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El negro Rada fue
otro de los grandes animadores de la tarde. Presentó junto a su banda algunos temas de su
producción. El ritmo y las armonías rioplatenses de su música despertaron la inmediata
adhesión del público que, además aprovechó la oportunidad para testimoniar su afecto y
solidaridad a un músico uruguayo, a un latinoamericano que está trabajando en la
Argentina.
Oscar Moro y Alberto Satragni parecen dispuestos a concretar una de las rítmicas
más poderosas del rock local. El proyecto pronto será registrado en los estudios.
Mientras tanto, el dúo ofreció una interesante versión de su música con el agregado
del guitarrista Ricardo Mollo, un muy buen instrumentista que aún no encontró la banda
que le dé la posibilidad definitiva de trascender.
A pesar de que la pertinaz llovizna arreciaba y se convertía en densos
chaparrones, el público soportó estoicamente sin abandonar sus lugares, agitando sus
banderas y pancartas, en las que podían leerse consignas alusivas a la paz.
A pesar de la inclemencia del tiempo, el fervor no disminuyó cuando apareció
Litto Nebbia, quien interpretó un par de canciones de sus últimos discos, incluyendo
"Zamba de mi país". Bastante esforzado en la parte vocal, Nebbia es uno de esos
artistas que siempre consiguen transmitir sus sentimientos a la audiencia, aun en temas
que no son de lo mejor de su producción.
El eléctrico Héctor Starc, contentísimo porque tenía la primera firma de un
guitarrista argentino en su instrumento, nada menos que Pappo, provocó entusiasmo con sus
solos, mientras que Cerviño, Torres y García aportaban el apoyo monolítico que
caracteriza la nueva música de Tantor. De los dos temas interpretados, uno de ellos fue
instrumental, y todos los músicos pudieron demostrar sus dotes técnicas.
Luis Alberto Spinetta actuó acompañado por los tecladistas Leo Sujatovich y Diego
Rapoport. En un clima de profundo respeto interpretó dos canciones de su nuevo álbum
solista, "Kamikaze". Con la eficaz apoyatura de los tecladistas, Spinetta
recreó una atmósfera intimista y sobria. En su diálogo con el público pidió un
aplauso para Javier Martínez, a quien consideraba el precursor de ese tipo de reuniones
musicales.
Con la aparición de Nito Mestre comenzó a presagiarse el gran final. Acompañado
en piano por Juan Carlos Fontana tocó dos canciones de "20-10", su último long
play solista. Después de una cálida versión de "Hoy tiré viejas hojas",
Mestre invitó a subir al escenario a León Gieco.
Fue tal vez la ovación más fuerte de la noche; juntos interpretaron "La
colina de la vida". Después, Gieco invitó a Antonio Tarragó Ros y el aire se
llenó de semblanzas litoraleñas. El mismo León recibió afectuosamente a Raúl
Porchetto, y juntos cantaron "En el fondo del cielo", una canción que Porchetto
compuso para su pequeña hija. Otro tema de Porchetto fue elegido para la presentación de
Charly García, David Lebón, Alfredo Toth y el propio Porchetto.
Luego de "Sentado en el umbral de Dios", sólo quedaron García y Lebón
para tocar dos temas: "Música del alma" y "San Francisco y el lobo".
Con el regreso a escena de Porchetto, Gieco y Mestre llegó el gran final. Con una
emotividad y un fervor que subía desde la muchedumbre, músicos y público entonaron la
canción de Porchetto, "Algo de paz". El adiós definitivo, y puntual, fue con
una antigua y conocida melodía: "Rasguña las piedras". Y se terminó, lenta y
ordenadamente la multitud fue abandonando el estadio. Afuera, todavía quedaban algunas de
las casi veinte mil personas que pugnaron vanamente por entrar. Fueron cuatro horas de
música en paz.
LAS OPINIONES
Raúl Porchetto: "Todo lo
que se vivió en Obras fue algo impresionante. Me impactó mucho cuando la multitud
cantaba a coro con nosotros 'Algo de paz' y 'Rasguña las piedras'. Confieso que en ese
momento se me puso la piel de gallina. Pienso que el evento fue positivo para todos los
argentinos."
León Gieco: "Esto superó todos los límites de la imaginación. Fue algo
impresionante que le va a hacer mucho bien a todos y que se va a recordar por largo tiempo
porque, como dije antes, superó los límites de la imaginación. Yo pensaba que iba a ser
algo grande pero no tanto como lo que fue."
Claudio Martínez: "Lo que pasó aquí no me sorprendió en absoluto porque es
lo que se vive en todos los recitales aunque en menor escala. Pienso que lo más positivo
es que mucha gente que no sabía qué era el rock ahora se va a enterar y va a saber
también cuál es el clima que se vive en un recital."
Antonio Tarrago Ros: "Este festival fue una muestra más de lo centrado y
responsable que es el público de rock, y de lo profesionales y talentosos que son sus
músicos. Además, fue una ratificación de lo abierto que es el rock ya que se escucharon
variadas tendencias y todas fueron aplaudidas. Te confieso que cuando vi tanta gente junta
sentí miedo, pero no pasó nada y ésa es una muestra contundente de lo ubicados que son
todos los que están en esta música."
Nito Mestre: "En mi vida me voy a olvidar de lo que fue esto. Ver a toda esa
gente reunida dispuesta a disfrutar de una tarde de música, paz y unión fue algo
impresionante. Pienso que no tiene sentido hablar de quien tocó bien o quién tocó mal.
Lo importante fue que estuvimos todos juntos y que la tarde fue una verdadera fiesta para
todos."
Luis Viola: "Cuando subí al escenario y vi a toda esa gente allí reunida
sentí ,una emoción terrible. Y cuando arrancamos con 'Corrientes esquina tango' y la
gente cantaba con nosotros, sentí la satisfacción más grande de mi vida. Pienso que
ésta fue la ratificación de lo positivo que es el rock en todos los órdenes."
Miguel Cantilo: "Cuando subí al escenario me temblaron las piernas al ver a
toda esa gente reunida para participar de algo a lo que nadie debe estar ajeno: la paz.
Creo que una de las cosas fundamentales de este evento fue el de demostrarle a todo el
mundo que podemos reunimos a escuchar música y sabemos hacerlo todos juntos."
Beto Satragni: "Creo que lo importante del festival no fue sólo la música,
sino el espectáculo que dio esa multitud. A la gente le gusta ver a los músicos juntos y
sin dudas eso repercute en sus ánimos porque los motiva a unirse también. Ojalá este
tipo de reuniones puedan hacerse seguido porque es una buena forma de pasarla bien todos
juntos."
Rinaldo Rafanelli: "El festival fue la demostración bien concreta de todo lo
que este movimiento viene proponiendo desde hace más de diez años. Con lo de Obras se
demostró que el rock no es extranjerizante sino que es una fuerza popular muy importante
y bien nacional. Es innegable que no hay ningún otro movimiento capaz de producir algo
similar."
Gabriel Maccioco: "Ahora ya a nadie le pueden quedar dudas de que el rock es
lo más grande que hay en la Argentina. Ninguna otra música es capaz de congregar tanta
gente. Pienso que ése fue el éxito del recital."
EL PUBLICO
Desde hora temprana, una
fervorosa multitud se acercó hasta las adyacencias del club Obras Sanitarias en
silenciosas caravanas que obligaron a media tarde a desviar el tránsito de la Avenida del
Libertador. Portando banderas, pancartas y carteles con leyendas alusivas a la paz, la
multitud ocupó las canchas de hockey, rugby y cuanto espacio libre hubiera en el club.
Incluso los balcones de edificios cercanos se poblaron también de espectadores ansiosos.
La primera reacción unánime del público fue cuando por los parlantes se
escucharon las estrofas del Himno Nacional Argentino cantado a coro por una multitud de
pie.
Los encargados de abrir el show fueron los integrantes de Fantasía, cuyo tema
"Corrientes esquina tango" hizo que la gente empezara a olvidar el frío y la
lluvia y desentumeciera sus brazos haciendo palmas. Sin incidentes graves -sólo algunas
personas con sofocones y desmayos- el show prosiguió con el rock'n'roll de la banda
Soulé y su invitación al baile. Y cuando Cantilo-Durietz entonaron "La gente del
futuro", las palmas y el coro de miles de personas pusieron el toque emotivo del
festival. Otra de las grandes muestras de afecto se produjo cuando los Dulces 16 invitaron
a Pappo a tocar un tema con ellos. Allí los clásicos "¡Viva Pappo!" fueron
más ensordecedores que nunca. Litto Nebbia y Luis Alberto Spinetta también recibieron
idénticas muestras de fervor, arrancando ovaciones no bien pisaron el escenario.
La actuación de Nito Mestre obtuvo idénticas dosis de silencio respetuoso y
gritos histéricos, ambos rubricados con calurosos aplausos al final de cada tema. Pero
cuando se le unió León Gieco para hacer "La colina de la vida" la gritería
fue infernal. |







Y corroborando lo
abierto que es el público de rock, cuando Gieco invitó al escenario a Antonio Tarrago
Ros, la gente lo recibió de idéntica forma que al resto de los músicos.
Los aplausos aumentaron cuando Gieco llamó a Raúl Porchetto para hacer a dúo
"En el fondo del cielo". Y cuando subieron Charly García, David Lebón y
Alfredo Toth para hacer con Porchetto "Sentado en el umbral de Dios", comenzó
el gran final de una gran tarde. García y Lebón hicieron cantar luego a todo el mundo
con "San Francisco y el lobo" y "Música del alma". Pero el pico más
emotivo del concierto se vivió al final con Lebón, Gieco, Porchetto, Mestre y García
cantando a coro con la multitud un tema cuyo título fue la síntesis de la propuesta
esgrimida en la reunión: "Algo de paz". Pero el rock es el rock y tiene una
norma: el bis. Y el bis hizo temblar de emoción a todos los presentes. La super banda
atacó con "Rasguña las piedras" y nadie permaneció callado. De pie, cantando
y encendiendo velas y fósforos, el público gozó del tema y puso el cierre digno para
una gran fiesta. |