Cuando la segunda reunión de Almendra terminó, Emilio Del Guercio y Edelmiro Molinari prácticamente desaparecieron de la escena. Sin embargo, tras un buen tiempo de ostracismo, el bajista y el guitarrista, cada uno por su lado, decidieron retomar sus carreras musicales. El recital en Obras sirvió para que ambos músicos -acompañados por sus respectivas bandas-presentaran sus nuevos discos.
Emilio Del Guercio fue el encargado de abrir el espectáculo, acompañado por Edu Zvetelman en teclados, Matías González en Bajo, José Luis Colsani en batería y Luis Borda en guitarra. Con un correcto sonido grupal, Del Guercio interpretó algunas de sus flamantes composiciones y un par de clásicos de otras épocas, como "Violencia en el parte", de Aquelarre. La actuación de Del Guercio y su banda fue el punto más alto de la noche. El público tuvo una buena respuesta ante los temas, cuyas características son la elaboración y la fusión, de diversas corrientes musicales y ritmos autóctonos.
La segunda parte estuvo a cargo de un solista invitado. Pedro Conde. Acompañado por su guitarra, Conde mostró una temática de protesta de escaso nivel y plagada de golpes bajos. Su voz tiene tantas limitaciones como su música y en general no se explica su inclusión en un espectáculo de supuesta jerarquía.
El cierre estuvo a cargo de Edelmiro Molinari y La Galletita, integrada por tres buenos músicos de rockanroll: el guitarrista Skay, el bajista Hugo Villareal y el baterista Alejandro Pensa. El ex Color Humano mostró una propuesta inclinada hacia el rock moderno que dio la sensación de no estar aún madurada y bien plasmada en la música.
De todos modos, tanto en el caso de Del Guercio como en el de Molinari, habrá que esperar sus futuros pasos para poder emitir un juicio definitivo sobre sus respectivas propuestas. Lo de Obras fue, simplemente, el punto de partida de una nueva etapa.

Revista Pelo
10/1983

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