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crónicas del siglo pasado

REVISTERO

Manal

Revista RockSuperstar
1978

 

Un panal de miel
Era 1968, cuando la música joven se llamaba "beat". Era noviembre y la revista "Pinap" anunciaba el nacimiento de un trío "dentro de la onda de Almendra, Los Gatos y La Joven Guardia". Para enfatizar que era beat nacional bastaba ver el titulo del tema: Avellaneda Blues. Un titulo que lo decía todo: Avellaneda, quería decir Buenos Aires, un color gris. Blues quería decir tristezas, un color azul. Atrás, había un sello: "Mandioca", que decía ser "la madre de los chicos". Y en el verano del 68/69 un boliche del mismo nombre, Mandioca, en Mar del Plata presentaba un trío que podía ser cuarteto: Manal. Se hablaba de mezcla de soul y psicodelia y a Javier Martínez se lo comparaba con Long John Baldry. El entusiasmo de lo nuevo confundía términos, los fundía, los extrapolaba. Se estaba dando el adiós al rock como se había conocido hasta ese momento en la Argentina: el rock por analogía, el de los Shakers, Los In. los Walkers, los Pick-ups. Y el sello Mandioca trataba de imponer una nueva onda. En él, Jorge Álvarez, el editor, trataba de crear una nueva cultura a través del disco. Con él estaban Pedro Pujó, Rafael López Sánchez y Javier Arroyuelo. Era una época de entusiasmo: donde los libros de Álvarez, los recitales del Di Tella y los discos de Mandioca eran comentados en la galería del Este y el bar Moderno. Una manzana loca convertía a Buenos Aires en un panal de miel.

Un manal de piel
Y el primer simple, hermosamente presentado y diseñado por Sánchez, Arroyuelo y Melgarejo, introducía a Javier Martínez (vocal, batería); Claudio Gabis (guitarra) y Alejandro Medina (bajo) al mercado pop con el nombre de Manal. Un Manal que ponía la piel de gallina con "Qué pena me das" y "Para ser un hombre más". Un Manal que utilizó los recitales para llegar a su público, iniciando un contacto que no se haría a través de los discos solamente. La música de Manal se podía tocar. La voz de Martínez, ronca, agresiva, lanzaba las letras como una cachetada: "No hay que tener un barco, ni relojes de medio millón, cuatro empleos bien pagados, ser un astro de televisión para que alguien te pueda amar..., no no no no pibe, no" "Qué pena me das... jamás te sentirás dentro de ti, nunca eres tú, siempre eres una ficción..."
Javier definía a Alejandro como musical, impulsivo, héroe romántico; a Claudio como un poeta, intelectual. Claudio de Alejandro: musical, violento, enamoradizo; de Javier, mental, musical, inconformista. Alejandro, de todos: somos divagantes.
La polémica surgía: "cantar blues en castellano es como cantar tangos en tailandés" dijeron. Y Manal, los más incomprendidos de los tres conjuntos claves del rock nacional, comenzaron a defenderse. Javier: "Hay un subdesarrollo total de la oreja, el público las tiene encallecidas y por eso compra lo que compra. La música que acá se produce es blusera, pero porque se fabrica como blusas".
Claudio: "Nosotros fuimos los inauguradores de recitales. Muchos creyeron que daban plata y se convirtieron en una máquina de hacer chorizos. Tenés 20 minutos para tocar, no hay clima de recital ni nada que se le parezca". Alejandro: "La solución puede ser el interior. ¡Tenemos que colonizarlos! Al interior llegan discos pero es muy diferente ver a un conjunto en vivo. El público quiere ver qué pasa musicalmente en Buenos Aires".

Jugo de tomate helado
Cuando un recital a fines de 1969 en el teatro Coliseo no tuvo el éxito esperado y continuó la polémica, se corrieron rumores de que tanto los había afectado dicho recital que iniciarían una terapia psicoanalítica de grupo. Javier prefirió declarar que ignoraba tanto la crítica que no la conocía. En tanto, los temas que iban sacando contraatacaban destacando la realidad gris de la gente que por no ejercer la introspección y para ignorar su vida rutinaria prefería atacar. Era la época en que el pelo largo era un pecado. Esa incomprensión de la gente impulsó el tema: "Si querés ser un terrible vago, o elegiste ser un tipo capo, si querés triunfar con las mujeres, que se hable todo el día de vos, jugo de tomate frío en las venas deberás tener". Pero la canción "Jugo de tomate" también ofrece la solución, la esperanza: "la tierra que te da la vida, da un tiempo para decidir, eligiendo inteligentemente, todo el mundo podrá ser feliz".
Las que se tomaron su tiempo para decidir fueron las grabadoras importantes. EMI y RCA se disputaron a Manal para que pasara a su plantel estable. Y RCA ganó. Los comentarios variaban entre que grabarían su segundo LP en EE.UU. o que irían allí para comprar equipos. La cuestión es que llegada la fecha, a fines de agosto de 1970, sólo viajaron Alejandro y Claudio. Javier simplemente no había aparecido. Además, las expectativas creadas después del misterioso viaje, la aparición del LP "El León", la presentación en el "B. A. Rock" sólo hicieron aumentar las críticas en contra del conjunto. En ocasión del B. A. Rock un crítico había dicho que Manal recogía más aplausos al subir que al bajar del escenario.

La raíz del blues argentino
Resultaba difícil abrir la mente de público y crítica. Sólo hoy tal vez escuchando un disco de Manal podemos apreciar en toda su magnitud las palabras que cierta vez vertiera el conjunto. El que buscó un lenguaje actual y accesible para una problemática eterna. El que supo indagar más allá de lo superficial para crear algo autóctono: "Mezclar la zamba con rock no tiene mucho que ver. Es mucho más valedero buscar en las raíces del tango. El tango como el jazz es producto de la ciudad,
de arrabales, los dos nacieron en los cafetines y en los prostíbulos. Los Beatles introducen elementos de folklore inglés o americano pero hay una misma raíz anglosajona que entronca muy bien con la música afroamericana. Nosotros escuchamos de todo, Yupanqui por ejemplo, pero no se pueden unir cosas diametralmente opuestas. Nos gusta mucho el tango del 900, el de clarinetes y guitarras o la milonga. Ahí sí hay correspondencia rítmica con lo que hacemos. Es la música de los esclavos africanos, los mismos que con algunas diferencias crearon el jazz o el samba brasileño. No entiendo cómo el tango pudo perder toda esa polenta. En el '30 se convirtió en algo duro, triste. Por eso la gente joven no lo baila; en cambio cuando ponen una milonga todo el mundo se sacude, no importa que ya no esté de moda".
Y realmente. Pensando bien en lo nuestro, lo autóctono. El límite entre el tango y el folklore ¿cuál es? Indudablemente la milonga. Y si nos remontamos al sur de EE.UU., una música monótona, llorona, un lamento constante que cambiaba la letra siempre testimoniaba un hecho cotidiano, sufriente: era el blues. Lo que llamaríamos una copla. ¿Y cuál ha sido la música que acompaña a la copla en el Río de la Plata? ¿Cuál el lamento cotidiano, monótono, sufriente? Sí. La milonga.
Javier lo dijo: "En Montevideo pude captar toda la potencia rítmica del candombe. Claro, me costó un poco traducirlo a mi lenguaje. En ninguna parte la música pop tiene esa base rítmica. En Jamaica y en el sur de EE.UU. hacen algo parecido. Son las mismas tribus africanas que vinieron al Río de la Plata. A pesar de los años, fueron los blancos los que recogieron toda esa herencia: la murga. ¿No es curioso?".
No.

No pibe. No va más.
Era demasiado para ese momento, tal vez. Lo que en un momento había sido underground (subterráneo), impulsado a popularizarse y comercializarse daba lugar a presiones externas, a rencillas internas, a ventas no tan buenas como se esperaban en materia de discos, en recitales por el interior para sostenerse y no poder. Quedaba en manos de Manal iniciar otra moda: el recital de despedida. Y así fue. Pero en ese momento la prensa especializada no hizo la apología de aquel recital del adiós como se hace hoy, cuando es tan ridículo como entonces separarse y despedirse con una "fiesta". Pero Manal nunca tuvo la critica a favor. Ni la clásica ni la que decía bregar por la música progresiva nacional. La música que en esa época se llamaba "beat". O pop.
Pero hoy Manal es un culto. Junto con Almendra y Los Gatos son las piedras fundamentales. La Santa María, La Niña y La Pinta que plantaron la bandera del rock argentino. Los que lo trajeron de afuera. Para recrearlo y hacerlo nuestro. Los colonizadores.

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