Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Jazz y Rock
pocas nueces
Revista Primer Plana
04-07-1972
Es imprescindible que el lector intente una reflexión profunda sobre lo que significa el concepto de expresiones reconociblemente nacionales de idiomas musicales internacionalizados. Para facilitar la tarea se proponen dos ejemplos: en jazz, el intento bizarro de Leandro Gato Barbieri. En rock, el recordable experimento del grupo Manal.
Es posible que luego de esta reflexión sea más fácil comprender el erizo de dificultades que encierra una evaluación del variadísimo espectro musical que comprenden el jazz y el rock argentinos. De ambos idiomas musicales, el primero se encuentra en una situación especialmente difícil, ya que, a diferencia del rock, ni siquiera es popular. Tal vez esto se explique porque es musicalmente más evolucionado, pero de todas maneras ninguno de los dos es gratificado con el reconocimiento de status argentino, a pesar de los honrosos ejemplos que se pueden encontrar en sus versiones nacionalizadas.

UNA MOSCA BLANCA
Sin embargo, no puede ser casualidad que haya sido precisamente Claudio Gabis, uno de los mejores guitarristas argentinos de rock (ex Manal), quien, en una forma bastante semejante a su estilo (cerebral, pero caliente, calculado, pero espontáneo e intenso), el que encontró la manera más argentina de responder al cuestionario.

¿El idioma musical que emplea se presta para reflejar una realidad concreta?
"Sí, absolutamente. Los sonidos que producimos son tomados del medio natural en que vivimos. Ese tono chillón no expresa otra cosa que disconformidad, alerta, tensión, angustia, rabia..."
¿Hay intención, entonces, de reflejar la dolorosa Argentina 1972?
"Aunque no quiera. Vivimos naufragando en la paranoia. Sentimos un clima opresivo, y un deseo al mismo tiempo espontáneo y consciente de comunicarlo."
¿De qué manera se refleja esto en la música?
"En el sonido alargado, irritado, con tanto de grito. Esa intención de imitar la voz humana. También hay burla y fealdad, balanceada con dulzura. Pero, en general, es un sonido agresivo. Y no se puede negar que ése es el estado de ánimo que se vive aquí.
¿Es inevitable tropezar con alguna forma de represión o censura, aunque sea en la conocida variante de que alguien trate de influir sobre el repertorio?
"Muy a menudo. Por ejemplo, cuando nos pedían un disco que vendiese. Ellos saben que no les conviene producir una revolución en el gusto del público. Por eso había que buscar dentro de lo que pedían. Claro que no se atrevían a ser concretos. Una vez fui guitarrista de Favio. Estaban allí Fernando Falcón, el ex socio de Kleiman, y Yaco Zeller. En un momento hice una frase de blues, y alguien me pidió otra: Barata, viejo, barata, que yo hago esto para ganarme la vida... Y los otros contribuyeron a esclarecerme: Por favor, que no haya que pensar... Lo malo es que conozco pocos músicos conscientes que quieran pensar en lo que sucede realmente ..."
Da cinco o seis nombres, pero tiene que pensar bastante, después agrega: "Yo no quiero anestesiarme ni funcionar de anestesia".

CASI UN HARAKIRI
¿Qué o quién es el responsable de la falta de combatividad de nuestros músicos?
"En el músico inconsciente, la culpa es de todos los factores externos, pero en especial de su propia estupidez."
¿Cuáles son esos factores externos?
"En el caso del rock, los empresarios y las revistas musicales juveniles. Por ejemplo, Ricardo Kleiman está especialmente interesado en que este movimiento no exista. Porque es el zar de otro movimiento: el del rock para acunar. Para anestesiar."
Culpa también a todas las grabadoras grandes sin excepción. Explica que se prostituye a los grupos con las tapas, con la promoción, con los contratos. "Cuando el conjunto Arco Iris se fue de Víctor, quedó un material viejísimo, comparativamente mediocre. Ellos lo editaron hace un mes. ¿Cómo le llamamos a eso?"
Y agrega: "Yo, como músico, esperaría que la revista Pelo fuera más comprometida, ya que es la única que queda. Nunca vi en Pelo una verdadera intención de profundizar. La forma en que uno va y charla con ellos debería reflejarse en la revista. Me gustaría que se preocuparan por saber por qué pienso en irme".
¿Y quién sería el responsable de la falla de combatividad del músico consciente?
"No sé... La realidad es tan abrumadora... Uno ve lo del prode, se entera del asunto de deltec, o lo de la Marina Mercante, y, o te olvidás o abrís los ojos. Entonces surge la necesidad de tener letras. Aumentar la cantidad de dardos que tirás para tener más posibilidades de dar en el blanco."
Parece meditar unos segundos. "En este momento la polenta es imprescindible. No se pueden dar las cosas con timidez. Y no hay que desechar nunca la posibilidad de hablar."
¿Cuál sería la política cultural recomendable?
"Terminar con las costumbres empresarias que mencioné, buscar una difusión realmente libre que convierta al público en verdadero juez, y buscar la manera de no tener que preocuparse más por el pulpo que está a doce mil kilómetros. Cortar ese cordón."
El arte puede ser herramienta o arma. ¿Por qué o por quién dejarse usar?
"Por nadie. Pero cualquier cosa que sea neutral no lo es."
¿Hay alguna posibilidad de que aparezca en el repertorio de Claudio Gabis un tema que aluda a un desacierto grave del régimen?
"Hace tiempo que me preocupa la instauración paulatina de la SS en Buenos Aires. Si no lo hice hasta hoy fue posiblemente por falta de valentía, o porque la cosa se pone muy dura, y también porque lo que me sale es una versión muy lavada. Siempre me sale algo que no me convence ni a mí."
Es preferible no tratar de recordar cuántos asumieron con esa valentía su falta de valentía. Mientras tanto, Claudio Gabis continúa su cátedra: "Ojalá encuentre una manera de decir todas esas cosas que al mismo tiempo sea difícil de ser usada por el sistema. Las viejas letras que hablaban de policía, de paranoia, de inconformismo, ya no sirven ..."

LA COSA MAL BARAJADA
Pero si todo fuera tan diáfano, las cosas no andarían tan mal para el jazz y el rock. Tal vez sea necesario recordar que siempre se buscó entrevistar a músicos excelentes, ya que en el caso de evidenciarse una crisis, ésta sería singularmente grave, dado que se estaría manifestando en los niveles más representativos. Y así es.
De los numerosos encuestados se han extractado algunos casos especialmente significativos. Por ejemplo, Jorge Anders. saxo tenor y clarinete, arreglador y director de una de las mejores orquestas argentinas de jazz.
Anders afirma que no se ha planteado el compromiso político en su música, y que por lo tanto no sabe si el idioma se presta o no para reflejar una realidad concreta. Reconoce que de todos modos es imposible que se refleje en su obra la Argentina 1972. Además, cree ingenuamente que su posición ni altera ni favorece al sistema: "Quizás hasta esté al margen del proceso, por no estar conectada con la realidad. Yo no estoy al margen, pero quizá mi música lo está".
Y explica así el no haber sentido el imperativo de dar una imagen de ese proceso: "Mi música obedece a una necesidad interior de expresarme, el jazz es para mí una vía de evasión". Se le objeta que entonces no está reflejando su ser total, y vuelve a cerrar el círculo de esta manera: "Sólo los aspectos importantes".
Cree, además, como Rodolfo Alchourrón (Sanata y Clarificación, que es posible, y hasta preferible, contribuir al mejoramiento de la sociedad de manera focal, por ejemplo activando en el Sindicato de Músicos, sin aprovechar la inmejorable arma que da la comunicación con el público.
En cambio el baterista Carlos Pocho Lapouble, que tocó en el espectáculo "Tercer Mundo Gato", pertenece a la categoría de las excepciones. Para empezar, no piensa en irse del país, y eso es más importante de lo que parece. Aunque reconoce que el jazz es un idioma bastante abstracto, trata de conseguir ese reflejo. "Si trato de hacer algo argentino con un lenguaje universal, y expresarlo, tengo que hacerlo acá, de la manera más concreta posible. Pero eso no está codificado. Se ve después de tocarlo."
Y propone esta política cultural: "Mostrar todo lo que se hace con sentido social y político nacional, pero mostrando la Argentina real y aportando elementos positivos. Música que no busque conformar pero que sea lo que la gente necesita. Y fundamentalmente usar al público como selector".
Pocho Lapouble opina que sólo es legítimo dejarse usar por el pueblo, porque eso es servirlo. "Pero mientras estás en el sistema no podés impedir con real efectividad que el sistema te use. El asunto, por ahora, sería hacer lo posible por desgastarlo. Y tratar de hacer la propia música, no la del sistema."
C.G.S.

 

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Claudio Gabis
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