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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

La respuesta de
Aquelarre

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Revista Pelo 1973

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Más de un año tuvo que esperar el publico porteño para poder escuchar en un recital a uno de sus grupos favoritos: Aquelarre.
Diversas circunstancias (relacionadas con el cambio de sello y la reestructuración de sus sistemas de amplificación) determinaron que el grupo -uno de los más exitosos de los últimos tiempos- no se presentara en salas durante el último año. La expectativa generada rebasó las localidades disponibles y, para evitar disturbios los organizadores debieron abrir las puertas en forma gratuita para mucha gente que se había quedado sin localidades. Jorge Pistocchi fue encomendado por Pelo para que presenciara y describiera ese regreso de Aquelarre. Lo que sigue es su informe.

El mes pasado se cumplieron tres años de la separación de Almendra. Pero sus ex integrantes se encontraron dentro de ese lapso con sus actuales grupos (Aquelarre, Invisible, Color Humano) en distintos recitales, reuniendo a unas nueve mil personas a las que brindaron, quizás, la mejor música que se está haciendo entre nosotros.
Todo esto constituye, tal vez, la mejor respuesta a lo que de sus vidas y obras se ha dicho hasta hoy.
Su respuesta, Aquelarre la dio el miércoles 26 en el Opera. Todo lo que dieron esa noche en una sala repleta donde fueron ovacionados pocos lo hubieran imaginado cuando éstos decidieron formarse como grupo. Cada uno tenía una trayectoria musical muy definida a sus espaldas y eso complicaba las cosas. Por un lado, Rodolfo y Emilio luego de la separación de Almendra tocaron esporádicamente durante el tiempo que duró el servicio militar de este último, con el agravante de tener que sacarse de encima los rótulos de "exs". En una de esas ocasiones fue cuando conocieron musicalmente a sus futuros compañeros, Héctor Starc y Hugo González Neira. Héctor con un estilo muy definido que hizo que lo bautizaran como "la Bola de Ruido", parecía imposible de integrar algún grupo estable. Hugo, por su parte, un excelente tecladista, nunca había tenido la oportunidad de tocar en forma continuada en un grupo y poder desarrollar todos sus posibilidades musicales.
Y así nació Aquelarre. Muchos a! principio no comprendían su música. Pera algunos resultaba un poco fría, tal vez porque se buscaba o una forma de continuación de la música de Rodolfo y Emilio en Almendra o iban a ver los desbordes de Héctor, pero quedaron defraudados porque Aquelarre no hacía concesiones para ganar publico. No apartándose de una búsqueda bien definida de su propia música.
Por eso, este último recital fue más que nada la culminación de un proceso de despojamiento en el que encontraron juntos una libertad creativa. Los progresos individuales, en sus instrumentos son muy grandes y se notan más claramente en Rodolfo, que está tocando con mucha más soltura y creatividad y en Héctor que después de un tiempo en que se lo veía demasiado contenido con su viola (probablemente por sacarse de encima a la "Bota de Ruido") está encontrando el punto de equilibrio entre su temperamento y las necesidades del grupo. Todo esto repercute en una forma cada vez más audaz de encarar sus temas con el agregado de que ahora los cuatro integrantes cantan como primeras voces.
Pero más allá de todo esto, es difícil hablar de lo que pasó en un recital quedándose solamente con la música, las anécdotas, o e! sonido que se pueda haber escuchado porque tal vez todo eso junto sea sólo la respuesta de cuatro hombres recorriendo un mismo camino. Y ya sabemos que las respuestas de un creador son intransferible en boca de otro.

 

 

 

 

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