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Para algunos fue una
sorpresa, pero ésos fueron los menos. Después de casi veinte años de existencia, casi
nadie duda de la legitimidad de la música de rock local como expresión multitudinaria de
la cultura argentina. Y esa identidad que le pertenece en forma inapelable fue refrendada
por la presencia de más de sesenta mil personas que adhirieron al llamado al
reconocimiento por la solidaridad latinoamericana hacia nuestro país. Los músicos
respondieron con idéntico fervor sumándose a las actuaciones o simplemente acercándose
al estadio para alentar a los colegas que lo hacían.
Por primera vez, la música de rock argentina contó con el apoyo irrestricto de
los medios de difusión masivos. Luego de una intensa campaña de difusión radial y
televisiva, el trascendental evento fue televisado en directo -y sin cortes publicitarios-
a todo el país y por el canal 9. Dos emisoras radiales. Radio del Plata y Rivadavia
transmitieron en frecuencia modulaba las alternativas del concierto. Esta apertura de los
medios de comunicación habla de una toma de conciencia acerca de la identidad y la
respuesta que tiene el rock argentino. Impulsado por la situación tan especial por la que
el país atraviesa, y cuando se hace imperativo ejercer la soberanía que hace al ser
nacional, el rock ha sabido responder con una expresión multitudinaria, masiva y con un
contenido pacifista claramente explicitado.
La música de rock argentina, a través de su historia, supo sobrellevar y
sobrevivir a los embates de las crisis económicas y los eventuales intentos de
marginación de los sectores oscurantistas que siempre aparecen en toda estructura social.
Cuando la crisis sea superada, y de la cual saldrá notoriamente fortalecido, el rock
nacional habrá asumido en forma definitiva y total el papel que le corresponde dentro de
ese enorme conglomerado que es la cultura argentina. Y ya nadie se sorprenderá del poder
de convocatoria de esta música, porque para un país joven como es la Argentina no pueden
quedar ignoradas las expresiones modernas y auténticamente locales.
Una de las canciones que más enfervorizó a la audiencia multitudinaria fue
"La gente del futuro". interpretada por Cantilo-Durietz. Este tema, que se ha
transformado en un himno. Y allí, en esa multitud solidaria se encontraba la "gente
del futuro", los que conforman las nuevas generaciones que surcarán el destino de
este país.
EL EVENTO
La realización de este Homenaje
a la Solidaridad Americana contó con el apoyo de entidades estatales y privadas. El
espacio físico fue cedido por el club Obras, entidad fuertemente ligada al rock nacional,
la que prestó en forma gratuita el predio que ocupan el campo de rugby y el de hockey,
además de la infraestructura del personal y la vigilancia. Canal 9 transmitió el evento
sin cortes publicitarios, mechando las actuaciones con reportajes a los protagonistas y
visitantes. También Radio del Plata y Radio Rivadavia transmitieron en directo las
actuaciones y reportajes, cuyos fragmentos fueron repetidos en los días siguientes
Participaron en él los músicos Fantasía, Soulé, Cantilo-Durietz, Dulces 16, Rada,
Moro-Satragni, Nebbia, Tantor, Spinetta, Mestre, Gieco, Porchetto, García y Lebón. El
sonido estuvo a cargo de León Milrud y la iluminación fue de Quaranta. Todos los grupos
cedieron sus asistentes para el traslado y recambio de los equipos, todo bajo la
coordinación general de los managers Daniel Grinbank y Pitty Iñurrigaro, asistidos por
Alberto Ohannian, Oscar López y otros productores que prestaron su colaboración.
Absolutamente todos, desde los músicos al último asistente, trabajaron en forma
gratuita.
También la entrada al concierto tuvo un precio - si así puede llamárselo- muy
especial: una prenda de abrigo, cigarrillos o alimentos. Durante la semana previa al
evento fue incesante el desfile del público que se acercó a Obras para retirar las
entradas y dejar a cambio un donativo. Lo "recaudado" alcanzó para llenar
cincuenta camiones, lo que demuestra una vez más el espíritu solidario de la gente
joven.
LA MÚSICA
Con adecuada puntualidad, a las
17 horas comenzó el Festival de Solidaridad Americana. El primer acto estuvo a cargo del
dúo Fantasía, quienes interpretaron tres canciones pertenecientes a su primer álbum. A
pesar de cierta desprolijidad en las voces, el dúo transmitió su particular frescura.
Ricardo Soulé y su grupo, al que regresó Rodolfo Gorosito, fueron el número
siguiente. Soulé tocó canciones pertenecientes a sus dos álbumes solistas, "De
vuelta a casa" y "Romances de gesta". Luego vendría la primera emoción
fuerte de la tarde: el dúo Cantilo-Durietz. Tocaron tres canciones de la nueva
producción, cerrando el show con la "Gente del futuro". El tema levantó a la
muchedumbre que coreó con entusiasmo el estribillo. Cantilo habló a la audiencia sobre
la importancia de lograr la paz, recibiendo la categórica y unánime respuesta afirmativa
del público.
DETRÁS DE LA ESCENA
El clima de unión y
confraternidad que se vivió durante el festival al aire libre realizado en el club Obras
Sanitarias no fue algo exclusivo del escenario o la platea. También en los camarines se
respiró ese clima tan especial. Allí estuvieron la mayoría de los músicos de rock
argentino (García, Mestre, Porchetto, Gieco, Spinetta, Soulé, Pappo, Medina, Piero,
Baglietto, Durietz, Tordó, Dulces, Cantilo, Rada, Fantasía, Moro, Lebón, Satragni,
Basoalto, Zas, Martínez, Rapoport, Sujatovich, Pesavento, Rafanelli. Mollo, Toth, Tantor
y muchos más) compartiendo bromas, charlas y refrigerios.
Una anécdota -de las muchas que hubo- pinta el clima vivido: en un momento, Pappo
y Spinetta bebían gaseosas de espaldas entre si. Desde una ventana, unos chicos les
gritaron algo insinuando una supuesta enemistad. Pappo se dio vuelta, lo abrazó a
Spinetta y les dijo a los chicos: "¿Ven que no pasa nada, que todos somos
amigos?" Y ésa fue la clave de la reunión: la amistad entre todos los
participantes. Los músicos tuvieron la posibilidad de estar juntos y no la
desaprovecharon ya que bien saben que, por sus actividades, es difícil que se dé una
oportunidad así. Por supuesto, las charlas giraron en su mayoría sobre música,
instrumentos y equipos. También se intercambiaron opiniones sobre el evento y sobre
futuras reuniones. Uno de los más conversadores fue Pappo, quien habló con varios
músicos sobre la posibilidad de formar un supergrupo para tocar eventualmente. Alfredo
Toth y Raúl Porchetto serían dos de los participantes del proyecto. Otro que lució de
muy buen ánimo fue Nito Mestre, quien no se cansó de contar su reciente experiencia en
el Uruguay.
Ante la imposibilidad de acercarse al escenario para ver el espectáculo, varios
músicos se colgaron auriculares y escucharon la transmisión radial. Otros optaron por
acercarse hasta un monitor ubicado bajo el tablado y ver la emisión televisiva.
Antes de subir al escenario, la mayoría de los participantes fueron entrevistados
a un costado.
Una vez concluida la fiesta, los músicos se quedaron largo rato en los camarines
comentando la fascinante experiencia vivida. La mayoría de los comentarios giraron sobre
la verdadera multitud que se dio cita en Obras. Como era de esperar, a medida que se
aflojaron las tensiones, las bromas le fueron dando otro color a las charlas y entonces se
escucharon comentarios irónicos sobre supuestas desafinaciones, problemas de cartel,
calidad de los temas y duración de las actuaciones. Por supuesto, nada de esto existió
realmente, pero el rock tiene humor y ésta era una excelente oportunidad para
aprovecharlo.
Los últimos en abandonar el estadio fueron Mestre, Gieco, Molinari, García,
Fontana, Tarrago Ros y Claudio Martínez, quienes se quedaron presenciando una nueva
demostración de las dotes histriónicas de David Lebón, quien contó a su manera todo lo
vivido en la tarde e hizo nuevas versiones - cómicas, por supuesto- de los temas
interpretados por los diferentes participantes del festival.
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Dulces 16 sumó su
cuota de rock'n'roll convencional, incluyendo una sorpresa extra: sobre el final subió al
escenario el guitarrista Pappo, y con él interpretaron "Fiesta cervezal", un
tema que le pertenece. La calentura y la potencia fueron las constantes de esta formación
clásica, reforzada en la ocasión con la presencia del líder de Riff.
En síntesis, los vestuarios también fueron una fiesta de la que participaron de
buena gana todos los presentes, ya fueran músicos, managers, productores, periodistas,
plomos, técnicos o simplemente amigos.
(sigue) |