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crónicas del siglo pasado

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Moris
Spinetta Jade
Raúl Porchetto

 

Fuente: Revista Pelo  enero 1982




 

 

MORIS/MICROESTADIO
ATRAPADO POR EL ROCK

El de Moris es un caso muy llamativo en la Argentina. Se fue en un momento de incertidumbre para el rock, y regresó de España con la aureola de un triunfador. En éste, su tercer regreso a nuestro país, lo llamativo del caso se agigantó por algo que ya se había insinuado en sus dos anteriores visitas: la "idolatría" que ha despertado entre un gran sector del público. A esa gente de nada les sirven las polémicas y las críticas sobre el cambio musical y literario que Moris experimentó en Europa. Para ellos el rock elemental que ahora transita este pionero es energía. Sus letras no son superficiales sino divertidas. Lo nuevo es tan válido como lo viejo. Acaso la más acabada muestra de lo antedicho sea el idéntico fervor con que recibieron tanto a "De nada sirve" y "Pato trabaja en una carnicería" como "Atrapado por el rock'n'roll" o "Balanceo del rock". Quizás no lo juzguen, quizás no lo analicen a fondo, pero hay que reconocer que a veces es bueno también olvidarse de todo y bailar...
En este nuevo regreso, la excusa era presentar el material de "Dónde están las canciones", nuevo long-play de Moris. Sin embargo, en su actuación de despedida en el Microestadio de la Ciudad (un lugar sumamente apto para eventos al aire libre) sólo interpretó algunas pocas canciones del disco. El resto del material estuvo compuesto por los potentes rocks que Moris escribiera en España, con el predecible agregado de sus temas más conocidos de las primeras épocas.
La nueva banda que acompaña a Moris (integrada por Pepe Marchand en guitarra, Jesús Pardo en teclados, Tito Vignola en bajo, y Fernando Arbelas en batería), cumplió su trabajo con sobriedad, aunque la anterior banda daba la sensación de estar más compenetrada con la música.
Moris, por su parte, realizó un buen trabajo con la guitarra rítmica y cantando mostró las mismas virtudes y defectos de siempre. Lo que llamó la atención fue que dejara de lado su imagen nuevaolera para aparecer —con el humor que a otros les falta— vestido de gaucho. En los momentos culminantes del show, cuando todos bailaban y pugnaban por subir al escenario a besarlo o al menos tocarlo, supo aprovechar su carisma para poner las cosas en orden. Lo elogiable es que en ningún momento, y pese a la idolatría de la gente, Moris asumió actitudes o poses demagógicas. Simplemente mostró su música y disfrutó con la energía reinante.

SPINETTA-JADE/ OBRAS
PERDIDOS EN EL ESPACIO

No es ninguna novedad que el mundo evoluciona a pasos agigantados. Y el rock, como expresión artística de vanguardia que es, no podía permanecer ajeno a esa evolución. Por algo es la única música suficientemente abierta como para incorporar otras corrientes y remozarlas. Por algo es el lenguaje cultural de la juventud universal. Sin embargo, y pese a la constante necesidad de modernizarse que un arte progresivo tiene, hay músicos y músicas dentro del rock que parecen esquivar lo nuevo para aferrarse obsesivamente a estructuras arcaicas ya superadas. Y la música mostrada por Luis Alberto Spinetta junto a su banda Jade en el estadio Obras es un claro ejemplo de esto. Lo que resulta incomprensible es que un músico como Spinetta insista en reiterar (y reiterarse) viejas fórmulas. Y es en los arreglos donde más se nota esa "manía": casi todos los temas comienzan igual. Un arpegio de guitarra (eléctrica o acústica según la ocasión), una base de piano, un break de batería y una reiteración melódica hasta que entra la voz. Rítmicamente, tampoco hay una gran diferencia entre tema y tema. Lo curioso es que en la batería está uno de los mejores ejecutantes locales; pero, al parecer, Pomo se contagió de la música y prefirió repetirse hasta el cansancio. Sólo en los matices logró demostrar su innegable talento.
Otro punto llamativo de la actuación estuvo dado por la voz: Spinetta es un cantante bien dotado, pero no explota a fondo sus virtudes. Su registro da para muchas más posibilidades que las modulaciones que viene utilizando desde las primeras épocas de Almendra.
Con respecto a Jade, la mayor diferencia con las anteriores formaciones estuvo en los sintetizadores de Leo Sujatovich. Su labor tuvo momentos de gran vuelo, ganándose justificados aplausos. Su colega Diego Rapoport demostró una vez más su amor al jazz y las corrientes de fusión, en especial en los solos. Promediando el concierto, Sujatovich y Rapoport realizaron un tema a dúo, con la ayuda de una
batería electrónica, que fue uno de los mejores de la noche. El bajista Francisco Ojstersek, por su parte, se complementó bien con Pomo, aunque no sobresalió. En la guitarra, Spinetta realizó una buena tarea en la base, dando la sensación en los solos de haber aceptado sus limitaciones, ya que fueron cortos y medidos. Además, supo utilizar su especial carisma para volcar hacia su música el fervor que cierto sector del público siente por su persona.
Del material interpretado se destacaron los conocidos "Diosa Salvaje" y "Alma de diamante", mientras que de los temas del nuevo álbum ("Los niños que escriben en el cielo") sobresalieron "Sexo" y "Moviola".
A esta altura, hablar de la inconsolable música de Spinetta-Jade o del hermetismo de sus letras, sería ser recurrentes. Sólo sirve para aclarar que el nuevo disco sigue las mismas líneas que la anterior producción. Jade es un grupo que parece detenido en el tiempo y que, a juzgar por lo escuchado en Obras, está conforme con seguir alimentándose de viejas fórmulas, tal vez porque el grupo es eso y nada más.

PORCHETTO/OBRAS
UNA VERDADERA FIESTA

El concierto fue abierto por León Gieco, quien interpretó una serie de temas acústicos, fervorosamente recibidos por el público. A continuación presentó "al amigo Raúl" y la banda atacó los primeros acordes de "Nunca quise entender", mientras atrás sonaban los acordes grabados de la ópera "Carmina Burana". Aunque la elección de este tema no fue tal vez la más acertada, porque no utiliza todo el potencial de la banda, pronto Porchetto y sus músicos demostraron por qué son una de las mejores bandas del momento.
"Qué chatura señor", "Televisión", "Dónde hay un cine", "Habrá días de sol" y "Acá el planeta" fueron algunos de los momentos más brillantes de la noche. Una de las figuras del show fue el guitarrista Pablo Guyot, que día a día se afirma como uno de los más renovadores y depurados ejecutantes de guitarra.
Promediando el show, volvió a escena León Gieco quien interpretó con la banda "No me dejes caer", "En el fondo del cielo" y "Algo de paz", todos de Porchetto. Luego la banda acompañó a Gieco en algunas canciones como "Las dulces promesas" y "Vino algo y lo arrasó". Resultó apabullante la combinación de Gieco con la banda, lo que reafirma una vez más la necesidad que tiene el santafecino de tener un grupo de acompañamiento. Con "Trenes blancos" y "Eternos necios" terminó el show, pero había una sorpresa para las repeticiones. Otro amigo de Porchetto, que no estaba en los planes, subió al escenario como testimonio de afecto. Con "Charly García y León Gieco tocaron "Metegol" y "Pensar en nada", terminando de esa manera como Porchetto había predicho: fue una fiesta.
Cuando terminó el primer tema, Raúl Porchetto agradeció al público y dijo que esperaba que el concierto fuera una fiesta para todos. Y no se equivocó. La primera actuación de la banda en su presentación nacional del álbum "Televisión" fue una verdadera exhibición. 
Raúl Porchetto ha transitado un acelerado camino de cambios en estos últimos dos años. Por fin descubrió cuáles eran los elementos que dilapidaban su capacidad como autor e intérprete, consiguiendo revertirlos en busca de un producto más cargado de energía, más auténticamente comprometido con los tiempos que corren. Su banda, Iturry, Guyot y Toht, posee una calidad individual y un ensamble que la convierte en una de las más brillantes de la actualidad. Y Porchetto no sólo mejoró y evolucionó ostensiblemente en la ejecución de sus instrumentos, sino que también mejoró su voz, uno de los principales obstáculos del pasado.
Con un nivel brillante de ejecución, Porchetto y su banda tocaron el material de "Televisión", más temas de los álbumes anteriores ("Volando de vida", "Porchetto", "Mundo" y "Metegol"). El repertorio mostró una gran distancia entre la música que Porchetto hace actualmente y la que hacia en el pasado. Ese es el caso de canciones como "Me siento bien" y " Amiguito ese no es el cielo". La nueva música tiene una energía y un mensaje más directos, más comprometidos con la realidad que lo circunda.

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