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crónicas del siglo pasado

Revistero
de rock

IAN ANDERSON
MAS OBCECADO QUE KING KONG

A pesar del odio que le tienen los críticos —porque él a su vez los critica— Ian Anderson sigue siendo reconocido por el público como uno de los grandes músicos británicos: hace años que figura entre los primeros puestos de los "instrumentistas múltiples". No obstante los comentarios adversos de que viene siendo objeto cada actuación o disco del grupo, hicieron descender notoriamente
la popularidad de Tull. Pero al parecer, su nuevo álbum —Anderson es muy obcecado— tiene todos los elementos para que el grupo reverdezca sus laureles y para que la crítica deba cerrar su boca.

Fuente: Revista Pelo octubre 1975

 

 

Jethro Tull, golpeados tantas veces durante los últimos dos años por críticas discográficas inadecuadas, esta vez llegan muy cerca de lo que siempre fueron —con sus primeras glorias—, con un álbum aparentemente ideado para complacer a todos los fans que la banda ha acumulado en su extenso reino.
"Minstrel In The Gallery" es, —sin considerarse un álbum perfecto— una ráfaga de aire fresco del campo de Tull. Contiene la mayoría de los ingredientes de la torta que los hizo grandes, y mientras lan Anderson profetiza que prefiere mirar hacia el futuro y no hacia el pasado, es su pasado lo que se juzga.
El éxito, o no, de Jethro Tull descansa en los hombros de lan Anderson, no en el resto de la banda. El escribe, produce, arregla y, en efecto, sin malicias para con los demás, es Jethro Tull. Fue Anderson el que tuvo que tragarse las críticas no muy amables de "Passion Play" y "Thick As A Brick"; fue Anderson el que decidió salirse un tiempo del camino como consecuencia de esas críticas; fue Anderson el que decidió volver a los estudios y a los escenarios después del famoso retiro.
Sus seguidores quizás se quedaron perplejos cuando se encontraron con los intrincados meandros y los retorcidos riffs de "Thick As A Brick". ¿Qué sentido tenían? Se preguntaron. Eran el viaje caprichoso y personal de un genio. Se contestaron. No tardarían mucho en volver a lo de antes. Se tranquilizaron. Pero no fue así, "Passion Play" volvió a mostrar las mismas complejidades de conceptos y, nuevamente, Anderson fue mandado al paredón por no producir lo que se esperaba, o lo que la maquinaria necesitaba de él.
Los fans medios de Tull todavía abrigaban la esperanza de que Anderson podría volver a aparecer en cualquier momento con algo que tuviera el rock magnético de "Aqualung", algo parecido a "Locomotive Breath", que les dijera que ése no era el último rock de JT.
"War Child", la entrega anual del grupo, apenas si modificó las expectativas de los fans. Después de una primera reacción de complacencia, para más de uno se hizo claro que ése no era el álbum útil para reafirmar la poderosa reputación de Tull. Pero, por lo menos, había signos de progreso.
Y después viene 1975, y "Minstrel In The Gallery", un disco al lado del cual "War Child" parece insignificante. También hay que olvidarse de "Passion Play" y de "Thick As A Brick", porque "Minstrel In The Gallery" es la continuación natural de "Aqualung". Anderson ha recobrado su buena voz, y toca la flauta más fuerte que King Kong. Jeffrey Hammond-Hammond y Barriemore Barlow hacen una sección rítmica más fuerte y loca. La distintiva modalidad de Martin Barre mantiene tenso al que escucha, mientras que los teclados dirigidos por John Evan no pueden ser mejores.
Por qué un grupo de músicos como éstos se conforman con tocar en segundo lugar, después del mandón Anderson y todas sus ideas, es algo que nadie ha podido averiguar. No parecen tener mucha libertad dentro de los limites del estudio; además, es realmente difícil sentirse contento como complemento de Anderson, por más lindos temas que escriba.
En "Minstrel In The Gallery" Anderson muestra el mejor de todos sus mundos. El lado uno es simplemente una colección de excelentes canciones, como en los viejos tiempos, pero con algo parecido a un concepto general que las ronda. El álbum, en realidad, parece estar dividido en dos actos. El acto uno consiste en cinco temas totalmente desconectados, y el acto dos es "Baker Street Muse", con cuatro movimientos.
Una faceta de Anderson que pocas veces se ha enfatizado es su gran fuerza como letrista, uno de los mejores de nuestros tiempos. Tiene un dominio poco común sobre las palabras; sus letras no intentan siempre ser poemas, sino que exhiben una versatilidad casi tajante: pueden ser nocivas, perversas o frívolas. Si Anderson no hubiera sido un músico de rock, podría haber alcanzado la fama como un poeta sobresaliente de estas décadas.
Acto Uno: "Minstrel In The Gallery", "Cold Wind To Valhalla", "Black Satin Dancer", "'Réquiem" y "One White Duck/010 = Nothing At All"; ninguno de estos temas tiene nada en común líricamente, lo que, comparando, pone a Jethro Tull en su vena pre-1972, o sea antes de que se les diera por los álbumes conceptuales. El único concepto que existe es el de un juglar (minstrel) tocando su música. Después de una nítida obertura, aparecen las guitarras, y Anderson, acompañado por su flauta, canta lentamente sobre los caminos del juglar.
Después de la introducción, por momentos melancólica, guitarras, batería y todo lo demás vienen corriendo para anunciar que el viejo encanto del show de Tull ha vuelto. El bajo y la batería dan la impresión de querer confirmar que la esencia del rock no está perdida. Es el comienzo ideal.
Una vez más son las guitarras y la flauta las que abren "Cold Wind To Valhalla", mientras la voz de Anderson escupe despaciosamente la letra. Para aquellos que se sientan interesados por el contenido de esta canción, el Valhalla es un lugar de inmortalidad donde descansan los héroes caídos en la batalla, para la mitología escandinava. "Nos estamos quedando cortos de héroes últimamente", canta Anderson en una banda que progresa hacia otro predecible rock a lo Tull.
En "Black Satin Dancer" se encuentra otro admirable riff de Martin Barre. Es el regreso del grupo a la acción, con un fondo un poco blusero sobregrabado con guitarras quejosas y órgano. Una repentina detención, y Barre ataca furiosamente el mismo riff otra vez, haciendo trabajar a todo el grupo, su instrumento es como un hacha. En este tema. Barre le quita la gloria a Anderson por un rato.
"Réquiem" es lo mejor que puede dar Anderson en una canción lenta. Tiene algunas reminiscencias del material de "Benefit", es un poco más dulce, con vocalizaciones que complementan perfectamente la letra: "Hoy vi un pájaro volando de un arbusto a otro, y el viento lo hizo desaparecer. Y la madre sol, de ojos negros, chamuscó a la mariposa de nervios aterciopelados. Yo la vi arder. Con un suspiro como un soplido invernal, una nube de plata apareció. Y, tomando la mañana, yo canté: ¡Oh, Réquiem!".
Los que afirman que todas las estrellas de rock son pesadas, seguramente no escucharon esta canción de Anderson, que es una de las más hermosas que ha escrito. En esta banda aparece respaldado por una orquesta que, en realidad, aparece a través de todo el álbum, pero no como una sobrecarga, sino para agregar los toques justos en los momentos exactos. "One Wtiite Duck/010 = Nothing At All' demuestra otra vez el ingenio de Tull, solamente por el título; es otra banda lentona, con una guitarra acústica que se funde muy bien con la sección de cuerdas. Anderson domina toda la canción, y la usa como medio para probar que su voz sigue siendo tan fuerte como siempre.
Acto Dos: "Baker Street Muse" y sus otros tres movimientos: "Pig-Me And The Whore", "Crash-Barrier Waltzer" y "Mother England Reverie". Los cuatro vuelven a sumergir profundamente a Tull en el mar de los conceptos. Presumiblemente, es la historia de las idas y venidas del área de la calle Baker de Londres, con algunas referencias a prostitutas, restaurants y elementos "bajos y turbios". "Baker Street Muse" es similar en estructura a "Passion Play", pero la supera. En "Pig-Me And The Whore", un tema más o menos débil, vuelve a aparecer la infatuación ya bastante común de Anderson con el viejo sucio y baboso de la sociedad.
"Crash-Barrier Waltzer", desgraciadamente, no es nada excepcional. Anderson, apoyado por algunos pasajes increíbles de guitarra acústica, canta blandamente.
"Minstrel In The Gallery" es el álbum más importante que Jethro Tull ha hecho en los últimos tres años. Con seguridad es, además, el que mejor aceptación y ventas ha tenido desde "Aqualung". Todavía le faltan algunos aspectos de la calidad de antes, pero Anderson ha actuado bien al poner a su grupo nuevamente en la senda en que marcha mejor.

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