Por segunda vez se realizo en La Falda, provincia de Córdoba, un
festival de música contemporánea. Durante tres días se reunieron
allí cerca de 3000 personas por jornada que quisieron comprobar el
estado actual de la música rock en la Argentina. Lo consiguieron a
medias: la ausencia del principal grupo del país, Serú Girán, y una
injustificable carencia de sonido —en volumen y calidad— impidieron
que el festival fuera todo lo importante que debe.
Esta reunión, que tiene muchas posibilidades de reiterarse el año
próximo, es en este momento el festival más importante que se
realiza en la Argentina y uno de los pocos, en muchos años, que se
realiza al aire libre. En esta clase de reuniones, la estrella
principal es el público, y el de este festival, realizado entre las
hermosas sierras del valle de Punilla, merece una apreciación
especial
EL PUBLICO
El grueso de los asistentes, como era lógico, pertenecía a la
cercana ciudad capital de Córdoba, pero también había grupos del
interior de esa provincia y algunos contingentes de Tucumán, Rosario
y Buenos Aires. La posibilidad de unas cortas vacaciones y las
facilidades para instalar Carpas entusiasmaron a muchos que, a
veces, sólo pueden ver una porción de todos los grupos de rock que
se desenvuelven en la Argentina. Si bien la convivencia fue mas que
pacifica y armoniosa, cuando una parte de esa gente se convirtió en
oyente se mostro acribillada de pruritos y preconceptos que, quizás,
vayan mas allá del plano estético musical.
El aferramiento a ideas superadas y a ciertas actitudes — por más
bellas que hayan sido en el espíritu de su época— solo conducen al
congelamiento del espíritu, y algunas personas que asistieron a este
festival parecían gozar con esa práctica de solidificación. Qué otra
explicación tiene sino el hecho de que la gente naya permanecido
bajo una lluvia torrencial y con un frío estremecedor para ver
actuar a los últimos tres conjuntos de la primera noche. ¿Qué
querían revivir? ¿Woodstock? Estar bajo la lluvia de esa noche es
una actitud enfermiza en el cabal sentido de la palabra y demuestra
que algo no anda bien. Parecía como que la consigna era alentar un
espíritu colectivo de martirio barato. Por que los organizadores no
suspendieron al menos esos tres conjuntos para el día siguiente, ya
que había ampliéis posibilidades de tiempo y disponibilidad.
En el orden musical, la respuesta de una parte del público fue
triste, vergonzante y atrasada para un movimiento musical que quiere
instalarse —siempre— en la vanguardia del arte. Hubo dos casos
concretos: la presentación solista de María Rosa Yorio, abucheada e
insultada por una parte del público que —sin escuchar— no se bancaba
que una mujer tenga el coraje de subirse a un escenario, solamente
habitado por hombres, y demostrarles que ella también canta rock. El
segundo episodio fue la presentación de Miguel Cantilo y su grupo
Punch. Desde el primer momento la gente no soportó la "imagen" que
daba el grupo con sus ropas, actitudes o movimientos. Al parecer en
el aspecto musical no fue escuchado. De otro modo no se explica que
uno de los conjuntos que mejor sonó de todo el festival, y el único
que demostró algo totalmente nuevo, fuera echado con silbatinas,
insultos, monedas y piedras. Eso demuestra una mentalidad
retardataria, estrecha y, por supuesto, totalmente sorda. Ni
siquiera —ese mismo sector de público— tuvo la sensibilidad de
animar a Miguel Cantilo cuando una descarga eléctrica de su guitarra
lo arrojó violentamente al piso. Las palabras ajustadas del locutor
Mario Luna consiguieron despertar la conciencia de los lúcidos, que
pidieron que el grupo volviera al escenario. Pero el clima de circo
romano estaba instaurado y la voz de Cantilo caía ahogada por el
veredicto de un jurado de rufianes de boxeo. ¿De qué paz y amor
hablaban?
LA MUSICA
Hubo de todo en el aspecto musical: nostalgia, modernismo, regresión
y ensayo. Rock, jazz-rock, new wave, blues, rock and roll y música
de fusión. Todos por igual sufrieron la tortura de un sonido "pif"
y, según algunos músicos, ofrecido con parcialidad.
El festival tuvo tres momentos culminantes de música: la banda
Porchetto, un engranaje perfecto de ensayo, afinación y
sensibilidad. El grupo Punch, de Miguel Cantilo, por su música
fresca, nueva y divertida. Y finalmente, León Gieco (remitido
absurdamente a un cierre de festival realizado a las cinco de la
mañana) que a pesar del garrón madrugador de la gente y algunos
desperfectos de sonido, demostró que es el músico más carismático,
emocional y auténtico de la música argentina. Nadie como León Gieco
(un músico del interior) ha repartido tanta fraternidad y pocas
veces se vio tan sano cariño por un músico.
En el plano de las revelaciones, fue vivificante escuchar a
Apororiro un grupo de Córdoba que transita un jazz-rock sin futuro,
pero que posee un ajuste y una habilidad sorprendentes en un grupo
tan joven y debutante.
Otro momento espléndido fue la aparición de Almendra, precedido de
una parafernalia faraónica de sonido, luces y despliegues, que el
público recibió encantado, como corresponde, cada vez que los mitos
se encarnan.
También hubo individualidades destacadas en este voluminoso
festival: buenas secciones de Claudio Gabis y Edelmiro Molinari y la
de un guitarrista relativamente nuevo fiero con el sabor de los de
antes: Beto Fortunato, del grupo Destroyer. La impresionante
fortaleza del baterista Willy Iturri. de la banda Porchetto. el
bajista del grupo cordobés Mousse y el rarísimo trabajo del español
a cargo de los teclados de Punch.
SALVA EL SALDO
A pesar de cierto sector del público, de ciertas barandas de sonido,
de mejorables criterios de organización, este festival tiene un
saldo favorable. Es necesario apoyarlo, sin disculparle en forma
facilista los errores. Este anfiteatro de La Falda, rodeado de
montañas, puede ser un lugar hermoso para ir formando la música
futura de la Argentina, con actitudes claras, armoniosas y
auténticas. La gente de La Falda, un municipio que tiene la visión
de hacer algo por la música de este país, más allá de lo que
declaman los papeles, merece un cálido agradecimiento por su
hospitalidad y por su imaginación.
LUZ Y SONIDO
El sonido fue uno de los elementos discordantes con la magnitud del
evento realizado en La Falda. Durante los tres días, resultó notorio
que el equipo de amplificación general resultaba insuficiente, y
hubo algunos grupos que tuvieran problemas insalvables durante su
actuación. Del escenario hacia afuera había fallas de ecualización
que sistemática mente conspiraron contra la audición mínima de las
voces. Sobre el escenario, los inconvenientes estuvieron en el
equipo de retorno. León Gieco fue uno de los más perjudicados en ese
aspecto, y a pesar de luchar durante toda la noche no consiguió
escucharse y hacerse escuchar con claridad En cambio, el equipo de
luces fue bastante completo y brindo una iluminación adecuada a cada
uno de los participante.
METEOROLOGICAS
Como el año pasado, esta segunda edición del Festival de La Falda
tampoco contó con la adhesión del buen tiempo. Los dos primeros días
hubo intensos chaparrones y frío absolutamente anormal para esta
época del año. La lluvia conspiro contra la asistencia de gran parte
del publico que era esperado desde Córdoba la capital de la
provincia. Los inconvenientes causados por el desajuste
meteorológico perjudica ron a los músicos (caso Cantilo que recibió
un tremendo shock eléctrico a causa de la humedad), y al público
(que se aguanto con estoicismo una llovizna continua y un viento
cortante). Igual trastorno sufrieron los que se aventuraron a
instalarse en el camping, cuyas modestas instalaciones fueron
rápidamente colmadas e hicieron necesaria una ampliación de
emergencia por medio de topadoras
FUERA DE ESCENA
Mas de un centenar de personas —entre músicos, técnicos personal de
segunda y asistentes— fueron las responsables de la realización del
festival. La mayo na de ellos llego en un ómnibus especialmente
fletado desde Buenos Aires, y el resto lo hizo por autos y aviones.
Todos fueron alojados en cuatro hoteles, y permanecieron en La Falda
hasta el último día de actuaciones. La mayoría de los músicos
—competidos por el mal tiempo— optaron por descansar o dedicarse a
los deportes bajo techo como el metegol (Porchetto no jugó) y el
ping-pong. El último día, que fue realmente esplendido, se produjo
una masiva concurrencia a la pileta del hotel, matizada con fútbol,
equitación (el guitarrista Fortunato del grupo de Quiroga, se llevó
un duro recuerdo de los equinos serranos), y las incursiones por las
sierras en los triciclos a motor.
LOS DEBUTANTES
Además de la lluvia, el frío, los problemas de sonido y todo el
delirio del público, este festival será recordado porque en él se
produjeron una cantidad de primeras actuaciones fuera de lo común.
Varios grupos debutaron después de haber hecho algunas pocas —e
informales— presentaciones anteriores en público, mientras que otros
hicieron su primera aparición a la consideración pública. Ese fue el
caso de las bandas de Ricardo Soulé y Willy Quiroga, ambos
compañeros todavía en Vox Dei. Otro tanto aconteció con Miguel
Cantilo y Mana Rosa Yorio, cuyas respectivas bandas hicieron sus
primeras actuaciones masivas. También fue la oportunidad para que
Nito Mestre y Rubén Rada presentaran las renovadas formaciones de
sus bandas.
LOS PARTICIPANTES
Aunque una de las virtudes de este festival fue la de ser completo,
quizás habría contribuido a mejorarlo sí hubieran participado menos
grupos, que habrían podido explayarse mejor y, además, contribuyendo
a que los armados y desarmados de equipos no se llevaran el treinta
por ciento del tiempo total que duró el evento. Con todo, esta vez
primó el volumen: León Gieco, Almendra, Manal, Vox Dei, Porchetto.
Nito Mestre, Punch. María Rosa Yorio, Destroyer, Banda Soulé, Rada,
Raíces, Virgem, Almavelero, Moby Dtck, Dulces 16, Mousse. Pomerania,
Aporiro.
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