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La personalidad de Ara Tokatlian, sus impulsos creativas y su visión individual del espectro artístico que lo envuelve, ha sido en
cierto modo eclipsada por la concepción del carácter vivencia! de la comunidad Arco Iris. En esta oportunidad, "el cocodrilo"
habló sobre él mismo y su actitud expresiva.
Uno de los grupos del cual mas se comentó y tejieron conjeturas y opiniones es Arco Iris. Más allá de lo estrictamente musical,
gran parte del público centró su observación en toda la concepción creativa de la comunidad Arco Iris, y opinó. La separación
de Gustavo Santaolalla originó comentarios dispares acerca del futuro funcionamiento del grupo. La propia agrupación se
encargó de evacuar las dudas y las expectativas, mediante una nueva propuesta musical sólida. Ahora, Ara Tokatlian, más que
suplantar el liderazgo en Arco Iris, instaura la firmeza conductiva de un conjunto que aparentaba un inminente naufragio en la
indefinición.
Tal vez los comentarios y las opiniones sobre la filosofía y el desenvolvimiento de Arco Iris persistan, pero la coherencia
artística adoptada por la banda en esta etapa es incuestionable. Ara Tokatlian resumió las características vivenciales y musicales
(no sólo a nivel grupal) de este período, sino que también mostró sus facetas creativas individuales y la proyección que las
mismas adquieren en el seno de Arco Iris.
Roll: Desde hace mucho tiempo, en torno a Arco Iris existe una imagen misteriosa, que en gran medida actualmente se centra en
vos, por tu condición de líder. ¿Cómo te planteas ese hecho?
Ara Tokatlian: Nosotros nunca nos propusimos aparentar algo que no fuésemos. No buscamos en ningún momento ser distintos
de los demás, pero ese hecho se daba simplemente a partir de las diferencias de las actitudes que tomamos nosotros y el resto
de los músicos. Además, lo nuestro nunca fue algo misterioso o demasiado extraño; consiste en una vida naturista, una disciplina
física, todo ello acompañado por lecturas y prácticas constantes para una mayor comprensión. Evidentemente, entre los
músicos argentinos no hay quienes encaren la vida de esta manera; tampoco entre lo cuarenta o cincuenta mil chicos que
escuchan rock. Por ese motivo pasamos a ser los "seres raros". Si bien es cierto que existe gente que humanamente vive en
forma parecida a la nuestra, no la hay dentro de este ambiente. Como desgraciadamente en ninguna nota o en ningún
comentario puede exponerse la totalidad de nuestra actividad espiritual, es muy difícil que sea comprendida. La única manera de
hacerla conocer sería tomándome el trabajo de hablar con cada uno de los músicos y cada uno de los chicos del público, para
contarle exactamente de qué se trata lo de Arco Iris; obviamente, resultaría imposible. El nivel de comprensión de nuestro
ambiente y de nuestro público es muy diferente del que existe en Norteamérica o Europa. Allá, actividades o filosofías o formas
de vida como la nuestra son totalmente comprendidas, aceptadas y asimiladas como cualquier otra. Aquí, la gente tiene una
idiosincrasia muy particular, por la cual, a causa del mismo complejo de inferioridad frente a lo que no conoce, agrede y
condena. La mayoría de los componentes del "mundo rock" tomó una actitud de burla semejante, con diferentes intensidades.
Sin embargo, a pesar de la indiferencia de muchos y el rechazo de otros, hubo quienes encontraron en Arco Iris el remanso.
Pero muchos han preferido ver nuestro estado de conciencia y nuestro estado de quietud como una mera postura mística.
Sobre la base de esa actitud, hubo durante mucho tiempo una especia de barrera, que indujo a la gente a pensar que cuando
llegamos a nuestra casa hacemos todo lo contrario de lo que proclamamos. Por supuesto, el capitán o el que conduce al grupo,
es el que recibe los primeros palos: Dana fue la primera en recibirlos. Y cuando Gustavo estuvo al frente del grupo, también
recibió palos. Nosotros jamás sostuvimos una mentira; tal vez en varias oportunidades nos equivocamos y no procedimos en
forma madura, pero lo cierto es que siempre actuamos de buena fe. Además, hay un hecho que es bien concreto: yo puedo
mantener una mentira durante un cierto tiempo, un cierto período, pero ya son muchos años que hacemos lo mismo y
encaramos la vida y la música de la misma manera. Además, cuando algún integrante optó por no continuar con la vida en
comunidad que realizamos, directamente se fue, como en el caso de Gustavo y Horacio. En Arco Iris no hay nadie atado,
sojuzgado u obligado; todos permanecemos por conciencia y porque reconocemos que realmente debemos hacerlo así.
R.: A partir del alejamiento de Gustavo, el liderazgo musical de la agrupación recayó en vos. ¿Cómo asumís esa
responsabilidad?
A. T.: Es lógico que cuando el capitán se va alguien asuma su puesto. Después del alejamiento de Gustavo, las cosas cambiaron
totalmente; desde dos años a esta parte sucedieron hechos fundamentales e importantísimos. A partir de la ida de Gustavo, yo
sentí como si naciese otro grupo, otro esquema de trabajo, una dinámica nueva. Fue como asumir un estado de madurez y
comprensión mucho mayor que el que teníamos hasta entonces. Desde ese momento dejó de preocuparnos lo que decían u
opinaban los demás; no nos preocupamos por el baterista, ni por el hecho de poner o no un piano. Lo único que nos interesaba
era poder transmitir todo lo que teníamos dentro, y no la forma externa que adquiriría. Como era de esperar, surgieron un
montón de expectativas en torno a nosotros, y hasta el día de hoy, de vez en cuando me preguntan si Arco Iris se separó.
Entonces, lo que más nos importaba era no estancarnos; queríamos hacer de inmediato un recital con el grupo reestructurado.
Ese momento fue de bastante movimiento dentro de Arco Iris; pasaron muchos músicos que por problemas personales o
musicales finalmente no continuaron con nosotros. Ese hecho fue una experiencia nueva; esa apertura musical hacia otros
músicos fue totalmente novedosa. Anteriormente todo se reducía a tocar entre nosotros, con Gustavo. Lógicamente, este nuevo
enfoque nos preocupó bastante en un principio, porque teníamos miedo de que el mensaje que nosotros queríamos transmitir
fuese desvirtuado. En cierto modo desconfiábamos de que en Arco Iris participase gente que no compartiera todas nuestras
vivencias. Realmente no sucedió así. Fue muy positivo ese contacto con varios músicos, ya que nos enriquecieron musicalmente,
aportando sus tendencias y sus distintas expresiones e inquietudes musicales. Todo eso, sin duda, nos otorgó una gran madurez
y en cierto modo quitó la imagen mística que se había creado en torno a Arco Iris durante el período anterior. Posiblemente,
ahora hayamos creado otra imagen, sin proponérnoslo, un poco por el carácter hermético que quizás aparente tener la música
que hacemos actualmente. Desde aquel recital de La Plata todo fue como una etapa de relajamiento, un ejercicio, una práctica
constante. Fue como para sacarnos de encima todos los errores que habíamos cometido anteriormente, y encarar la cosa sin
preconceptos ni prejuicios. Toda esa experiencia nueva que vivimos a partir del alejamiento de Gustavo sirvió para
replantearnos nuestra misión frente al público.
R.: Ahora que sos vos quien conduce compositivamente a la agrupación, ¿cuáles son los elementos que te impulsan a la
expresión?
A. T.: En estos dos años sucedieron muchas cosas: tocamos y ensayamos con nuevos músicos, nos dimos contra la pared, nos
repusimos, nos volvimos a dar contra la pared, y nos volvimos a reponer. Siempre tendiendo hacia algo superior. Ahora nos
situamos ante una salida, ante un camino que nos permite abrirnos paso por entre la espesa maraña. A ese camino hoy lo podría
llamar el camino de la creatividad: durante todos estos años pude llegar al conocimiento de la creatividad. En un momento yo
creía que componer era engarzar melodías con un determinado gusto estético; ahora me encuentro frente a la preocupación que
implica crear. Esa transmisión creativa consiste en contar todas y cada una de las cosas que uno va viviendo. Gracias a la
reunión con José Luis (Pérez) adoptamos esa concepción expresiva. Ahora, con respecto a mi posición personal frente a la
composición y a la creación, te diría que soy un ferviente enamorado y perseguidor de lo romántico. Por supuesto que no soy
perseguidor de lo dramático ni de lo trágico ni de lo sentimental. Fundamentalmente me impulsan las cosas que realmente me
llegan al corazón, por ejemplo un libro. También encuentro esa satisfacción interior a través de ciertas músicas que realmente
transportan en su total dimensión ese extraño lenguaje del artista. Es hermoso percibir la intensidad expresiva de algunas obras
de arte, en las cuales el autor logra reproducir con gran fidelidad sus vivencias y sus estados de ánimo. Debussy, Ravel, Da
Vinci realmente me transmiten esa energía creadora que emiten las obras de cada uno de ellos. Esa energía creadora la percibo
fundamentalmente a través de lo bello, por ejemplo, la belleza de una anciana, o de un niño, o de una mujer joven.
R.: ¿En qué medida logras plasmar efectivamente esos impulsos creativos?
A. T.: Todavía no puedo decir que haya logrado hacerlo totalmente; todavía no logré plasmar esos estados ni exactamente ni en
toda su magnitud. Podría decirte que en algunas partes de "Gob", en algunas partes de "Necksa", y sobre todo en algunas
partes en que nos ponemos a crear José Luis, Guillermo y yo, siento que realmente plasmé todo ese estado anterior que
finalmente me llevó a la expresión. Considero que son muy pocos los músicos que pueden lograr ubicarse frente a la creación, y
determinar su propio arribo a ella. Creo que hay uno o dos músicos que lograron lo que te comenté recién; uno de ellos es el
"Mono" Villegas. Te aseguro que es fascinante estar en constante búsqueda creativa; es hermoso poseer esa movilidad interior
que impulsa al ser a buscar lo creativo. Seguramente es más lindo estar en esta búsqueda constante, diaria, que llegar al
encuentro y al final de la creación; si el día en que arribo a esa creación no me propongo una nueva búsqueda, me estancaría.
Lo que es muy importante es que José Luis, Guillermo y yo estamos muy compenetrados en esa búsqueda; estamos los tres en
la misma dirección, y con la posibilidad de llegar al mismo lugar. A pesar de que José Luis no está integrado a la comunidad en
cuanto a la manera de vivir, él se compenetró totalmente con todo lo que hacemos Dana, Guillermo y yo. Mi primer contacto
con José Luis fue bastante particular: yo estaba descansando en una playa del Uruguay y me propusieron conocerlo. El
resultado del encuentro fueron cuarenta y cinco minutos de música corrida, José Luis en la batería y yo con el saxo. Pasó el
tiempo y no lo volví a ver hasta el año pasado, pero no podía olvidarme de aquella comunicación que mantuvimos ambos en
Uruguay. El hecho de ver, verdaderamente, que estamos frente al camino, me pone contentísimo; ahora la cosa se trata de darle
algo a alguien; de dejarle una motivación interna y, si es posible no sólo durante el tiempo que dura un disco o un concierto.
R.: ¿Qué sería Ara Tokatlian, tanto en la faz personal como musical, si no existiese Arco Iris?
A. T.: Podría contestarte algo peligrosísimo, porque daría pie para nuevos comentarios y para nuevas críticas... Todo lo que
estamos viviendo hoy, en cuanto a madurez, sentimiento, comprensión, continuidad, tanto en lo musical como en lo humano,
empieza a lograrse desde el momento en que conocimos a Dana. Antes de empezar con Arco Iris, mi vida era totalmente
distinta de la que tengo ahora. Que la gente suponga qué hubiese sido yo si no hubiera conocido a Arco Iris y a Dana. No
pienso arriesgarme a decir que sin Arco Iris no hubiese llegado a ser lo que soy, pero tal vez de otra forma, mediante otro
camino, hubiese tardado cuarenta años. Todo el mundo conoce que lo que Ara Tokatlian tiene de bueno, de sincero, de
exigente, lo tiene a partir de su ingreso a Arco Iris. O sea que, evidentemente, son muchas cosas y cosas importantes a las que
llegué con esta forma da vida. Qué hubiese sido de no ingresar a ella, no sé; seguramente hubiese sido muy diferente de mí
mismo. |