|
A los 28 años, David
Lebón comenzó a concretar algunos de sus viejos sueños. Con la edición de su segundo
álbum. "Nayla", termina un ciclo de dilaciones iniciado a fines de 1978, cuando
empezó su grabación. Originalmente iba a ser un álbum doble, pero, por los
requerimientos de las compañías discográficas, finalmente se sintetizó en un solo
disco. Otro de los proyectos que cumplirá (junto al trompetista de La Banda Benny
Izaguirre, el técnico de grabación del último álbum de Seru giran -Amilcar
Gilavert-, y un amigo. Oscar), será la instalación de un estudio de grabación de
treinta y dos canales, y otro móvil, de dieciséis.
Durante cuatro meses estuvo recluido, tras el accidente de su hija Nayla de dos
años. Sólo salió para terminar de grabar "La grasa de las capitales", y lo
hizo sin la compañía del resto de Seru Giran. Concluida esa etapa puso manos a la obra
para lanzar su álbum solista, que, en un principio, pensaba dedicar a su mujer, María.
Para 1980 tiene dos ideas claves: grabar el tercer álbum de Seru Giran y el
primero en dúo con Charly García, con sentido experimental, en el que Lebón retomará
su aptitud de multiinstrumentista. A pesar de la ardua actividad que planea, con Lebón es
inadmisible remitirse exclusivamente a lo informativo: en él, en su música, es
primordial su condición humana
Fuerte y doloroso
¿A qué se debieron tantas
postergaciones para la edición de tu álbum?
Hubo algunos inconvenientes con
la tapa porque el chico que la hizo (Bozzolo) tenia que irse, y yo estaba de gira con Seru
Giran. La idea de la tapa era simplemente utilizar una foto mía en una playa, pero no
estábamos muy conformes. Durante un fin de semana en que no estuve aquí, él escuchó
las cintas del álbum en su casa, diseñó un proyecto de tapa que es el álbum. Cuando
regresé, me dijo: "Mira, hice esto, fíjate si te gusta; no importa si no
queda". Levantó el papel que cubría el dibujo, y me pareció impresionante. Este
álbum fue un parto difícil, pero todo fue un poco así. No tengo nada que ocultar: el 79
fue un año duro para mi, especialmente en la parte emocional o, digamos, espiritual. En
la época en que grabé el disco, todo caminaba muy bien. Cuando estuvo listo para
venderlo a alguna compañía discográfica, resultó que nadie quería los dos long plays.
De acuerdo con cómo veo las cosas, sabia que, si salía doble, se iba a vender igual,
porque es bueno. Lo que me decían todos los productores era que ni Yes saca discos
dobles. Elegí los mejores temas y apareció Oscar (López), que compró ese resumen para
editarlo por Sazam Records. Cuando empecé a grabar el disco de Seru Giran, dejé todo a
cargo de la compañía. Después vino el accidente de Nayla, a partir de lo cual no fui a
la grabadora durante cuatro meses. Por ejemplo, mi parte en el álbum de Seru Giran la
grabé solo cuando estuvo terminado. El accidente de Nayla para mi fue como la muerte.
Estuvo demorado por un montón de cosas fuertes y que el año pasado se me cayeron un poco
encima. Pero son experiencias. Esas cosas te hacen ver más claro otros asuntos. ¿Por
qué siempre nos damos cuenta de las cosas después de algo fuerte y doloroso? Pero a
fines de diciembre estuve en la compañía agilizando todo para que se edite el disco.
Un álbum triste
¿Los temas de este álbum
todavía los tocarías con la misma sensibilidad con que los grabaste?
Si, los tocaría de la misma
manera. Además, todos son temas de Seleste. Suenan distinto porque los tocan otros
músicos, pero son de antes. Las canciones son frescas aún, y tampoco se las puede tocar
de otro modo. Me di cuenta de que las composiciones que vienen a través de David Lebón
son simples y frescas. y las podría tocar como años atrás. Como a veces ocurre en los
recitales de Seru Giran con "Vuelve a mí" y "Hombre de mala sangre".
Todavía me gustan.
¿Qué recordás de tu primer
álbum solista?
Las condiciones en que lo grabé
eran de últimas. Lo hice cuando en la Argentina se comenzaba a grabar. Lo hice en siete
días, en cuatro canales y sin ensayo. Por ejemplo, a los pocos músicos que me
acompañaron les pasé los tonos en la sala de grabación. Tocaron Black Amaya, Alejandro
Medina, Claudio Martínez (que es mi amigo desde hace centurias) y en un tema tocó un
guitarrista de blues, ya grande (del conjunto de jazz Swing 39), que estaba en otra sala
del mismo estudio de grabación. Las diferencias humanas con este álbum son siderales: en
lo esencial soy el mismo. pero mi personalidad fue cambiando, cambia todo el tiempo.
Aprendí cosas que la meditación no me dio. Aprendí cosas como ser humano simple, sin
mirar al más allá, estando aquí. A veces uno va a buscar muchas cosas en lugares muy
elevados y lejanos
¿Ese acercamiento a la realidad
es lo que también se reflejó en "La grasa de las capitales"?
Si. Además -y creo que todo el
mundo se dio cuenta, las letras de Seru Giran de ese segundo álbum son bastante
tristes. El momento en que grabamos el disco era un poco así. Pero, para mi, es un álbum
muy sincero. La gente necesita honestidad; si el tipo que está en el escenario tira una
pálida, que sea real. No que sea un vendedor de ilusiones, Que todos sientan lo que el
tipo dice. Y el músico no tiene por qué tener miedo de decir que se siente mal, ya que
tal vez la gente se sienta parecido y es entonces cuando se crea un ambiente como de
familia. Mis letras son distintas, son alegres, tienen como una salida. El complemento
entre Charly y yo, teniendo dos puntos de vista diferentes, es lo que nos hace ser amigos
y poder tocar juntos, porque, en realidad, somos dos personas totalmente distintas. Cuando
combinamos letras y música logramos cosas muy fuertes. Y, justamente, los temas que
hicimos juntos para "La grasa de las capitales" me parecen los mejores;
"Noche de perros", "FM", "San Francisco y el lobo". Son
también los temas que más canta la gente. Arriba de mi departamento vive una chica de
unos quince años que se levanta a las ocho de la mañana y pone nuestro álbum, el de
Seru Giran. Y canta. A veces me llama para saludarme. Lo que me pasa con los temas de Seru
Giran es que, como siempre los canto del alma. Incluso cuando compongo no me preocupo de
poner este u otro tono, o subir aquí y bajar allá.
Pensando en la gente
¿Qué puede suceder con Seru
Giran en el futuro? |


Pienso que va a pasar mucho,
Charly y yo nos sentimos individualmente bien, y juntos también. En un principio, no
creía que Seru Giran durara tanto tiempo. Pensaba que iba a durar tanto como cualquier
otro grupo, es decir, poco. Pero parece que no, y me alegra que así sea. Al comienzo de
Seru Giran tenia miedo, por la experiencia que tengo en grupos. Sentía que si Charly se
había cansado de La Máquina de Hacer Pájaros, también podía cansarse de Seru Giran.
Así como yo me podía cansar del grupo. Cuando se armó el conjunto era un momento en que
un montón de músicos se había ido del país. Buenos Aires rechazaba esta música
tratándola de extranjerizante. Cada vez que hacemos algo con Charly nos estamos queriendo
más nosotros mismos, porque nos damos cuenta de lo que cuesta hacer algo. y eso nos une
más. Creo que el álbum que vamos a grabar este año va a ser impresionante.
¿Hay algo que esperas aportarle
al tercer álbum que no pudiste aportarle al segundo?
Fundamentalmente, espero que no
vuelva a sucederme lo que me ocurrió durante la grabación del segundo álbum de Seru
Giran, con el accidente de Nayla. Ni a mi ni a nadie. Quisiera mantenerme en el mismo
estado de ahora: sólo pensar en grabar, del mismo modo como salgo a tocar en vivo. Y
siempre pensar que lo que se grabe sea como tocar en vivo, pero con un poco de retraso en
la audición. Es tratar de pensar en la gente, porque uno a veces se olvida un poco de
ella. En el estudio, uno quiere impresionarse a si mismo, buscando sonidos y mil cosas. Es
como si uno quisiera ponerse la piel de gallina a si mismo, lo que es bastante difícil.
Me gustaría que el grupo mantuviera la frescura que tiene en vivo. Ya que nosotros
estamos grabando porque hay gente que compra nuestros discos, démosle a esa gente nuestra
frescura, algo que pueda aprovechar.
Una música imparable
A pesar de que te formarte como
músico en los Estados Unidos, ¿musicalmente te sentís arraigado en la Argentina?
Claro. Viví mucho tiempo afuera
y me fui antes de que se hubieran ido todos los músicos que emigraron. Sentí antes lo
que ellos sintieron, sentí que acá no me daban lo que necesitaba sentir. No me alimento
nada más que de la plata, sino también de la gente: mi comida es tocar y sentir que la
gente se fue llena a su casa. y que, además, me voy lleno. Trabajé en Europa, en Estados
Unidos, en mil lugares, pero mi corazoncito estaba acá y no lo podía evitar. Tal vez es
muy loco lo que voy a decir, pero sé que a todos les pasa lo mismo. Me acuerdo de que una
vez estaba trabajando en un boliche en Zaragoza y cuando terminamos de tocar una noche,
fuimos al hotel. Escuché que en la radio pasaban un tango; y me volví loco. Quería
agarrar las valijas y volver. No por el tango en sí, sino porque el tango me hizo acordar
del lugar donde viven amigos como Rino (Rafanelli) y Héctor Starc, por ejemplo. Me
acordé de toda la gente que estaba acá, y que no era lo mismo que toda la gente que
estaba allá. Y sigo sintiendo que, para mi, la cosa está acá. Los argentinos quizás
somos melancólicamente tontos, pero tenemos algo que no hay en otros lugares: humildad.
No pienso como algunos que dicen que la gente en los Estados Unidos es fría y todo eso;
la gente en los Estados Unidos mata y, además, se come mejor que acá. Pero nosotros
tenemos humildad, la gente tiene una paciencia de oro. En Nueva York, cuando un colectivo
roza a un coche, el dueño de éste seguramente lo demandará por cincuenta mil dólares.
Acá se dan un par de gritos y la cosa se arregla. Si vos naciste en un lugar, aunque
después te vayas, vas a tener un algo del sitio donde naciste. Allá empecé a tocar y
cantar, pero cuando volví comencé a pegarme de a poquito con las cosas de acá. Siento
que en mis letras se reflejan vivencias de acá y, automáticamente, lo que hago es de
acá. Si toco como toco es por una cuestión del hoy, así como los Jaivas tocaban con una
Gibson. Nunca se me ocurrió poner un bandoneón en mis temas, porque no son tristes. El
otro día vi un programa de televisión en el que los mismos tangueros decían que el
tango es una música triste. No estuve en el momento en que el tango tuvo su auge, pero la
gente convivía con eso que contaba el tango y era eso; está perfecto, es parte del
país. Yo nací ahora y no puedo pretender que, porque mis antepasados tocaron eso, yo
deba seguir sus pasos. Si nos quieren parar que será Imposible, porque seria como
parar el mundo, van a estar deteniendo a la música argentina. |