Revista Pelo
septiembre 1982 |
Cuando Seru Giran existía una de las objeciones que comúnmente se le
hacían a sus discos era la presencia de temas de Pedro Aznar. Las
composiciones del bajista, sin entrar en juicios de valor, estaban
totalmente fuera de contexto, fracturado la unidad conceptual que la
banda tenía. Hoy, a la distancia, es más fácil comprender el porqué
de la separación del grupo. Aznar se sentía incómodo en Seru Giran
por la misma razón que tantos compositores se sienten mal cuando
deben resignar esa función a personalidades más fuertes dentro de un
grupo. A su regreso, y después de un semestre en Boston, donde
actualmente está radicado, Aznar reafirmó que nunca volverá a tocar
en esa formación, y la reafirmación también se cristalizó cuando
tocó su música en Obras.
Un productor comentó irónicamente las diferencias de popularidad
entre Seru Giran y Madre Atómica, la banda que reunió Aznar para
este recital. Y es un mal ejemplo, porque sería como comparar la
popularidad de Elton John con Keith Jarreth... Obviamente, la música
de Aznar nunca será popular porque básicamente sus parámetros pasan
por la técnica antes que la apelación emocional, la que conmueve al
oyente. Pero tiene erudición —también dentro de sus posibilidades,
claro—, y la sesión del estadio Obras fue como asistir a un programa
culto después de haber visto muchos populares. Los músicos que
acompañaron a Aznar en su actuación fueron Diego Rapoport y Leo
Sujatovich en teclados, Lito Epumer en guitarra y Juan Carlos
Fontana en batería y piano. Una banda de primera línea con la que
Aznar pudo desarrollar su música tocando guitarras, bajo y teclados,
además de vocalizar un par de canciones. Sus nuevas composiciones no
se diferenciaron demasiado de lo expuesto en su álbum solista; Aznar
tocó todo con técnica irreprochable marcando su tendencia hacia un
soft-jazz emparentado con la fusión de Metheny —una influencia muy
concreta a nivel sonido— y algunas resabios brasileños como
Nascimento e Ivan Lyns. De este último hizo una sentida versión de
"Septembro", muy buena pero excesivamente larga. El otro pico del
show fue la presentación de Luis Alberto Spinetta en una versión de
su tema "Los libros de la buena memoria", una de las gemas del álbum
"El jardín de los presentes" (Invisible). Aznar tocó el piano y
cantó, mientras Spinetta hizo lo propio con la guitarra acústica. La
tranquila belleza de la canción y la interpretación, cantando
estrofas cada uno hasta el coro final, fue uno de los momentos más
logrados del show. También Madre Atómica tuvo su participación con
tres temas que no evidenciaron más que el talento de los tres
instrumentistas. La música de Pedro Aznar carece del poder de
emocionar, no nace del corazón, que sí lo pusieron íntegramente cada
uno de los músicos que intervinieron. Aznar seguirá su carrera en
Boston y quizás dentro de un tiempo su propuesta madure lo
suficiente.
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Aznar y Spinetta
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