Es imprescindible que el lector intente una reflexión
profunda sobre lo que significa el concepto de expresiones
reconociblemente nacionales de idiomas musicales
internacionalizados. Para facilitar la tarea se proponen dos
ejemplos: en jazz, el intento bizarro de Leandro Gato
Barbieri. En rock, el recordable experimento del grupo
Manal.
Es posible que luego de esta reflexión sea más fácil
comprender el erizo de dificultades que encierra una
evaluación del variadísimo espectro musical que comprenden
el jazz y el rock argentinos. De ambos idiomas musicales, el
primero se encuentra en una situación especialmente difícil,
ya que, a diferencia del rock, ni siquiera es popular. Tal
vez esto se explique porque es musicalmente más
evolucionado, pero de todas maneras ninguno de los dos es
gratificado con el reconocimiento de status argentino, a
pesar de los honrosos ejemplos que se pueden encontrar en
sus versiones nacionalizadas.
UNA MOSCA BLANCA
Sin embargo, no puede ser casualidad que haya sido
precisamente Claudio Gabis, uno de los mejores guitarristas
argentinos de rock (ex Manal), quien, en una forma bastante
semejante a su estilo (cerebral, pero caliente, calculado,
pero espontáneo e intenso), el que encontró la manera más
argentina de responder al cuestionario.
¿El idioma musical que emplea se presta para reflejar una
realidad concreta?
"Sí, absolutamente. Los sonidos que producimos son tomados
del medio natural en que vivimos. Ese tono chillón no
expresa otra cosa que disconformidad, alerta, tensión,
angustia, rabia..."
¿Hay intención, entonces, de reflejar la dolorosa Argentina
1972?
"Aunque no quiera. Vivimos naufragando en la paranoia.
Sentimos un clima opresivo, y un deseo al mismo tiempo
espontáneo y consciente de comunicarlo."
¿De qué manera se refleja esto en la música?
"En el sonido alargado, irritado, con tanto de grito. Esa
intención de imitar la voz humana. También hay burla y
fealdad, balanceada con dulzura. Pero, en general, es un
sonido agresivo. Y no se puede negar que ése es el estado de
ánimo que se vive aquí.
¿Es inevitable tropezar con alguna forma de represión o
censura, aunque sea en la conocida variante de que alguien
trate de influir sobre el repertorio?
"Muy a menudo. Por ejemplo, cuando nos pedían un disco que
vendiese. Ellos saben que no les conviene producir una
revolución en el gusto del público. Por eso había que buscar
dentro de lo que pedían. Claro que no se atrevían a ser
concretos. Una vez fui guitarrista de Favio. Estaban allí
Fernando Falcón, el ex socio de Kleiman, y Yaco Zeller. En
un momento hice una frase de blues, y alguien me pidió otra:
Barata, viejo, barata, que yo hago esto para ganarme la
vida... Y los otros contribuyeron a esclarecerme: Por favor,
que no haya que pensar... Lo malo es que conozco pocos
músicos conscientes que quieran pensar en lo que sucede
realmente ..."
Da cinco o seis nombres, pero tiene que pensar bastante,
después agrega: "Yo no quiero anestesiarme ni funcionar de
anestesia".
CASI UN HARAKIRI
¿Qué o quién es el responsable de la falta de combatividad
de nuestros músicos?
"En el músico inconsciente, la culpa es de todos los
factores externos, pero en especial de su propia estupidez."
¿Cuáles son esos factores externos?
"En el caso del rock, los empresarios y las revistas
musicales juveniles. Por ejemplo, Ricardo Kleiman está
especialmente interesado en que este movimiento no exista.
Porque es el zar de otro movimiento: el del rock para
acunar. Para anestesiar."
Culpa también a todas las grabadoras grandes sin excepción.
Explica que se prostituye a los grupos con las tapas, con la
promoción, con los contratos. "Cuando el conjunto Arco Iris
se fue de Víctor, quedó un material viejísimo,
comparativamente mediocre. Ellos lo editaron hace un mes.
¿Cómo le llamamos a eso?"
Y agrega: "Yo, como músico, esperaría que la revista Pelo
fuera más comprometida, ya que es la única que queda. Nunca
vi en Pelo una verdadera intención de profundizar. La forma
en que uno va y charla con ellos debería reflejarse en la
revista. Me gustaría que se preocuparan por saber por qué
pienso en irme".
¿Y quién sería el responsable de la falla de combatividad
del músico consciente?
"No sé... La realidad es tan abrumadora... Uno ve lo del
prode, se entera del asunto de deltec, o lo de la Marina
Mercante, y, o te olvidás o abrís los ojos. Entonces surge
la necesidad de tener letras. Aumentar la cantidad de dardos
que tirás para tener más posibilidades de dar en el blanco."
Parece meditar unos segundos. "En este momento la polenta es
imprescindible. No se pueden dar las cosas con timidez. Y no
hay que desechar nunca la posibilidad de hablar."
¿Cuál sería la política cultural recomendable?
"Terminar con las costumbres empresarias que mencioné,
buscar una difusión realmente libre que convierta al público
en verdadero juez, y buscar la manera de no tener que
preocuparse más por el pulpo que está a doce mil kilómetros.
Cortar ese cordón."
El arte puede ser herramienta o arma. ¿Por qué o por quién
dejarse usar?
"Por nadie. Pero cualquier cosa que sea neutral no lo es."
¿Hay alguna posibilidad de que aparezca en el repertorio de
Claudio Gabis un tema que aluda a un desacierto grave del
régimen?
"Hace tiempo que me preocupa la instauración paulatina de la
SS en Buenos Aires. Si no lo hice hasta hoy fue posiblemente
por falta de valentía, o porque la cosa se pone muy dura, y
también porque lo que me sale es una versión muy lavada.
Siempre me sale algo que no me convence ni a mí."
Es preferible no tratar de recordar cuántos asumieron con
esa valentía su falta de valentía. Mientras tanto, Claudio
Gabis continúa su cátedra: "Ojalá encuentre una manera de
decir todas esas cosas que al mismo tiempo sea difícil de
ser usada por el sistema. Las viejas letras que hablaban de
policía, de paranoia, de inconformismo, ya no sirven ..."
LA COSA MAL BARAJADA
Pero si todo fuera tan diáfano, las cosas no andarían tan
mal para el jazz y el rock. Tal vez sea necesario recordar
que siempre se buscó entrevistar a músicos excelentes, ya
que en el caso de evidenciarse una crisis, ésta sería
singularmente grave, dado que se estaría manifestando en los
niveles más representativos. Y así es.
De los numerosos encuestados se han extractado algunos casos
especialmente significativos. Por ejemplo, Jorge Anders.
saxo tenor y clarinete, arreglador y director de una de las
mejores orquestas argentinas de jazz.
Anders afirma que no se ha planteado el compromiso político
en su música, y que por lo tanto no sabe si el idioma se
presta o no para reflejar una realidad concreta. Reconoce
que de todos modos es imposible que se refleje en su obra la
Argentina 1972. Además, cree ingenuamente que su posición ni
altera ni favorece al sistema: "Quizás hasta esté al margen
del proceso, por no estar conectada con la realidad. Yo no
estoy al margen, pero quizá mi música lo está".
Y explica así el no haber sentido el imperativo de dar una
imagen de ese proceso: "Mi música obedece a una necesidad
interior de expresarme, el jazz es para mí una vía de
evasión". Se le objeta que entonces no está reflejando su
ser total, y vuelve a cerrar el círculo de esta manera:
"Sólo los aspectos importantes".
Cree, además, como Rodolfo Alchourrón (Sanata y
Clarificación, que es posible, y hasta preferible,
contribuir al mejoramiento de la sociedad de manera focal,
por ejemplo activando en el Sindicato de Músicos, sin
aprovechar la inmejorable arma que da la comunicación con el
público.
En cambio el baterista Carlos Pocho Lapouble, que tocó en el
espectáculo "Tercer Mundo Gato", pertenece a la categoría de
las excepciones. Para empezar, no piensa en irse del país, y
eso es más importante de lo que parece. Aunque reconoce que
el jazz es un idioma bastante abstracto, trata de conseguir
ese reflejo. "Si trato de hacer algo argentino con un
lenguaje universal, y expresarlo, tengo que hacerlo acá, de
la manera más concreta posible. Pero eso no está codificado.
Se ve después de tocarlo."
Y propone esta política cultural: "Mostrar todo lo que se
hace con sentido social y político nacional, pero mostrando
la Argentina real y aportando elementos positivos. Música
que no busque conformar pero que sea lo que la gente
necesita. Y fundamentalmente usar al público como selector".
Pocho Lapouble opina que sólo es legítimo dejarse usar por
el pueblo, porque eso es servirlo. "Pero mientras estás en
el sistema no podés impedir con real efectividad que el
sistema te use. El asunto, por ahora, sería hacer lo posible
por desgastarlo. Y tratar de hacer la propia música, no la
del sistema."
C.G.S.