banda) y con la policía sobre el escenario.
"Represión" era una radiografía exacta de los tiempos que corrían, a
diferencia del tono elíptico que utilizaban otros artistas para referirse a la dura
época de la dictadura con el fin de esquivar la fuerte censura del gobierno militar. Los
Violadores salieron a enfrentar sin vueltas al enemigo.
La letra de "Represión" era elocuente: "Hermosas tierras de amor y paz /
hermosa gente, cordialidad / fútbol, asado y vino / así es el pueblo argentino. /
Censura vieja y obsoleta / en films, revistas e historietas, / fiestas conchetas
aburridas. / ¿Dónde está la diversión perdida? / Represión a la vuelta de tu casa /
represión en el kiosco de la esquina / represión en la panadería / represión las 24
horas del día." Una patada al hígado del sistema dictatorial, al hippismo, a una
sociedad incapaz de movilizarse e intentar cambiar las cosas.
Nada peor que ser punk durante la dictadura militar, integrar (o ser fan de) una banda con
el nombre de Los Violadores y criticar al poder sin mensajes solapados ni metáforas
largamente estudiadas.
Sin embargo, si bien se observa, Los Violadores no fueron otra cosa que un producto de su
tiempo. Nacidos a la sombra de la dictadura, encarnaron el rock pre Malvinas que no gozó
de los "privilegios" de la ley que prohibía la difusión radial de música
extranjera durante la guerra, ni fueron convocados al discutido Festival de la
Solidaridad. Pero, finalmente, con los militares en retirada, ganaron un lugar
preponderante en el obligado recambio de nombres del rock nacional.
El cuarteto reconocido como principal iniciador del punk en Argentina se formó a
comienzos de 1980. Los nombres de los primeros integrantes eran Hari B. (Pedro Braum, 'el
primer punk que existió en el país', lo definen muchos) en guitarra, Sergio Gramática
en batería, Stuka (Gustavo Fossa) en bajo y Pil Trafa (Enrique Chalar) en la voz. Hari B.
y Gramática fueron los propulsores de Violadores, a quienes luego se unieron Pil (que
venía de una banda de rockabilly llamada Don Gato y su Pandilla) y Stuka, luego de su
paso por Trixie & Los Maniáticos. Con esta formación se presentaron en junio de 1981
en la Universidad de Belgrano. El concierto terminó en un desastre que los medios
amplificaron al grado de tragedia. Fue una oportunidad más que propicia para apuntar los
cañones contra la mentada "violencia en el rock" y otros hechos de esa
naturaleza que el gobierno militar, a través de sus órganos de propaganda, se encargaba
de transmitir a la sociedad. Frente a ese panorama, a Los Violadores no les quedó otra
que acomodarse a diversas presiones: en algunas actuaciones tuvieron que optar por
anunciarse como Los Voladores para no despertar la ira de la policía, que consideraba el
nombre de la banda como un evidente acto de provocación.
Debutaron junto a varios pesos pesados del rock nacional en septiembre de 1981 en el
festival Prima Rock, realizado en las piletas populares de Ezeiza. El variado menú
ofrecía a Dulces 16, Miguel Cantilo y Punch, Nito Mestre, María Rosa Yorio y Spinetta
Jade, como número de cierre. Los Violadores tocaron durante la tarde, pero ni siquiera
fueron anunciados en el programa del festival.
Durante la época del régimen militar, Los Violadores deambularon por el pequeño
circuito under porteño, prácticamente en la clandestinidad. A tal punto que para
publicar su primer disco tuvieron que esperar hasta 1983, año del regreso de la
democracia a Argentina.
Entonces, un mes antes de que Raúl Alfonsin asumiera el poder como nuevo presidente
democrático, Los Violadores pusieron su primer disco en la calle. Este hecho provocó la
marcha de Hari B. del grupo, ya que consideraba que en democracia carecía de sentido la
existencia de un grupo como Violadores. El alejamiento se cubrió con el ingreso de Robert
"Polaco" Zelazek en bajo y Stuka pasó a ser el nuevo guitarrista. La primera
obra de la banda contó con la producción artística de Michel Peyronel, de Riff, y
apareció en el sello independiente Umbral. En esa placa grabaron "Represión" y
se encargaron de dejar clara su actitud de rechazo ante cualquier resabio de hippismo, que
todavía se podía encontrar dentro del rock local, en canciones como "Viejos
patéticos" o la versión caricaturesca de "El extraño de pelo largo".
"En el invierno del 83, después del engaño de Malvinas, surgió una generación que
se sentía estafada y perseguida, sumida en un no futuro versión criolla. El álbum debut
de Los Violadores capta a la perfección esas sensaciones, con la velocidad y potencia de
su punk-rock guitarrero como envase de letras que destripan el modelo de vida aceptable de
la sociedad de sus mayores", decía la revista Rolling Stone en 1998 sobre el primer
disco del grupo.
El siguiente álbum apareció en 1985 bajo el nombre de Y Ahora Qué Pasa, ¿Eh? y fue el
responsable de que la fama del grupo creciera considerablemente, de la mano del hit
"Uno, dos, ultraviolento". Esa canción instaló a Los Violadores en las
discotecas y, además, marcó el inicio de la carrera de la banda en el exterior del
país. Al tiempo que experimentaban un evidente alejamiento de la crudeza sonora de su
primer disco (como resultado obtenían la aceptación popular). Los Violadores comenzaron
a realizar frecuentes viajes a Chile y Perú, donde lentamente consiguieron seducir a un
público cada vez más numeroso, en sintonía con la época de apertura de nuevos mercados
latinoamericanos para el rock nacional que se dio a mediados de los '80. El éxito de
"Uno, dos..." posibilitó la edición de un maxi titulado Uno, Dos,
Ultravioladores (1986) y, con pocos meses de diferencia, el larga duración Fuera de
Sektor.
Por entonces, ya habían hecho pie en Estados Unidos. Allí, un sello de Los Angeles
incluyó dos canciones del grupo en un disco doble que compilaba varias bandas punk, entre
las que aparecía Dead Kennedys. Sus actuaciones en la discoteca Palladium eran seguidas
por una gran cantidad de público, que sobrepasaba ampliamente la capacidad del lugar.
Hasta aparecieron tocando en vivo en una escena de la película Sobredosis de Héctor
Olivera.
Fuera de Sektor marcó el final de los días de Los Violadores en las filas del sello
Umbral. La multinacional CBS (luego Sony) los contrató, convencida de su poderío, que
avalaba la importante trayectoria trazada por el grupo en el país y el extranjero. El
nuevo contrato cajoneó la idea de publicar el primer disco en vivo de Violadores. En
cambio, se concentraron en una nueva producción en estudio, otra vez con la producción
de Michel Peyronel, que se tituló Mercado Indio (1987). A éste siguieron Y Que Dios Nos
Perdone (1989), el demorado registro en vivo En Vivo y Ruidoso (1991) y Otro Festival de
la Exageración (1991), con el que cerraron el capítulo más destacado del punk hecho en
Argentina.
1983 fue un año clave en la vida de los argentinos. Después de siete años de dictadura
militar, en octubre de ese año fue elegido un nuevo presidente constitucional mediante el
voto popular. Por supuesto, el rock no permaneció ajeno a los cambios que se producían
en el país. La ola democrática trajo para el rock nacional su consecuente y esperada
renovación. Aquel año, una serie de grupos que venían desde hacía tiempo pidiendo a
gritos un lugar en la escena, fueron masivamente conocidos. Tal es el caso de Virus, Los
Abuelos de la Nada -aunque ambos ya hubieran publicado durante la dictadura-, Los Twist y
Los Violadores. El grupo liderado por Stuka y Pil Trafa editó en el '83 su disco debut,
que ya tenía listo desde el '81; el material era demasiado desafiante para un estado
represor. Desde entonces. Los Violadores fueron creciendo en popularidad, tanto en el
país como en el exterior, conforme los nuevos nombres se iban imponiendo en la primera
línea del rock local. En 1987 se incorporaron al sello multinacional CBS, después de una
trayectoria de cuatro discos en la compañía independiente Umbral.
El principio del fin de la historia de Los Violadores parece coincidir con el inicio de su
relación contractual con la multinacional CBS. En aquel momento, las peleas entre Stuka y
Pil Trafaya trascendían la intimidad de la banda y frecuentemente tomaban estado
público. El primero en alejarse de la formación, que venían manteniendo desde 1983, fue
el baterista Sergio Gramática, reemplazado por Sergio Valí. Entonces, Stuka, Pil, el
Polaco y Sergio Valí grabaron Y Que Dios Nos Perdone, En Vivo y Ruidoso y Otro Festival
de la Exageración. Recién iniciada la década de los '90, la relación entre Stuka y Pil
se hizo insostenible y la banda se separó después de un show en Obras, en 1992. Pil
inició un nuevo camino al frente de Pilsen, que también incluyó a Sergio Valí. Pilsen
editó Bajo Otra Bandera en 1993 y Bestiario en el '94, producido por el Sex Pistols Steve
Jones. |


Los Violadores sin Sergio Gramática. De izquierda a derecha
Robert "polaco" Zelazek, Pil Trafa y Stuka. Hari B. había abandonado el grupo
en 1983

La notoriedad les llegó a Los Violadores a través de los
escandalosos que realizaron durante la dictadura al grito de "represión"

Anuncio de presentación "¿y ahora que pasa eh?"

El inicio del contrato con la multinacional CBS (Sony) parece
coincidir con el principio del fin de Los Violadores En 1992 se realizó un compilado.

La figura de Alex, el personaje de La Naranja Mecánica
obsesionó a Stuka. En 1996 Sony realizaría un compilado titulado: La Verdadera Historia

Stuka, en tanto, formó Stukas En Vuelo y también en el '93 y '94 hizo lo suyo con
Stukas En Vuelo e Interzona 66, respectivamente. Ninguno de los dos proyectos contó con
el apoyo del público de Violadores y terminaron antes de lo planeado por sus creadores.
En 1996, alentado por el Polaco Zelazek, Pil encabezó una resurrección de Los
Violadores sin la participación de Stuka. El disco del regreso se llamó Otra Patada en
los Huevos y apareció editado por el sello BMG. Ni el track interactivo -en aquel tiempo
toda una novedad- que incluye el disco, ni la nueva versión de "Uno, dos,
ultraviolento", pudieron despertar alguna expectativa y el retorno terminó como una
fallida experiencia artística y comercial. A pesar de parecer irreconciliables, Pil y
Stuka volvieron a compartir un proyecto a fines de los '90. No echaron mano del nombre de
Violadores, pero el espíritu del cuarteto fue convocado de manera implícita. Bajo la
denominación Stuka@Pil volvieron a pisar un escenario juntos y a revivir las épocas en
que el punk era la puerta de escape de una realidad asfixiante para mucha gente.
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