Gato Barbieri
todas las ideas brillantes
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De repente dos extraños se levantan de una de las mesas cercanas y se aproximan. "¿Usted es el Gato Barbieri?" El afirma con la cabeza. "Somos grandes admiradores suyos —dice la mujer—." "Y queríamos saludarlo y estrecharle la mano —agrega el hombre—." Barbieri les agradece. Ellos se van. Barbieri se sonríe y vuelve, intenso, a la conversación:
"Siempre, cuando toco, siento que es como el primer concierto que di, hace va varios años, cuando me cansé de hacer ejercicio jugando al fútbol de adolescente, en Argentina.
"Como decía, cuando toco, siempre me siento nervioso, tenso. Ahora estoy absolutamente calmo, pero cuando toco me convierto en alguien completamente diferente. Soy un tipo enérgico, 'vital', como dicen ... Aunque dicen tantas cosas ... A veces hasta he leído que me consideran sensual sobre el escenario. Debe ser por alguna extraña secuela que dejó el hecho de que yo haya hecho la música para una película como 'Ultimo tango en París'...
"No puedo decir que sí. No puedo decir que no. Cuando toco soy muy dramático. Soy muy melódico, fuerte, puro ritmo. Toco como soy. También soy muy ansioso. Y detesto el invierno, el frío: todo es tan violento. Los chicos sufren con el frío, no juegan ni hacen bromas como en verano. Cada noche temo que haya una tormenta, pero a veces el tiempo se pone hermoso, hasta en invierno.
"No sé decir qué clase de música toco, no podría definir lo que hago. Además, es casi absurdo que me lo pregunten. Todos saben que hay un sentimiento latino básico, pero lo más importante no es la latitud del sentimiento que yo le pongo a mi música, sino la calidad y la intensidad del sentimiento con que la recibe la gente que la escucha, que va a verme a los recitales, que compra mis discos. Y, para el músico, lo más importante de todo, absolutamente, es no perder la integridad. Porque entonces la música cambia para convertirse en algo estúpido, banal, hueco.
"Con respecto al famoso sentimiento latinoamericano de mi música, hay algo que quiero decir: no quiero que me reconozcan y me aplaudan y me admiren sólo por el hecho de que toco música latinoamericana. El público norteamericano sigue mostrando ese tipo de prejuicios, o de esnobismos, que tal vez son una manera de no terminar de aceptar lo que no es totalmente de ellos. Yo quiero gustar y llegar a la gente por mi manera de ser, por lo que soy, a través de mi música o sin ella. Quiero que me comprendan a mi Esto es muy importante. Los críticos escriben sobre mí solamente como músico, pero me gustaría que también me vieran como a un ser humano. Y que dejen de poner atención sobre si este álbum es más comercial que el otro, porque eso no le interesa más que a la compañía que vende mis discos, no a la gente. Quisiera que entendieran, que se dieran cuenta de que yo toco exactamente igual que antes, con el mismo sentimiento y las mismas ganas que siempre, y eso es todo.
"Musicalmente, quiero llegar al punto en que me sea posible expresar con el saxo lo que hay dentro de mí, con la misma naturalidad con que camino o respiro. Quiero eliminar un paso: de la manera en que se hacen las cosas ahora, uno tiene un pensamiento y después procede a ejecutarlo. Mi sueño es eliminar ese paso del proceso, de manera que la música fluya instantáneamente, de manera que la música sea algo tan natural que la gente responda con la misma naturalidad con que fue concebida. Supongo que ése podría ser un buen principio para que todas las cosas, en todos los planos, sean naturales, verdaderamente naturales. La música, y todo el arte, debe ser así para ser sincero, para que la gente los reciba sinceramente, para que se terminen los prejuicios.
"Mi otra meta es ser original. Quisiera poder llegar a ser algo que se destacara de entre el resto, que fuera absolutamente diferente de lo que se ha hecho. Mi música es para gente abierta, que desea abrirse. Pero también quisiera que mi música ayudara a que otros se abran.
"De la misma manera en que me preocupo por mi música y por la música, me preocupo por todo. Actualmente estoy pasando por una época en que me preocupo especialmente por mi cuerpo y mi salud. A veces siento que tengo setenta años, otras veces tengo veinte, o cuarenta. A veces tengo todas las ideas brillantes y otros días estoy como ido. Siempre tengo las ideas a la noche. Las voy construyendo lentamente, lentamente. Soy mejor de noche. No sé por qué."
Jugando con los dedos sobre el vaso de whisky, el Gato habla sobre lo que le sucede. Apasionada y francamente, como su música. Y a veces con un poco de salto inesperado, como su nombre. Igual que cuando toca, al charlar se desliza por todas las posibilidades del sentimiento. Pero, aunque él diga que quisiera alguna vez tocar con la misma naturalidad con la que habla, sólo con su instrumento puede inventar los rojos soles majestuosamente fluyentes, los abrazos íntimos, las gratificantes liberaciones del alma. A pesar de los contextos inevitablemente cambiantes, Barbieri es, con cualquier persona y en cualquiera de sus músicas, un mismo gato caliente y mágico.
Revista Pelo
07/1978

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