LOS NUEVOS CIRCUITOS PARA TOCAR Y OIR
ROCK
Según parece en nuestro
país los ciclos de estrechamiento y apertura
cultural se repiten indefectiblemente cada
determinada cantidad de años. Matemático, tanto en
lo artístico como en otros aspectos. Y bien, en
estos momentos estamos en un momento de relativo
renacimiento, la luz va surgiendo, va
reapareciendo de a poquito en diversos terrenos y
el arte y los artistas van multiplicando sus
posibilidades de expresión. Los músicos de rock
siempre tuvieron que buscar en los últimos años,
pequeños teatros o salas específicas para dar los
conciertos que, con los problemas monetarios
conocidos, hacían muy espaciadas las actuaciones
de grupos o solistas con pocos medios. Nacieron
entonces los "bares musicales", suerte de
Café-concerts contemporáneos, que fueron fundados
contemplando estas vitales necesidades, tanto de
los músicos como del público; ávido por descubrir
sitios donde escuchar música. En ambos casos se
dio una fuerte comunicación que fue reforzando
estos intentos. Claro que estos lugares guardaban
pocos puntos en contacto con sus antecesores;
ubicados en general en parajes bastante alejados
del centro o lugar típico de la Capital, recintos
pequeños con escenarios prácticamente improvisados
y otros detalles que son signo o espejo de la
"austeridad" del último lustro en la Argentina.
Pero, la mayoría pudo (o más que nada, quiso)
sobrevivir, y sobrevivieron cientos, que con motes
como "pubs" o "concierto Bares", permitieron que
el movimiento musical actual tenga eco. Los
pioneros fueron indudablemente Music-up, Jazz &
Pop y La Trastienda. El primero fue el que más
suceso tuvo en principio, Mederos, La Banda y
Rodolfo Alchourrón entre otros, eran sus habitués.
Music-up tenía una ubicación privilegiada en pleno
centro, Corrientes y Callao; pero esto
paulatinamente se fue volviendo en contra ya que
la Municipalidad tenía blanco perfecto para sus
dardos, que entre otros detalles, obstaculizaron
la normal evolución del boliche; que finalmente
dejó de existir. La Trastienda en cambio se
mantuvo a pesar de su ubicación (ni sus propios
dueños conocían en principio en qué barrio se
encontraba el local) y otros problemas que, al
caer la propuesta en un momento justo, fueron
pasando por alto. Fue hace ya tres años, dónde la
urgencia de desahogo por parte de músicos y
público se hacia imprescindible. Al tener una
versátil proposición musical, numerosos cantantes
y ejecutantes de géneros distintos se acercaron a
poner su granito de arena a eso que prometía ser
una fuente de trabajo muy importante. Ollantay y
Saloma (un grupo fusión folklore-música
contemporánea que alcanzó mucho prestigio) fueron
los primeros en acercarse; luego siguieron Yábor,
que en ese momento lo acompañaba nada menos que el
Negro Rada en percusión, Dino Saluzzi, Manolo
Juárez, Rodolfo Mederos, el Mono Villegas
(verdadera institución del lugar, su piano queda
allí permanentemente), entre otros. Actualmente
están de lunes a viernes Manolo Juárez, Alejandro
Lerner, Tarrago Ros, Villegas y Lucho González con
el Chango Farías Gómez. Cobran habitualmente entre
40 y 50.000 pesos y sus objetivos son seguir en
una serie de producciones en las que se embarcaron
durante el '81, ya que auspiciaron la actuación de
Litto Nebbia en Obras y el Encuentro en el
Microestadio. Indudablemente, esta tienda de ropa
que, cerrada hace quince años fue reabierta para
dar lugar a este bar musical (de ahí surgió el
nombre), ha dado origen a una serie de
surgimientos que parece no detenerse. Martín
Mujica, uno de sus dueños, charló conmigo y me
recalcó: "La idea principal y fundadora se
mantiene al pie de la letra: un boliche para
escuchar música. Se trata de no molestar a los
músicos, de no servir mientras el artista está
actuando, etc. Se busca mantener un nivel y una
línea musical tratando de no traicionarlo en busca
del negocio, esto nos ha identificado con los
músicos y con la gente". Jazz & Pop también
mantiene inalterable su línea pero más que nada
inclinada hacia el jazz. Su fachada y disposición
está bien ideada y lograda, pero en estos momentos
queda un tanto deslucida porque hay objetos
dañados por el uso y el local en sí deteriorado
por la acción del tiempo. Habrá que cuidar estos
detalles. Están tocando ahora, y siempre ha
sucedido, músicos de gran nivel: Rada,
Baraj-Barrueco, Larrumbe-González-Astarita, Diego
Rapoport, Jorge Navarro, Celeste Carballo, Jam
Session, etc. El Bar Latino es uno de los bares
antiguos que ha surgido últimamente con mayor
fuerza y visión. Creado, fundado y decorado por
dos jóvenes de gran empuje y talento, Ulises
Barrera (hijo del comentarista, creador del Café
Tortoni) y Eduardo Salomón (escenógrafo,
programador del Centro de Artes y Música, que fue
un lugar para la expresión del rock donde tocó el
recordado grupo Bubú y Porchetto entre otros), el
Bar Latino surgió en lo que a idea se reitere
antes que La Trastienda, pero no pudo
cristalizarse de entrada. La obra fue concebida
con estudio para la comodidad de artista y músico
y hubo cinco meses de trabajo hasta su
inauguración, en setiembre del '81. Tiene una
capacidad de 210 personas, aire acondicionado y
calefacción y, sin llegar de ninguna forma a ser
un boliche muy sofisticado, es indudable que la
cosa fue encarada con un nivel económico superior
a otros lugares de su tipo. La esquina estaba
fundada en 1892 como bar y almacén. Inauguraron el
boliche Amelita Baltar, Rubén Rada (que se anota
en todas y en aquel momento lo acompañaban Jorge
Navarro, Daniel Homer, Beto Satragni y Horacio
López) y Bicky Buchino. Transitaron por su
escenario Piero, Cantilo- Durietz, Jaime Torres,
el excelente compositor Julio Lacarra, una pareja
de importantes posibilidades en el panorama
musical actual: el Dúo del Ser, Chany Suárez,
Donna Carroll, el grupo de rock polifónico Kien,
entre otros. La consumición se paga entre
cincuenta y sesenta mil pesos. Acostumbran pasar
en los intervalos y antes y después de un
concierto la buena música de los artistas que
tocaron en el bar, grabada allí mismo. Dentro
de los pubs musicales que van surgiendo, Shams es
uno de los primeros y más importantes. Surgió en
setiembre del ochenta y aunque en un principio
sólo habían colocado un piano para que el que sepa
tocar, suba al escenario; empezó a tener
continuidad una actuación de Sandra Mihanovich
todos los jueves que los indujo a traer otros
artistas ante el éxito obtenido. Fue galería de
Arte y restaurant aparte de pub, pero ahora es
sólo pub y show. El año pasado tocaban todos los
domingos los músicos de rock más populares:
Charlie García, Litto Nebbia, Nito Mestre, David
Lebón, entre otros. Ahora actúan Marilina Ross, el
trío norteamericano de música country Harp, la
Mihanovich y Agustín Pereyra Lucena. La idea
musical esencial se inclina hacia el folk, pop y
balada. Se trata de un lugar muy cálido,
bellísimamente acondicionado y decorado pero que
tiene el defecto de cierta incomodidad para ver al
artista de todos los ángulos, por lo que es
conveniente acercarse temprano para conseguir una
mesa bien ubicada. Otro pub de interesante
trayectoria es Satchmo, ubicado prácticamente en
Agüero y Las Heras, pleno Barrio Norte, Sandra
Mihanovich también cantó en una época allí y ahora
lo hacen Harp y Rouge, un grupo eléctrico
femenino. Dos bares en ascenso son La
Peluquería y el Café de Agosto. El primero tiene
la particularidad de ser realmente una peluquería
de día, tornándose a la noche en un lugar para la
expresión de artistas como Ollantay (que inauguró
el local), Tawantinsuyu, Viracocha, Los que iban
cantando, Chany Suárez, Opus 4, Marián Farías
Gómez, Julio Lacarra. Sara Gindin, una de las
dueñas, me habló de la remodelación que están
encarando, que ampliará considerablemente las
posibilidades del bar, y me contó de proyectos con
la gente de Teatro Abierto y con personalidades
del cine y la literatura. Todos los jueves,
además, hacen Poesía Viva. En cuanto al Café de
Agosto, es un vistoso bar antiguo abierto hace
quince meses. Tocaron ya allí Yábor, Alejandro del
Prado, el Pollo Raffo y Tawantinsuyu, entre otros.
Con Alejandro Santos tocando, inauguraron
recientemente el sótano, lugar que con 80 personas
de capacidad se transforma en un bar más y las
aspiraciones serán ahora mayores, con el proyecto
de pasar inclusive, films de arte. Es uno de los
bares más céntricos ya que se halla en Corrientes
y Ayacucho y tiene la particularidad de ofrecer
muy buena música grabada (entre otras cosas
recitales inéditos de Clapton y Jehtro Tull
grabados por Gustavo Simonetti, uno de sus dueños,
en Estocolmo). El Ciudadano tiene cuatro meses
de vida pero sin embargo ya ha alcanzado un
considerable renombre. Ubicado en la esquina de
Costa Rica y Acevedo, tiene una interesante
disposición y, entre los ladrillos, los faroles
tenues y las plantas naturales, hace un lugar más
que agradable. Fernando Llosa, fundador e
integrante de Buenos Aires 8, es uno de los dueños
y se manifiesta partidario de crear un verdadero
lugar de encuentro que gire alrededor de la
música. Tocan actualmente: Marilina Ross,
Alejandro de Raco, Jorge Cumbo y el interesante
grupo de fusión rioplatense San Pedro Telmo. Se
acaba de inaugurar el Melopea Bar, cuyo nombre
proviene de la productora discográfica que agrupa
a Jorge Durietz, Miguel Camilo y Litto Nebbia
entre otros. Debutaron precisamente con un
concierto de Cantilo-Durietz de gran nivel, que
fue matizado por la presencia de Litto, que subió
a hacer algunos temas. El boliche se encuentra en
Las Heras y Pueyrredón, está muy bien puesto y
promete grandes realizaciones. Entreacto es
otro de los nuevos, y tiene realmente un programa
de excelente nivel: Marián y el Chango Farías
Gómez juntos, la flauta mágica de Jorge Cumbo, el
armónico e infaltable candombe de Yábor, Manolo
Juárez, Celeste Carballo y Alejandro de Raco.
Cobran entre 30 y 45 mil pesos en Vidal 2164.
En suma, quedan varios lugares más que quizás
merecerían un comentario, como Freedom (en
República de la India y Las Heras), Adán
Buenosayres (cerquita de La Trastienda), Swan Pub,
Station, El Marqués; pero lo mejor que puede
ocurrir es que la gente misma se acerque y
verifique por sí misma este verdadero movimiento
creado culturalmente dentro y alrededor de estos
lugares. Revista Pelo mayo de 1982
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El fenómeno del rock en la
Argentina no pasa solamente por sus
músicos, sus revistas y sus discos. Es
también su circuito de actuación, el
polvo de oro de sus espectáculos. En
los últimos dos años, el rock local
empezó a ser negocio para muchos.
Mágicamente comenzaron a surgir
pequeñas salas: café concerts, bares,
boliches que presentan espectáculos de
rock para cien personas o menos. Antes
los grupos luchaban por conseguir una
sala teatral para sus conciertos; hoy,
en cambio, hay muchos lugares para
tocar y escuchar. Pelo investigó el
surgimiento y las perspectivas de este
nuevo circuito.
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