Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 


Música Joven
Los Gatos: hay ruido para rato
Revista Panorama
23.06.1970
Los Gatos
Todo empezó cuando Adolfo Fito Salinas se acercó al micrófono. Ante las siete mil personas que colmaban el Luna Park el viernes 12, presentó. Alfredo en bajo, Ciro en órgano, Pappo en guitarra, Moro en batería, y la voz de Litto Nebbia. Los histéricos aullidos de las fans proclamaban, por fin, a Los Gatos como el conjunto local número uno.
Las primeras notas de Ciro fueron el comienzo de un enloquecedor ritmo que copó el estadio y sus adyacencias, mientras dos docenas de policías trataban de contener a la horda que luchaba por llegar ante sus ídolos. Fito Salinas, organizador y productor del tumultuoso suceso, escuchaba extasiado las agresivas notas proferidas por Pappo, mientras dos robustos y desconcertados guardianes del orden arrastraban a Marta Minujin fuera del escenario, adonde había trepado bailando y gesticulando. Entre acomodadores furiosos y ante la banda de melenudos que profanaban el santuario del boxeo argentino Los Gatos desparramaron tranquilamente sus hits: La Balsa (tema que los llevó al éxito hace más de 4 años), Fuera de la ley (para evidente desagrado de la policía y regocijo del público), un estreno —Rock de la mujer perdida— y varios otros de sus temas fuertes. Miles de adolescentes despeinados y aullantes confirmaban una devoción conocida. Para entender este fenómeno, hay que adentrarse un poco en la historia y la pasión de Los Gatos.
Su historia es la de cualquier grupo provinciano que llega a Buenos Aires con ganas de hacerse famoso y de pelear para lograrlo. Luego de grabar La Balsa, un himno hippie rioplatense, que vendió más de cien mil ejemplares, se convierten en el conjunto número uno del país con éxitos como Viento dile a la lluvia, No hay tiempo que perder, Chica del paraguas o Seremos amigos. En el apogeo de su carrera deciden separarse, rechazando toda posibilidad de estancamiento musical. Ciro, Alfredo, Moro y Kay van a tentar suerte a USA, mientras Litto se queda en la Argentina y hace una buena trayectoria como solista. Tras un año de separación, Alfredo vuelve al país, habla con Litto y se complotan para revivir a Los Gatos; después de varias llamadas a Nueva York, Ciro y Moro vuelan a Buenos Aires. Queda un solo problema: buscar un guitarrista que sustituya a Kay, casado con una millonaria brasileña que había conocido cuando intervinieron en el Festival de Río. La solución se llama Pappo, un excelente violero argentino.
LA SEGUNDA OPORTUNIDAD. La presentación pública de los renovados Gatos fue un acontecimiento que ya Ingresó en el folklore beat local. En el cine Gran Rex, cuya capacidad es de unas 3.300 localidades, confluyeron cerca de 4.500 adolescentes al grito de "Litto corazón" y "Litto con Los Gatos, hay ruido para rato". Antes de que empezara el recital, a principios de año, durante la proyección de 'Pobre vaca', los fanáticos tomaron el cine frustrando a los desprevenidos espectadores, que debieron huir en mitad de la película. El estreno de 'Fuera de la ley' provocó espasmos de admiración: con letra y música de Litto Nebbia, sus 16 minutos de duración han causado que programas de radio y televisión no lo incluyan en sus repertorios. Alrededor de cincuenta policías apostados "por razones de seguridad", pidieron refuerzos al comando radioeléctrico.
La nueva trayectoria de Los Gatos no cuenta con epílogos tan azarosos: recitales, TV, cinco long plays de búsqueda individual y grupal, un proyecto de Pappo para intervenir en carreras sport prototipo, el disco grabado por Litto en todos los instrumentos (guitarra, bajo, piano, violín, órgano y batería), quizá una película —Aquí vienen Los Gatos— para la Sono Film y hasta una ópera de técnicas apoyadas en el blues afroamericano, "de línea vanguardista y completamente progresiva", eso sí.

 

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