Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Jethro Tull
¡Al abordaje!
Revista Siete Días Ilustrados
09.11.1970
Un cuarteto de pelilargos ingleses que amenaza conquistar el máximo cetro de la canción beat que todavía ciñen Los Beatles. Su fórmula: "Hacer neo jazz con matices folklóricos"

Jethro Tull

Viste camisa a cuadros, ajustados pantalones de cuero negro y borceguíes de caña alta. Balalaika en mano aparece en el escenario y empieza a delirar ante el público. Cuenta chistes, absurdas historias y murmura frases inconexas, mientras sus tres compañeros van tomando ubicación en la oscuridad, detrás suyo. Un chasquido de platillo lo silencia pero muy brevemente: es sólo la señal para que Ian Anderson ataque el indefenso instrumento y Jethro TuII —el nuevo monstruo de la música popular inglesa— descargue una implacable catarata de sonidos sobre los sufridos y resistentes oídos de los fanáticos que colman la sala. Media hora después, como si estuvieran acostumbrados a manejar los picos de la atención humana, los músicos cambian bruscamente el ritmo del concierto canalizándolo hacia una música casi religiosa, cargada de barroquismo, en la que predomina un reposado órgano a cargo del líder Anderson. Pero el descanso no dura: ante un nuevo llamado de la batería, Anderson reemplaza el órgano por una flauta, y la exasperada multitud vuelve a estremecerse ante "esa mezcla de soul, rock and roll y jazz tradicional" que producen los Jethro.
No por repetido, el ritual —ejercitado una vez más hace dos semanas desde el escenario del Fillmore East de Nueva York, tal vez la sala de música moderna más importante del mundo— ha dejado de rendir buenos dividendos, como que sirvió al conjunto inglés para encaramarse a la cabeza de los rankings de su país y los Estados Unidos. Nada hacía prever en la Navidad de 1967, cuando eran "unos novicios dispuestos a pagar el derecho de cielo, por no decir de piso, que es tan vulgar" —como ironizó alguna vez Ian Anderson—, que Jethro Tull acabaría por convertirse, tres años después, en el conjunto que "venía a llenar el vacío dejado por Los Beatles", según la comprometida opinión de Melody Maker, uno de los más influyentes periódicos especializados en música de Gran Bretaña.
Integrado por Glenn Cornick (bajo), Martin Barre (guitarra eléctrica), Clive Bunker (batería) y Ian Anderson (piano, órgano, guitarra española, mandolina, balalaika, flauta y algunos instrumentos orientales), el grupo se perfiló en un primer momento como un típico exponente de la corriente underground. "Esa gente que suelta frases espontáneamente desde el escenario —autodefinición del jefe Anderson—, canta de espaldas al público y ejecuta otros rituales raros de los que se discute todavía si son auténtica renovación o simple snobismo." Casi por principio, underground (algo así como subterráneo) señala la intención de orientar las creaciones hacia minorías iniciadas, evidenciando cierto desprecio por obtener una repercusión masiva. Pero en este caso y según la paradójica fórmula usada por Anderson, se consiguió un "exitoso fracaso". Encantados en Esto fue, su primer longplay, y, sobre todo, en el tema Viviendo en el pasado, treparon el año último hasta el segundo puesto —detrás de Los Beatles— en las preferencias populares de su país, desplazando a los alicaídos Rolling Stones.
Poco antes se habían presentado en el Festival de Blues y Jazz de Sunburi, Inglaterra, recogiendo un sorprendente éxito que impresionó al circunspecto crítico de Time al punto de llevarlo a sostener que "incitaron a que la concurrencia pareciera posesionada por todos los demonios de la danza". Fue después de ese festival que los Rolling Stones les abrieron las puertas de su programa en la televisión londinense. "Imagínense cómo se habrán sentido los Rolling —escribió recientemente un columnista británico— cuando los desagradecidos muchachos les quitaron el segundo puesto del ranking de Inglaterra."
Algo que preocupó bastante a la prensa inglesa cuando los Jethro —guiados por la excentricidad de Anderson, quien tocaba la flauta saltando sobre una pierna por los escenarios de Londres— empezaron a convertirse en una noticia importante, fue encontrar la fórmula para encasillar su música; empeño en el que no tuvieron demasiado éxito, aunque, justo es reconocerlo, tampoco los músicos ayudaron demasiado. "Preguntan si hacemos blues, jazz, rock and roll o folklore —resumió Anderson en una entrevista televisiva—Lo nuestro es neo jazz con matices folklóricos." De todas maneras, la definición más precisa quizá la haya dado el habitualmente poco comunicativo Clive Bunker. "Yo pienso sólo en el ritmo y me limito a golpear los parches —confesó—. Cuando siendo que me ahogo miro al público. Si ellos están como yo, paro. Seguir puede ser peligroso."

 

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