El 18 y 19 de mayo, en el teatro Olimpia —que modernizó las instalaciones del viejo Tronio, en Suipacha al 700, de Buenos Aires— se presentan los Blops, un conjunto musical chileno que se ubicó, cómodamente, entre los más populares de su país. Pero, además de su trayectoria —con sus 5 años de existencia es el más antiguo dedicado a la música eléctrica en la nación trasandina— y de las multitudes de jóvenes que suele aglutinar en sus recitales, Blops se caracteriza por ser el fruto de una experiencia poco común. Sus 5 integrantes son miembros de una singular comunidad —habitan en las afueras de Santiago de Chile— integrada por 25 muchachos y chicas. Si bien hace 3 años los Iniciadores del grupo fueron músicos, luego se fueron sumando artistas plásticos, actores e intelectuales. "Al principio eran unos diez, que alquilaban una gran casa en Santiago —relata el actor José Pepe Romeu (24), un hijo, el único argentino de la comunidad y otrora best-seller (A bailar esta ranchera) de este lado de los Andes—; luego hace
ya dos años, nos fuimos integrando unos cuantos más y nos mudamos a un terreno de 2 hectáreas, en Peñalolán". Allí edificaron 3 casas, donde cada uno posee su habitación, y otra construcción que destinan a ensayos.
"Yo viví en comunidades en Europa y Estados Unidos —cuenta Romeu—, pero ninguna me interesó realmente. Lo que me atrapó de ésta fue que no había ninguna gran propuesta intelectual, algo que tal vez obedezca al espíritu de Chile, enemigo de las solemnidades y racionalizaciones". Pero, aunque las normas no sean estrictas, todos los miembros de la comunidad de Peñalolén respetan una serie de premisas: "Entre nosotros dejan de existir las relaciones patrimoniales —asegura JR— tanto con los objetos como con las personas. No estamos juntos para apañarnos el llanto ni para ayudarnos a vivir, eso me parece un poco mentiroso".
Claro que, además, hacen buenas migas con sus vecinos; y algunos del grupo —entre los que se cuentan un arquitecto y una psicóloga— mantienen sus trabajos fuera de la comunidad. Por supuesto, la popularidad de varios de los artistas que la integran favorece el respeto con que, por lo general, son considerados. A las presentaciones de Blops suelen acudir varios miles de jóvenes, la mayoría universitarios; un éxito que también se registra en las sesiones de teatro, en las que hay improvisaciones con participación del público.
Sin embargo, una de las causas principales de la aceptación de la comunidad es, seguramente, que no se empeñan en proponerla como solución universal: "Todo lo que pueda decir es muy banal, porque la experiencia es intransferible —medita Romeu—; elegí una alternativa, pero no digo que sea mejor ni peor que otra".
Antes de volver a su tierra, los Blops (en la foto de arriba mientras ensayan en Peñalolán, abajo durante una de sus presentaciones en Santiago) estarán también en el teatro de Luz y Fuerza, en el Aula Magna de la Facultad de Medicina de Buenos Aires y, finalmente, viajarán a Rosario. "Aunque no son conocidos en Buenos Aires los 3 long plays del grupo —reflexiona Romeu, que oficia en la ocasión de representante de sus compañeros, los Blops—. estoy seguro de que aquí también gustará nuestra música, muy actual pero impregnada de un inconfundible matiz latinoamericano. Claro que —advierte—, nosotros pretendemos revolucionar la música, no hacer la revolución con ella."
Revista Siete Días Ilustrados
21.05.1973

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Los Blops