Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


FESTIVAL DE LA FALDA
LLUVIA, PIF Y MUSICA
Revista Pelo
marzo 1981

Por segunda vez se realizo en La Falda, provincia de Córdoba, un festival de música contemporánea. Durante tres días se reunieron allí cerca de 3000 personas por jornada que quisieron comprobar el estado actual de la música rock en la Argentina. Lo consiguieron a medias: la ausencia del principal grupo del país, Serú Girán, y una injustificable carencia de sonido —en volumen y calidad— impidieron que el festival fuera todo lo importante que debe.

Esta reunión, que tiene muchas posibilidades de reiterarse el año próximo, es en este momento el festival más importante que se realiza en la Argentina y uno de los pocos, en muchos años, que se realiza al aire libre. En esta clase de reuniones, la estrella principal es el público, y el de este festival, realizado entre las hermosas sierras del valle de Punilla, merece una apreciación especial

EL PUBLICO
El grueso de los asistentes, como era lógico, pertenecía a la cercana ciudad capital de Córdoba, pero también había grupos del interior de esa provincia y algunos contingentes de Tucumán, Rosario y Buenos Aires. La posibilidad de unas cortas vacaciones y las facilidades para instalar Carpas entusiasmaron a muchos que, a veces, sólo pueden ver una porción de todos los grupos de rock que se desenvuelven en la Argentina. Si bien la convivencia fue mas que pacifica y armoniosa, cuando una parte de esa gente se convirtió en oyente se mostro acribillada de pruritos y preconceptos que, quizás, vayan mas allá del plano estético musical.
El aferramiento a ideas superadas y a ciertas actitudes — por más bellas que hayan sido en el espíritu de su época— solo conducen al congelamiento del espíritu, y algunas personas que asistieron a este festival parecían gozar con esa práctica de solidificación. Qué otra explicación tiene sino el hecho de que la gente naya permanecido bajo una lluvia torrencial y con un frío estremecedor para ver actuar a los últimos tres conjuntos de la primera noche. ¿Qué querían revivir? ¿Woodstock? Estar bajo la lluvia de esa noche es una actitud enfermiza en el cabal sentido de la palabra y demuestra que algo no anda bien. Parecía como que la consigna era alentar un espíritu colectivo de martirio barato. Por que los organizadores no suspendieron al menos esos tres conjuntos para el día siguiente, ya que había ampliéis posibilidades de tiempo y disponibilidad.
En el orden musical, la respuesta de una parte del público fue triste, vergonzante y atrasada para un movimiento musical que quiere instalarse —siempre— en la vanguardia del arte. Hubo dos casos concretos: la presentación solista de María Rosa Yorio, abucheada e insultada por una parte del público que —sin escuchar— no se bancaba que una mujer tenga el coraje de subirse a un escenario, solamente habitado por hombres, y demostrarles que ella también canta rock. El segundo episodio fue la presentación de Miguel Cantilo y su grupo Punch. Desde el primer momento la gente no soportó la "imagen" que daba el grupo con sus ropas, actitudes o movimientos. Al parecer en el aspecto musical no fue escuchado. De otro modo no se explica que uno de los conjuntos que mejor sonó de todo el festival, y el único que demostró algo totalmente nuevo, fuera echado con silbatinas, insultos, monedas y piedras. Eso demuestra una mentalidad retardataria, estrecha y, por supuesto, totalmente sorda. Ni siquiera —ese mismo sector de público— tuvo la sensibilidad de animar a Miguel Cantilo cuando una descarga eléctrica de su guitarra lo arrojó violentamente al piso. Las palabras ajustadas del locutor Mario Luna consiguieron despertar la conciencia de los lúcidos, que pidieron que el grupo volviera al escenario. Pero el clima de circo romano estaba instaurado y la voz de Cantilo caía ahogada por el veredicto de un jurado de rufianes de boxeo. ¿De qué paz y amor hablaban?

LA MUSICA
Hubo de todo en el aspecto musical: nostalgia, modernismo, regresión y ensayo. Rock, jazz-rock, new wave, blues, rock and roll y música de fusión. Todos por igual sufrieron la tortura de un sonido "pif" y, según algunos músicos, ofrecido con parcialidad.
El festival tuvo tres momentos culminantes de música: la banda Porchetto, un engranaje perfecto de ensayo, afinación y sensibilidad. El grupo Punch, de Miguel Cantilo, por su música fresca, nueva y divertida. Y finalmente, León Gieco (remitido absurdamente a un cierre de festival realizado a las cinco de la mañana) que a pesar del garrón madrugador de la gente y algunos desperfectos de sonido, demostró que es el músico más carismático, emocional y auténtico de la música argentina. Nadie como León Gieco (un músico del interior) ha repartido tanta fraternidad y pocas veces se vio tan sano cariño por un músico.
En el plano de las revelaciones, fue vivificante escuchar a Apororiro un grupo de Córdoba que transita un jazz-rock sin futuro, pero que posee un ajuste y una habilidad sorprendentes en un grupo tan joven y debutante.
Otro momento espléndido fue la aparición de Almendra, precedido de una parafernalia faraónica de sonido, luces y despliegues, que el público recibió encantado, como corresponde, cada vez que los mitos se encarnan.
También hubo individualidades destacadas en este voluminoso festival: buenas secciones de Claudio Gabis y Edelmiro Molinari y la de un guitarrista relativamente nuevo fiero con el sabor de los de antes: Beto Fortunato, del grupo Destroyer. La impresionante fortaleza del baterista Willy Iturri. de la banda Porchetto. el bajista del grupo cordobés Mousse y el rarísimo trabajo del español a cargo de los teclados de Punch.

SALVA EL SALDO
A pesar de cierto sector del público, de ciertas barandas de sonido, de mejorables criterios de organización, este festival tiene un saldo favorable. Es necesario apoyarlo, sin disculparle en forma facilista los errores. Este anfiteatro de La Falda, rodeado de montañas, puede ser un lugar hermoso para ir formando la música futura de la Argentina, con actitudes claras, armoniosas y auténticas. La gente de La Falda, un municipio que tiene la visión de hacer algo por la música de este país, más allá de lo que declaman los papeles, merece un cálido agradecimiento por su hospitalidad y por su imaginación.

LUZ Y SONIDO
El sonido fue uno de los elementos discordantes con la magnitud del evento realizado en La Falda. Durante los tres días, resultó notorio que el equipo de amplificación general resultaba insuficiente, y hubo algunos grupos que tuvieran problemas insalvables durante su actuación. Del escenario hacia afuera había fallas de ecualización que sistemática mente conspiraron contra la audición mínima de las voces. Sobre el escenario, los inconvenientes estuvieron en el equipo de retorno. León Gieco fue uno de los más perjudicados en ese aspecto, y a pesar de luchar durante toda la noche no consiguió escucharse y hacerse escuchar con claridad En cambio, el equipo de luces fue bastante completo y brindo una iluminación adecuada a cada uno de los participante.

METEOROLOGICAS
Como el año pasado, esta segunda edición del Festival de La Falda tampoco contó con la adhesión del buen tiempo. Los dos primeros días hubo intensos chaparrones y frío absolutamente anormal para esta época del año. La lluvia conspiro contra la asistencia de gran parte del publico que era esperado desde Córdoba la capital de la provincia. Los inconvenientes causados por el desajuste meteorológico perjudica ron a los músicos (caso Cantilo que recibió un tremendo shock eléctrico a causa de la humedad), y al público (que se aguanto con estoicismo una llovizna continua y un viento cortante). Igual trastorno sufrieron los que se aventuraron a instalarse en el camping, cuyas modestas instalaciones fueron rápidamente colmadas e hicieron necesaria una ampliación de emergencia por medio de topadoras

FUERA DE ESCENA
Mas de un centenar de personas —entre músicos, técnicos personal de segunda y asistentes— fueron las responsables de la realización del festival. La mayo na de ellos llego en un ómnibus especialmente fletado desde Buenos Aires, y el resto lo hizo por autos y aviones. Todos fueron alojados en cuatro hoteles, y permanecieron en La Falda hasta el último día de actuaciones. La mayoría de los músicos —competidos por el mal tiempo— optaron por descansar o dedicarse a los deportes bajo techo como el metegol (Porchetto no jugó) y el ping-pong. El último día, que fue realmente esplendido, se produjo una masiva concurrencia a la pileta del hotel, matizada con fútbol, equitación (el guitarrista Fortunato del grupo de Quiroga, se llevó un duro recuerdo de los equinos serranos), y las incursiones por las sierras en los triciclos a motor.

LOS DEBUTANTES
Además de la lluvia, el frío, los problemas de sonido y todo el delirio del público, este festival será recordado porque en él se produjeron una cantidad de primeras actuaciones fuera de lo común. Varios grupos debutaron después de haber hecho algunas pocas —e informales— presentaciones anteriores en público, mientras que otros hicieron su primera aparición a la consideración pública. Ese fue el caso de las bandas de Ricardo Soulé y Willy Quiroga, ambos compañeros todavía en Vox Dei. Otro tanto aconteció con Miguel Cantilo y Mana Rosa Yorio, cuyas respectivas bandas hicieron sus primeras actuaciones masivas. También fue la oportunidad para que Nito Mestre y Rubén Rada presentaran las renovadas formaciones de sus bandas.

LOS PARTICIPANTES
Aunque una de las virtudes de este festival fue la de ser completo, quizás habría contribuido a mejorarlo sí hubieran participado menos grupos, que habrían podido explayarse mejor y, además, contribuyendo a que los armados y desarmados de equipos no se llevaran el treinta por ciento del tiempo total que duró el evento. Con todo, esta vez primó el volumen: León Gieco, Almendra, Manal, Vox Dei, Porchetto. Nito Mestre, Punch. María Rosa Yorio, Destroyer, Banda Soulé, Rada, Raíces, Virgem, Almavelero, Moby Dtck, Dulces 16, Mousse. Pomerania, Aporiro.

 

Ir Arriba

 


Festival de La Falda
Festival de la Falda
Festival de la Falda
Festival de la Falda