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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Ara Tokatlian
la preocupación de crear


Revista Roll 1977

 

 

 

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La personalidad de Ara Tokatlian, sus impulsos creativas y su visión individual del espectro artístico que lo envuelve, ha sido en cierto modo eclipsada por la concepción del carácter vivencia! de la comunidad Arco Iris. En esta oportunidad, "el cocodrilo" habló sobre él mismo y su actitud expresiva.

Uno de los grupos del cual mas se comentó y tejieron conjeturas y opiniones es Arco Iris. Más allá de lo estrictamente musical, gran parte del público centró su observación en toda la concepción creativa de la comunidad Arco Iris, y opinó. La separación de Gustavo Santaolalla originó comentarios dispares acerca del futuro funcionamiento del grupo. La propia agrupación se encargó de evacuar las dudas y las expectativas, mediante una nueva propuesta musical sólida. Ahora, Ara Tokatlian, más que suplantar el liderazgo en Arco Iris, instaura la firmeza conductiva de un conjunto que aparentaba un inminente naufragio en la indefinición.
Tal vez los comentarios y las opiniones sobre la filosofía y el desenvolvimiento de Arco Iris persistan, pero la coherencia artística adoptada por la banda en esta etapa es incuestionable. Ara Tokatlian resumió las características vivenciales y musicales 
(no sólo a nivel grupal) de este período, sino que también mostró sus facetas creativas individuales y la proyección que las mismas adquieren en el seno de Arco Iris.
Roll: Desde hace mucho tiempo, en torno a Arco Iris existe una imagen misteriosa, que en gran medida actualmente se centra en vos, por tu condición de líder. ¿Cómo te planteas ese hecho? 
Ara Tokatlian: Nosotros nunca nos propusimos aparentar algo que no fuésemos. No buscamos en ningún momento ser distintos de los demás, pero ese hecho se daba simplemente a partir de las diferencias de las actitudes que tomamos nosotros y el resto 
de los músicos. Además, lo nuestro nunca fue algo misterioso o demasiado extraño; consiste en una vida naturista, una disciplina física, todo ello acompañado por lecturas y prácticas constantes para una mayor comprensión. Evidentemente, entre los músicos argentinos no hay quienes encaren la vida de esta manera; tampoco entre lo cuarenta o cincuenta mil chicos que escuchan rock. Por ese motivo pasamos a ser los "seres raros". Si bien es cierto que existe gente que humanamente vive en forma parecida a la nuestra, no la hay dentro de este ambiente. Como desgraciadamente en ninguna nota o en ningún comentario puede exponerse la totalidad de nuestra actividad espiritual, es muy difícil que sea comprendida. La única manera de hacerla conocer sería tomándome el trabajo de hablar con cada uno de los músicos y cada uno de los chicos del público, para 
contarle exactamente de qué se trata lo de Arco Iris; obviamente, resultaría imposible. El nivel de comprensión de nuestro ambiente y de nuestro público es muy diferente del que existe en Norteamérica o Europa. Allá, actividades o filosofías o formas de vida como la nuestra son totalmente comprendidas, aceptadas y asimiladas como cualquier otra. Aquí, la gente tiene una idiosincrasia muy particular, por la cual, a causa del mismo complejo de inferioridad frente a lo que no conoce, agrede y condena. La mayoría de los componentes del "mundo rock" tomó una actitud de burla semejante, con diferentes intensidades. 
Sin embargo, a pesar de la indiferencia de muchos y el rechazo de otros, hubo quienes encontraron en Arco Iris el remanso. Pero muchos han preferido ver nuestro estado de conciencia y nuestro estado de quietud como una mera postura mística. Sobre la base de esa actitud, hubo durante mucho tiempo una especia de barrera, que indujo a la gente a pensar que cuando llegamos a nuestra casa hacemos todo lo contrario de lo que proclamamos. Por supuesto, el capitán o el que conduce al grupo, es el que recibe los primeros palos: Dana fue la primera en recibirlos. Y cuando Gustavo estuvo al frente del grupo, también recibió palos. Nosotros jamás sostuvimos una mentira; tal vez en varias oportunidades nos equivocamos y no procedimos en forma madura, pero lo cierto es que siempre actuamos de buena fe. Además, hay un hecho que es bien concreto: yo puedo 
mantener una mentira durante un cierto tiempo, un cierto período, pero ya son muchos años que hacemos lo mismo y encaramos la vida y la música de la misma manera. Además, cuando algún integrante optó por no continuar con la vida en comunidad que realizamos, directamente se fue, como en el caso de Gustavo y Horacio. En Arco Iris no hay nadie atado, sojuzgado u obligado; todos permanecemos por conciencia y porque reconocemos que realmente debemos hacerlo así.
R.: A partir del alejamiento de Gustavo, el liderazgo musical de la agrupación recayó en vos. ¿Cómo asumís esa responsabilidad?
A. T.: Es lógico que cuando el capitán se va alguien asuma su puesto. Después del alejamiento de Gustavo, las cosas cambiaron 
totalmente; desde dos años a esta parte sucedieron hechos fundamentales e importantísimos. A partir de la ida de Gustavo, yo sentí como si naciese otro grupo, otro esquema de trabajo, una dinámica nueva. Fue como asumir un estado de madurez y 
comprensión mucho mayor que el que teníamos hasta entonces. Desde ese momento dejó de preocuparnos lo que decían u opinaban los demás; no nos preocupamos por el baterista, ni por el hecho de poner o no un piano. Lo único que nos interesaba era poder transmitir todo lo que teníamos dentro, y no la forma externa que adquiriría. Como era de esperar, surgieron un montón de expectativas en torno a nosotros, y hasta el día de hoy, de vez en cuando me preguntan si Arco Iris se separó. 
Entonces, lo que más nos importaba era no estancarnos; queríamos hacer de inmediato un recital con el grupo reestructurado. Ese momento fue de bastante movimiento dentro de Arco Iris; pasaron muchos músicos que por problemas personales o musicales finalmente no continuaron con nosotros. Ese hecho fue una experiencia nueva; esa apertura musical hacia otros músicos fue totalmente novedosa. Anteriormente todo se reducía a tocar entre nosotros, con Gustavo. Lógicamente, este nuevo enfoque nos preocupó bastante en un principio, porque teníamos miedo de que el mensaje que nosotros queríamos transmitir fuese desvirtuado. En cierto modo desconfiábamos de que en Arco Iris participase gente que no compartiera todas nuestras vivencias. Realmente no sucedió así. Fue muy positivo ese contacto con varios músicos, ya que nos enriquecieron musicalmente, aportando sus tendencias y sus distintas expresiones e inquietudes musicales. Todo eso, sin duda, nos otorgó una gran madurez y en cierto modo quitó la imagen mística que se había creado en torno a Arco Iris durante el período anterior. Posiblemente, ahora hayamos creado otra imagen, sin proponérnoslo, un poco por el carácter hermético que quizás aparente tener la música que hacemos actualmente. Desde aquel recital de La Plata todo fue como una etapa de relajamiento, un ejercicio, una práctica constante. Fue como para sacarnos de encima todos los errores que habíamos cometido anteriormente, y encarar la cosa sin preconceptos ni prejuicios. Toda esa experiencia nueva que vivimos a partir del alejamiento de Gustavo sirvió para 
replantearnos nuestra misión frente al público.
R.: Ahora que sos vos quien conduce compositivamente a la agrupación, ¿cuáles son los elementos que te impulsan a la expresión?
A. T.: En estos dos años sucedieron muchas cosas: tocamos y ensayamos con nuevos músicos, nos dimos contra la pared, nos repusimos, nos volvimos a dar contra la pared, y nos volvimos a reponer. Siempre tendiendo hacia algo superior. Ahora nos situamos ante una salida, ante un camino que nos permite abrirnos paso por entre la espesa maraña. A ese camino hoy lo podría llamar el camino de la creatividad: durante todos estos años pude llegar al conocimiento de la creatividad. En un momento yo creía que componer era engarzar melodías con un determinado gusto estético; ahora me encuentro frente a la preocupación que implica crear. Esa transmisión creativa consiste en contar todas y cada una de las cosas que uno va viviendo. Gracias a la reunión con José Luis (Pérez) adoptamos esa concepción expresiva. Ahora, con respecto a mi posición personal frente a la composición y a la creación, te diría que soy un ferviente enamorado y perseguidor de lo romántico. Por supuesto que no soy perseguidor de lo dramático ni de lo trágico ni de lo sentimental. Fundamentalmente me impulsan las cosas que realmente me 
llegan al corazón, por ejemplo un libro. También encuentro esa satisfacción interior a través de ciertas músicas que realmente transportan en su total dimensión ese extraño lenguaje del artista. Es hermoso percibir la intensidad expresiva de algunas obras de arte, en las cuales el autor logra reproducir con gran fidelidad sus vivencias y sus estados de ánimo. Debussy, Ravel, Da Vinci realmente me transmiten esa energía creadora que emiten las obras de cada uno de ellos. Esa energía creadora la percibo fundamentalmente a través de lo bello, por ejemplo, la belleza de una anciana, o de un niño, o de una mujer joven.
R.: ¿En qué medida logras plasmar efectivamente esos impulsos creativos?
A. T.: Todavía no puedo decir que haya logrado hacerlo totalmente; todavía no logré plasmar esos estados ni exactamente ni en toda su magnitud. Podría decirte que en algunas partes de "Gob", en algunas partes de "Necksa", y sobre todo en algunas 
partes en que nos ponemos a crear José Luis, Guillermo y yo, siento que realmente plasmé todo ese estado anterior que finalmente me llevó a la expresión. Considero que son muy pocos los músicos que pueden lograr ubicarse frente a la creación, y 
determinar su propio arribo a ella. Creo que hay uno o dos músicos que lograron lo que te comenté recién; uno de ellos es el "Mono" Villegas. Te aseguro que es fascinante estar en constante búsqueda creativa; es hermoso poseer esa movilidad interior que impulsa al ser a buscar lo creativo. Seguramente es más lindo estar en esta búsqueda constante, diaria, que llegar al encuentro y al final de la creación; si el día en que arribo a esa creación no me propongo una nueva búsqueda, me estancaría. Lo que es muy importante es que José Luis, Guillermo y yo estamos muy compenetrados en esa búsqueda; estamos los tres en la misma dirección, y con la posibilidad de llegar al mismo lugar. A pesar de que José Luis no está integrado a la comunidad en cuanto a la manera de vivir, él se compenetró totalmente con todo lo que hacemos Dana, Guillermo y yo. Mi primer contacto con José Luis fue bastante particular: yo estaba descansando en una playa del Uruguay y me propusieron conocerlo. El resultado del encuentro fueron cuarenta y cinco minutos de música corrida, José Luis en la batería y yo con el saxo. Pasó el tiempo y no lo volví a ver hasta el año pasado, pero no podía olvidarme de aquella comunicación que mantuvimos ambos en Uruguay. El hecho de ver, verdaderamente, que estamos frente al camino, me pone contentísimo; ahora la cosa se trata de darle algo a alguien; de dejarle una motivación interna y, si es posible no sólo durante el tiempo que dura un disco o un concierto.
R.: ¿Qué sería Ara Tokatlian, tanto en la faz personal como musical, si no existiese Arco Iris?
A. T.: Podría contestarte algo peligrosísimo, porque daría pie para nuevos comentarios y para nuevas críticas... Todo lo que estamos viviendo hoy, en cuanto a madurez, sentimiento, comprensión, continuidad, tanto en lo musical como en lo humano, 
empieza a lograrse desde el momento en que conocimos a Dana. Antes de empezar con Arco Iris, mi vida era totalmente distinta de la que tengo ahora. Que la gente suponga qué hubiese sido yo si no hubiera conocido a Arco Iris y a Dana. No pienso arriesgarme a decir que sin Arco Iris no hubiese llegado a ser lo que soy, pero tal vez de otra forma, mediante otro camino, hubiese tardado cuarenta años. Todo el mundo conoce que lo que Ara Tokatlian tiene de bueno, de sincero, de exigente, lo tiene a partir de su ingreso a Arco Iris. O sea que, evidentemente, son muchas cosas y cosas importantes a las que 
llegué con esta forma da vida. Qué hubiese sido de no ingresar a ella, no sé; seguramente hubiese sido muy diferente de mí mismo.

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